¿“Esto no puede ocurrir en
Estados Unidos”? Lo siento, pues SÍ está ocurriendo en Estados Unidos
En un año, el régimen de Trump y Pence
ha dado enormes saltos para forjar la maquinaria represiva de una sociedad
completamente fascista
4 de enero de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us
INTRODUCCIÓN
Desde que el régimen de Trump y Pence llegó al poder, nos ha azotado con un
choque tras otro, día tras día, y millones de personas han estado en un estado
de conmoción y temor. Muchas se preocupan en voz alta que “Estados Unidos no es
el país que yo creí que era”, y la gente común, así como escritores e
intelectuales señalan con alarma no sólo las relaciones estrechas sino las
semejanzas, entre Trump/Pence y regímenes “autoritarios” como el de Erdoğan
en Turquía, Putin en Rusia, Duterte en las Filipinas. Millones se angustian
sobre hacia dónde van las cosas y qué hacer al respecto; y en diferentes
momentos, miles, decenas de miles, y hasta millones de personas han tomado las
calles en protesta.
Pero aunque estos temores persisten y se profundizan, y la palabra “fascismo”
y la imagen de Hitler vienen a la mente e incluso surgen en el discurso público,
la gente mantiene y sigue aferrada a la creencia de que “¡No puede ocurrir
aquí!” y “No en Estados Unidos”, debido a su larga historia de gobierno
democrático, sus instituciones atrincheradas, su sistema de controles y
contrapesos. La gente tiene la esperanza —y los demócratas y otras fuerzas de
peso y autoridad animan a la gente a creer— que existen mecanismos
dentro del funcionamiento normal del sistema que vayan a frenar este régimen o
sacarlo antes de que haga daños irreversibles.
Esta línea de pensamiento es una manera de reconstruir una “zona de comodidad
y seguridad” dentro de este horror en marcha — de que las cosas van mal, pero
seguramente no llegarán a “lo peor”.
Pero… un resumen sobrio de los últimos 11 meses
muestra que ¡sí “está ocurriendo en Estados Unidos”! Trump y Pence
están erigiendo la arquitectura jurídica, política e ideológica de una sociedad
fascista, están cometiendo atrocidades reales hoy, pero de manera aún peor,
están sentando las bases para saltos dramáticos y catastróficos. Han dado
enormes pasos para: suprimir la protesta política; socavar la libertad de
expresión, de reunión y de prensa; atacar a la ciencia y el pensamiento crítico;
azuzar a un movimiento fascista ciego y odioso; y de estas y muchas otras
maneras, maniobrar para consolidar el poder en sus manos, en preparación para un
apretón total de clavijas fascista en la sociedad en su conjunto lo que será
extremadamente difícil de revertir o deshacer.
De hecho, lo que están haciendo es una transformación profunda de la
forma del gobierno capitalista-imperialista en Estados Unidos, de la
democracia burguesa1 al fascismo
burgués.
El régimen de Trump y Pence aún no ha “cerrado la puerta” en términos de
implementar el fascismo. Pero lo que ya han logrado tiene rumbo e
impulso.
En este artículo, nos centraremos en algunos ejemplos centrales
(lejos de ser todos) de los ataques polifacéticos del régimen
fascista:
- Contra los individuos, movimientos, y organizaciones progresistas,
radicales y revolucionarios;
- Contra las instituciones que promueven, a
cualquier grado, el pensamiento crítico, y/o que contradicen la mitología
oficial del régimen; y
- Contra los derechos democráticos fundamentales y
las libertades civiles, como la libertad de expresión y reunión.
PRIMERA PARTE: Las fuerzas fascistas,
encabezadas por el régimen de Trump y Pence, tienen en la mira a los movimientos
sociales que podrían convertirse en centros de una resistencia de masas a su
programa.
Una característica central del fascismo es la
criminalización de toda protesta política y el aplastamiento abierto de
los opositores radicales y revolucionarios. El régimen de Trump y Pence ha
estado maniobrando precisamente hacia eso durante los últimos 11 meses.
- El Día de la Inauguración signó un salto cualitativo en la represión: la
policía capitalina “encapsuló” a 230 manifestantes, a muchos los golpeó y/o
los roció con spray de pimienta; les negó asistencia médica, agua o acceso al
baño durante nueve horas y después los arrestó. En sí ese trato no
fue insólito; la historia estadounidense moderna contiene docenas de ejemplos
—y hasta más— de semejantes asaltos represivos a manifestantes. Pero, en vez
de los cargos menores que típicamente resultan de semejantes arrestos, al
final acusaron a 194 personas de cargos graves; la mayoría enfrentan múltiples
cargos castigables con 60 años de prisión2.
