Cierre de una oficina de reclutamiento militar
cerca del “Pequeño Kabul”: Afganos por la Paz protestan contra la guerra en
Afganistán
02 de abril de 2012 Stephanie Tang
Viernes 30 de marzo, Fremont CA: Indignados por la masacre el 11 de marzo de
17 campesinos en la provincia afgana de Kandahar, la gente tomó las calles de
Fremont, California, en una audaz marcha y acción directa contra la guerra por
la tarde que cerró el local del Centro de Carrera en las Fuerzas Armadas
(oficina de reclutamiento).
Fremont, un próspero suburbio al sur de Oakland, es el hogar de la mayor
comunidad afgana en los EE.UU. No ha habido protestas contra la guerra en los
últimos tiempos, ni de los afganos ni de nadie más. Pero el último otoño, unas
cuantas decenas de afganos organizaron una pequeña marcha comunitaria por la paz
y una vigilia contra la guerra y la ocupación de su país por EE.UU. durante el
décimo aniversario de la misma. Ahora, la masacre de Kandahar ha electrificado
de nuevo el enfado, y se han organizado rápidamente vigilias contra la guerra
iniciadas por Afganos por la Paz en 15 ciudades.* El 17 de marzo una
concentración pública en la ciudad de Fremont atrajo a 200 personas de la amplia
comunidad afgana para denunciar la masacre y aunque las posiciones políticas en
el escenario eran diferentes, los miembros de Afganos por la Paz denunciaron con
fuerza la guerra.
La marcha del viernes hasta la oficina de reclutamiento militar fue convocada
por Afganos por la Paz junto con la sección de la Área de la Bahía de los
Veteranos de Irak Contra la Guerra (IVAW) y otros grupos, incluidos El Mundo no
Puede Esperar, Ocupar Oakland, Courage to Resist (Coraje para Resistir).
Reunidos en la estación de metro de BART, más de 100 personas iniciaron la
marcha. Muchos eran redidentes de la zona de Fremont, incluyendo afganos y
afgano-americanos, en su mayoría jóvenes a los que se unieron algunas personas
de más edad. Los estudiantes del instituto vinieron corriendo desde su escuela.
Ocupar Oakland trajo su espíritu indomable y un equipo para emitir en directo.
Ocupar Fresno también apareció, así como otros activistas del sur de la
Bahía.
Llegamos a la oficina de reclutamiento (situada en un gran centro comercial
al aire libre) y la encontramos cerrada y oscura. Golpeamos a las puertas del
Ejército, la Armada, los Marines y la Fuerza Aérea. Nadie estaba en casa. No
podríamos decir si habían cerrado para evitarnos o si volvieron una vez nos
habíamos ido. Así que declaramos la victoria de un día, ¡ningún reclutamiento
hoy!, y comenzamos una concentración con una ronda de megáfono para expresar
nuestros testimonios y sentimientos.
Salimos en una marcha improvisada hacia el Pequeño Kabul de Fremont,
desembocando en la calle, extendiéndonos a lo largo del bulevar para que los
coches no pudieran pasar. El número de participantes creció hasta 150 con el
tráfico retenido a nuestras espaldas. “1, 2, 3, 4, ¡No queremos vuestra guerra
racista!”, “5, 6, 7, 8, ¡Parad las matanzas, Parad el odio!” “Terminad con la
ocupación ¡Ahora!” “Asesinato, violación, tortura, guerra, para eso están
reclutando” “¿De quién son las calles? ¡Nuestras!”
Y un nuevo grito surgió: “¡Justicia para Afganistán! ¡Justicia para
Trayvon!”
Detrás de la pancarta de Afganos por la Paz marchaban afganos jóvenes y más
viejos, religiosos y seculares. Una bonita y solemne serie de señales tenía los
nombres de las víctimas de la masacre y se llevaron además carteles con los
nombres. Mujeres con la hiyab tenían audaces carteles y caminaban junto a
los estudiantes de instituto y los miembros de Ocupar con chaquetas de cuero, la
cara pintada y pegatinas. Veteranos con camisetas de IVAW y veteranos del
Vietnam también iban juntos. Las cintas naranjas con el lema “No a la tortura”
estaban en todas partes. Camisetas de El Mundo no Puede Esperar con Bush
y las tazas con Obama diciendo “Los crímenes son crímenes sin importar quien los
cometa”. Muchos ayudaron a llevar las pancartas de El Mundo no Puede
Esperar: “Parad ahora la guerra criminal de EE.UU. en Afganistán” (en
inglés, en pastún y en dari) y “El país más rico del mundo está destruyendo uno
de los más pobres… ¡NO EN NUESTRO NOMBRE!”
