Promesas rotas, leyes violadas, vidas destrozadas
Amy Goodman Democracy Now 18 de junio de 2010 Escuche (en español)
Las autoridades federales están investigando si funcionarios del gobierno al
sur de la frontera del país participaron en el secuestro y la tortura de un
ciudadano; quiero decir, las autoridades canadienses están investigando la
posible participación de funcionarios estadounidenses en la “rendición
extraordinaria” del ciudadano canadiense Maher Arar.
“Rendición extraordinaria” es el eufemismo utilizado por la Casa Blanca para
referirse al arresto de una persona y su traslado en forma secreta a otro país,
donde probablemente será torturada. Arar reveló esta semana que durante los
últimos cuatro años la Policía Real Montada de Canadá (RCMP, por sus siglas en
inglés) ha estado investigando la posible participación de funcionarios
estadounidenses y sirios en su arresto, extradición ilegal y tortura. Este
anuncio surge tras una decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de que no
considerará el caso de Arar, poniendo fin a su búsqueda de justicia en el
sistema judicial estadounidense.
Maher Arar es el ciudadano canadiense que fue capturado por funcionarios
estadounidenses cuando cambiaba de avión en Nueva York. Se dirigía a su casa
luego de unas vacaciones en familia en septiembre de 2002. Fue enviado
clandestinamente a Siria por el gobierno de Bush, donde permaneció detenido
durante casi un año en una celda que se parecía a una tumba. Fue torturado en
repetidas oportunidades, hasta que lo enviaron de regreso a Canadá sin presentar
acusaciones en su contra: un hombre destrozado. En 2004, el Centro por los
Derechos Constitucionales presentó una demanda ante un tribunal federal de
Estados Unidos en nombre de Arar mientras éste se recuperaba en Canadá. Si bien
su caso judicial en Estados Unidos finalizó esta semana, la lucha contra la
impunidad continúa.
El magistrado de Ontario Dennis O’Connor dirigió la investigación del
gobierno canadiense sobre el arresto de Arar, su envío a Siria y su subsiguiente
tortura. Entre 2004 y 2006, O’Connor entrevistó a muchas personas y revisó miles
de documentos. La investigación exoneró a Arar de cualquier posible delito. El
Primer Ministro canadiense Stephen Harper, un conservador, pidió disculpas, y
Arar recibió 11,5 millones de dólares en reparaciones y gastos judiciales. Ahora
nos enteramos de que la RCMP, el equivalente canadiense al FBI, está realizando
una investigación que podría conducir a acusaciones penales.
Arar me dijo: “Han recopilado pruebas. Han entrevistado gente en Canadá y a
nivel internacional. Viajaron a algunos países y recopilaron pruebas. Hablaron
con algunas personas interesantes. Y su atención está puesta en los torturadores
sirios y en los funcionarios estadounidenses que fueron cómplices de mi
tortura”.
Si la RCMP acusa a funcionarios estadounidenses de complicidad en el
secuestro y tortura de Arar, eso pondría a prueba el fuerte tratado de
extradición entre Estados Unidos y Canadá. Mientras tanto, el Centro por los
Derechos Constitucionales está alentando a las personas a que contacten a la
Casa Blanca y a sus representantes en el Congreso.
Maria Lahood, la abogada de Maher Arar, dijo acerca de esto: “El gobierno de
Obama puede hacer lo que podría haber hecho todo este tiempo, que es simplemente
pedirle disculpas a Maher por lo que hicieron funcionarios del gobierno de Bush.
Podría brindarle a Maher una medida reparadora. Podría eliminarlo de la lista de
terroristas. También podría, por ejemplo, procurar que se modifique la ley para
que sea más clara”.
El senador Patrick Leahy, de Vermont, que preside el poderoso Comité Judicial
del Senado, expresó su decepción ante la decisión de la Corte Suprema en un
artículo publicado en su sitio web que decía que el caso de Arar “continúa
siendo una mancha en el legado de Estados Unidos como líder de derechos humanos
en el mundo...Estados Unidos continúa negando su culpabilidad en este caso”.
