Carta abierta de Michael Moore al presidente Obama
¿De verdad quiere convertirse en el nuevo
"presidente de la guerra"?
Michael MOORE Curro L. Vera
Lunes, 30 de noviembre de 2009
Querido presidente Obama:
¿De verdad quiere convertirse en el nuevo «presidente de la guerra»? Si
mañana por la noche se dirige a West Point y anuncia que va a incrementar las
tropas en Afganistán, en lugar de retirarlas, entonces es Ud. el nuevo
«presidente de la guerra». Así de simple. De este modo, hará lo peor que puede
hacer: destruir las esperanzas y los sueños que millones de personas habían
depositado en Ud. Con un simple discurso mañana por la noche, convertirá a una
multitud de jóvenes que conformaban la columna vertebral de su campaña en unos
cínicos desilusionados. Les enseñará que es cierto lo que siempre habían
escuchado: que todos los políticos son iguales. Me cuesta creer que esté a punto
de hacer lo que dicen que va a hacer. Haga el favor de decir que no es
cierto.
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No es tarea suya hacer lo que los generales le dicen que haga. Nuestro
Gobierno está en manos de civiles. Somos NOSOTROS los que les decimos a la Junta
de Jefes del Estado Mayor lo que hay que hacer, y no al contrario. El general
Washington insistió en que así fuera. Eso fue lo que el presidente Truman le
dijo al general MacArthur cuando este quiso invadir China. Tendría que haber
despedido al general McChrystal cuando este se presentó ante la prensa
sustituyéndole para decirles lo que UD. tenía que hacer. Permítame hablarle con
franqueza: nos encanta tener a nuestros chicos en las Fuerzas Armadas, pero no
soportamos a todos esos generales, desde Westmoreland en Vietnam hasta, sí,
hasta Colin Powell, por haber mentido a la ONU con sus dibujos inventados sobre
armas de destrucción masiva (desde entonces, busca la redención).
Ahora se siente acorralado. El pasado jueves, día de Acción de Gracias, hizo
treinta años que los generales soviéticos tuvieron una idea estupenda: «¡Vamos a
invadir Afganistán!». Y aquello resultó ser el último clavo del ataúd de la
URSS.
Hay una razón por la que no llaman a Afganistán el «jardín del Estado», a
pesar de que así deberían hacerlo viendo cómo el hermano del presidente corrupto
Karzai, al que apoyamos, está metido en el negocio de la heroína y cultiva
adormidera. A Afganistán se le conoce como el «cementerio de los imperios». Si
no se lo cree, llame a los británicos. Le diría que llamara a Gengis Kan, pero
he perdido su número. El que sí que tengo es el de Gorbachov: +41 227891662.
Estoy seguro de que tendrá mucho que contarle sobre el error garrafal que está a
punto de cometer.
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Nuestro colapso económico continúa en pleno apogeo, mientras que nuestros
preciados jóvenes están siendo sacrificados en el altar de la arrogancia y la
codicia. De convertirse en el «presidente de la guerra», el desmoronamiento de
esta gran civilización que llamamos Estados Unidos se enfila a todo gas hacia el
olvido. Ningún imperio piensa que el fin está cerca, hasta que realmente le
llega. Los imperios piensan que un mal mayor forzará a los paganos a doblegarse…
aunque nunca fue así. Lo normal es que los paganos los hagan trizas.
Elija con cuidado, presidente Obama. Precisamente Ud. sabe que no tiene por
qué ser así. Tiene todavía unas horas para escuchar a su corazón y a su propio
buen juicio. Sabe que no puede resultar nada bueno de enviar más tropas a un
lugar del mundo que ni Ud. ni ellos mismos entienden, con el fin de alcanzar un
objetivo que ni Ud. ni ellos mismos entienden, a un país que no quiere que
estemos allí. En el fondo, es eso lo que presiente.
Sé que Ud. sabe que quedan MENOS de cien miembros de Al-Qaeda en Afganistán.
¿Cien mil soldados para aplastar a cien tíos que viven en cuevas? ¿Lo dice en
serio? ¿Se ha tomado la misma pócima que Bush? Me niego a pensar que sea
así.
Su posible decisión de propagar la guerra, mientras afirma que si lo hace es
precisamente para «poner fin a la guerra», hará más por grabar su legado en una
lápida que todas las otras grandes cosas que ha dicho o hecho durante su primer
año.