En la primera
de una serie de juicios en la corte federal de estos acusados, el gobierno
declaró abiertamente que no tenía evidencia ninguna de que los
acusados en el juicio hayan lastimado a nadie ni haya dañado ninguna propiedad
ajena, pero los responsabilizó de todos los daños que supuestamente ocurrieron
ese día porque formaron parte de la protesta y “fue su decisión
quedarse… [y no] alejarse” cuando otros supuestamente cometieron actos
ilegales.
Un jurado absolvió a estos primeros seis acusados — una
victoria importante. Pero en el curso del juicio, el juez hizo un número de comentarios [enlace en inglés]
que en esencia apoyaron a la teoría de la culpabilidad colectiva que planteó
la fiscalía, y en este momento el gobierno tiene planes de perseverar con los
juicios de los 188 acusados restantes a base de la misma teoría fascista. Si
estos procesos prosperan, el resultado será que toda persona que contempla
participar en una protesta pública se arriesgará muchísimo más al
hacerlo.
- En el cuarto día de su mandato, Trump dio luz
verde al oleoducto Dakota Access (DAPL), que representa un grave peligro al
agua y a los sitios culturales de los indígenas y al medio ambiente de la
región de los Dakotas. Miles de indígenas y sus simpatizantes montaron
campamentos de protesta no violenta. Durante muchos meses superaron ataques
brutales y cientos de arrestos por la policía estatal. Pero con Trump en la
Casa Blanca, el gobierno federal —el Joint Terrorism Task Force
(Equipo de Trabajo Conjunto Contra el Terrorismo) del FBI (Buró Federal de
Investigaciones)— puso en su mira a los oponentes al oleoducto. Es un
distintivo de los estados fascistas insinuar que incluso la resistencia no
violenta es “terrorista”; lo que allana el camino para que nieguen
todos los derechos legales y humanos de los manifestantes.
Dieron el siguiente paso el 18 de febrero de 2017 cuando acusaron a
seis activistas de cargos federales con penas de hasta 15 años de
cárcel. Luego, el 21 de febrero, la policía de Dakota del Norte coordinó
con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército para
atacar a un campamento en Standing Rock, y desalojó a centenares. Una
activista tuiteó: “Destrozaron los tipis con cuchillos y apuntaron rifles
cargados a los ocupantes. Es de los años 1800 de nuevo”.
Todo esto
equivale a un esfuerzo conjunto para aplastar estas protestas de una vez por
todas. Y esto fue más allá del desalojo violento de los campamentos de
protesta. El 22 de agosto de 2017, Energy Transfer Partners LP (co-propietario
del oleoducto) presentó una demanda bajo la ley RICO (es decir, conspiración
criminal) de 300 millones de dólares contra Greenpeace, StandEarth y
otros grupos ambientalistas que lucharon contra el DAPL; alega que las
protestas eran “eco-terrorismo” en violación de la Ley Patriota de Estados
Unidos y que causaron una “publicidad negativa” que les costó miles de
millones de dólares.
Kasowitz, Benson, Torres LLP, un bufete
encabezado por el abogado personal de Trump, Marc Kasowitz, está
manejando la demanda. Es parte de una ola de demandas del tipo
“Strategic Lawsuits Against Public Participation” (los “SLAPP” — demandas
estratégicas contra la participación del público) presentadas por
corporaciones grandes que esencialmente declaran que es ilegal
publicar y oponerse a los peligros que plantean las corporaciones y los daños
que hacen.
Si ganan esta demanda, esto tendría implicaciones
devastadoras para la protesta pública. Pero aunque resulte derrotada, combatir
semejante demanda puede costar millones de dólares — una nimiedad
para las corporaciones grandes, pero una carga aplastante para las
organizaciones activistas.
- Unos
proyectos de ley altamente represivos han sido presentados en al menos 19
estados desde que Trump tomó posesión, para: proteger de procesos a los
conductores que arrollan a los manifestantes en la calle; imponer
penas de hasta 10 años de prisión por “bloquear” o “dañar” una instalación de
electricidad; penalizar el uso de un manto, una máscara o una sudadera con
capucha en una protesta; y permitir que la policía detenga a
cualquier participante en una protesta y embargue su patrimonio. Si
bien la mayoría de estos proyectos de ley (todavía) no han sido aprobados,
revelan muy claramente la visión “fascista” de aplastar toda protesta
política.
