Posteado originalmente en Counterpunch.org:
La mirada vacía de Mike Pence
Coco Das y Sarah Roark
7 de agosto de 2019 | revcom.us
El vicepresidente Pence inspecciona las condiciones
inhumanas en el campamento de detención en McAllen, Texas, julio de 2019.
(Captura de pantalla de noticias NBC) |
Cuando no se les ven a las personas como seres humanos, sino como un problema
de “almacenamiento”, la solución final llega a ser la solución “lógica”. ¿Vamos
a dejar que eso suceda?
En la película de 2001, La solución final (en inglés: The
Conspiracy), los funcionarios nazis se reúnen en una casa señorial para
hablar de qué hacer con la población judía, que en su mayor parte le habían
expulsado de la sociedad alemana para llenar los campos de concentración, los
campos de trabajo y los ghettos (barrios marginados y aislados). Los judíos
están llegando a ser, en las palabras escalofriantes de uno de los personajes,
un problema de “almacenamiento”. La película es basada en la conferencia de
Wannsee de 1942, donde se discutió y decidió la “solución final” del genocidio
en masa.
Building the Wall [Construyendo el muro], una obra de teatro de
Robert Schenkkan escrita en base de las elecciones de 2016, tiene lugar en un
futuro próximo ficticio en que Donald Trump sea expulsado de la presidencia y
encarcelado. La obra explora las acrobacias intelectuales y morales de un
guardia de una prisión privada quien narra la historia después de que él mismo
ha sido encarcelado. Él se había encontrado a cargo de un gran complejo
deportivo en donde detuvieron a miles de inmigrantes. Estalló un brote de
cólera, que sirvió de catalizador para su versión de una “solución final”.
En ambos guiones, la lógica del fascismo se hace cargo, lo que tanto asquea
como seduce al espectador. Al cabo de dos horas de ver las cosas a través de los
ojos de personas que ven a grupos enteros de seres humanos como alimañas,
delincuentes, invasores, enemigos y cuerpos que simplemente ocupan espacio, se
ve que para ellos, no hay otra solución salvo el genocidio.
Lo que nos lleva al 12 de julio de 2019, cuando Mike Pence visitó uno de los
campos de concentración de su régimen en la frontera. Han sucedido tantas cosas
desde entonces que quizás usted no se acuerda de lo que usted vio. Ya son
noticias pasadas, que han desaparecido rápidamente bajo las capas de nuevas
atrocidades en el tercer año de la era de Trump.
Pero debería persistir en su memoria porque es tan singularmente revelador y
escalofriante. Vemos a una enorme multitud de hombres atestados detrás de la
cerca de alambre, suplicando ayuda. Nos dicen que ni siquiera se les permite
limpiarse, pero en realidad no necesitamos que lo digan. Se puede ver las
máscaras que tienen puestas los guardias del campamento debido al hedor, y los
reporteros presentes lo están experimentando de primera mano.
El vicepresidente tiene los brazos cruzados, flanqueado por luminarias
republicanas silenciosas, todas vestidas con blazers azules y pantalones caquis
como el vicepresidente. Un hombre uniformado hace un gesto con el aire
indiferente de un guía turístico, explicando la ubicación de las torres de
vigilancia que vigilan a cualquiera que “se vuelva pendenciero”. Pero lo más
memorable en el video es lo que está en los ojos de Mike Pence, o más bien lo
que no está en ellos. Su mirada vacía pasa sobre esta masa de hombres que sufren
y le suplican a él, y Pence ni muestra la menor respuesta. Bien podrían ser
ganado, o incluso aire vacío. No hay señal de que él ni siquiera perciba la
existencia de seres humanos. Porque para él, no lo son.
Al salir, Pence declara que las condiciones en los campamentos “brindan los
cuidados de los que todos los estadounidenses estarían orgullosos”. Lo cual lo
confirma: no vio lo que acabamos de ver. No vio nada en absoluto.
Luego, en medio de un silencio ensordecedor de parte de los conservadores,
escuchamos mucha beatería en boca de los comentaristas bien intencionados de la
izquierda de que Trump ha cometido un error estratégico al permitir que Pence
visitara estos campamentos. Que estos videos son tan malos. Que la historia no
lo verá con buenos ojos. Por dios, su administración es tan tonta que ni
siquiera se da cuenta de esto; de lo contrario, ¿por qué publicaría oficialmente
el video?
Pero lo entienden completamente mal. El régimen de Trump y Pence
definitivamente quiere que todo el mundo vea este video. Porque para sus
propósitos, es una excelente publicidad. Siembra el terror en los blancos del
régimen. Induce una sensación de desesperación en la oposición, y el régimen
tiene razones para esperar que nos haga insensibilizados e inermes. Mientras que
para su base, es el gratificante porno de crueldad, precisamente lo que querían
al votar por Trump.
Y no importa cuál sea el punto de vista del espectador, crea de manera
indeleble una cierta imagen del pueblo centroamericano (y más ampliamente, de
todos los latinos, negros y otra gente de color): este es su hábitat adecuado,
literalmente encerrado como una sola masa, una manada de animales, inmundos,
intocables. Cosas que ninguna persona respetable querrá tener cercanas. Cosas
que deben ser mantenidas alejadas de los sin contaminar.
Saben que la imagen tiene poder en el subconsciente, incluso cuando la mente
consciente la rechaza. No piense que no puede afectar su propio pensamiento,
independientemente de su color o sus opiniones políticas, especialmente a medida
que dicha propaganda aumenta en volumen e intensidad. Estas son técnicas
conocidas para lograr que una población acepte depravaciones desmesuradas.
Probadas y de larga tradición. Se utilizan porque funcionan.
Esto no es una película ni una obra de teatro. No podemos levantarnos al
final a sabiendas de que todo eso es la historia o una advertencia hipotética.
En este momento, un régimen fascista está creando lo que ellos ven como un
problema de “almacenamiento”, para el cual solo habrá una única solución si no
los detenemos. No diga que eso no puede pasar aquí. ¿Por qué los nazis
estudiaron las leyes de Jim Crow?
Y tampoco diga que no hay forma de detenerlo sino la de esperar hasta 2020, o
que ya es demasiado tarde para detenerlo. Ninguna de esas declaraciones es
cierta. Desde 2016, en muchas partes del mundo, hemos visto la manera de
expulsar a regímenes tiránicos. Lo han hecho en Corea del Sur, Armenia, Argelia,
Sudán y, ahora mismo en Hong Kong, Puerto Rico y Honduras. Este es el plan y
estrategia de Rechazar el Fascismo: una protesta masiva sostenida, implacable y
no violenta de millones de personas que no se detenga hasta que el odiado
régimen se haya marchado.
Cuanto más esperemos para defender nuestros valores y utilizar nuestro poder,
más, como una sociedad, permitiremos que se arraigue la lógica del genocidio. No
debemos ir por ese camino. Muy pronto, hay que aprovechar el momento para lanzar
el tipo de protestas sostenidas que realmente pueden descarrilar a un régimen
fascista. Rechazar el Fascismo se está preparando para ese momento. Únase a
nosotros. El futuro nos está llamando.
Este artículo se posteó originalmente en Counterpunch.org el
26 de julio.
Coco Das y Sarah Roark son miembros del
colectivo editorial de RefuseFascism.org. Sígalos en Twitter. @coco_das
@afterdaylight
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