Nada más que completa oscuridad
El viaje de Ahmed Rabbani a través del sistema de prisiones obscuras estadounidenses y Guantánamo
14 de agosto, 2021
Por Fatima Bhutto, escritora paquistaní
Foriegn Policy
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 4 de junio de 2023
ILustración de FOREIGN POLICY /REUTERS
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Para el 2002, Ahmed Rabbani, un chofer de taxi de 33 proveniente de Karachi había caído en tiempos duros. Nacido en Rohingya y
criado en Meca, asistió a la escuela mientras trabajaba con su padre. Aunque
había nacido en terreno santo — el lugar de nacimiento del profeta Muhammad—
después vivió en Medina, en donde el profeta recibió la palabra de dios y en
donde fue enterrado, Rabbani jamás recibiría la nacionalidad saudí debido a los
orígenes paquistaníes de su familia. Desmoralizado por lo que fui como un
futuro con opciones limitadas, dejó la escuela cuando tenía 15. El destino,
cruel como fue, le aventó a Rabbani una pequeña bendición: comenzó a trabajar
en catering y describió que amaba cocinar.
Rabbani se ganaba la vida manejando los pisos de dos hoteles en Medina y trabajando como sous-chef, cocinando para bodas y fiestas
grandes. Pero esta era una vida triste, para cuando tenía 20 su familia estaba
rota. Sus dos hermanos habían sido arrestados por robo y deportados de vuelta a
Paquistán, mientras que fue su padre fue arrestado por no pagar un préstamo.
Casi de la noche a la mañana, Rabbani se convirtió en el único proveedor para
su familia. Era casi imposible pagar las deudas de su padre con el sueldo de un
cocinero, así que Rabbani, cuyos amigos llaman Badr, que significa “luna”,
comenzó a vender drogas.
Las cosas comenzaron a colapsarse velozmente después de eso. Fue arrestado por un cargo relacionado con alcohol y eventualmente
deportado a Paquistán, prohibiéndole la entrada al reino de su nacimiento por
cinco años. En Karachi, en donde se reunió con su familia, abrió un pequeño
restaurante por su cuenta, pero apenas hablaba urdu en ese momento, el árabe
era la lengua de su madre y administrar el negoció se hizo demasiado difícil.
Con una visa de trabajo bajo un nombre falso, regresó
a Arabia Saudita antes de los cinco años y trabajó en una tienda de dulces,
pero un año más tarde fue arrestado nuevamente por cargos relacionados con el
alcohol y lo perdió todo: su libertad, coche, trabajo. Después de una breve
temporada en la cárcel, repitió el ciclo de deportación y regreso, saltando
entre la cárcel y la desesperación como hombre libre.
Las cosas fueron de mal en peor para Rabbani. Eventualmente se encontró vendiendo drogas, esta vez en Karachi. Sus hermanos
se involucraron y a mitad de los noventas la policía hizo una redada en su casa
y arrestó a todos. Acusaron a los Rabbani de contrabando de armas y los
golpearon, encerrándolos en celdas húmedas. Cuando se dieron cuenta que sólo
eran drogas, la policía aceptó un soborno y los dejó ir. Cuando regresaron a su
hogar, había sido destruida.
Rabbani volvió a perder todo nuevamente. Comenzó a manejar un taxi y por un tiempo las cosas parecieron que podían estar bien.
Hablaba árabe fluido, lo cual le permitió construir una clientela selecta de árabes,
algunos de los cuales llevaba a grandes distancias, incluso hasta Afganistán.
Se había divorciado y vuelto a casar. Después, en el 2002, hubo un momento de brillo en el horizonte desigual de la vida de Rabbani:
su esposa estaba embarazada. Pero en la noche del 10 de septiembre del 2002,
las autoridades paquistaníes lo despertaron a la mitad de la noche. En esta
ocasión no era la policía. Tenían pistolas y dijeron que matarían a su familia
si no cooperaba. Encapucharon a Rabbani y se lo llevaron de su hogar esa noche,
junto con su hermano Abdul. Nunca regresaría.
