Recuerdos de “UN ASESINO COLATERAL” por
alguien que estuvo allí.
Ethan McCord 1 de julio de 2010
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 12 de septiembre de
2010
El olor no se parecía a nada que hubiera antes olido, una mezcla de mierda,
orina, sangre, tabaco y algo más indescifrable.
Ese día comenzó como muchos días en Irak. Nos despertábamos alrededor de las
2h30 de la madrugada para prepararnos para una misión que parecía sin destino.
Nuestro comandante del Batallón los llamaba “Dominio de la milicia”. Pero muchos
de los soldados como yo mismo los llamábamos la “milicia de estúpidos”. Esas
misiones eran dos compañías que caminaban a través del nuevo Baghdad
desprotegido de francotiradores y de Artefactos Explosivos Improvisados (AEI).
Los temíamos y despreciábamos a nuestro comandante de batallón a causa de
ellos.
Esa mañana nos juntamos en la Zona de Embarque del Rustamiyah para
prepararnos para nuestra “caminata de la muerte” al interior de la ciudad. Eran
alrededor de las 4h00 de la madrugada cuando escuchamos las sirenas. La primera
BOMBA no estuvo tan lejos de donde estábamos. Ahora nos hemos acostumbrado a
ellas aunque nos asusten cuando sabemos que si corremos por protección parecemos
cobardes a los ojos de algunos de nuestros Oficiales sin Rango (OSR).
Entonces, la mayoría de nosotros se quedaba detenido allí rogando para que
ese mortero no cayera en nuestro lado. Vivimos tratando de parecer valiente sin
serlo.. Somos la Infantería, la reina de la batalla. Somos la Primera
Infantería, el brindis de la armada o el hijo favorito. Somos una tropa de 2 a
16. Nos preciábamos de ser los más fuertes, pero al mirar a los ojos a eso
jóvenes de 18 a 19 años, tú puedes observar el temor, la incertidumbre.
Finalmente, los morteros se detuvieron.
“Saben que venimos”, dijo una en mi escuadra. Intenté convencerlo de que no
sabían que estábamos llegando, que era solamente una coincidencia, a pesar de
que ni yo mismo creía en lo que estaba diciendo. Comenzamos nuestra caminata
temprano por la mañana, casi no había gente en las calles. Todo parecía en
calma, casi en paz. Podías ser capturado en el silencio si no temías ser baleado
en la garganta o en el muslo por un francotirador. Los francotiradores a menudo
apuntaban a esas zonas porque eran puntos desprotegidos. La garganta por motivos
obvios y el muslo por la arteria femoral.
Muchos de nosotros caminábamos con la punta de nuestras armas M4 muy cerca de
nuestro cuello casi en un intento sin sentido para protegernos.
Nuestra misión de ese día fue acordonar un sector del nueva Baghdad y llevar
a cabo lo que denominábamos “golpeas y buscas” lo que básicamente consistía en
golpear en las puestas de las casas “pidiendo permiso” para llevar a cabo la
búsqueda de materiales relacionados con armamento, armas, material para
construir bombas. A pesar de que era más que solicitar permiso porque si ellos
no lo autorizaban, nos estaban dando paso para destruir sus casas para llevar a
cabo una búsqueda más vigorosamente.
Se nos pasaba el tiempo haciendo esto: no encontrábamos nada y quedábamos
extremadamente acalorados y agitados. Algunos de nosotros se quedaban ocupando
el tiempo tomando fotografías de lo que hacíamos.
Finalmente, nos informaron de que debíamos “cerrar la tienda”. Recuerdo haber
dado gracias por ello. Había más de 110 grados ese día y el agua caliente que
bebíamos no nos alentaba. Comenzamos a encauzar un callejón para salir del área
cuando algunos residentes desde los techos arriba de nosotros empezaron a abrir
fuego contra nosotros con sus armas AK47. Nos protegimos en una muralla y
respondimos al fuego. Podíamos escuchar el fuego viniendo del otro pelotón a tan
sólo unas cuadras de nosotros en la red. Podíamos escuchar sus pequeñas armas y
el fuego de su armamento.
Fue justo allí cuando escuché el fuego de un cañón Apache 30MM. Y nuevamente
y otra vez. Estaban muy cerca, alguien gritó en la red “NECESITAMOS CAMBIAR DE
POSICION”. El equipo de soldados con quien estaba y yo mismo comenzamos a correr
en dirección hacia donde habíamos escuchado el fuego del cañón Apache 30MM. No
estaba ni siquiera tan cerca para haberme preparado para la matanza en la que
caminaba.
