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Cientos de niños migrantes fueron trasladados silenciosamente a un campamento en Texas

Caitlin Dickerson
The New York Times.es
1 de octubre de 2018


Niños migrantes en un centro de detención en Tornillo, Texas Credit Mike Blake/Reuters

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En las últimas semanas, cientos de niños migrantes que se alojaban en refugios desde Kansas hasta Nueva York fueron despertados a mitad de la noche y subidos a autobuses con mochilas y refrigerios para un viaje a través de Estados Unidos a su nuevo hogar: una árida ciudad de carpas en un sitio desértico en expansión en el sur de Texas.

Hasta ahora, la mayoría de los niños retenidos por las autoridades migratorias federales habían sido alojados en casas de acogida privadas o en refugios, en donde dormían dos o tres en una habitación. Recibieron clases formales y visitas regulares de representantes legales asignados a sus casos de inmigración.

Ahora, en las filas de carpas de color arena en Tornillo, Texas, los niños están en grupos de veinte, separados por géneros y duermen alineados en literas. No hay clases ni escuela: a los niños se les entregan libros de trabajo que no tienen la obligación de completar. El acceso a los servicios legales es limitado.

Estos viajes a medianoche se desarrollan en todo Estados Unidos, mientras al gobierno federal se le dificulta encontrar espacio para más de trece mil niños migrantes detenidos —la población más grande de todos los tiempos—, una cantidad se ha multiplicado por cinco desde el año pasado.

El tiempo promedio que los niños migrantes han pasado en custodia casi se ha duplicado desde el año pasado, de 34 a 59 días, de acuerdo con el Departamento de Salud y Servicios Humanos, que supervisa su cuidado.

Para manejar la población en aumento de los refugios, que han alcanzado cerca del 90 por ciento de su capacidad desde mayo, está en proceso un enorme reacomodo. Cientos de niños han sido enviados desde refugios en todo Estados Unidos al campamento al sur de Texas cada semana, sumando hasta el momento un total de 1600.

El campamento en Tornillo opera como una ciudad pequeña y efímera, ubicada a unos 50 kilómetros al sureste de El Paso en la frontera mexicana, y cuenta con baños portátiles. Carpas con aire acondicionado de distinto tamaño son usadas como lugares de residencia, recreación y atención médica. Originalmente, el campamento inició operaciones en junio con el plan de funcionar durante treinta días y albergar una capacidad de 400 personas; en septiembre se expandió para poder albergar a 3800 y ahora se espera que se mantenga abierta por lo menos durante lo que resta de este año.

“Es común usar refugios de distintos tamaños como se hacía en las bases militares en el pasado, y la intención es usar estas instalaciones temporales solo durante el tiempo que sean necesarias”, dijo Evelyn Stauffer, una vocera del Departamento de Salud y Servicios Humanos.

Stauffer dijo que la necesidad de esta ciudad de carpas reflejaba problemas graves en el sistema migratorio.

<>“La cantidad de familias y de niños migrantes sin compañía detenidos es un síntoma de un problema más grande, es decir de un sistema migratorio que no funciona”, dijo Stauffer. “Sus edades y el peligroso viaje que emprenden hace a los niños migrantes sin compañía vulnerables al tráfico de personas, la explotación y el abuso. Es por eso que el Departamento de Salud y Servicios Humanos se une al presidente en el llamado al Congreso a reformar este sistema que no funciona”.

No obstante, estas transferencias masivas encienden alarmas entre los defensores de los migrantes, que están preocupados por los largos periodos que los niños migrantes pasan en custodia federal.

Los alrededor de cien refugios que, hasta el momento, han sido la ubicación principal para albergar a niños migrantes detenidos, son concesionados y monitoreados por autoridades estatales a cargo del bienestar infantil, las cuales imponen requisitos de seguridad y educación, así como sobre contratación y entrenamiento del personal.

La ciudad de carpas en Tornillo no está regulada, excepto por los lineamientos creados por el Departamento de Salud y Servicios Humanos. Por ejemplo, allí no hay obligación de clases formales como hay en los refugios regulares para niños migrantes.

Mark Greenberg, quien supervisó el cuidado de niños migrantes durante el gobierno de Barack Obama, ayudó a crear los lineamientos de los refugios de emergencia. Greenberg dijo que la agencia intentó asegurarse “en la mayor medida posible” que las condiciones en las instalaciones como la de Tornillo fueran equivalentes a las de los refugios regulares, “pero hay algunas razones por las que es difícil o imposible de hacerlo”.

Varios trabajadores de los refugios, que hablaron con la condición de mantener el anonimato debido al temor de ser despedidos, describieron lo que, según dijeron, se ha convertido en una práctica estándar para trasladar a los niños: para evitar intentos de escape, los movimientos son llevados a cabo a altas horas de la noche porque es probable que los niños tengan la intención de huir. Por la misma razón, a los niños en general se les avisa con menor anticipación que serán movidos.

En un refugio en el medio oeste, alrededor de dos decenas de niños fueron notificados tan solo unas horas antes de ser subidos a autobuses para ser trasladados a Tornillo la semana pasada. De haberles dado más tiempo, de acuerdo con uno de los trabajadores del albergue, los niños tal vez hubieran experimentado pánico o intentado escapar.