La prisión aislada y clandestina y centro de interrogación de la CIA conocido como
Cobalto o Fosa Salada se ve en la imagen de satélite en el 2014. Antes de la
guerra de Afganistán era una fábrica de ladrillos, el sitio norte de Kabul fue
adaptado por la CIA para detención extra judicial. DIGITALGLOBE VÍA GETTY IMAGES
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En custodia, fue destrozado con palos, golpeado con alambre y torturado. Confesó a
cada uno de los cargos que los paquistaníes le aventaron, diciendo lo que fuera
para detener las golpizas. Era el inicio de la “guerra contra el terror”,
cuando el gobierno de George W. Bush les dijo a sus aliados “estás con o en
contra de nosotros”. Esos aliados actuaron casi con impunidad para complacer a
Washington, asumiendo que podían hacerle lo que sea a un hombre si era
sospechoso de terrorismo.
Pakistán era esencial para la guerra estadounidense en Afganistán y le pagaron
generosamente en la forma de billones de dólares en ayuda militar. Cuando los
paquistaníes entregaron a Rabbani a los americanos, básicamente vendiéndolo por
una recompensa
de $5,000 dólares en efectivo, los extranjeros usaron máscaras, tapando sus
rostros. Rabbani, los paquistaníes les dijeron a los americanos, no era un
chofer de taxi de Karachi, sino un terrorista buscado llamado Hassan Ghul.
Rabbani tenía miedo, incluso horror, pero les iba a decir a los estadounidenses la
verdad: era un chofer de taxi, este era un caso de identidad equivocada. “Esperaba justicia
inmediata”, dijo
más adelante.
Pero, en lugar de eso, fue desaparecido, puesto en pañales y volado a un sitio negro
de la CIA aislado en el norte de Kabul, que los estadounidenses llamaban
Cobalto, por el mineral enterrado en las montañas afganas. También se referían
al lugar como el Salt Pit (poso salino), pero los hombres detenidos dentro de
sus paredes siempre le llamarían Prisión Obscura.
Según el Reporte del Comité de Inteligencia sobre Tortura, del senado estadounidense,
a cierto punto la Prisión Obscura tuvo a casi la mitad de los 119 detenidos identificados
en el reporte
del gobierno. Rabbani es uno de los 17 hombres mencionados por nombre,
reconocido como el detenido que soportó lo que la CIA llamaba “técnicas de
interrogación mejoradas” (EIT por sus siglas en inglés), jerga post 9/11 para
tortura, sin la autorización del gobierno.
Una persona protestando con
luna foto del prisionero Ahmed Rabbani durante una protesta por el cierre de
Guantánamo en San Francisco el 11 de enero del 2012. LEA SUZUKI/THE SAN FRANCISCO CHRONICLE VÍA GETTY IMAGES
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Dos psicólogos contratistas, James Mitchell and Bruce Jessen, acuñaron
el término. De manera más precisa, lo pidieron prestado de la Gestapo, que
usaba lo que llamaban verscharfte vernehmung, o interrogación mejorada,
durante la era nazi. Los dos hombres crearon el programa de EIT utilizando la
ingeniería inversa en el manual de SERE (Sobrevivencia, Evasión, Resistencia,
Escape), un manual militar estadounidense diseñado para entrenar a los soldados
a resistir la tortura. Los dos psicólogos cambiaron el manual para lograr total
impotencia en detenidos, una ruptura de resistencia y voluntad, dejando a los
hombres sin lugar para sobrevivir, evadir o escapar.
Las EIT incluyeron ‘waterboarding’ (submarino) (los sadistas de la inquisición
española estaban menos interesados en semánticas que los nazis, llamando el
ahogamiento simulado ‘tortura del agua’), humillación sexual y cajas de sudor.
Ninguno de estos métodos fue oficialmente considerado tortura. Más de tres años después de que las EIT se convirtieran en una
práctica estándar en Cobalto, Guantánamo y Bagram y otros sitios de detención
estadounidenses, el presidente Bush insistiría,
en una conferencia de prensa en el 2005 que “los Estados Unidos no torturan y
es importante que el mundo lo entienda”.
El sitio clandestino fue una casa de horror que fue mantenida en obscuridad en todo momento, ni siquiera un rayo de luz pasaba a
través de las cortinas y las ventanas pintadas. La música reverberaba a
volúmenes terribles para el oído 24 horas al día. Otros sonidos se escuchaban
en las bocinas, dijo Rabbani: sonido ensordecedor de motores aéreos, gente que
gritaba y uñas arañando el pizarrón.
