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La Copa del Mundo en Guantánamo

Como ex detenido de Guantánamo, fue difícil para mí disfrutar Qatar 2022.

Mansoor Adayfi
Escritor, artista, activista y ex prisionero de Guantánamo
Al Jazeera
18 de enero de 2023

Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 20 de junio de 2023

FILE - In this Wednesday, April 17, 2019 file photo reviewed by U.S. military officials, the control tower is seen through the razor wire inside the Camp VI detention facility in Guantanamo Bay Naval Base, Cuba.

Ver el torneo de Qatar me hizo revivir las esperanzas, miedos y frustraciones que experimenté durante mis 14 años de encarcelamiento en Guantánamo, escribe Adayfi (Foto AP Alex Brandon, File)

En el 2022 fuimos testigos de una Copa del Mundo como ninguna antes – una Copa del Mundo que estuvo llena de primeras veces, especialmente para los fans del futbol en el sur del hemisferio. Celebrándose en Qatar, fue la primera vez que un país árabe fue anfitrión. Millones de musulmanes pudieron experimentar el evento deportivo más importante en lugar en su propio barrio. También vimos a un país africano llegar a las semifinales en la primera vez en la historia de la Copa del Mundo. Cierto, Argentina se llevó el trofeo a casa, pero incontables fans de futbol en el mundo se sintieron ganadores.

El mismo torneo, sin embargo, me dejó triste y con un dolor de cabeza punzante. Mientras veía los juegos en el café cerca de mi hogar en Belgrado, Serbia, rodeado de fans de futbol pegados a las pantallas, luché con compartir su alegría. Los ruidos fuertes, caras animadas y la emoción en el aire me transportaron de vuelta a Guantánamo, en el 2010, cuando a nosotros, los prisioneros, nos permitieron ver la Copa del Mundo por primera vez. Ver el torneo de Qatar me permitió revisitar esperanzas, miedos y frustraciones que experimenté mi encarcelamiento de 14 años y preguntarme cuándo aquellos de nosotros que sobrevivimos Guantánamo finalmente tendremos justicia.

Llegué al infame centro de detención militar en Guantánamo, Cuba, a principios del 2002, unos meses antes del inicio de la Copa del Mundo. Tenía poco interés en futbol y, mientras trataba de entender lo que me estaba sucediendo y en dónde estaba, no pensé realmente acerca de la competición que se aproximaba. Al principio, otros prisioneros tampoco estaban hablando mucho acerca de la Copa del Mundo. En aquellos primeros días de nuestro encarcelamiento, estuvimos detenidos en Camp X-Ray, en filas de jaulas encadenadas y raramente nos daban la oportunidad de hablar con otros prisioneros. Y, cuando teníamos oportunidad de intercambiar algunas palabras, hablábamos acerca de nuestros prospectos de liberación, en lugar de futbol.

Con el tiempo y después de las protestas y una huelga de hambre, nos permitieron hablar entre nosotros otra vez. Una vez que nos pudimos conocer, no tomó mucho antes de que las conversaciones fueran acerca de la Copa del Mundo.

Los hombres me contaron acerca de sus jugadores favoritos, los juegos que nunca olvidarían y los equipos que les gustaría ver competir. Pareciera que algunos de ellos sabían todo lo que había que saberse acerca de la Copa del Mundo – quiénes eran los mejores jugadore y equipos, quién había anotado más goles, los distintos uniformes locales y de visitantes…toda la historia de la FIFA y la Copa del Mundo. Yo tenía sólo 19 años y no sabía mucho de futbol, así que estaba feliz de que mis nuevos hermanos me introdujeran a este nuevo mundo loco.

Muchos de los prisioneros esperaban ser liberados antes del inicio del torneo. Ya habíamos sostenido una huelga de hambre y logrado que el general a cargo del campo admitiera que “la mayoría de nosotros no deberíamos estar aquí”. Nos había dicho que Washington pronto enviaría a alguien a evaluar nuestros casos. Todos pensamos que veríamos el partido de inauguración de la Copa del Mundo 2002 en nuestro hogar, con nuestros amigos y familia.

Pasaron días y semanas, sin embargo y nada cambió – nadie vino a evaluar nuestros casos. Después de tres meses en Camp X-Ray nos movieron a Camp Delta, un camp más permanente hecho de contenedores de transporte. Ya en nuestras nuevas jaulas, perdimos toda esperanza de ser liberados a tiempo para la Copa del Mundo.

