Muros que separan
Burbujas
Hace 20 años cayó el muro de Berlin por cortesía de Gorbachov… y yo, por
coincidencia, estaba cuando, por primera vez, se permitió el paso libre en ambas
direcciones y cuando todo el mundo estaba, con entusiasta rabia, destruyendo el
muro de la ignominia.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, y durante algo más de 10 años, estudié en
la capital de Alemania y los recuerdos de esos años me hicieron sentir una
permanente angustia por ese muro, tanto por lo que era, como por lo que
representaba. Era ofensivo y estaba construido para impedir el paso a quienes
querían huir hacia la libertad.
Fue por esa razón que había decidido no volver a Berlin en tanto estuviera
ahí ese muro en el que murieron cientos al tratar de escalarlo para huir de la
esclavitud.
Un muro así no podía ser eterno, por muy poderosa que fuera la Unión
Soviética, por mucho que los rusos intentaran mantener la ciudad dividida y la
mente de la gente oprimida.
Fue el 9 de noviembre de 1989 un día memorable para mí porque Lucila y yo
estábamos ahí, participando de la preocupada alegría de los berlineses.
Por primera vez se permitió el paso a Berlin Occidental de unos autos rusos
que sonaban como máquinas de coser y que, ante los Mercedes y BMW de Berlin
Oeste, parecían de juguete corriente que iba a deshacerse. Esto mostraba la
diferencia entre la capacidad económica de los que habían sido esclavos y los
que habían sido libres.
Esos autos llenos de berlineses orientales, con una sonrisa de oreja a oreja,
y los ojos muy abiertos de asombro no solo ante lo que veían sino ante la
actitud de bienvenida de todos, vivían un hecho maravilloso: ¡Eran libres!
Reinaba la euforia… la gente destrozaba el muro y cada quien, incluido yo, se
llevaba como recuerdo un pedazo de cemento, para nunca olvidar lo absurdo que es
dividir pueblos y países con muros.
El mérito es de los estadounidenses que lucharon, en todos los foros, en
contra de ese muro. Incluso el presidente Kennedy, en un templete que se podía
ver desde el otro lado gritó, desafiando a los rusos: "Ich bin ein Berliner!"
(Yo soy un berlinés)
En estos 20 años Berlin ha cambiado mucho. Ya era una gran ciudad… Ahora es
una bella metrópoli en la que el muro ya solo es un recuerdo sangriento de la
opresión de un pueblo.
Es por todo eso que me quedé perplejo al ver el muro que los Estados Unidos
están levantado en la frontera con México.
¡Los que tanto lucharon contra el muro ruso, están construyendo el muro
americano!
Quien visite San Ysidro, en California, se tiene que llevar la misma
impresión de ese muro que se sentía al ver el muro de Berlin, porque sirve para
lo mismo, solo que es producto nuestro.
Este muro impide la huida de la pobreza, una terrible esclavitud moderna,
hacia la libertad de una vida mejor, que nosotros llamamos "el sueño americano"
en el que quieren participar.
Nuestro muro, como el de Berlin, está coronado con alambres de púa y divide
pueblos que antes eran uno, aunque estuvieran en dos países…
Al verlo, especialmente de noche, fieramente iluminado, se siente una
angustia y se palpa la fuerza que está detrás, igual que se sentía en Berlin…
Las causas son distintas, lo sé y lo entiendo, pero la muestra brutal de
separación para impedir el paso, la misma.
Estaba yo escribiendo esta nota, con la televisión puesta en el Canal 11 del
Politécnico Nacional, de la Ciudad de México (un milagro cultural sin
comerciales) y estaba siendo entrevistado nuestro Gregorio Luke, Director del
Museo de Arte Latino Americano en Los Ángeles.
Luke es un gran mexicano, hombre inteligente y culto, de esos de los que
nosotros nos debemos sentir orgullosos y se los cuento porque en la entrevista
dijo: "Que el arte está construyendo puentes, por encima de los muros".
Ya había tenido el gusto de conocer a Luke y de escucharlo en una conferencia
en la inauguración de la "Canal Street Gallery" de la pintora Valentina
Atkinson, en Houston y me había impresionado.
En esta entrevista habló de la importante aportación cultural de los latinos
en los Estados Unidos y de cómo estaban influenciando el modus vivendi de
California.
Pero su frase "… el arte está construyendo puentes por encima de los muros"
hay que mantenerla viva y en mente. A ella hay que agregarle: "El arte no solo
es pintura, escultura y música, es el color y el sabor de Latinoamérica; es la
alegría de vivir aun en condiciones difíciles, que no detienen los muros porque
son parte integral de quienes somos originarios del ‘otro lado del muro’"; ese
otro lado que termina en la Patagonia.
Nada justifica convertir nuestra frontera en otro muro de Berlin cuando debe
haber otros medios para controlarla, para trabajar con México y con la sociedad
a ambos lados. Hay que recuperar la dignidad perdida en problemas de corrupción,
que no se combate con muros, en una frontera entre países amigos.
Vaya a Tijuana y vea el muro desde ese lado y sentirá, como yo, una opresora
angustia… Quizás nazca de ver a tantos con el deseo de escapar de la pobreza y
venir a este país que, aun en crisis, es inmensamente
rico…
Comentarios a rodolfo.casparius@gmail.com
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