Varias de las celdas fueron equipadas con barras construidas lugares profundamente obscuros diseñados
específicamente para la privación de sueño y strappado, como le llamaban los inquisidores españoles, que quiere decir sostener
los brazos de los hombres arriba de su cabeza, en alto, para mantenerlo en
posición de pie que eventualmente dislocaría sus huesos. Aviones transbordaban
detenidos de Pakistán a Cobalto, los guardias, que eran afganos, se comunicaban
entre ellos con señales y los prisioneros no tenían permitido hablar con nadie
con excepción de los interrogadores de la CIA.
Un interrogador comenzaría su conversación con Rabbani apagando cigarros en su piel. Decían que él había estado facilitando el viaje
de Muyahidín desde y hacia Afganistán, que manejaba casas seguras de Al-Qaeda
en Karachi cerca del aeropuerto internacional Jinnah, que había entrenado con
terroristas en Kandahar, asistido en el viaje de Khalid Sheikh Mohammed, contrabandeó
componentes de artefactos explosivos improvisados desde Pakistán a Afganistán,
planeó ataques terroristas en trenes americanos y hoteles paquistaníes, que se
reunió con Osama bin Laden hasta doce veces, que se involucró en la planeación
del ataque en Strait of Hormuz y que era un consejero privado del programa de
ántrax para al-Qaeda. Rabbani había confesado a todos los crímenes relacionados
con terrorismo cuando fue torturado en Pakistán y, ahí en la Prisión Obscura,
confesaría más.
Cobalto en sí, declaró un oficial senior de la CIA, era una técnica de interrogación mejorada. Según el reporte del senado, la CIA
confundió y mintió repetidamente acerca de su programa de tortura, engañando a
la Casa Blanca, al congreso, al Consejo de Seguridad Nacional y otras agencias
gubernamentales. En el 2004, oficiales de la CIA le insistieron al Departamento
de Justicia que no estaban usando la desnudez para humillar
detenidos.
Gul Rahman, un detenido afgano levantado de un campo de refugiados en Pakistán en donde vivía con su familia, murió en ese sitio
obscuro. Fue dejado en agua helada hasta que le dio hipotermia y forzado a
pasar la noche sentado en el piso
congelado sin pantalones a mitad de noviembre. Lo habían encadenado y
mantenido desnudo o casi desnudo durante sus tres semanas en la Prisión Obscura.
La CIA no notificó la muerte de Rahman su familia por 16 años, los últimos reportes
muestran que todavía no han recibido su cuerpo. La CIA mintió acerca
del uso de pañales para degradar a hombres adultos, acerca de cuánto tiempo
habían tenido a hombres en strappado y, tal vez, de manera más
ingeniosa, dijeron que sus métodos brutales fueron efectivos para obtener
información valiosa. No fue así. El reporte
del Senado concluyó que la tortura no produjo inteligencia de ninguna
manera punible.
Las EITs fueron un fracaso colosal, con la excepción, tal vez, de Mitchell y Jessen, los dos contratistas psicólogos que armaron el
programa de EIT. En cuatro años, su compañía se embolsó 81 millones de dólares
del gobierno estadounidense solamente. En Cobalto, Rabbani fue sometido a, por
lo menos, 30 diferentes tipos de tortura. Los guardias lo golpeaban incesantemente.
Lo metieron en estructuras tipo tumbas, en celdas frías — una técnica apoyada por la Gestapo — amenazado con ser sodomizado y
asesinado y lo colgaron desnudo en strappado por horas y horas. “Nada
más que obscuridad extrema”, dijo Rabbani, “música fuerte, el olor de alcohol y
sangre, dolor por el hambre, golpes y sed”.
No le permitieron utilizar zapatos todo el tiempo que estuvo en la Prisión Obscura y, porque la CIA censura el último numeral en
todos sus documentos, se cree que Rabbani estuvo en el sitio de tortura de
540-549 días.
En todo el tiempo en el que Rabbani estuvo en la Prisión Obscura, jamás le permitieron cambiarse de ropa, utilizando las
mimas cosas que le habían dado en Paquistán antes de que sus compatriotas lo
entregaran a los americanos. No le dejaron lavarse tampoco y la tela, pronto,
se rasgó al mínimo contacto, rigidizada por la suciedad. No había colchón en su
celda, sólo dos cobijas sobre las cuales dormía. A los prisioneros les daban de
comer una vez al día y una segunda cada cuatro días.
