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Sexismo, violencia contra las mujeres y muerte: los abortos clandestinos en Argentina

Carla McKirdy
Vice News
9 de diciembre de 2015

Este artículo fue publicado originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.

En cuanto Camila Gonzalez, de 20 años de edad, se enteró que estaba embarazada, hace dos años, rompió en llanto. "Sabía que no podía decirle a mi madre, no porque no fuera a apoyarme para abortar sino porque se hubiera avergonzado de mí por haber quedado embarazado".

Hoy en día, el Código Civil de Argentina aprueba el aborto, pero sólo en casos de violación, incesto o en los que el bienestar de la madre se encuentra en peligro — y la interpretación de esta última parte es la cuestión clave en Argentina. El Ministerio de Salud publicó un informe en el que estipula que los riesgos de salud mental son motivo suficiente para tener acceso a procedimientos seguros de aborto en cualquier institución pública, pero el sistema en el país aún le permite a los profesionales de la medicina abstenerse de llevar a cabo procedimientos médicos por "cuestiones morales".

Stella Manzano piensa que esto tiene que cambiar. Ella es una médica con una trayectoria profesional de tres décadas; también es miembro de la campaña nacional por la legalización del aborto y una orgullosa practicante de abortos en un hospital público de la provincia de Chubut. "Los médicos no tienen derecho a la objeción de conciencia", cuenta. "Estos objetores son los que nos atacan para realizar abortos habitualmente, pero luego se dan la vuelta y también realizan abortos cuando el dinero es suficiente. Creo que es simple: si no pueden o no van a realizar abortos, entonces que no estudien ginecología".

En el caso de Camila, la madre de su novio sabía de un lugar en el que podían hacer que todo desapareciera — por un precio. El acceso a los abortos ilegales realizados por profesionales es un lujo que sólo las mujeres de clase media o alta pueden solventar en Argentina. Normalmente se enteran de los médicos que realizan abortos ilegales por conocidos. Las mujeres de los barrios de bajos ingresos tienen la desgracia de ser víctimas de peligrosas tradiciones — como recomendaciones de tomar cloro o brebajes a base de perejil —, o peor aún, de los abortos clandestinos insalubres.

    'Creo que es simple: Si no pueden o no van a realizar abortos, entonces que no estudien ginecología'.

La principal causa de muerte materna en Argentina son las complicaciones en abortos inseguros, según la OMS. Y, a pesar de las duras restricciones, se estima que se realizan 500 mil abortos al año en un país de 41 millones de habitantes, lo que significa que aproximadamente 40 por ciento de los embarazos son interrumpidos. Lo que debería ser un simple procedimiento médico — ya sea un aborto realizado quirúrgicamente o por vía oral, con la dosis correcta de mifepristona y misoprostol — envía a miles de mujeres argentinas a la sala de emergencias cada año y a miles más a la morgue. Este es un tema que ambos candidatos presidenciales decidieron ignorar a lo largo de sus campañas de este año, incluso durante el debate presidencial.

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A mediados de noviembre, hubo un acontecimiento trascendental en Argentina: la ceñida carrera presidencial entre dos candidatos, que pudieron haber virado al país hacia polos completamente opuestos del espectro político, culminó en una victoria para los conservadores con el empresario Mauricio Macri, quien está en contra del aborto. El lema de su campaña era "Cambiemos". Pero el enfoque de las opciones reproductivas de las mujeres probablemente no tenga ningún cambio en lo absoluto durante su mandato.

Desde el inicio, esta era una batalla perdida para el aborto, pues la victoria del otro candidato no habría hecho ninguna diferencia en absoluto: Daniel Scioli, el candidato del oficialismo saliente, también fue firme acerca de su postura anti-aborto durante la campaña. Los activistas que estaban a favor del aborto por elección estuvieron desanimados durante todo el proceso electoral, al igual que durante el mandato de la anterior presidenta Cristina Fernandez de Kirchner.

Fernández finaliza su segundo mandato el 10 de diciembre tras 8 años en los que no hizo absolutamente nada para avanzar en el acceso a la atención médica reproductiva. Según un informe de 2010 de Human Rights Watch, el liderazgo de Fernández "no ha mejorado la capacidad de las mujeres para ejercer sus derechos reproductivos y de salud, e incluso ha revertido algunas ganancias en el terreno".

