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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.




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Las similitudes entre Guantánamo y los tribunales militares israelíes


Guantánamo y los tribunales militares israelíes tienen el mismo objetivo: hacer legales los sistemas de violación de procesos judiciales justos, la tortura y la detención arbitraria e indefinida.

Ambos tribunales militares propugnan y rechazan simultáneamente la ley bajo un disfraz de excepcionalidad. Lo que siempre debemos recordar es que estos sistemas se basan en el poder, no en la adhesión a estado de derecho. Los regímenes jurídicos temporales y excepcionales se convierten en perpetradores de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.

Altas vallas de alambre de púas rodean un complejo de remolques y unidades móviles que conforman los tribunales de guerra de Guantánamo. No existe ninguna versión pública completa del campo: su exterior desnudo y su interior de alta tecnología son secretos. Conocido formalmente como "Complejo Jurídico Expedicionario" y con el irónico nombre de "Campamento de Justicia" (Camp Justice), el gobierno estadounidense construyó el campamento militar para juzgar a las personas capturadas, torturadas y detenidas indefinidamente en la Guerra de Estados Unidos contra el Terror.

"En cualquier tribunal ordinario de Estados Unidos", me explicó la abogada defensora Annie Morgan, ella tendría acceso a la información básica del cliente, tal como los historiales médicos. Pero el tribunal especial de Guantánamo permite al gobierno ocultar cualquier información a la defensa por considerarla clasificada. Lxs interrogadorxs de la CIA torturaron a su cliente, Abd al-Rahim al-Nashiri, en lugares secretos de todo el mundo durante casi cuatro años antes de su traslado a Guantánamo en 2006. Al-Nashiri fue sodomizado, sometido a ahogamiento simulado y a simulacros de ejecución. Los procedimientos preliminares, ahora en su duodécimo año, continúan en su caso relacionado con el bombardeo del USS Cole, en el que los presuntos crímenes de guerra ocurrieron un año antes de que la administración del presidente George W. Bush lanzara su Guerra contra el Terror.

En Camp Justice, el juez militar, vestido de civil, permanecía indiferente en la sala improvisada. Lxs soldadxs se alineaban en el perímetro de la sala, algunxs de pie detrás de nosotrxs mientras observábamos los procedimientos de un tribunal desde detrás de tres cristales insonorizados y un retardo de audio de 40 segundos. Asistí a la semana de sesiones en calidad de observadora de prensa, sujeta a normas estrictas y protocolos siempre cambiantes.

Cuando entré por primera vez en el campamento militar, atravesé el laberinto de alambradas, puestos de control y remolques con una sensación de déjà vu. La escena de Guantánamo era casi una réplica de una visita, dos años antes, al Tribunal Militar israelí de Ofer, en la Cisjordania ocupada. En Ofer, altos muros de hormigón encierran la base militar y sus tribunales de remolques, construidos con el mismo material no permanente que en Guantánamo, pero más pequeños, más parecidos a barracones. En 2021, asistí a una sesión del juicio de la activista palestina por los derechos humanos y directora del Comité de Trabajadorxs de la Salud, Shatha Odeh.

En Guantánamo se finge más. Tienen pseudo tribunales, pero con interiores de alta tecnología, vestimenta civil y prolongadas batallas entre la defensa y la acusación. Los tribunales militares israelíes, sin embargo, no fingen. Los juicios se celebran en estrechos remolques y a menudo duran solo unos minutos, y el índice de condenas es superior al 99%.

Tanto los tribunales militares estadounidenses como los israelíes son invenciones de sistemas judiciales militares ad hoc. Poseen lógicas de guerra distintas, guerra global contra el terrorismo versus ocupación militar extranjera, pero tienen el mismo objetivo: transformar en sistemas legales las violaciones de juicios justos, la tortura y la detención arbitraria e indefinida.

La paradoja de legalidad e ilegalidad es clave. Estados Unidos e Israel basan su derecho a crear estos tribunales en diferentes apartados del derecho internacional, las leyes de conflicto armado y de ocupación, respectivamente, que permiten el uso de tribunales militares con mandatos limitados. Por el mismo giro de tuerca jurídico, se defienden como sistemas "temporales" y "excepcionales"; de ahí que los juzgados de remolque no sean permanentes. Pero ninguno de los dos sistemas judiciales tiene fecha de caducidad. El sistema judicial militar israelí, vinculado a la ocupación de Cisjordania y Gaza en 1967, tiene más de 50 años, y las comisiones militares de Guantánamo, una creación posterior al 11 de septiembre, más de 20. Son innovaciones que se justifican con argumentos jurídicos rebuscados. Pervierten el derecho nacional e internacional, crean nuevas categorías de excepciones y, a veces, incluso deniegan por completo la ley. Y se han inspirado unas en las otras.

Jamil Dakwar, director del Programa de Derechos Humanos de la ACLU y anteriormente abogado del grupo de defensa de los derechos de lxs palestinxs Adalah, visitó por primera vez el campo de detención israelí de Ofer en nombre de Adalah hace más de dos décadas. "Se parecía literalmente a las primeras tiendas de Guantánamo", me dijo, "sin los ojos vendados, los grilletes y los dispositivos de privación sensorial, pero eran imágenes similares a la creación de un campo de detención desde cero".