Perdió 60 libras (30kg) de peso. No había baño, sólo un bote sin tapa que era cambiado una vez al día. La celda siempre
apestaba a heces y orina, sin importar si los prisioneros usaban una de sus dos
botellas de agua asignadas al día para intentar lavar y limpiar alrededor. A
Rabbani le permitían bañarse por tres minutos sólo una vez cada dos meses con
agua fría. Eventualmente tuvo piojos, la muerte era lo único que esperaba.
A Rabbani le permitían bañarse por tres minutos sólo una vez cada dos meses con agua fría. Eventualmente tuvo piojos, la muerte
era lo único que esperaba.
Rabbani no sufrió lo peor de lo que los torturadores en la Prisión
Obscura eran capaces de infringir. En el 2002, el mismo año en el que la
revista People lo nombró como uno de los hombres vivos más sexy, el entonces
Secretario de Defensa Donald Rumsfeld firmó el ahora infame memo de tortura.
Autorizó interrogaciones de 20 horas — mismas que recibió Rabbani, encadenado a
una silla de plástico, para que pudieran darle manguerazos de agua después de
que los prisioneros perdieran control de sus esfínteres — y posiciones de
estrés hasta por cuatro horas. En una nota escrita a mano al final del memo,
Rumbsfeld se quejó “Yo estoy de pie de 8-10 horas al día. ¿Por qué el límite es
de 4 horas?”. A Bashir Nasir al Marwalah lo mantuvieron de pie por 5 días seguidos.
A Majid Khan, un compañero paquistaní mantenido incomunicado por tres años y en completa obscuridad por cuatro, fue violado en
su segundo año en la Prisión Obscura cuando sus interrogadores hicieron puré su
comida intacta para “infusión
rectal” ”, la invención para castigar a Khan por una huelga de hambre que
había iniciado.
El Pentágono ha, desde entonces, negociado un trato con Khan, que está detenido en Guantánamo: si renuncia su derecho a usar
decisión histórica que le permitiría cuestionar a la CIA acerca del programa de
tortura en un tribunal, será liberado en “los siguientes años”. Rabbani, por su
parte, repetidamente les rogó a sus interrogadores que le creyeran que no era
Hasan Ghul, sino Ahmed Rabbani, conocido como Badr or “luna” por sus amigos y
era un chofer de taxi en Karachi. La CIA ya sabía eso.
Un día después del arresto de Rabbani, el 11 de septiembre del 2002, según un memo referenciado en el reporte del senado, “se
determinó que un individuo llamado Ahmad Ghulam Rabbani, también conocido como
Abu Badr y su chofer fueron arrestados, no Hassan Ghul”. No sólo sabía la CIA
que no era Hassan Ghul, sino que por dos días tuvieron a Ghul en la Prisión
Obscura exactamente al mismo tiempo que a Rabbani.
Gul, un terrorista, fue sacado de Cobalt después de cooperar con las autoridades. Estuvo detenido en otros sitios por
aproximadamente 900 días, después de los cuales fue liberado. Ghul regresó a
Paquistán y continuó su vida como terrorista. Según el reporte del senado, Ghul
fue asesinado por un ataque de dron en el 2012. Rabbani, sin embargo, pasaría
casi dos años en la Prisión Obscura antes de ser movido, primero a Bagram y
luego a Guantánamo. (El gobierno estadounidense no ofreció hacer comentarios
acerca del caso de Rabbani).
Clive Stafford Smith es fotografiado el 30 de octubre
del 2015, después de que un avión con Shaker Aamer, el último detenido
británico fuera liberado de Guantánamo, llegara al aeropuerto Biggin Hill en
Londres, Inglaterra. CARL COURT/GETTY IMAGES
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Clive Stafford Smith— uno de los abogados de Rabbani,
el co fundador de Reprieve y un abogado de derechos humanos internacionalmente
reconocido — ha pasado la mayor parte de su vida representando prisioneros en
espera de la pena de muerte. Un abogado inglés-americano, autor y activista, ha
ganado 400 apelaciones de pena de muerte y acompañado a seis clientes a sus ejecuciones.