Lánceles otro hueso a los republicanos y acabará con
la coalición de esperanzados y desesperados… y este país volverá en un santiamén
a estar en manos de los dueños del odio.
Elija con cuidado, Sr. Presidente. Los que le apoyan en su equipo le
abandonarán tan pronto como quede claro que es Ud. un presidente de un solo
mandato y que el país volverá a estar en manos de los idiotas habituales que lo
siguen buscando. Y eso podría suceder el miércoles por la mañana.
Nosotros, el pueblo, le seguimos queriendo. Nosotros, el pueblo, seguimos
confiando en Ud. Pero nosotros, el pueblo, no podemos aguantar más. No
aguantamos que ceda, después de haberle elegido con un margen de millones de
votos para que llegue al poder y haga su trabajo. ¿Qué parte de «victoria
arrolladora» es la que no entiende?
No se engañe al pensar que enviar unos cuantos soldados más a Afganistán
marcará la diferencia o le hará ganarse el respeto de los dueños del odio. Pues
estos no pararán hasta hacer trizas este país y sacar hasta el último dólar a
los pobres y a los que pronto lo serán. Aunque envíe un millón de soldados, la
derecha demente no se dará por satisfecha. Seguirá siendo la víctima del
incesante veneno que reparten en sus programas de radio y televisión porque da
igual lo que haga, ya que no puede cambiar lo único que tiene Ud. que les saca
de sus casillas.
Los dueños del odio no fueron los que le votaron, y tampoco ganarán aunque
nos abandone a todos nosotros.
Presidente Obama: es hora de volver a casa. Pregúntele a sus vecinos de
Chicago y a los padres de los jóvenes que están combatiendo y muriendo si
quieren enviar más miles de millones y más tropas a Afganistán. ¿Qué cree que
dirán? «No, no nos hace falta cobertura médica, ni empleos, ni casas. Adelante,
Sr. Presidente, mande nuestro bienestar y a nuestros hijos e hijas al
extranjero, porque tampoco nos hacen falta».
¿Qué haría Martin Luther King Jr.? ¿Qué haría su abuela? No enviarían más
pobres a matar a otros pobres que no les suponen amenaza alguna; eso es lo que
harían. No gastarían miles de millones y billones en una guerra al tiempo que
los niños estadounidenses duermen en las calles y hacen colas por un trozo de
pan.
Todos nosotros que le votamos, que rezamos por Ud., que lloramos la noche de
su victoria, hemos soportado durante ocho años un infierno orwelliano de
crímenes cometidos en nuestro nombre: torturas, pronunciamientos, abolición de
los derechos civiles, invasión de países que no nos habían atacado, bombardeos
de barrios en los que «podría estar» Sadam, pero en los que nunca estaba,
matanzas durante la celebración de bodas en Afganistán… Vimos cómo
descuartizaban a cientos de miles de civiles iraquíes y cómo morían asesinados,
resultaban mutilados o padecían angustia psicológica decenas de miles de
nuestros valientes hombres y mujeres… Los horrores de la guerra en toda su
extensión, de los que poco sabemos.
Cuando le elegimos, no esperábamos milagros. Ni siquiera esperábamos grandes
cambios, aunque algunos sí.
Pensamos que detendría la locura, las matanzas, la
idea vesánica de que unos hombres armados puedan reorganizar un país que ni
siquiera funciona como tal y que jamás lo ha hecho.
¡Deténgase! Por las vidas de los jóvenes estadounidenses y de los civiles
afganos, deténgase. Por su presidencia, esperanza y futuro de nuestro país,
deténgase. Por el amor de Dios, deténgase. Esta noche seguimos esperanzados.
Mañana, ya veremos. La pelota está en su tejado. NO tiene que hacerlo. Puede ser
un símbolo del coraje. Puede ser el hijo de su madre.
¡Contamos con Ud.!
Michael Moore
MMFlint@aol.comMichaelMoore.com
Fuente: http://www.michaelmoore.com/words/mikes-letter/open-letter-president-obama-michael-moore
Artículo original publicado el 30 de noviembre de 2009
Sobre
el autor
Curro L. Vera es miembro de Tlaxcala, la
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reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al
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