Mientras que la mentalidad patriarcal dominante que ha dominado durante mucho tiempo a Argentina ha hecho concesiones para causas progresistas encabezadas por varones blancos — por ejemplo, se aprobó una ley de igualdad en el matrimonio gay a pesar de que el Papa argentino tiene fuerte influencia en la política local —, el debate sobre el aborto permanece estancado. La igualdad de derechos no es para todos.

    'Es ridículo que tengamos el deber de tratar a un asesino convicto, pero no una mujer que busca un aborto'.

Julieta fue otra víctima de este silencio. Durante su embarazo, ella sufría de severas nauseas matutinas que no le permitían ni moverse. "Yo estaba segura de que este embarazo me iba a matar", cuenta. Pero ella también estaba segura de lo que quería: acabar con ese embarazo, ponerle fin a su sufrimiento y volver a su vida normal. Aunque legalmente su bienestar estaba en peligro y tenía el derecho de solicitar un aborto seguro en un hospital, cuando se lo mencionó a su médico, él sólo respondió: "Yo no hago eso", y se dio la vuelta, relata Julieta. Se sintió un poco aliviada cuando el médico volvió con una nota escrita a mano. "Llamá a este número", le dijo el médico. "Esta persona hace lo que estás buscando". Ni una sola vez pronunció la palabra "aborto".

"Esto es sólo una consecuencia de las políticas patriarcales sobre la natalidad", explica Victoria Keller, miembro de la Colectiva de Antropólogas Feministas. Ella opina que el papel de la mujer dentro de la sociedad argentina normalmente es la de portadora y cuidadora de niños. La doctora Manzano ve las restricciones al aborto como un ataque contra la mujer. "En el mundo de la medicina es común la misoginia y el sexismo", dice. "Las mujeres sufren violencia constante en manos de profesionales en todos los sentidos de la palabra, tanto física como emocionalmente. Nosotros, los médicos deberíamos ser los guardianes de los derechos de las mujeres. Es ridículo que tengamos el deber de tratar a un asesino convicto, pero no una mujer que busca un aborto".

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Encontrar a un profesional que practique un aborto en Argentina no es difícil. Lo difícil es encontrar a uno que lo haga en condiciones seguras con el equipo y las técnicas apropiadas. Una enfermera que no quiere revelar su nombre porque trabaja en diferentes "clínicas improvisadas para realizar abortos", se preocupa por la dependencia excesiva en la técnica de raspado [o legrado]. "Muchos médicos terminan la carrera de medicina sin aprender a realizar un aborto, ya que se asumen que no será necesario", dice. "Los que sí lo aprenden sólo lo hacen saben hacerlo a la manera antigua: raspado".

    'Muchos médicos terminan la carrera de medicina sin aprender a realizar un aborto'.

En cuanto a las técnicas de aborto, la de raspado es la más rudimentaria de todas. Aunque eficaz, implica ciertos riesgos: se utiliza una legra o cureta para raspar el revestimiento uterino y remover su contenido, y a veces puede perforarse el útero o causar una lesión cervical. Las alternativas más modernas son a base de vacío, desde la aspiración eléctrica hasta la aspiración manual. Esta última no sólo es más rápida, sino que también se ha demostrado que es menos dolorosa. Además, el riesgo de perforaciones y lesiones es menor. El problema es que los médicos locales no están entrenados en estos métodos porque sus profesores ya sea porque no creen que valga la pena enseñarlos o porque están en contra del aborto. Además, el aparato de vacío tiene que ser importado y sus partes tienen que remplazarse cada cierto tiempo, lo que hace que sea demasiado caro para el mercado local.

Después de un par de llamadas, Camila terminó en una clínica de aborto ilegal sólo una semana después de descubrir que estaba embarazada. Ella había juntado los 14.000 pesos [unos 1.000 dólares aproximadamente] que necesitaba para el procedimiento e hizo que su madre firmara el formulario de consentimiento para el uso de anestesia simulando que era para que le colocaran un DIU, lo que era parcialmente cierto. "La práctica se realizó en parte legalmente y en parte bajo la mesa", describió. "Ellos procesan todos tus papeles como si estuvieras allí para colocarte un DIU, pero sales de ahí con 14 mil pesos menos, un aborto quirúrgico y un DIU instalado".

