Sin asistencia médica para la mitad de la
humanidad
Lina Thorne 19 Noviembre 2009
Las mujeres de cualquier rincón de este país estamos en estado de shock y
consternadas por la aprobación el pasado sábado por la noche de la “Enmienda
Stupak” a la reforma sanitaria, que va aún más lejos en despojarnos de nuestro
derecho al aborto, es decir, de nuestro derecho a tomar las decisiones más
fundamentales que afectan a nuestras vidas.
Muchos activistas progresistas habían argüido durante los últimos 10 meses
que, en vista de que iba a tomar tiempo para que el presidente Obama arreglara
los problemas de la tortura y de las guerras, nos convenía centrar nuestros
esfuerzos en apoyar su agenda nacional de aumentar la cobertura del seguro
médico. “Esperad hasta que se solucione lo de la guerra, dadle tiempo”. Dado que
esta agenda era, supuestamente, suficientemente progresista como para olvidar
las matanzas, las mujeres y aquellos que se preocupan por ellas hemos quedado
desconcertados por la facilidad con que nos sacrificaron.
¿Podemos retroceder un momento y examinar la situación en la que nos
encontramos actualmente? Vivimos en el país más poderoso de la tierra, que en
estos momentos está soltando a los militares más violentos del planeta contra
los habitantes empobrecidos de 3 países diferentes y torturando a gente
(todavía) en prisiones cada vez más grandes en Afganistán y en la bahía de
Guantánamo. Gobierna al país el primer presidente afroamericano, que también
acaba de ganar el Premio Nóbel de la Paz, después de una campaña que movilizó
masivamente a mujeres, gente de color, gays, activistas contra la guerra, y a la
gente progresista en general. Una de esas guerras se está intensificando cada
vez más, parcialmente en nombre de la defensa de los derechos de las mujeres,
mientras el presidente pro estadounidense (el presidente afgano Karzai) pasa por
alto el fraude electoral masivo y las nuevas leyes que legalizan la violación
dentro del matrimonio.
El país se encuentra profundamente dividido respecto a los crímenes iniciados
por el gobierno anterior, el continuo agotamiento de las fuerzas armadas, las
presiones a la economía y la guerra cultural que ahora está al rojo vivo después
de hervir mucho tiempo a fuego lento: la posición social de las mujeres, la
gente de color, los inmigrantes, los LGBT, y el papel del matrimonio tradicional
en la cimentación de una sociedad imperialista estable. Las fuerzas organizadas
que de forma entusiasta abrazaron la presidencia de Bush y todo lo que
representaba, lanzan gritos y despotrican contra el actual presidente, al que
etiquetan desde “fascista-socialista” (sic) a “el anticristo”, mientras que el
partido en el poder, dirigido por Obama, predica a sus seguidores: “debemos
buscar un acuerdo común”. El médico abortista más conocido es asesinado en una
iglesia y, en respuesta, la violencia y las amenazas contra las clínicas en este
país aumentan. Racistas armados se congregan fuera de las reuniones públicas
organizadas por el Partido Demócrata, sin sufrir ninguna represión policial,
pero los estudiantes en Pittsburgh son gaseados y golpeados durante las
reuniones de las elites mundiales en el G20.
El “presidente progresista” anuncia que está en contra del matrimonio gay a
causa de su religión y rechaza que la reforma sanitaria que está tratando de
introducir cubra el aborto (o a los inmigrantes indocumentados). Nombra
a un activista católico antiabortista, quien se opone a los métodos
anticonceptivos, para dirigir el Centro de Iniciativas Comunitarias y Basadas en
la Fe del Departamento de Salud y Servicios Humanos. Y encima...y encima...nos
dicen que deberíamos tener fe en que este sistema funcionará. Que tenemos que
llegar a acuerdos mutuos. Que tenemos que aguantar y preparar para las próximas
elecciones en nuestra zona y “presionar” a los demócratas para que cumplan los
puntos básicos del programa de su propio partido: el derecho de la mujer al
aborto y a los métodos de control de la natalidad.