Ahora, con 62 años, tiene un terrible comportamiento
divertido para alguien cuyo trabajo gira en torno al encarcelamiento ilegal. Contesta
mis preguntas en correos electrónicos en lo que llama “Guantánamo anaranjado” y
me asegura que, cuando me preocupo por sonidos en las grabaciones de nuestras
entrevistas, la CIA tendrá un “respaldo completo”. Él presentó la primera
litigación contra Guantánamo en el 2002, el año en el que abrió la prisión,
junto con dos colegas y amigos. Terminó tomando a más de 80 detenidos como
clientes, aunque pasaron dos años antes de que le permitieran ir a la prisión a
conocerlos de frente.
Al día de hoy, después de 19 años en custodia
estadounidense, Rabbani jamás ha sido acusado de algún crimen, nunca tuvo
información y jamás le han dado una audiencia adecuada de habeas corpus.
Al día de hoy, después de 19 años en custodia estadounidense, Rabbani jamás ha sido acusado de algún crimen, nunca tuvo
información y jamás le han dado una audiencia adecuada de habeas corpus. Eric M. Freedman,
el distinguido profesor de Siggi B. Wilzig en derechos constitucionales en la
Universidad Hofstra de derecho, quien presentó varios casos de habeas junto con
Stafford Smith en el 2002, cree que los Estados Unidos ya tenían el modelo
legal perfecto para lidiar con terrorismo y casos de seguridad nacional.
Después del bombardeo de 1993 del World Trade Center,
los hombres involucrados fueron “encontrados, arrestados y enjuiciados en un
juicio abierto en un tribunal federal en el distrito sur de Nueva York con un
excelente consejo defensor pagado por el gobierno estadounidense”, argumenta.
“El jurado los condenó, no a muerte, aceptando el argumento de los abogados
defensores de que, haciéndolo, sólo se crean mártires y más ataques”.
Los terroristas desaparecieron en el sistema de
prisiones supermax, en donde permanecen y de quienes jamás se ha vuelto
a escuchar. Así es como los casos de la guerra contra el terror debieron de
haberse manejado, insiste Freedman; el hecho de que este modelo existente fuera
reemplazado por un sistema de detención preventiva extra legal que el habeas
corpus fue precisamente diseñada para prevenir es “una desgracia para el estado
de derecho, punto”.
Oficiales estadounidenses han sido explícitos acerca de
lo que llaman “prisioneros
para siempre”, hombres que jamás serán acusados de algún crimen. Rabbani
es uno de ellos. No sólo le negaron el derecho a un juicio, pero, como señala Kristin
Davis, abogada en Washington que ha trabajado en su caso pro bono desde el
2018, como muchos hombres en Guantánamo “no fue recogido en un campo de
batalla. Jamás estuvo en uno. No estuvo involucrado en hostilidades”. A Rabbani
lo están tratando como prisionero de guerra. Existe una buena razón por la cual
no pueden acusarlo, añade Stafford Smith, “porque no ha hecho nada — aparte de
cocinar y manejar un taxi”.
El destino de Rabbani será decidido en una audiencia
de PRB (Junta de Revisión Periódica) el 17 de agosto. Aunque audiencias de PRB
previas han negado apelaciones para la liberación de Rabbani, tanto Davis como
Stafford Smith están esperanzados acerca de las posibilidades de su cliente. En
el 2016, una audiencia
de PRB llamó a “la detención de PK-1461” “una necesidad para proteger la
amenaza en curso contra la seguridad de los Estados Unidos”. Sus abogados,
utilizando el nombre de Rabbani en lugar de su número serial de internamiento,
argumentaron que fue torturado para que confesara de manera falsa y, que, en
realidad, no fue un facilitador de terror sino un “hombre de negocios astuto e
ingenioso y que persiguió el omnipotente dólar”.
Una torre de guardia en el perímetro del Camp Delta en el centro de
detención en la bahía de Guantánamo el 30 de marzo del 2010. JOHN MOORE/GETTY IMAGES
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El uso de confesiones falsas no es único en la guerra
contra el terror. Casi la mitad de prisioneros exonerados del pasillo de la
muerte en Estados Unidos son condenados en base a confesiones falsas. La gente
que es privada de sueño por una sola noche es cinco veces más probable que
admita a algo que no hizo e incluso uno de cinco, perfectamente descansado,
confesará a crímenes que no cometió si es intimidado por figuras
de autoridad.
Para ilustrar este punto, cuando estaba en Atlanta, Stafford Smith logró que Jerome Holloway, uno de sus clientes en el corredor de
la muerte, confesara al asesinato de Abraham Lincoln, John F. Kennedy y Ronald
Reagan. Stafford Smith eventualmente logró que Holloway, quien se creía que era
uno de los hombres más incapacitados
mentalmente en el corredor de la muerte en ese momento, recibiera un
nuevo juicio y su sentencia de muerte revocada.