El régimen de Trump ha puesto en la mira a los movimientos
de oposición al asesinato policial de los negros, latinos y otra gente de
color.
- Ha azuzado a turbas de seguidores racistas chillones con ataques
virulentos a Colin Kaepernick y otros jugadores de la Liga Nacional de Fútbol
Americano (NFL) que protestan durante el himno nacional estadounidense. Trump
los llama “hijos de puta”, los denuncia por “ingratos” (haciendo eco al tropo
racista centenario del “negro malagradecido que no aprecia todo lo que sus
amos han hecho por él”) y trata de obligar a los dueños de la NFL a que los
despidan.
- En agosto de 2017, el FBI
publicó un documento interno —“Black Identity Extremists Likely Motivated
to Target Law Enforcement Officers” (Extremistas de identidad negra
probablemente motivados a amenazar a los agentes policiales)— para
diseminación entre las fuerzas de la policía y de inteligencia en Estados
Unidos. El FBI inventó la frase “Extremistas de identidad negra” y
luego la aplicó a cualquier persona negra que se identifique con su herencia
africana y se oponga a la brutalidad policial — en un claro intento de
referirse al movimiento de La Vida de los Negros Importa y el movimiento más
amplio contra el asesinato y terror policial que ha surgido en los últimos
años, con tal de tacharlo de “terroristas” violentos, y ponerlo en la mira
para la represión. Eso va de la mano con el discurso
de Trump en Long Island en julio de 2017 ante policías, en que apoyó su
uso de equipo y armamento militar contra protestas pacíficas y les instó a que
“no sean tan amables” en su trato a los sospechosos.
Trump ha puesto en la mira a los grupos anti-fascistas
— desde su campaña electoral en que instigó a sus seguidores a “darles una
paliza” a los manifestantes.
- Un elemento clave de esto ha sido desatar y envalentonar a las fuerzas
supremacistas blancas, misóginas y neonazis de la llamada “derecha
alternativa”, junto con el movimiento fascista cristiano. En respuesta a la
guía de Trump y Pence, así como de trumpistas fanáticos como Steve Bannon,
Milo Yiannopoulos, Alex Jones y otros, estas fuerzas están tomando cada vez
más las calles y el internet, troleando en línea y enjambrando al que alce la
voz contra el régimen — amenazando,
intimidando y a veces matando a gente, tratando de tender sobre la
sociedad una mortaja de miedo sofocante. Si bien estos ataques de turbas no
cuentan con la aprobación oficial del régimen, es más claro que el
agua a quiénes apoyan estos golpeadores y qué espíritu los anima.
En agosto de 2017, unos nazis y supremacistas
blancos con antorchas invadieron
a Charlottesville, Virginia, golpearon e incluso tiraron balazos a los
manifestantes antirracistas mientras los policías observaron con los brazos
cruzados. Un fascista aventó su carro contra los manifestantes y mató a una
mujer joven e hirió a muchos otros. Trump declaró con beligerancia que había
“muchas personas buenas” del lado nazi.
- Desde ese entonces, Trump ha lanzado sus desvaríos al “antifa” — un
movimiento amplio de personas que se niegan a quedarse al margen mientras los
fascistas ponen en la mira, atacan y matan a negros, latinos y otra gente de
color, gente LGBTQ y otros. Trump dijo: “Especialmente a la luz de la
aparición del antifa, si uno ve lo que está ocurriendo ahí, hay unos tipos muy
malos del otro lado también”, y “debido a lo que ha ocurrido desde ese
entonces con el antifa, cuando uno ve lo que realmente ha ocurrido desde
Charlottesville, mucha gente está diciendo… ‘Híjole, pueda que Trump tenga
razón’”. La “razón” de Trump es de comparar los fascistas violentos con los
que se les oponen, para luego decir que, en realidad, son los
antifascistas los que están “provocando” la violencia. Eso prepara el terreno
para criminalizar a las fuerzas antifascistas, que resulta en la represión por
la policía y las cortes, y/o ataques violentos a manos de golpeadores
fascistas.
- Han desatado fuerzas fascistas contra Rechazar
el Fascismo (RF).
- Unos fascistas en línea doxearon (publicar datos personales) a los
firmantes del Llamamiento a la Acción de RF, poniéndolos en peligro de
ataques físicos o virtuales.
