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Occidente debería avergonzarse de su complicidad con los torturadores.

Robert FISK
19 de marzo de 2009

Traducido del inglés para Cristina Soler

Me gustaría saber porqué los cómplices de las torturas de Almalki no están ante los Tribunales.

Invité a Abdullah Almalki a desayunar en Ottawa, pero sólo tomó café. Y mientras yo engullía mi desayuno inglés completo en el Hotel Chateau Laurier (tan querido por Churchill y por Karsh, de gran fama en Ottawa) él bebía con parsimonia su taza, con la mente repleta de tantas cosas...

Vigilado por el Servicio Secreto canadiense, fué después torturado en Siria, mientras las autoridades de Canadá no movían un dedo por él - excepto para proporcionar a sus inhumanos torturadores más preguntas para el interrogatorio - realmente, tiene mucho en lo que pensar.

Es éste un caso calcado al de Binyam Mohamed, un residente en Gran Bretaña que sufrió la amputación del pene mientras los británicos enviaban cuestionarios y preguntas a sus crueles torturadores marroquíes.

En el caso de Abdullah Almalki, no fué entregado, él sinplemente realizó un viaje en avión a Damasco para ver a su familia siria, fué golpeado en la Jefatura Central de la ciudad por la Policía Secreta y recibió palizas hasta quebrarlo.

Nada muy diferente de otro caso aun más famoso, el de Maher Arar, ciudadano canadiense que fué enviado a Damasco por los americanos,y mientras aquellos bárbaros torturadores sirios le interrogaban, las autoridades estadounidenses les iban proporcionando las preguntas.

Arar ha recibido las disculpas oficiales de los Senadores norteamericanos - pero no de George Bush, ese héroe de guerra , cuyas hazañas bélicas se limitaron a mirar el cielo de Tejas durante la guerra de Vietnam - así como también una indemnización económica del Gobierno canadiense.

Los detalles de cada caso so asombrosamente parecidos : Tim Hancock, de Amnistía Internacional, ha reunido informaciones similares sobre Khaled-al- Maqtari, un hombre yemení que aparentemente fué amenazado de violación y golpeado con cadenas por sus sádicos torturadores norteamericanos.

Los países occidentales ayudaron a los torturadores, simplemente con su aportación y envío de páginas y páginas de preguntas, mientras sus ciudadanos/residentes yacían en plena agonía, deseando no haber nacido.

Es el caso de Abdallah Almalki : cuatro interrogatorios por parte del Servicio Secreto canadiense (sus siglas CSIS producen más risa que temor) precedieron a su salida de Canadá, la ruina de su empresa y la consiguiente residencia en Malasia.

Su esposa y él habían montado una empresa de exportación de componentes electrónicos en Ottawa que levantó las sospechas del CSIS...¿estaba enviando fondos o componentes a los "terroristas"?

Las comillas son, por supuesto, obligatorias ya que al CSIS no le importaban un comino los "terroristas" que dirigen los servicios secretos sirios , que despues torturarían a Almalki en nombre de Canadá.

Durante meses, estuvo retenido en un zulo del servicio secreto de Damasco, azotado con varas metálicas, mientras los sirios se basaban en un informe enviado por la Policía Montada del Canadá (fechada el 4 de octubre del 2001) que afirmaba que la Policía Montada tenía datos sobre la relación del Sr. Almalki con Al-Quaeda y que sus actividades suponían "una amenaza inminente" para la seguridad pública y nacional del Canadá.

Los lectores que duden de la existencia de esa carta repugnante dirigida a la dictadura siria pueden encontrarla en la página 400 del "Informe Iacobucci" realizado con ayuda gubernamental tras la liberación de Almalki.

Los RCM - la famosa Policía Montada del Canadá, conocida como los "mounties"- también remitieron cartas a los funcionarios del Gobierno canadiense en Islamabad, Roma, Delhi, Washington, Londres, Berlin, y París, identificando a Almalki como un "importante miembro de Al-Quaeda" (para mayor información podeis leer la brillante narración de Kerry Pither : "Los días oscuros : historia de cuatro canadienses torturados en nombre de la "lucha antiterrorista", publicación que para mayor escándalo no puede adquirirse en Gran Bretaña.)