¿Cómo llegamos a este punto? ¿Qué podemos hacer ahora? Jodi Jacobson pregunta
en RH Reality Check: “¿Dirigen los obispos católicos el gobierno de EE.UU?” Es
verdad, la Conferencia Nacional de Obispos Católicos se reunió con los líderes
del Congreso (demócratas) la noche anterior a la aprobación de la enmienda
Stupak para pedir más restricciones al derecho de la mujer al aborto. El
representante Stupak es residente
de “la calle C” en Washington, D.C. (el condominio descrito por Jeff Sharlet en
The Family como el núcleo de una oscura y poderosa organización
dominionista que tiene profundos lazos con el gobierno). Me parece
importante recordarles aquí del hecho fundamental de que actualmente los
demócratas controlan tanto el poder ejecutivo como el legislativo... y esto es
lo que están haciendo con él. La
teocracia todavía está en la agenda.
Kate
Harding escribe, para Salon, en Asúmelo: el Partido Demócrata no es para
las mujeres: “Al final, cuando hayamos elegido a suficientes demócratas que
quieren transigir en los derechos de las mujeres, como los 64 que votaron a
favor de la enmienda Stupak-Pitts, las mujeres se indignarán y dirán ‘hasta
aquí’. Y esto puede estar ocurriendo ahora mismo”.
Nancy Pelosi todavía nos está diciendo que está buscando una posición común.
Ninguno de los políticos supuestamente “pro decidir”, en quienes las mujeres
hemos confiado para defender nuestros derechos, quiere decir lo mismo que Jane
Fonda, cuando escribió
en respuesta a Stupak sobre lo que realmente está en juego aquí: “La gente a
menudo se sorprende porque después de tanto tiempo todavía estamos luchando esta
batalla por la libertad para decidir. Yo no. He venido a entender que la
oposición a la libertad para decidir y a la contracepción no tiene nada que ver
con ser “pro vida” o “pro feto”, sino con el poder y quién lo tiene. Representa
una mentalidad que valora principalmente a las mujeres por sus servicios como
esposas y compañeras sexuales para los hombres y como productoras y criadoras de
hijos”.
“La reproducción y la sexualidad son las claves del empoderamiento de la
mujer. Si una mujer puede determinar los aspectos reproductivos y sexuales de su
vida, esto significa que puede controlar y determinar muchos otros aspectos
también. Cuando a las mujeres se les priva de su salud reproductiva y de su
derecho a tomar decisiones anticonceptivas, pierden un elemento esencial de lo
que significa ser un ser humano completo”.
Como muestra el intercambio
interesante entre Laura Flanders, Frances Kissling, Diane Archer, Eesha Pandit y
Jill Filipovic en GritTV, existe en la población una energía que clama por
unirse para luchar.
¿Qué vamos a hacer?
Paremos de buscar una postura común con fanáticos, paremos de ligar nuestros
sueños a lo que se considera políticamente conveniente, ¡empecemos a decir lo
que es verdad y empecemos a actuar como seres humanos con apasionamiento y
principios! Sin ese derecho básico, las mujeres nunca podrán ser libres: ¡Aborto
libre y sin pedir disculpas!
Por mi parte, asistiré al próximo congreso nacional del El Mundo no Puede
Esperar, un movimiento de resistencia dedicado a dar la vuelta a esta locura,
que se ha mantenido fiel a sus principios desde su formación hace 4 años con el
objetivo de expulsar al gobierno de Bush, y que es más necesario ahora que
nunca: Convocatoria del ¡EL MUNDO NO PUEDE ESPERAR! ¡FUERA
BUSH Y SU GOBIERNO!
Reunión Nacional de El Mundo no Puede Esperar en la Ciudad de Nueva
York
Sábado/domingo 21 y 22 de noviembre, 2009
Nuevo WEBCAST del paneles de Mundo no Puede Esperar Reunión Nacional 21 de
noviembre de 2009. (en inglés)
El aborto, la vida de la
mujer y la prohibición matamujeres contra el aborto de parte de los
demócratas
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