Tomados por sorpresa, la policía apareció rápidamente: un escuadrón de motos
con las sirenas y las luces apareció por detrás, ordenando a todo el mundo que
se fuera a la acera. Pero los manifestantes no querían. La gente se quedó en la
calle, marchando a un ritmo constante, cantando incluso de forma más desafiante:
“¡Justicia en Afganistán! ¡Justicia para Travyon!” Los conductores pitaban,
haciendo el signo de la paz (aunque alguno nos enseñó su dedo medio). La gente
salió de las tiendas a mirar y a veces aplaudieron la marcha. La policía
continuó tratando de dirigirnos a la acera, empujándonos con sus motocicletas,
con las sirenas en alto. Incluso pasaron con ellas sobre los pies de algunas
personas. Así continuamos manzana tras manzana. Seguíamos marchando y cantando
por encima de sus sirenas y gritos, permaneciendo en la calle, negándonos a
dejar pasar a los coches por las esquinas. Nos agarramos los unos a los otros
cuando alguien tropezaba o era empujado por un policía y cantábamos más y más
fuerte: ¡JUSTICIA PARA AFGANISTÁN! ¡JUSTICIA PARA TRAYVON! ¡JUSTICIA PARA
AFGANISTÁN! ¡JUSTICIA PARA TRAYVON!
La marcha estaba planeada para volver a la estación de BART, pero no estaba
claro si llegaríamos. Aparecieron más coches de la policía, más policías,
algunos con sus porras en las manos, y muchos con armas que parecían armas de
paintball de gran tamaño. Pero el espíritu de la gente estaba claro: tenemos
derecho y razones para protestar, para estar en las calles dando nuestro mensaje
a la gente aquí y en Afganistán, y la policía no tiene derecho a silenciarnos.
Estamos exactamente donde necesitamos estar, y punto. Continuamos la marcha.
Cuando llegaron más policías y un furgón policial, toda la marcha saltó
rápidamente una pequeña verja dentro del aparcamiento de un centro comercial,
donde una acción represiva de la policía hubiera tenido un enorme público. Nos
reagrupamos y continuamos de vuelta hacia BART. La policía tuvo que dar la
vuelta con los coches para seguirnos. Y así, con éxito, de pie y con el espíritu
fuerte, concluyó la primera acción directa de protesta en la calle contra la
guerra en la historia de Fremont.
La masacre en Panjwai, Kandahar ** es un ejemplo de la naturaleza de la
sangrienta ocupación estadounidense de Afganistán durante 10 años. Esta verdad
fue dicha en las calles de Fremont, California, el pasado viernes, por un grupo
de gente valerosa, en su mayoría jóvenes.
Esperan que su protesta llegue a la gente en Afganistán: hay gente en los
EE.UU. que rechaza apoyar esta guerra ilegítima, y que sale a la calle para
pararla.
Y los manifestantes esperan que su acción de vigor al esfuerzo contra la
guerra dentro de las comunidades afganas fuera de Afganistán, pero también
esperan que muchas otras personas a lo largo de EE.UU. respondan a la masacre de
Panjwai mediante la intensificación de un movimiento más poderoso y desafiante
contra la guerra, contra el imperio y de resistencia
Para más información sobre esta acción en Fremont: afghansforpeace.org;
info@ivawsf.org; worldcantwait.net
Stephanie Tang es una de las dirigentes de El Mundo no Puede Esperar en
la Área de la Bahía de San Francisco. Pueden escribirla a
sf@worldcantwait.net
* Vean las
noticias en una televisión australiana que incluye entrevistas con testigos
visuales de la matanza.
** Lean un informe de la
comunidad de Afganos por la Paz sobre las vigilias por todo el mundo tras la
masacre en Panjwai
APENDICE:
Los muertos del distrito de Panjwai, 11 de marzo, 2012
Esta es la lista de los que murieron en Kandahar esa noche. Con una única y
tardía excepción sus nombres no han sido publicados en ningún gran medio de
comunicación estadounidense.
Sobre el sargento Robert Bales, el supuesto pistolero solitario que arrasó
dos poblados asesinando a todas estas personas, nuestro gobierno quiere que
oigas “masacre de Kandahar” y que pienses solo en los detalles más simpáticos,
cálidos y tiernos, sobre la vida de Bales antes de la noche del 11 de marzo.
Todas sus fotos sonrientes del anuario del instituto aparecen en todos los
noticiarios. Cada vecino o persona que conoció es entrevitada para decir que
“nuestro Bobby” es una buena persona y no un asesino.
Pero sobre esos 17 afganos (4 mujeres, 4 hombres y 9 niños), no debemos
preguntar, no debemos saber, no deben importarnos. Debemos creer resolutivamente
que las vidas estadounidenses son más importantes que las vidas de cualquier
otra persona en el planeta.
Eso es una mentira.
Aquí están sus nombres. No dejemos que se olviden
Mohamed Dawood, hijo de Abdullah Khudaydad, hijo de Mohamed Juma Nazar
Mohamed Payendo Robeena Shatarina, hija de Sultan Mohamed Zahra,
hija de Abdul Hamid Nazia, hija de Dost Mohamed Masooma, hija de Mohamed
Wazir Farida, hija de Mohamed Wazi Palwasha, hija de Mohamed
Wazir Nabia, hija de Mohamed Wazir Esmatullah, hija de Mohamed
Wazir Faizullah, hijo de Mohamed Wazir Essa Mohamed, hijo de Mohamed
Hussain Akhtar Mohamed, hijo de Murrad Ali * Cuando Al Jazeera publicó
esta lista por primera vez, solo se conocía el nombre de 16 de las 17
víctimas.
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