Cerrar Guantánamo
La Razón/La Paz Editorial 04 de mayo de 2013
Una de las principales promesas electorales que hizo el actual presidente de
EEUU fue el cierre de esa monumental violación a los derechos humanos llamada
Guantánamo. La oferta de campaña fue realizada no en su reciente reelección,
sino hace cuatro años, antes de iniciar su primer mandato. Es evidente que dicha
promesa fue incumplida, aunque al parecer, al menos en el discurso, todavía no
ha sido abandonada.
Hace unos días, presionado por la extrema y desbordada huelga de hambre que
desde hace tres meses cumplen 100 de los 166 reos en la base militar
estadounidense, Obama retomó el tema con un deseo más bien parco: “sigo creyendo
que tenemos que cerrar Guantánamo”. Pero hay dos serios problemas. El primero es
que la sola creencia presidencial no basta. El segundo, más preocupante, son las
razones: “no es necesario, es caro, es ineficaz”.
¿Así que el país que pretende enseñar al mundo sobre libertades y derechos
está más preocupado en las razones económicas de esa gran base militar de
tortura, que en la violación de los derechos humanos de presos que ni siquiera
fueron juzgados? “Daña nuestra imagen internacional”, dice Obama. “No quiero que
esos individuos mueran”, asegura. Y Guantánamo sigue en pie, cuatro años
después, como promesa electoral, como insulto.
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