El campo de detención de Ofer se abrió en 2002, tras la nueva invasión por la ocupación israelí de las principales ciudades palestinas de Cisjordania durante la Segunda Intifada. Entre 2002 y 2005, las fuerzas de ocupación israelíes detuvieron a decenas de miles de hombres, mujeres y niñxs palestinxs. El ejército israelí construyó el campo para recluir a lxs detenidxs palestinxs, cuyo número era tan elevado que ya no cabían en las instalaciones penitenciarias israelíes existentes. Junto con otros grupos de derechos humanos, Adalah solicitó con éxito al Tribunal Supremo israelí que permitiera la entrada de observadorxs externxs a Ofer. Lxs observadorxs impugnaron la legalidad y las condiciones del campo, que Dakwar describió como "trato cruel e inhumano, equivalente a tortura en algunos casos".

Cerca del campo de detención se encontraban los tribunales militares recién trasladados, relató Sahar Francis, directora de la Asociación Addameer de Apoyo a lxs Presxs y por los Derechos Humanos. La ocupación israelí alojaba a lxs detenidxs en masa en jaulas al aire libre y lxs trasladaba a sesiones judiciales celebradas en tiendas de campaña. Lxs abogadxs se esforzaban por dar abasto con el número de casos. Durante más de 20 años, Francis ha representado a miles de palestinxs juzgadxs ante los tribunales militares israelíes. Describió la expansión de las órdenes militares que criminalizan casi todos los aspectos de la vida palestina. Las fuerzas de ocupación israelíes procesan en los tribunales militares desde incidentes de tráfico hasta la pertenencia a una organización estudiantil o la "incitación" en las redes sociales. La jurisdicción extraterritorial de los tribunales está vinculada al pueblo palestino, no a la tierra: lxs colonxs israelíes ilegales de Cisjordania son procesadxs en los tribunales civiles israelíes. Francis ha visto transformarse Ofer en una base militar permanente, en una prisión y en el mayor de los dos tribunales militares israelíes, que en conjunto juzgan a miles de palestinxs cada año.

En Guantánamo, las primeras comisiones militares tuvieron lugar en 2004 en un edificio en el que antes se encontraba la consulta de un dentista. Los juicios fueron un "experimento fallido desde el principio", señaló Dakwar, que acudió en representación de la ACLU. Estados Unidos creó las comisiones para garantizar condenas. Favoreció a la acusación creando nuevas categorías de cargos y basándose en confesiones extraídas mediante tortura. El gobierno de Bush argumentó que en Guantánamo no se aplicaban ni la Constitución ni las Convenciones de Ginebra, pero el Tribunal Supremo anuló la primera orden de las comisiones militares de Bush, lo que llevó al Congreso a regular la figura del tribunal mediante la Ley de Comisiones Militares de 2006. La ley se modificó en 2009, después de que otra sentencia del Tribunal Supremo la anulara también en parte. Cada cambio fue un intento de reconfigurar un sistema que pudiera dar cabida a información secreta y a testimonios coaccionados. "Todos los casos presentados ante las comisiones militares se basan en la tortura", me explicó Morgan. Más de una década después, su equipo sigue litigando un caso en el que el gobierno utiliza abiertamente pruebas obtenidas mediante tortura.

Antes de la invención de las comisiones militares, el gobierno estadounidense intentó cambiar las definiciones de tortura para que se ajustaran a la ley. En su libro The War in Court: Inside the Long Fight Against Torture, Lisa Hajjar explica cómo la administración Bush recurrió a Israel para que le ayudara a generar fundamentos jurídicos para justificar la tortura. Israel, señala Hajjar, fue "el primer gobierno que reivindicó públicamente el derecho a utilizar técnicas de interrogatorio violentas como prerrogativa legítima para proteger la seguridad nacional".

El sistema jurídico israelí ha recurrido y legitimado repetidamente la tortura de detenidxs palestinxs. Las prácticas rutinarias empleadas por lxs interrogadorxs israelíes, posiciones de tensión extrema, golpes, privación del sueño, condiciones inhumanas, fueron relegadas como prácticas que no alcanzaban el nivel de tortura, mientras que los métodos de tortura más violentos estaban permitidos ampliamente en casos supuestamente de "bomba de tiempo". Al redactar los memorandos sobre tortura estadounidenses, John Yoo tomó prestado el lenguaje de la Comisión Landau israelí de 1987, que definía las prácticas de "presión física moderada" que no constituían tortura. Un memorando del Departamento de Justicia de agosto de 2002 cita una decisión del Tribunal Supremo israelí de 1999 que establecía una "necesidad de defensa" que autorizaba los métodos de interrogatorio violentos. Los principios duales de proporcionalidad y necesidad fueron elaborados por Estados Unidos e Israel para violar la prohibición absoluta de la tortura en virtud del derecho internacional y proteger a lxs funcionarixs frente a la posibilidad de que fueran procesadxs. La tortura en sí se convierte entonces en "información secreta" en ambos sistemas de tribunales militares, consolidando la impunidad de todxs lxs implicadxs.