El equipo con el que estaba y yo mismo fuimos los primeros soldados en llagar
a la escena. Vi lo que parecía haber sido tres hombres en una esquina. Fue un
choque para mí. No parecían humanos. Sé que lo fueron pero ante la matanza
humana que tenía frente a mis ojos no parecían seres humanos. Luego sentí el
olor, un olor que no se parecía a nada que hubiera antes olido, una mezcla de
mierda, orina, sangre, tabaco y algo más indescifrable. Vi un armamento cerca de
los hombre y un arma AK47.
Escuchaba un llanto. Alguien lloraba. No era un llanto de dolor, sino uno de
un pequeño niño que se “había despertado de esa horrible pesadilla. Vi que había
una pequeña camioneta y parecía que el llanto venía de allí. Un soldado de 20
años y yo caminamos hacia la camioneta y miramos al interior.
El soldado con quien estaba retrocedió y comenzó a vomitar y rápidamente
corrió. Lo que vi fue una pequeña niña de 4 años en el asiento del copiloto.
Tenía una profunda herida en su vientre y estaba cubierta de vidrio. El vidrio
estaba en su cabello e incluso en sus ojos. Al lado, en el piso, había un niño
de casi 7 años con la cabeza tirada, se movía con el aldo derecho de su cabeza,
mi primera impresión fue que estaba muerto.
Inmediatamente concluí que quienes estaban en el asiento del chofer podrían
haber sido los hijos del padre, quien estaba con la cabeza encorvada sobre los
niños en una posición para protegerlos. No había modo de que el padre estuviera
vivo. Inmediatamente tomé a la pequeña niña y grité “UN MEDICO”- El doctor y yo
fuimos en dirección a una casa detrás de la camioneta. Había un hombre del
pueblo escondido en la cocina de la casa. Le grité en árabe, “AYUDEME”. Se puso
de pié e inmediatamente tomó un cubo de agua con el que el médico y yo limpiamos
a la pequeña niña. Le saqué tantos vidrios como pude de sus ojos.
Todo el tiempo pensaba “¿QUE MIERDA? SON BEBES”. Mi hijo q euien no he tenido
la oportunidad de conocer todavía nació el 31 de agosto de 2007. Y tuve una niña
que es apenas mayor que esta niña. El médico envió un mensaje por radio
indicando que necesitaba ser evacuada porque no el no podía hacer nada más por
ella ahí. Le pasé la niña al médico, quien corrió con la niña hacia un vehículo
Bradley blindado. Regresé a la camioneta. No sé por qué lo hice o lo que me
llevó a regresar a la camioneta, era algo que me hacía regresar a la camioneta.
Examiné al interior nuevamente… ¿Se movió el niño? Mierda, el niño acababa de
moverse. Lo saqué de la camioneta y lo apreté contra mi pecho. Gritaba, “EL NIÑO
ESTA VIVO. EL NIÑO ESTA VIVO”.
Comencé a correr hacia el vehículo Bradley blindado con la esperanza de que
no se hubiera marchado. En ese momento el niño me miró y luego sus ojos
retrocedieron. Mi corazón latía, “Todo está bien, ya te tengo, todo pasará, no
mueras, no mueras”. Lo apreté un poco más intensamente y lo puse en el vehículo
Bradley blindado tan suavemente como pude.
“¿Qué MIERDA ESTAS HACIENDO MCCORD?”. Era el jefe de mi pelotón. “Debes dejar
de preocuparte de esos pequeños hijos de putas y vigilar la seguridad”, me
gritaba. Le dije “Sí, señor” e inmediatamente me fui hacia la parte superior de
un techo para vigilar. Mientras estaba allí, uno de los soldados me fotografió.
No me di cuenta de que la sangre de ambos niños estaba sobre mi cuerpo.
Desde entonces, después de que lo que viví, mi cabeza me quema. Todavía
escucho los llantos, huelo los olores, cuando todo está en calma y cierro mis
ojos veo la matanza, como una exposición de diapositivas. Espero que algún día
pueda dormir una noche completa sin recuerdos que me obsesionan, las pérdidas de
inocentes, los amigos que perdí. Con algo de suerte algún día ya no estaré tan
enojado.
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|