- Cuando RF llamó a un movimiento de manifestaciones de masas no violentas
que comenzara el 4 de noviembre con el fin de expulsar al régimen, el sitio
web InfoWars de Alex Jones lo distorsionó, pintándolo de un llamamiento a
“amotinarse”, y vinculó esta ridícula alegación a una grabación que InfoWars
decía que era de unos activistas del antifa (un movimiento distinto a RF)
que supuestamente explicaban el uso de armas. (Este mismo ataque también
puso en la mira a Bob Avakian y al Partido Comunista Revolucionario — vea
abajo.)
Esto a su vez desató una
embestida generalizada de troles en el internet contra RF, que incluía
miles de viles amenazas, entre ellas amenazas de muerte. Era común que los
troles fascistas prometieran acudir armados a las protestas e incitaran a
otros a hacer lo mismo; muchos plantearon, en respuesta a la consigna de RF,
“El 4 de noviembre: se inicia”, la amenaza ominosa de que “El 5 de
noviembre, se acaba”.
- El propio 4 de noviembre, unas milicias fascistas armadas asecharon a
por lo menos tres protestas, por ejemplo 200
fascistas en Austin, Texas, con la colaboración tácita de la
policía.
- Los fascistas han puesto en la mira específicamente a Bob Avakian (BA), el
líder del Partido Comunista Revolucionario, así como las instituciones
asociadas con el Partido.
- La entrada en el sitio InfoWars de Alex Jones, antecitada, contenía
imágenes de la portada de la obra importante de BA de 2005, La guerra
civil que se perfila y la repolarización para revolución en la época
actual, con las cuales hicieron montaje con imágenes de violencia para
insinuar que Avakian y el PCR estaban llamando a manifestaciones violentas
el 4 de noviembre con el fin de iniciar una guerra civil. Históricamente se
ha aprovechado de calumnias de este tipo para satanizar a los líderes
revolucionarios y establecer pretextos para procesarlos, perseguirlos e
incluso matarlos.
- Unas turbas de seguidores trumpistas fanáticos han arremetido contra
Libros Revolución en Berkeley, California, nueve
veces en los últimos dos meses, insultando y amenazando a grito pelado y
atacando a veces a los simpatizantes de la librería.
SEGUNDA PARTE: Las fuerzas fascistas,
encabezadas por el régimen de Trump y Pence, buscan clausurar las instituciones
y los centros de pensamiento crítico, excluir las críticas abiertas al régimen
incluso de otros líderes e instituciones de la clase dominante, y apretar las
clavijas al libre flujo de ideas en el Internet.
- El régimen y el movimiento fascista con el que está estrechamente
conectado están maniobrando contra las universidades. En su conjunto, estas
instituciones reflejan principalmente las perspectivas, valores y necesidades
del sistema capitalista-imperialista, y preparan a los jóvenes para estar a su
servicio. Y utilizando varios medios, la clase dominante controla abiertamente
la mayoría de las universidades. No obstante, las universidades siguen siendo
uno de los últimos lugares en Estados Unidos donde al menos se tolera, y a
veces hasta se alienta, el pensamiento crítico, e históricamente han sido
centros de poderosos movimientos estudiantiles radicales y revolucionarios.
Estas dos características determinan la política del régimen fascista:
debilitar estas instituciones en su conjunto, inclusive económicamente; e
imponer un temor al estilo del senador anticomunista McCarthy y la represión
abierta en las universidades.
- “Giras
de discursos fascistas” de oradores como Milo Yiannopoulos y Ann Coulter
han caído sobre unas universidades importantes que tienen una historia de
pensamiento y acción progresista, como la Universidad de California en
Berkeley y Harvard, con el objetivo de forjar una fuerza fascista en las
universidades e intimidar a los demás. Los estudiantes que protestan contra
estos eventos han estado sometidos a altos niveles de represión, confinados
a pequeñas “islas de protesta” y, en algunos casos, suspendidos de la
escuela, mientras que unos policías fuertemente armados dan luz verde en las
universidades a los fascistas. Y al menos seis estados están contemplando
leyes para procesar o expulsar a los estudiantes que se pongan de pie contra
estos fascistas.
- Ataques a profesores progresistas: En los primeros seis meses de Trump,
al menos ocho
profesores estuvieron en la mira del hostigamiento y amenazas de muerte
por parte de las fuerzas pro-Trump. Coordinan estos ataques grupos
como Campus Reform, que espían y buscan en el trabajo de los profesores y en
las redes sociales comentarios que pueden manipular a fin de desacreditarlos
como académicos y para instigar a los troles fascistas para que los ataquen.