En una audiencia de enero de 2007, Leahy dijo irritado al entonces Fiscal
General Alberto Gonzales: “Señor Fiscal General, disculpe, no pretendo tratar
este tema con ligereza. Sabíamos muy bien que si hubiera ido a Canadá no habría
sido torturado. Se lo habría detenido y habría sido investigado. También
sabíamos muy bien que si se lo enviaba a Siria, sería torturado y está por
encima de la dignidad de este país, un país que siempre ha sido un ejemplo de
derechos humanos, enviar a alguien a otro país a ser torturado. Ud. sabe y yo sé
que este país ha hecho esto en numerosas ocasiones durante los útlimos cinco
años. Es una mancha negra para nosotros. Provoca la condena de algunos de
nuestros mejores y más cercanos aliados. Han hecho esos comentarios públicamente
y en forma privada al presidente de los Estados Unidos y a otros”.
El gobierno de Obama continúa aplicando muchas de las controvertidas
políticas de la era de Bush, como la detención por tiempo indeterminado sin
acusación en Guantánamo y la base aérea de Bagram, y como apuntó Leahy, haciendo
uso del privilegio de los “secretos de Estado” para evitar acciones legales que
denuncien y castiguen la tortura.
El mismo día en que se anunció el fallo de la Corte Suprema sobre el caso
Arar, otro tribunal de Washington, D.C. absolvió a 24 activistas contra la
tortura que fueron arrestados en el Capitolio de Estados Unidos el 21 de enero
de 2010, el día en que el Presidente Barack Obama había prometido en un comienzo
que cerraría Guantánamo. La pancarta que llevaban decía “Promesas rotas, leyes
violadas, vidas destrozadas”. Varias personas fueron arrestadas dentro de la
Rotonda del Capitolio mientras realizaban el funeral de tres prisioneros de
Guantánamo, que probablemente murieron a causa de las torturas recibidas. El
gobierno de Estados Unidos afirma que se suicidaron.
Maher Arar terminó su doctorado en Canadá y fundó una revista de noticias en
Internet, prismagazine.com.
Desde hace tiempo está dedicado al caso del ciudadano canadiense Omar Khadr, que
fue arrestado en Afganistán cuando era adolescente y llegó a la adultez en la
prisión de Guantánamo. Maher Arar está casado y tiene dos hijos. Claramente el
recuerdo de su experiencia de ser secuestrado y torturado en Siria, lo
acompañarán por siempre.
Arar describió su experiencia: “Me pusieron en una celda oscura en un
subsuelo, que se parecía más a una tumba. Tenía un metro de ancho, dos metros de
profundidad y un poco más de dos metros de alto. La vida en la celda era un
infierno. Pasé diez meses y diez días en esa tumba. Los primeros días de mi
detención fui interrogado y torturado físicamente. Me golpearon con un cable
eléctrico y me amenazaron con una silla de metal y choques eléctricos. Fui
obligado a realizar una confesión falsa de que había estado en Afganistán.
Cuando no me golpeaban, me ponían en una sala de espera para que escuchara los
gritos de otros prisioneros. Los llantos de las mujeres aún son lo que más me
atormenta. Tras 374 días de tortura y detención ilegal, fui finalmente liberado
y me entregaron a funcionarios de la embajada de Canadá el 5 de octubre de 2003.
Estos últimos años han sido una pesadilla para mí. Desde mi regreso a Canadá, mi
dolor físico se ha curado de a poco, pero las cicatrices cognitivas y
psicológicas de mi terrible experiencia permanecen conmigo cada día. Aún tengo
pesadillas e imágenes recurrentes del pasado. No soy la misma persona que era.
También quiero decir lo frágiles que se han vuelto nuestros derechos humanos y
lo fácil que pueden ser violados por los mismos gobiernos que juraron
protegerlos”.
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2010 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en
español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional
que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés
y en más de 250 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el
sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos",
editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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