Los niños portaban cinturones donde llevan escritos con pluma los teléfonos de sus contactos de emergencia. Un chico preguntó al trabajador del refugio si recibiría cuidados en Texas. El trabajador respondió que sí y le dijo que al moverse dejaba espacio para otros niños como él que estaban atrapados en la frontera y necesitaban un lugar para vivir.

Algunos miembros del personal lloraron cuando supieron del traslado, dijo el trabajador del refugio, por el temor de lo que podía pasar con los niños que habían estado bajo su cuidado. Otros intentaron protestar, pero los gerentes explicaron que debían tomar decisiones difíciles para manejar la sobrepoblación.

El sistema para albergar a niños migrantes estuvo bajo tensión a mediados de este año, cuando las cantidades ya de por sí grandes aumentaron debido a los más de 2500 menores de edad que cruzaron la frontera y fueron separados de sus padres por la política de tolerancia cero del gobierno de Donald Trump. Sin embargo, esos niños eran solo una fracción del número total que actualmente están detenidos.

La mayoría de los niños detenidos cruzaron la frontera solos, sin sus padres. Algunos cruzaron de manera ilegal; otros buscan asilo.

Los niños que son designados como “menores sin compañía”, ya sea porque fueron separados de sus padres o cruzaron la frontera solos, son retenidos en custodia federal hasta que puedan ser entregados a patrocinadores, usualmente familiares o amigos de la familia, quienes aceptan albergarlos mientras sus casos migratorios son procesados en las cortes.

El traslado a Texas tiene la intención de ser temporal. En vez de enviar ahí a los recién llegados, el gobierno manda a niños que es probable que sean entregados dentro de poco tiempo, y que pasarán menos tiempo allí —principalmente niños más grandes, cuyas edades oscilan entre los 13 y los 17 años, que son considerados más próximos a ser ubicados con patrocinadores—. Aun así, debido a que estos procesos suelen alargarse, defensores de los inmigrantes dijeron que había una posibilidad de que muchos de los niños pudieran vivir en la ciudad de carpas durante meses.

“Obviamente nos preocupan los niños que se puedan perder en el sistema, que no obtengan suficiente atención si la necesitan, que no obtengan el cuidado emocional o mental que necesitan”, dijo la abogada Leah Chavla, que trabaja con el grupo de activistas Comisión de Mujeres Refugiadas.

“Esta no puede ser la solución óptima”, dijo Chavla. “Tenemos que concentrarnos en asegurarnos que los niños puedan ser llevados con patrocinadores y salgan de la custodia”.

A pesar de que la cantidad de cruces fronterizos mensuales ha permanecido relativamente sin cambio, el número de niños migrantes detenidos se ha elevado, en parte, porque las políticas y la retórica dura implementadas por el gobierno de Donald Trump han hecho que sea más difícil colocar a niños con patrocinadores.

Tradicionalmente, la mayoría de los patrocinadores han sido también migrantes sin documentos y temen poner en riesgo su propia capacidad de permanecer en Estados Unidos si dan un paso para reclamar a un niño. El riesgo se incrementó en junio, cuando las autoridades federales anunciaron que a los potenciales patrocinadores y a otros miembros adultos en sus hogares se les tomarían huellas dactilares y los datos serían compartidos con autoridades migratorias.

La semana pasada, Matthew Albence, un alto funcionario del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, testificó ante el Congreso que la agencia había arrestado a decenas de personas que llenaron solicitudes para patrocinar a menores sin compañía. La agencia posteriormente confirmó que el 70 por ciento de los arrestados no tenían antecedentes criminales.

“Cerca del 80 por ciento de los individuos que son patrocinadores o miembros de la familia de los patrocinadores están en el país de manera ilegal, y una gran parte de ellos son migrantes no autorizados. Así que continuamos procesando a esos individuos”, dijo Albeance.

En busca de procesar los casos de los niños más rápidamente, los funcionarios dieron a conocer nuevas reglas que requerirán que algunos de ellos se presenten ante la corte antes de que se cumpla un mes de haber sido detenidos, en vez de después de sesenta días, que era el estándar previo, de acuerdo con trabajadores de los refugios. Muchos lo harán a través de una videollamada, en vez de personalmente, para pedir el estatus legal a un juez de migración. Aquellos a los que no se les conceda serán deportados rápidamente.

Entre más tiempo pasen en custodia los niños, es más probable que se vuelvan ansiosos o que se depriman, lo que puede conducir a brotes de violencia o intentos de escape, de acuerdo con trabajadores de los refugios y reportes que han surgido del sistema en los últimos meses.

Activistas dijeron que esas preocupaciones aumentan en una instalación más grande como la de Tornillo, donde es más probable de que sean pasadas por alto las señales de que un niño tiene dificultades. Mover a los niños a la ciudad de carpas sin ofrecerles tiempo suficiente para prepararlos emocionalmente o para despedirse de sus amigos, agregaron, podría generar un trauma con el que muchos ya están luchando.


 

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