Noticias Fox, Breitbart y otros medios de comunicación fascistas juegan un
papel clave, produciendo cobertura tergiversada con retazos del trabajo de
estos profesores. Y hay una larga lista de personas que la derecha se
propone atacar: el sitio web “Professor Watchlist”. Iniciado justo después
de la elección de Trump, enumera a más de 200 profesores que presuntamente
“discriminan a los estudiantes conservadores, promueven valores
antiestadounidenses y ofrecen propaganda izquierdista en las clases”.
- Ataques económicos: La nueva ley fiscal estipula grandes recortes en la
educación superior. La revista Atlantic [en inglés] describe la “política
económica del Partido Republicano” como “un ataque masivo, coordinado de
múltiples niveles a la educación superior en Estados Unidos”.
- El régimen también lleva a cabo un ataque amplio y multifacético a la
ciencia y al pensamiento crítico, despojando los sitios gubernamentales de
referencias al cambio climático global, destripando las reglas ambientales y
¡yendo al extremo de prohibir
las frases “basado en evidencia” y “basado en la ciencia” en documentos de
los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades! Este es un régimen
extremadamente poderoso que está emperrado en destruir toda barrera a la
implementación por toda la sociedad de “la ley del más fuerte”, lo que
significa que “la verdad” sea lo que los fanáticos fascistas y religiosos
dicen; al carajo con los hechos y los intereses de la humanidad.
Los fascistas están maniobrando con urgencia para
transformar tanto como puedan a los medios de comunicación en voceros aduladores
del régimen, mientras restringen y reprimen a los medios de comunicación que no
aceptan esto. En su mira están los grandes medios de comunicación capitalistas
que no se han conformado completamente con la transformación fascista, así como
los medios de comunicación independientes, progresistas, radicales y
revolucionarios.
- Noticias Fox, y otros medios de comunicación fascistas como Breitbart, se
han fusionado virtualmente con el régimen de Trump, cada uno repite y
magnifica las mentiras de los otros. Trump y los medios informativos fascistas
constantemente elogian los unos a los otros, mientras denuncian a otros
periodistas como “enemigos del pueblo” que producen “noticias falsas”. Tratan
como periodistas respetados a los medios de comunicación fascistas, como
Breitbart y InfoWars, a que no les importa ni remotamente presentar la
realidad, y tratan como una realidad a las teorías descabelladas de
conspiración como “Pizza-gate” (en la que Hillary Clinton supuestamente
administraba una operación de sexo con niños con sede en una pizzería de
Washington, D.C.), y lo hacen a tales extremos que un “consumidor” de estos
medios de comunicación viajó a Washington, D.C. para tirotear la pizzería a
fin de “salvar los niños”.
- Trump intimida abiertamente a la CNN, el más
grande noticiero televisivo no fascista. El 2 de julio de 2017, Trump retuiteó
un GIF de sí mismo en que da puñetazos a alguien con el logo de la CNN como
cabeza; el 23 de diciembre retuiteó una foto de la “CNN” como una mancha
ensangrentada en la suela del zapato de Trump. Este hostigamiento ha estado
acompañado con acciones:
- El Departamento de Justicia de Trump maniobró
para bloquear una fusión entre AT&T y Time Warner a menos que AT&T
venda CNN, lo que envió un mensaje a todos los propietarios corporativos de
los grandes medios de comunicación: “Si causan desagrado para el régimen, todo
el poder del gobierno caerá sobre ustedes”.
Al mismo tiempo, la
empresa mediática derechista Sinclair
Broadcasting recibió una luz verde para una expansión nacional que le dará
acceso al 72 por ciento de todos los hogares, o sea, casi el doble
del tope de 39 por ciento establecido anteriormente por el Congreso.
- Los ataques públicos de Trump, que incluyen
llamar a los reporteros “la forma más baja de humanidad”, sirven de incitación
en código a las turbas e individuos fascistas.
- De acuerdo con el Committee to Protect Journalists [Comité para la
Protección de Periodistas; enlace en inglés], “Las multitudes en los mítines
[de Trump] abucheaban con frecuencia a los periodistas, y en una imagen
particularmente perturbadora... un partidario tiene puesta una camiseta con
las palabras: ‘Soga. Árbol. Periodista. REQUIERE ALGO DE MONTAJE’, trayendo
a la mente los linchamientos notorios del período de los derechos civiles”.