Durante la Copa del Mundo, los interrogatorios en Guantánamo fueron intensos y se sentían como infinitos. Algunos de los reclusos todavía se atrevían a preguntarles a los interrogadores qué equipos iban bien en el campeonato. Decían que la Copa del Mundo había sido “cancelada” porque “Osama Bin Laden amenazó con atacar los juegos”. ¿Por qué amenizaría Bin Laden con atacar juegos de fútbol que se llevarían a cabo en Japón y Corea del Sur? Sabíamos que los interrogadores estaban mintiendo. No querían que nosotros siquiera pensáramos acerca del evento que nos pudiera dar algo de alegría y hacernos olvidar, brevemente, nuestro sufrimiento.

Sin la voluntad de admitir derrota, mis compañeros prisioneros se embarcaron en la búsqueda de resultados de los juegos de la Copa del Mundo. En ese entonces, nadie tenía abogados, así que encontrar alguien que nos diera noticias del mundo exterior no era fácil. Incluso los representantes de la Cruz Roja se negaban a hablarnos de la Copa del Mundo porque “era en contra de las reglas del camp”. Aquellos de nosotros que hablaban inglés repetidamente le preguntábamos a los guardias. La mayoría jamás respondía, pero pocos, ocasionalmente, nos daban los marcadores.

Así que cuando alguno de los prisioneros se enteraba del resultado de algún partido, lo gritaba. Las noticias viajarían de contenedor en contenedor, jaula a jaula, con presos o celebrando o quejándose del resultado.

Esa Copa del Mundo la ganó Brasil, no sólo dándonos una línea de vida al momento de gran desesperanza, sino ayudándonos a hacer un camino para que formáramos una relación con los guardias. Nuestro interés en el torneo y conocimiento del futbol, así como en nuestro dominio del inglés, sorprendió profundamente a los guardias, a quienes les hicieron creer que éramos animales sin educación y locos buenos para nada más que para la violencia.

La administración de la prisión no olvidó el amor de los prisioneros por el futbol después de la Copa del Mundo del 2002. El siguiente año, llevaron un balón de futbol a la prisión y anunciaron que los prisioneros obedientes tendían permitido jugar con él en una jaula dos veces a la semana por diez minutos. El arreglo fue bien recibido por los prisioneros. Muchos entraron a la jaula para patear el balón, quemar algo de energía y sacar estrés, mientras que otros hacían trucos y mostraban sus habilidades.

En el 2005, la administración comenzó a permitir que los prisioneros obedientes jugaran con el balón en el patio de recreación, en pares, dos veces a la semana por treinta minutos. Los prisioneros usaban botellas de agua como postes de portería y el juego continuaría hasta que una de las botellas fuera derribada.

Mientras se acercaba la Copa del Mundo del 2006, con Alemania como anfitrión, comenzamos a trabajar para podernos asegurar de verla. Para ese entonces ya teníamos acceso a abogados que ofrecieron llevarnos una televisión para ver los partidos. La administración de la prisión rechazó esta oferta directamente.

No era para nada sorprendente que las autoridades de la prisión nos negaran actividades recreacionales inocentes como esta. En el 2006, la situación en Guantánamo fue peor que nunca antes. La mayoría de nosotros habíamos estado en la prisión más de tres años y teníamos pocas esperanzas de encontrar justicia o libertad. El abuso era abundante y lentamente estábamos perdiendo nuestra voluntad para seguir nuestra lucha.

Así que, a solo unas semanas del inicio de la Copa del Mundo, nuevamente comenzamos una huelga de hambre para protestar nuestra detención arbitraria, tortura, abuso y tratamiento inhumano. Más de 400 de nosotros nos negamos a comer. La administración rápidamente rompió la huelga con alimentaciones forzadas brutales. El 10 de junio del 2006, un día después del partido inaugural de la Copa del Mundo, tres prisioneros fueron encontrados muertos en sus celdas bajo condiciones sospechosas. Luego los guardias antidisturbios irrumpieron en nuestras celdas. La vida en la prisión era un infierno. A los guardias les instruyeron no hablarnos acerca de nada, mucho menos de la Copa del Mundo. La mayoría de las cartas, incluyendo aquellas de nuestros abogados, fueron arbitrariamente confiscadas. Nuestro sueño de disfrutar la Copa del Mundo con el resto del mundo había sido, nuevamente, aplastado.

Durante los siguientes años, nuestra situación no mejoró en ninguna manera y ver futbol quedó como un sueño distante. Pero todo cambió después de las elecciones presidenciales del 2008.