El propósito de sacar a la luz éstos espantosos informes no es el de enojar a los canadienses. Canadá es una gran y auténtica democracia, aunque a veces aprisionada en exceso por su propia corrección política.

Recuerdo una ocasión en que oí a un funcionario de inmigración del Aeropuerto de Toronto, explicarle a un visitante asiático que no debería permitir que la Policía le interrogase sin la presencia de su abogado y que tenía derecho a expresarse y circular libremente por todo el territorio del Canadá. Yo pensé para mis adentros : éste tipo es el mejor funcionario de inmigración del mundo, los empleados y empleadas de los mostradores de inmigración del Aeropuerto de Heathrow no llegan a éste nivel.

No, no creo que Canadá , como nación, sea culpable, pero Occidente como tal, sí.

Porque son los nuestros funcionarios públicos de nuestros Gobiernos,y los tipos de nuestros Servicios Secretos los que se han asociado a esos pervertidos en todo el mundo. Aún más, cuando Almalki fue liberado de su cárcel siria, los funcionarios de la Embajada del Canadá en Damasco no le permitieron quedarse dentro del edificio y lo echaron fuera alegando que cerraban sus puertas a las cuatro de la tarde...

Se supo que uno de ellos le reconoció despues a Almalki que Canadá solía proporcionar pasaportes a familiares de altos cargos sirios ¿será posible?

Sé que los sirios se han quejado amargamente, no hace mucho, ante americanos y canadienses de que "primero los occidentales nos enviais a vuestros prisioneros para que los torturemos en Damasco y ¡despues os quejais de que violemos los Derechos Humanos!" ¡y tanto!

Bashar-al- Assad ha puesto ya  fin a muchas de éstas prácticas de tortura en Siria y ahora que Obama está enviando a sus legaciones a cortejar a los sirios, se supone que no le pedirá más que sigan haciéndoles el trabajo sucio a América (ni a Canadá).

Pero me gustaría saber porqué aquéllos cómplices de las torturas de Almalki - los que escribieron las cartas, los que redactaron las preguntas - no pueden ser juzgados por un Tribunal. Ellos son, por lo menos, cómplices de delitos contra los Derechos Humanos, como lo fueron los británicos que viajaron para interrogar a hombres torturados en Guantánamo, y más aun , los bestiales norteamericanos que se permitieron torturar con sus propias manos en Irak y Afganistán.

Si, ya se que nuestro querido Presidente Obama está permitiendo que sigan las detenciones ilegales de prisioneros en Bagram y Afganistán, pero ¿qué podemos esperar de un hombre cuya Secretaria de Estado, Lady Hillary,  en lugar de acudir a donde los israelíes estaban demoliendo casas palestinas en Jerusalén y denunciar tamaña atrocidad, se limitó a declarar que las demoliciones "no ayudaban en nada"?

Así que, al fin y al cabo, se sigue torturando a prisioneros.

Abdullah Almalki me condujo al Aeropuerto de Ottawa despues de mnuestro desayuno y me admitió que se sentía demasiado destrozado mentalmente tras tantos meses de torturas en Siria, que no tenía fuerzas ni para buscar trabajo.

Los del CSIS ya no le siguen más, como lo hacían antes de su salida del Canadá hacia el infierno de Siria.

Nadie sigue nuestro coche, nadie dice ya que Almalki es culpable...pero tampoco nadie ha dicho que es inocente.

Existe un grupo grande y tenebroso de hombres en los Gobiernos occidentales que debería estar pagando por sus actos. No lo harán por supuesto.

Y claro, por si alguien lo hubiera pasado por alto, el Primer Ministro de Canadá, Stephen Harper, acaba de reconocer que las tropas canadienses en Afganistán no conseguirán nunca una victoria militar allí...

Pensad, meditad ¡todas esas torturas para nada!

Fuente: The West should feel shame over its collusion with torturers

Artículo original publicado el 14 de marzo de 2009

Sobre el autor
Cristina Soler pertenece al colectivo Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.


 

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