Los periodistas que cubrían a Trump informaban regularmente de amenazas y
una atmósfera de peligro real de parte de los partidarios de Trump.
- En mayo de 2017, un candidato trumpista por el Congreso en Montana, Greg
Gianforte, atacó físicamente [enlace en inglés] al periodista de
The Guardian Ben Jacobs, lo tiró al piso y le rompió las
gafas.
- En los primeros siete meses de 2017, arrestaron y presentaron cargos a 32 periodistas en Estados
Unidos [enlace en inglés] (esto no incluye a los numerosos
periodistas arrestados en protestas pero liberados sin cargos, lo que no
obstante es muy ahuyentador). Muchas detenciones ocurren en las
manifestaciones, diez solamente en St. Louis durante las protestas contra el
asesinato policial de hombres negros. Otros ocurrieron cuando los periodistas trataban de hacerles
preguntas a los líderes fascistas [enlace en inglés].
- Ponen en la mira a los periodistas independientes y progresistas.
- En las protestas del Día de la Inauguración, inicialmente la policía de
Washington, D.C. detuvo a nueve reporteros, aunque muchos se identificaban
como periodistas. Liberaron sin cargos a aquellos de los medios de
comunicación grandes. Otros seis, que eran periodistas independientes o que
trabajaban para servicios noticiosos pequeños, fueron acusados de delitos
mayores. Retiraron los cargos a cuatro de estos, pero mantuvieron los cargos
contra Alexei Wood y Aaron Cantú aunque el gobierno no alega que hicieron
nada salvo filmar o fotografiar la protesta. El argumento del gobierno es
que aunque fueran reporteros, su presencia en una protesta en la
que supuestamente se cometieron delitos, los hace culpables de esos
delitos. Además, el gobierno presentó como evidencia de criminalidad
los comentarios en línea en vivo de Wood porque según el gobierno mostraron
simpatía con los manifestantes. (Wood acaba de ser absuelto y Cantú
está a la espera de un juicio).
- Huffington Post informó que en el juicio de Wood, el fiscal
federal “dijo en su discurso de apertura que cualquiera puede ser un
fotógrafo en estos días debido a la tecnología”. En otras palabras,
los periodistas independientes no son periodistas en absoluto y no tienen
derecho a ninguna de las protecciones de prensa garantizadas por la
Constitución de Estados Unidos.
- El régimen de Trump y Pence está apretando las clavijas en el Internet,
hasta ahora el medio principal por el cual las ideas y organizaciones
disidentes y radicales que no tienen millones de dólares pueden conectarse
rápidamente con un amplio público.
- El 15 de diciembre de 2017, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC,
por las siglas en inglés) cuyo jefe fue nombrado por Trump, derogó las
reglas que protegen la neutralidad del Internet. (Bajo la neutralidad del
Internet, se suponía que los proveedores de servicios de Internet (los ISP)
—las grandes corporaciones que controlan el acceso al Internet— trataran
todo el tráfico por la red de manera igual, sin importar la fuente, siempre
que ese contenido no fuera ilegal).
El fin de la neutralidad del
Internet aumentará y reforzará el control sobre el Internet por parte del
gran capital y abrirá la puerta más ampliamente para la censura política en
el Internet por parte de los ISP así como el gobierno. Como señala
un escritor de la revista Wired, tales medidas “crean las
condiciones que permiten que un régimen, ya sea encabezado por Trump u otra
administración en el futuro, sofoque el disentimiento”.
- Incluso antes de esto, el régimen de Trump y
Pence hizo escandalosas maniobras represivas relacionadas con el Internet,
como exigir
los datos de 1.3 millones de visitantes a un sitio que organizó
protestas contra la toma de posesión de Trump.
TERCERA PARTE: Las fuerzas fascistas,
encabezadas por el régimen de Trump y Pence, están asediando a los derechos
democráticos básicos y los principios fundamentales de gobierno
democrático-burgués, sentando las bases de un dominio fascista al “estilo del
führer”: un “líder” con poderes sin freno, un pueblo sin derechos.
- Trump y su banda dejaron en claro desde el principio que no respetan ni
siquiera el mínimo (y frecuentemente violado) “derecho a la libertad de
expresión” previamente reconocido, al menos de palabra, en Estados Unidos.
Entre los muchos ejemplos:
- Durante su campaña, Trump llamó repetidamente a que los manifestantes
pacíficos fueran golpeados, “sacados en camilla” y cosas por el estilo.