Barack Obama, quien había prometido cerrar Guantánamo como presidente, se mudó a la Casa Blanca. El 22 de enero del 2009, en su segundo día en el poder, emitió una orden ejecutiva para que la prisión cerrara dentro de un año. Los republicanos en el senado bloquearon sus esfuerzos y eventualmente dejó el poder sin haber cerrado Guantánamo, pero su presidencia llevó a algunos cambios positivos en la prisión.

Bajo la presidencia de Obama, aseguramos el derecho a vivienda comunal y cuidado médico, así como llamadas con nuestros familiares. También ganamos acceso a televisores, periódicos, libros y consolas de videojuegos, clases y DVD. Y, para el goce de nuestros muchos hermanos enloquecidos por el futbol, nos dieron acceso a las grabaciones de las Copas del Mundo del 2002 y 2006 a través de la biblioteca.

Cuando comenzó la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010, la emoción estaba en el aire en Guantánamo. No podíamos ver los partidos en vivo pero la biblioteca distribuía los horarios y le daba a cada bloque las grabaciones de los partidos. De futbol era de lo único que hablaban todos.

No había visto un solo partido de la Copa del Mundo antes, pero, a pesar de no tener mucho interés en el juego, verdaderamente disfruté ver a todos mis hermanos pegados a la pantalla. Animaban, gritaban y a veces golpeaban contra las mesas o se jalaban el pelo en frustración. Comentaban constantemente acerca del desempeño de los jugadores, criticando a los directores y analizando estrategias de equipo. Por una vez, nuestras vidas se sintieron algo normal. Éramos como millones de otros alrededor del mundo – enfocándonos en el juego para olvidar nuestros problemas.

Después de la Copa del Mundo del 2010, el futbol permaneció como parte de la vida en Guantánamo. Un año después, en el 2011, teníamos nuestra propia “Copa de Guantánamo”, en donde bloques de prisioneros jugaban contra otros. Ambos jugadores y fans tomaban el campeonato muy seriamente, había cantos, tarjetas rojas, discusiones acaloradas e incluso peleas. Los perdedores debían cocinar una buena comida para los ganadores. Los guardias también se involucraron, apoyando a sus equipos preferidos y apostando a quienes creían que ganarían.

Al final de nuestra “Copa de Guantánamo”, queríamos armar un equipo de estrellas de prisioneros y jugar en contra de los guardias con la condición de que, si ganábamos, nos dejarían salir de Guantánamo. Teníamos jugadores muy buenos y estábamos seguros de que íbamos a ganar en una competencia justa. Nos dijeron que la administración de la prisión y el Pentágono revisaría nuestra propuesta y nos contestarían. Más de una década más tarde, seguimos esperando una respuesta. Algunos de nosotros ya somos libres, pero con gusto regresaríamos a jugar en contra de los guardias y ayudar a liberar a nuestros hermanos que siguen encarcelados.

En verdad intenté disfrutar la Copa del Mundo del 2022 como un hombre libre, pero no podía dejar de pensar en mis 35 hermanos todavía atascados en Guantánamo. ¿Les estaban permitiendo ver los partidos como a nosotros en el 2010? ¿Alguna vez se podrán sentar en un café o en sus propia sala para ver una final de la Copa del Mundo rodeados de sus amigos y familia?

De los prisioneros todavía en Guantánamo, 21 han sido oficialmente aprobados para liberación. Nosotros, sin embargo, no sabemos exactamente cuándo serán liberados o qué les va a pasara a los que queden. Después de cuatro años sin esperanza con Donald Trump, quien prometió expandir Guantánamo en lugar de cerrarla, los demócratas están de vuelta en el poder. No hay, sin embargo, ninguna palabra todavía acerca de cuándo esta cámara tropical de tortura será aventada a la basura de la historia.

Estados Unidos será uno de los co anfitriones de la Copa del Mundo en el 2026. Me pregunto si Guantánamo va a estar cerrada para entonces o si se habrán tomado medidas para darnos justicia a quienes hemos sufrido ahí. No tengo esperanza, pero me gustaría ver llamados para la cancelación de la próxima Copa del Mundo debido a los incontables abusos de derechos humanos por parte de América, incluyendo aquellos que siguen siendo perpetuados en Guantánamo.

Los puntos de vista expresados en este artículo son del autor y no necesariamente reflejan la postura de la editorial de Al Jazeera.


 

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