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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.




Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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Defensores de Julian Assange protestaron afuera de los tribunales reales de justicia (Royal Courts of Justice) el 10 de diciembre del 2021 en Londres, Inglaterra. (Foto: Chris J. Ratcliffe/Getty Images)

Un denunciante (whistleblower) de la CIA reflexiona sobre la persecución de Julian Assange

Esta ofensa contra la rendición de cuentas, la libertad de prensa y la libertad de expresión está en el escenario para que todo el mundo observe, sin embargo, nadie pone atención.

JEFFREY STERLING
Common Dreams
Julio 31, 2022

Traducido por El Mundo no Puede Esperar 25 de agosto de 2022

Es difícil hablar de lo que sucede en el mundo que no sea la actual terrible invasión Ucrania por parte de Rusia y los recientes tiroteos masivos en Bufalo, Uvalde, Chicago, y en otros lugares. Después, está la Suprema Corte que continúa su camino judicial erosivo de derechos personales arrastrándose en la línea del partido conservador. No quiero quitarles la atención a estos escándalos. Sin embargo, la sombra de una tragedia no se despeja con la luz de otra.

Continúo teniendo pasión al alumbrar y corregir los errores de la Ley de Espionaje y cómo el gobierno de los Estados Unidos está usándola para atacar no sólo a los denunciantes, sino también a cualquiera que se atreva a revelar sus trasgresiones y sus ilegalidades. Me sentí extremadamente honrado por haber podido participar en el Belmarsh Tribunal, en donde, además de hacer un llamado para el cierre de Guantánamo, también denuncié la desgracia internacional que es la potencial extradición de Julian Assange. Esta ofensa a la rendición de cuentas, a la libertad de prensa y de expresión está ahí para que el mundo entero la vea, sin embargo, me pregunto quién está poniendo atención.

    Lo que le ha estado sucediendo a Assange es la definición de complicidad entre dos países para, en conjunto, socavar la rendición de cuentas y la libertad de expresión

Assange ha estado detenido desde abril del 2019 en la prisión de Belmarsh, que es lo que muchos llaman la versión en el Reino Unido de una prisión super max. Ha estado en confinamiento solitario todo el tiempo todos los días en Belmarsh mientras que Estados Unidos hace un increíble esfuerzo para extraditarlo para enfrentar cargos por violar la Ley de Espionaje. Los tribunales del Reino Unido han sido demasiado complacientes en emitir fallos, sin apoyar la verdad, a favor de que Assange sea extraditado. Y, en un golpe final para demostrar su disponibilidad de ser los títeres que el gobierno estadounidense necesita para continuar su campaña de terror de la Ley de Espionaje, el pasado 17 de junio, Priti Patel, la Secretaria de Interior del Reino Unido certificó la extradición de Assange, liberando el camino para que Assange sea entregado a los Estados Unidos. Assange está apelando, pero dada la renuencia del Reino Unido, sólo es cuestión de tiempo para que Assange se encuentre, como yo, en la cárcel de Alexandria siendo acusado de violar la Ley de Espionaje.

Lo que creo que es bastante inquietante es que los tribunales británicos y la Secretaria de Interior han estado demasiado dispuestos a jugar como títeres obedientes ante sus adiestradores estadounidenses. Cuando estuve en la CIA, un director era la persona que manejaba cada aspecto de la vida de un activo que es necesario y ayuda al propósito de recolectar información. A veces, es necesario que el “adiestrador” sea confuso o le mienta al activo para mantener el enfoque sobre el objetivo. Si un director obtiene lo que quiere, eso es todo lo que importa.

Los Estados Unidos han manejado el sistema legal británico y a sus oficiales de gobierno de manera muy astuta. El Reino Unido ha creído las mentiras promovidas por Estados Unidos que van de un rango de caracterizar a Assange como una amenaza a la seguridad nacional y espía hasta ofrecer un ambiente seguro y de apoyo para Assange en las prisiones estadounidenses. Sin embargo, el propósito real es enjuiciar a Assange bajo la Ley de Espionaje por razones políticas y vengativas. Las cortes británicas han encontrado todas las excusas para no desafiar los méritos del caso de Estados Unidos en contra de Assange y el gobierno británico ha seguido su ejemplo. Los Estados Unidos manejando al Reino Unido deberían ser considerados el epítome de utilizar fuentes y métodos para lograr un objetivo sin que el activo sepa lo que se está logrando.