- Poco después de su elección, tuiteó que “Nadie debe tener permiso para
quemar la bandera estadounidense — si lo hace, debe haber consecuencias —
¡tal vez la pérdida de la ciudadanía o un año en la cárcel!” (La quema de la
bandera estadounidense es una forma de libertad de expresión protegida por
la Constitución, según la Corte Suprema). Y luego la Asociación Nacional del
Rifle (NRA) produjo un vídeo que repitió
esta amenaza con un tono aún más violento.
- En mayo de 2017, la comedianta Kathy Griffin se encontró bajo fuego por
parte de la familia de Trump y por Noticias Fox después de postear en broma
una foto de sí misma en que sostiene en la mano una cabeza cercenada que
tenía puesta una máscara de Trump. El Servicio Secreto inició una
investigación y la CNN la despidió de su espectáculo anual del Año Nuevo.
Griffin dijo: “No solo perdí una noche en la CNN. Toda mi gira fue cancelada
dentro de 24 horas porque cada recinto recibió todas estas amenazas de
muerte. Estos fanáticos de Trump son unos tipos duros”.
- En junio de 2017, una producción del Teatro Público de la tragedia de
Shakespeare, Julio César (en que César es asesinado), incluyó a un
personaje en el papel de César que se pareció a Trump. Breitbart y otros
medios de comunicación fascistas emprendieron el ataque; el hijo de Trump
tuiteó que se debe negarle fondos federales al Teatro Público; se dieron
repetidos intentos de atacar a los actores en el escenario durante las
presentaciones de la obra; y unos grandes patrocinadores corporativos del
teatro como el Bank of America retiraron su apoyo a la producción.
- En septiembre, la comentarista deportiva de la ESPN, Jemele Hill, tuiteó
el hecho bien documentado de que Trump es “un supremacista blanco”.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, pidió que
la ESPN despidiera a Hill. Al siguiente mes, Hill fue suspendida
luego de tuitear un llamado para apoyar a los jugadores de la NFL que
protestan durante el himno nacional estadounidense. Y el 9 de diciembre,
Trump exigió que “se debiera despedir” a un periodista del Washington
Post que tuiteó por un tiempo breve (y lo que luego borró) unas fotos
de asientos vacíos antes de un mitin de Trump.
- Los juicios federales —como de los manifestantes del Día de la
Inauguración y de aquellos que se oponían al Oleoducto Dakota Access— no son
solamente ataques a esos movimientos en particular, sino que
fundamentalmente niegan el derecho a la reunión y a protestar, derechos
supuestamente garantizados por la Primera Enmienda. En particular, el
argumento legal de la fiscalía en el juicio de los que protestaron el Día de
la Inauguración —de que todos los miembros de una protesta son totalmente
responsables de todo supuesto acto ilegal de cualquier participante— haría que
todas las protestas sean potencialmente ilegales. El gobierno solo
tendría que provocar un conflicto con la policía o tener a un “agente
provocador” en la multitud romper una ventana, y todo el evento se volvería
ilegal, y cada participante estaría sujeto a delitos mayores. Este es un
suceso extremadamente siniestro.
- Al igual que Hitler (sí, al igual que Hitler),
Trump se propone concentrar todo el poder ejecutivo en sus propias manos y que
la rama ejecutiva domine totalmente a las otras ramas del gobierno, y sobre el
mismo proceso electoral
- Antes de las elecciones de 2016, Trump se negó repetidamente a decir que
iba a aceptar los resultados si perdiera, lo que planteó la posibilidad de
la violencia de parte de su rabiosa base social en caso de que
perdiera.
- Cuando Trump sí perdió el voto popular, le echó la culpa al
“fraude masivo de votantes” e inició una comisión
para la supresión del voto para encontrar nuevas formas de privar del
voto a los negros, latinos y otra gente de color, a los pobres y a los
jóvenes. Y al nivel estatal, están implementando la supresión del voto y la
manipulación de los distritos electorales al extremo que es muy difícil que
los republi-fascistas pierdan el control del Congreso o la Casa Blanca,
aunque solo obtengan una minoría de los votos emitidos (por no mencionar a
las personas que esa gente impide votar).
- En Estados Unidos, los tribunales supuestamente constituyen una rama de
igual peso en el gobierno que puede restringir el poder de la rama
ejecutiva. Pero Trump manifiesta su insistencia de que de hecho el poder
judicial deba bailar a su son. Trump insulta a los jueces que se pronuncian
en su contra, amenaza con deshacer los distritos judiciales que emiten
fallos desfavorables y denunció como “vergonzoso” a un jurado [enlace
en inglés] por no condenar a un inmigrante mexicano que Trump ya había
declarado “culpable”.