En otras ocasiones, la influencia de la apología jurídica se trasladó de Estados Unidos a Israel. Tras el 11-S, Estados Unidos inventó una nueva categoría de persona: el "combatiente enemigo ilegal", que no era ni civil ni combatiente y, por lo tanto, podía ser despojadx de las protecciones de prisionerx de guerra de las Convenciones de Ginebra. El término aparece por primera vez en una orden militar de noviembre de 2001 que autorizaba la detención indefinida sin juicio y sentaba las bases para las comisiones militares. Dos meses después, Estados Unidos abrió Guantánamo. Cada nueva acta de las comisiones militares renovaba el estatus único de "combatientes ilegales" para permitir la detención indefinida continuada de lxs prisionerxs restantes.

Durante este periodo, las autoridades israelíes se esforzaron por justificar la detención ilegal de dos ciudadanxs libanesxs detenidxsdurante más de 10 años como moneda de cambio después de que una decisión del Tribunal Superior israelí se pronunciara en contra de su detención administrativa. Una vez que Estados Unidos codificó un nuevo estatuto especial, la Knesset israelí aprobó rápidamente su propia Ley de Combatientes Ilegales en 2002, aplicándola retroactivamente al caso de lxs rehenes libanesxs. La ley, señaló Francis, es "aún más draconiana" que las leyes de detención administrativa que permiten al régimen israelí detener a individuos, casi exclusivamente palestinxs, sin cargos ni juicio. A partir de 2005, la misma ley se convirtió en la base para la detención indefinida de palestinxs de Gaza, que pasaron a tener un estatuto jurídico distinto, lo que se sumó al mosaico de regímenes jurídicos que sustentan el sistema judicial militar israelí.

Los regímenes judiciales militares ad hoc supuestamente "temporales" se han convertido en anomalías, a menudo denominadas sui géneris, en el sistema jurídico internacional. Francesca Albanese, relatora especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en los Territorios Palestinos ocupados desde 1967, considera que esta clasificación es engañosa. "Al darles [a la ocupación y a los tribunales] una etiqueta excepcional sui géneris, normalizamos lo que debería ser una manifestación de ilegalidad", declaró. Una ocupación israelí arraigada es ilegal, señaló, como lo es un sistema judicial militar que sirve como su herramienta ejecutiva para el sometimiento del pueblo palestino.

Sin embargo, ambos tribunales militares defienden y rechazan simultáneamente la ley bajo un disfraz de excepcionalidad. Lo que siempre debemos recordar es que estos sistemas se basan en el poder, no en la adhesión al Estado de Derecho. Los regímenes jurídicos temporales y excepcionales se convierten en los promotores de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. El Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria publicó recientemente un llamamiento a la liberación de Abu Zubaydah, uno de los "prisioneros eternos" torturados por la CIA. Identificó violaciones sistemáticas en Guantánamo que "pueden constituir crímenes contra la humanidad". Addameer representa actualmente ante la Corte Penal Internacional los casos de tres niñxs palestinxs presxs.

Actualmente hay 5.000 palestinxs detenidxs en cárceles israelíes, entre ellxs más de 1.000 recluidxs indefinidamente sin cargos ni juicio, la cifra más alta desde 2003, en medio de una represión generalizada por parte de las fuerzas de ocupación israelíes que causaron la muerte de ;al menos 156 palestinxs en 2023. Las nuevas órdenes militares israelíes ilegalizan ;incluso a las organizaciones de derechos humanos que representan a presxs, incluida Addameer. Irónicamente, ahora son designadas "organizaciones terroristas", sujetas a detención y procesamiento por los mismos tribunales militares.

Los venenos legales de la Guerra de Estados Unidos contra el Terror y el colonialismo de lxs colonxs y el apartheid israelíes siguen gestándose con consecuencias transnacionales. La administración Biden dice que quiere cerrar Guantánamo, aún cuando las comisiones militares continúan debilitadas por un legado de torturas y secretos gubernamentales. Quedan treinta detenidxs, entre ellos 16 que pueden ser extraditadxs y tres prisionerxs perpetuxs. Cuando dejé Guantánamo, se estaba construyendo una nueva sala de audiencias con remolques, por valor de 4 millones de dólares. La arquitectura jurídica y física de Guantánamo sigue siendo una advertencia, o, en manos equivocadas, un modelo, para las futuras administraciones y gobiernos estadounidenses y de todo el mundo.

Ayah Kutmah es escritora e investigadora especializada en derechos humanos y de lxs presxs en Oriente Medio. Anteriormente colaboró con Addameer, Asociación de Apoyo a lxs Presxs y por los Derechos Humanos.

Foto: Department of Defense/ Wikimedia Commons

Fuente: https://progressive.international/wire/2023-08-15-the-remarkable-similarities-of-gitmo-and-israeli-military-courts/es


 

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