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Muy pocas mujeres consiguen acceder a la opción más sencilla de todas: abortar con medicación oral, mediante el consumo de una dosis de mifepristona acompañada de misoprostol. "Es el método ideal", expresa la doctora Manzano. "Ha sido avalado por la OMS y es el que tiene menos riesgo. Además de eso, faculta a las mujeres para poder tener control sobre sus propios cuerpos".

Sin embargo, el acceso al misoprostol y mifepristona depende realmente de los contactos que puedan tenerse. Las líneas directas de aborto y los centros de asesoramiento para antes y después del aborto abundan. Aconsejan a las mujeres de las diferentes opciones disponibles que tienen e incluso las acompañan durante el proceso, sin importar el camino que elijan. El truco es que la información de contacto de estas organizaciones suele difundirse online, un medio de comunicación al que las mujeres de bajos ingresos no tienen fácil acceso. Otra cuestión es que sólo el misoprostol está disponible en Argentina pero la mifepristona no. Además, el misoprostol se suele utilizar para tratar dolores reumáticos en las personas de avanzada edad, por lo que muchos farmacéuticos se niegan a vender el medicamento a las mujeres jóvenes. Incluso cuando se las arreglan para conseguir el misoprostol, sin la mifepristona sólo es efectivo en el 60 por ciento de los casos, según el doctor German Cardoso, un practicante de abortos quien también afirma que la mayoría de las mujeres que acuden a él en busca de un aborto quirúrgico lo hacen después de haber intentado abortar con misoprostol.

Siendo una de las pocas médicas que realiza abortos abiertamente de forma gratuita en el hospital público donde trabaja, la doctora Manzano calcula que realiza entre 2 y 3 procedimientos al día en promedio. Los abortos en las clínicas ilegales cuestan en promedio 17 mil pesos por lo que estos médicos se embolsan al menos 50 mil pesos por día y hasta un millón de pesos al mes. Incluso después de que se contabilicen los costos y se paguen los sobornos obligatorios a la policía local, los embarazos no deseados siguen siendo el impuesto de las mujeres en el mundo de la medicina: constituyen un negocio muy lucrativo, uno que sufriría si el aborto se legalizara y las mujeres ganaran autonomía sobre sus propios cuerpos.

Cuando se trata de sobornos, los que se niegan a pagar serán víctimas de persecución. Un ejemplo es el ya mencionado doctor Cardoso, un doctor a quien los medios han apodado "Dr. Aborto", denigrado por la prensa conservadora y tácitamente respaldado por los izquierdistas. Saltó a la fama después de que la policía allanó su clínica clandestina, no una, sino dos veces. "Siempre y cuando no te agarren in fraganti, justo en el medio de un aborto, no pueden hacer nada". Cardoso no tiene reparos en admitir que continúa con su práctica y que sus breves períodos en la cárcel fueron sólo el intento del gobierno para ponerlo como ejemplo de lo que le puede pasar a los médicos que realicen abortos ilegales. Él hace su mejor esfuerzo para ofrecer ciertas garantías. "No guardo ningún expediente médico de ninguna de mis pacientes", añade.

Esa es una práctica común, reafirma Manzano. Explica que pocas clínicas mantienen registros de sus abortos, aunque hayan sido totalmente legales. El aborto sigue siendo un tema tabú, y el miedo a lo que la gente diga si alguien se entera todavía les pesa a muchas mujeres. Julieta solamente se lo dijo a su marido, quien todavía trató de convencerla de que siguiera con el embarazo a pesar del dolor físico que tenía que soportar. Por temor a ser estigmatizada, ella no le ha dicho a nadie más en su círculo íntimo. Por otra parte, poco después de someterse al procedimiento, Camila le contó a su madre. "Ella me gritó y me dijo que era una puta", recordó.

El 10 de diciembre, Macri se convertirá en presidente de Argentina. Y esto es lo que espera: cuatro años más de historias llenas de sexismo, violencia contra las mujeres, abortos ilegales y cientos —sino miles— de muertes. Habrán más registros médicos inexistentes, procedimientos y sobre todo víctimas. Cuatro años más de un movimiento pro-vida basado en la religión que mata. Cuatro años de silencio, mientras se ignora el elefante en la habitación.

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