- En agosto, Trump
le dio un indulto al alguacil de Arizona Joe Arpaio quien había sido
condenado de desacato al tribunal por el descarado uso del perfil racial en
desafío a una orden judicial. Además de apoyar firmemente el reino de terror
supremacista blanco de Arpaio, Trump enviaba un mensaje de que los
tribunales están subordinados a su poder como presidente.
- Y, de manera escalofriante, Trump está llenando
las cortes federales de jueces de extrema derecha; con la ayuda del
Congreso republicano, ya ha confirmado a 12 jueces federales (Obama nombró a
tres en el primer año de su mandato). Y según Linda Greenhouse, una
periodista de asuntos legales, la derechista Sociedad Federalista (con la
cual Trump trabaja estrechamente sobre asuntos judiciales) ha desarrollado
una propuesta “para duplicar o triplicar el número de judicaturas
autorizadas en el Tribunal de Apelaciones federal” para que Trump pueda
nombrar rápidamente mayorías en cada tribunal, lo que le daría al
poder judicial un carácter fascista durante décadas por venir.
- Para adoptar legislación clave como la reciente “reforma fiscal”, los
republi-fascistas simplemente han dejado de celebrar audiencias sobre los
proyectos de ley, y ni siquiera permiten que los demócratas los
vean por adelantado. Iimponen una votación sobre los proyectos de
ley llenos de revisiones y enmiendas escritas a mano. Esto
convierte en una burla el concepto de un Congreso como un “cuerpo
deliberativo”, lo que incluye en el sentido de resolver disputas entre
diferentes fuerzas de la clase dominante (lo cual es lo único que
siempre ha sido), y se propone convertirlo en un sello de
aprobación para el régimen fascista.
- Al mismo tiempo, Trump y su gabinete están utilizando el poder ejecutivo
para purgar las divisiones del gobierno de los líderes, gerentes,
científicos y otro personal no fascista, y reescriben las reglas de muchos
organismos para cumplir con los objetivos fascistas como abolir el derecho
al aborto, deportar a millones de inmigrantes, someter al pueblo negro a un
control policial aún más extremo y abrir el medio ambiente a una
desenfrenada explotación y degradación capitalista. Todo esto puede
ocurrir y está ocurriendo sin la adopción de ninguna legislación nueva,
y en su mayor parte recibe poca atención en los medios de
comunicación.
- Al hacer que sea todo menos explícito el objetivo de tener a un líder
todopoderoso, frente a la investigación de Mueller y la creciente evidencia de
que Trump intentó obstruir las investigaciones legales, un abogado de Trump
declaró que, por el hecho de ser jefe de la rama ejecutiva, por
definición “el presidente no puede obstruir la justicia”. ¡Esto se
parece a la alegación del presidente Richard Nixon de que “si el presidente lo
hace, no es ilegal” y a la declaración atribuida a Luis XIV, el monarca
absoluto de Francia del siglo 17-18 de que “L’état, c’est moi” — “El estado,
soy yo”!
CONCLUSIÓN:
La totalidad de todas estas medidas es un esfuerzo poderoso de:
Criminalizar las protestas y reprimir a todos los movimientos y
organizaciones políticos de oposición por medios legales así como instigar a
turbas, en línea y en el terreno;
Hacer que las instituciones como las universidades y las instituciones de
educación superior que pueden nutrir el disentimiento sean “inhóspitas” para el
pensamiento crítico, las ideas radicales y los movimientos de protesta y
resistencia, y reducir severamente sus recursos;
Crear un “ambiente de información” nacional que sistemáticamente somete a los
grandes proveedores con acceso a un público de decenas o cientos de millones de
personas a la intimidación o por ley los obliga a aceptar la agenda fascista;
margina a los proveedores más pequeños hacia los lugares de menor influencia y
les niega un público, o de plano los arresta, golpea o los reprime de otras
formas; y el Internet esté bajo un mayor control del gobierno y las gigantescas
corporaciones;
Concentrar el poder abrumador sin freno en las manos del régimen de Trump y
Pence y privar a las masas populares de todos los mínimos derechos
democráticos previamente reconocidos.
En otras palabras, es un programa para la cerrazón represiva política
e intelectual de la sociedad estadounidense... y ya va muy avanzado por el
camino hacia la implementación total.
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