El hermano de Rabbani, Abdul, fue aprobado para ser liberado de Guantánamo el pasado mes de mayo y Stafford Smith tiene la
esperanza de que Rabbani será el siguiente. En febrero, Afganistán se convirtió
en el primer gobierno
extranjero en intervenir a nombre de un ciudadano detenido en Guantánamo.
El gobierno afgano pidió al tribunal federal estadounidense la liberación de
Asadullah Haroon Gul, un ex comandante de Hezb-i-Islami (HIG) que ha pasado un
tercio de su vida detenido sin cargos, por el acuerdo de paz del 2016 que se
firmó entre HIG y el gobierno del presidente Ashraf Ghani, la guerra de Gul ya
terminó, no puede razonablemente continuar como prisionero de una guerra
extinta.
Hasta muy recientemente, gracias al acuerdo de paz afgano, parecía que la guerra
afgana había terminado. Ex prisioneros de Guantánamo fueron parte de las
negociaciones talibanas que aseguraron la liberación de 5,000 prisioneros
talibanes en Afganistán bajo el acuerdo. “¿Cómo puedes pedirle a Afganistán que
libere miles de prisioneros y tú no liberas uno? Gul, el último afgano de bajo
valor, escribió en un artículo publicado en un periódico local.
El gobierno de Pakistán recientemente se convirtió en el segundo del mundo en
intervenir a favor de otros ciudadanos en Guantánamo, comenzando con Rabbani.
El gobierno de Pakistán recientemente se convirtió en el segundo del mundo en intervenir a favor de
otros ciudadanos en Guantánamo, comenzando con Rabbani. En junio, Shahzad Akbar, un consejero del primer ministro Imran
Khan, le escribió al Secretario de Estado Antony Blinken para solicitar la
urgente repatriación de Rabbani a Pakistán. “Muchos han sido encarcelados en
Gitmo sin proceso legal debido, incluidos paquistaníes”. Akbar me dijo que “y
es el deber del Estado darles cualquier asistencia legal y consular posible a
sus ciudadanos”. Davis está motivado por la intervención de Paquistán,
destacando que “no hemos visto compromiso a este nivel en 20 años”.
“El Departamento de Tesorería tiene una lista de todas las personas que están bajo sanciones del departamento y el FBI tiene la lista
de los más buscados y casi ninguno de los prisioneros en Guantánamo están en
esas listas”, dice Stafford Smith. “Khalid Sheikh Mohammed está, pero muy pocos
otros. Esto es irónico en un nivel muy bizarro porque ¿por qué creerías que
estos son los peores terroristas del mundo cuando ni siquiera los tienes en tu
lista de más buscados?”.
Pero, como preguntas los escépticos, seguramente debe
haber tipos malos en Guantánamo. “Hay personas que han hecho cosas impactantes,
pero es un grupo muy muy chiquito”, dije Stafford Smith “y vale la pena señalar
que más gente ha muerto en Guantánamo de los que han enjuiciado. Nueve en total, tres por suicidio”.
Una campaña de gitmohungerstrikes.org organizada por Reprieve buscó
cerrar Guantánamo, en donde Ahmed Rabbani permanece en custodia. Aunque la campaña terminó, el sitio continúa a
registrar la huelga de hambre en curso de Rabbani. GITMOHUNGERSTRIKES.ORG
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Todos menos 39 de los 780 detenidos estimados de la bahía de Guantánamo han sido repatriados o reubicados. El
gobierno de Bush liberó a 500 hombres, el de Obama 240 y el de Trump únicamente
a uno. Cada detenido ha sido musulmán y hombre. Hubo un estadounidense, pero,
cuando las autoridades se dieron cuenta de que la constitución aplicaría con
él, “lo sacaron de ahí muy rápido”, dice Stafford Smith, que todavía tiene seis
clientes en la prisión.
Guantánamo es el programa de detención más caro del
mundo, costándoles a los contribuyentes alrededor de 13 millones de dólares por
prisionero al año. En contraste, las prisiones supermax cuestan apenas
$70,000 dólares por prisionero. Según el New York
Times, de un reporte del Departamento de Defensa del 2013, los costos de edificios y
operaciones — incluidas las 1,800 tropas estacionadas en la isla que únicamente
hacen rotaciones de 6 meses pera evitar que sean cercanos a los prisioneros o
enloquezcan en la base naval aislada — han superado los $7 billones.
