Médicos estadounidenses aprobaron la tortura y negaron atención a
cautivos
Sherwood Ross Global Research 7 de Julio de 2010
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Doctores estadounidenses en Oriente Próximo aprobaron rutinariamente la
tortura de sospechosos capturados y les negaron medicamentos críticos como
insulina, a veces con consecuencias letales, según un informe documentado
publicado en Utne Reader.
En diciembre de 2002, el secretario de defensa Donald Rumsfeld emitió una
directiva que permitía a los interrogadores negar la atención médica en
situaciones que no fueran de emergencia para que “a hombres con lesiones,
incluyendo heridas de bala, se les negara tratamiento como medio para hacerlos
hablar”, escribe la autora Justine Sharrock. Aunque la directiva fue revocada
poco después “la práctica continuó”, dijo.
Los interrogatorios realizados en la infame instalación de Abu Ghraib en
Bagdad tenían que ser aprobados previamente por un médico y un psiquíatra, y la
CIA recibió órdenes parecidas para los castigos que infligía en sus
instalaciones.
Sharrock cita al médico Andrew Duffy de la compañía médica 134 de la Guardia
Nacional de Iowa quien le dijo que la actitud de los oficiales médicos de Abu
Ghraib hacia los prisioneros era “¡que se vayan a la mierda esos tipos!” y que a
él lo habían ridiculizado por tratar de salvar la vida de un hombre usando
reanimación cardiopulmonar (RCP).
Poco después de la publicación de las fotos de Abu Ghraib que estremecieron
al mundo en 2004, y de que el Pentágono prometiera dejar de maltratar los
prisioneros, “los hombres seguían siendo atados a sillas de sujeción y
abandonados al sol durante horas o encerrados en celdas demasiado pequeñas para
acostarse”, escribe Sharrock. “Los médicos encontraban regularmente a
prisioneros deshidratados, con las muñecas ensangrentadas por esposas demasiado
estrechas, tobillos hinchados por haberlos obligado a estar de pie,
articulaciones descoyuntadas por posiciones forzadas”. (La ex comandante de Abu
Ghraib general Janis Karpinski estimó una vez que un 90% de los prisioneros eran
inocentes).
En un caso que tuvo que ver con el detenido Nº 173379, quien parecía
necesitar una inyección de insulina, dijeron a los enfermeros que en su lugar le
inyectaran solución salina utilizando una aguja de calibre 14 de un diámetro de
más de dos milímetros, del tipo que se utilizaba para castigos o para disuadir a
prisioneros de pedir atención; los policías militares lo rociaron con aerosol de
pimienta y lo encerraron en una pequeña celda en el calor abrasador, escribe
Sharrock, y murió al día siguiente. La queja de Duffy a su capitán supervisor
desapareció.
El máximo responsable de la salud del Pentágono, el doctor William
Winkenwerder Jr., permitió en 2005 que médicos militares participaran en
torturas y compartieran antecedentes médicos con interrogadores siempre que un
detenido no fuera oficialmente su paciente, escribe Sharrock. Winkenwerder,
agrega, recibió ese año un galardón de la Asociación Médica Estadounidense (AMA,
por sus siglas en inglés) por contribuciones excepcionales “a la mejora de la
salud pública”. La AMA se ha negado a condenar las prácticas de tortura del
Pentágono y de la CIA y no reaccionó cuando en febrero de 2006, la Comisión de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas condenó a doctores estadounidenses por
haber participado “sistemáticamente” en maltratos a los detenidos. El bioético
Steven Miles de la Escuela de Medicina de la Universidad de Minnesota dijo que
la condena de la ONU debería haber sido “un llamado a las armas” pero “la AMA no
dijo nada”.
Sharrock señaló que ninguno de los máximos responsables de la AMA con los que
se puso en contacto estuvo dispuesto a comentar sobre su artículo. La Junta
Reguladora del Estado, que tiene autoridad para suspender licencias, tampoco
“sancionó alguna vez a un doctor por su ayuda en la tortura militar”.
En cuanto a la Asociación Psiquiátrica Estadounidense (APA), su presidente
Steven Sharfstein señaló en mayo de 2006 que los psiquíatras “no tendrían
problemas” si obedecían órdenes militares antes que la recomendación de la APA
de que sus miembros no debieran ayudar directamente en interrogatorios, la que,
agregó, no debería considerarse “una regla ética”, escribe Sharrock. Su artículo
en Utne Reader fue publicado primero en la revista Mother
Jones.
………….
El galardonado periodista Sherwood Ross informó anteriormente para
agencias noticiosas e importantes periódicos, incluyendo el Miami Herald
y New York Herald-Tribune. Para contactos escriba a:
sherwoodross10@gmail.com
Fuente: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=20031
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|