Pero el Reino Unido no tiene las manos limpias en esta injusticia, que digamos. La versión del Reino de la Ley de Espionaje es la Ley de Secretos Oficiales, promulgada en 1911, que también sirve para lidiar con la protección de secretos de Estado. El oficial británico que firmó la extradición de Assange ha propuesto ampliar nuevas reformas que sugieren castigos más duros para periodistas y sus fuentes. Bajo las reformas, el gobierno británico “no considerará que existe una distinción necesaria en severidad entre espionaje y las revelaciones no autorizadas más serias”. Al igual que la Ley de Espionaje, se da completa consideración al gobierno para que defina lo que considere revelaciones serias. Al igual que la versión americana de 1917, el objetivo original era luchar contra el espionaje diseñado para asistir a los enemigos foráneos del país. Con el tiempo, ambas leyes evolucionaron como herramientas para aplastar. Uno debe preguntarse a cuáles de los países se les ocurrió la idea de usar la ley para esconder las transgresiones silenciando a los denunciantes. Parece que Estados Unidos y el Reino Unido se alimentan uno del otro expandiendo el objetivo de no rendir cuentas por sus acciones ilegales al disimular tratados de seguridad nacional. De hecho, lo que le está sucediendo a Assange es la pura definición de complicidad entre dos países para, de manera conjunta, socavar la rendición de cuentas y la libertad de expresión.

Mi objetivo con el The Project for Accountability del RootsAction Education Fund ha sido iluminar las acciones malas del gobierno y sus ilegalidades, al igual que exigir responsabilidad de aquellos en el poder. Los que le están sucediendo a Assange es una estampida desbocada del gobierno por encima y a través de la ley para alcanzar a quienes exponen la verdad. ¿Pero a quién debería estar dirigido ese llamado a rendir cuentas? El poder ilimitado infecta desde abajo. Joe Biden no debería únicamente responder, sino explicar el propósito y objetivo por intentar enjuiciar a Julian Assange por quebrantar la ley estadounidense. Sin embargo, como miembro de la administración de Obama que comenzó la chispa de la tormenta de fuego que ha sido el uso de la Ley de Espionaje para castigar a los denunciantes y evitar la verdad, ha, de alguna manera esperada, estado en silencio. No debería poder esconderse detrás de cualquier negación plausible por no haber estado a cargo en ese momento. ¿Y Kamala Harris? ¿No ha proclamado un registro de apoyo a la protección de denunciantes? Parece que el peso del poder y la falta de rendición de cuentas han tenido un efecto debilitador de conciencia.

La misma pregunta debe hacerse sobre los medios convencionales. Su falta de interés y silencio con Assange son perturbadores. Posiblemente por auto preservación, los medios se aferran a una falta idea de que nos son iguales que Assange, que Assange no es un periodista. Sólo la arrogancia de un egoísta rechazaría reconocer un peligro claro y presente para la libertad de prensa y de expresión. Tal vez lo que sucedió durante mi persecución es la respuesta. Cuando el periodista Jim Risen estaba en peligro de ser llamado a testificar y amenazado con ir a prisión si no lo hacía, los medios convencionales se movilizaron para proteger a uno de los suyos. Una vez que pasó el peligro, también lo hizo el interés. Mucho como en mi situación, el auto preservación evitará que la prensa levante la voz. Deberían entender que, si Assange es extraditado y encontrado culpable, no habrá nada que evite que cualquier periodista, en cualquier lugar, sea acusado bajo la Ley de Espionaje sólo por reportar infracciones gubernamentales. Su silencio, mucho para su propio detrimento eventual, está empoderando el actual uso ilegal de la Ley.

Pero, ha habido una novedad prometedora. La representante Rashida Tlaib ha propuesto reformas a la Ley de Espionaje que requieren que Estados Unidos pruebe una intención específica para dañar a los Estados Unidos, permitiéndole al acusado testificar acerca de su propósito al revelar la información y crear una defensa afirmativa para las revelaciones en el interés del público, entre otras reformas. Este es un momento de oportunidad para que la rendición de cuentas y la transparencia regresen a la rubrica del gobierno. De corazón apoyo completamente los esfuerzos de Tlaib, como deberíamos hacerlo todos.

Estoy agradecido por el apoyo que he recibido a través del proyecto de rendición de cuentas The Project for Accountability, me ha ayudado a encontrar un propósito que no pensé que necesitaba. A través de los años, he estado hablando y escribiendo a favor de los denunciantes y desacreditando la Ley de Espionaje como una herramienta de venganza. La extradición de Assange será un momento cumbre de responsabilidad. Estados Unidos debe ser evidenciado por su venganza contra Assange y los denunciantes en general. Los medios y todo el gobierno se han negado a hacer ese llamado, pero yo no. Yo he estado en el lugar a donde irá Assange y no le deseo eso a nadie, incluyendo a los fiscales que me enjuiciaron injustamente y al jurado que me encontró culpable erróneamente.


 

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