Los libros de derecho están prohibidos en la prisión,
al igual que los diccionarios, lo cual significa que los prisioneros no pueden
enseñarse mucho. A cierto punto durante su largo encarcelamiento, le
permitieron a Rabbani tomar clases de arte. Pero pintó lo que soportó a través
de esos años — la tortura, el confinamiento solitario (en Gitmo no existe “reclusión”,
sólo lo que llaman “operaciones de celda individual”) — y las clases de arte
fueron canceladas y le quitaron sus dibujos, como propiedad del gobierno
estadounidense. Su hijo Jawad nació al poco tiempo de habérselo llevado;
Rabbani jamás ha tocado a su niño, ahora con 18 años. Lo ve una vez al mes en
una granulosa llamada de Skype.
“Aquí es todos los días, cada día. Sin cargos, sin juicio y sin fin a la vista. La gente enloquece aquí”.
De alguna manera, dice Rabbani, Guantánamo es peor que la Prisión Obscura. “Aquí es todos los
días, cada día. Sin cargos, ni juicio y sin fin a la vista. La tente enloquece
aquí”. En el 2013, después de exigir que, o fuera acusado y enjuiciado o
liberado, Rabbani comenzó una huelga de hambre. Ha estado en huelga por lo menos ocho años. Cuando
fue capturado pesaba 170 libras, hoy pesa menos de 79. Más de la mitad de él ha
“escapado” de Guantánamo. El resto irá a casa libre o en un ataúd.
Rabbani cocina para sus compañeros prisioneros, aunque
él ya no come. En lugar de eso, es alimentado de manera forzada una vez al día
cuando las autoridades le bombean una lata de Ensure a través de un tubo por la
nariz. Después de más de 3,000 días de huelga de hambre, Rabbani llegó a un
acuerdo con las autoridades acerca de su huelga (conocida como “huelga no
religiosa” en el doble lenguaje de Gitmo) y ahora toma un segundo Ensure en
lugar de que lugar de soportar la alimentación forzada dos veces al día).
Si alguna vez sale de Guantánamo, a Rabbani le gustaría abrir un restaurante nuevamente. Pasa sus
días probando recetas. No come nada de lo que prepara, usando los ingredientes que tiene,
mezclando todo en bolsas de basura y cocinando en un microondas de la prisión. Le
da energía, dice. “Olvido mi sufrimiento, olvido que me estoy muriendo de hambre”.
Mientras que espera su próxima audiencia de PRB, Stafford Smith le envía a
Rabbani las especias que pide por correo y ha conseguido a un chef en Yorkshire
que ha juntado sus recetas, fotografiado los platillos y anotado sugerencias
para mejorarlos. Tal vez algún día sea un libro.
Aunque Barack Obama juró que cerrar la prisión sería
su primer acto como presidente, Guantánamo sobrevivió sus dos períodos, así
como el de la administración de Trump (a principios de la pandemia Donald
Trump supuestamente propuso enviar a estadounidenses con COVID-19 a
la prisión). El gobierno de Biden, que transfirió a su primer prisionero afuera
en julio, parece ser cautelosa con seguir adelante con los planes para cerrarla
para el final de su término como presidente. Según un reciente reporte de
NBC News, en lugar de hacerlo a través del congreso, la administración
planea aprobar a todos los prisioneros para ser reubicados.
Aquellos por quienes ningún país se hará responsable podrían ser transferidos a una prisión supermax en Estados Unidos,
permitiéndole al presidente Joe Biden el espacio para firmar una orden
ejecutiva formalizando el cierre de Guantánamo. Es demasiado pronto para
decir si la administración tendrá éxito.
Algún día, Freedman ha creído por mucho tiempo,
“Estados Unidos se disculpará por Guantánamo y pagará repatriaciones de la
misma manera en la que lo hizo con la detención de los japoneses. Es tan grande
la mancha en la constitución estadounidense como lo fue eso”.
Fatima Bhutto es una escritora que vive en Pakistán. Sus libros más recientes son The Runaways>, una novela y New Kings of the World,
un reportaje no ficticio sobre la cultura popular global. Twitter: @fbhutto
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