Manning: juicio y descomposición
moral
Editorial de La Jornada La Jornada 04 de junio de 2013
A más de tres años de su detención en Irak y tras 18 meses de sesiones
preparatorias, hoy [por ayer] da inicio el consejo de guerra en contra del
soldado estadounidense Bradley Manning, analista de inteligencia del ejército de
Estados Unidos, acusado de haber entregado a WikiLeaks centenares de miles de
documentos que dan cuenta de algunos de los crímenes de lesa humanidad cometidos
por Washington en Afganistán e Irak.
En marzo pasado, como parte de una estrategia de sus abogados, Manning aceptó
la culpabilidad de 11 de los 22 delitos que se le imputan –los de menor
gravedad– y rechazó, por otra parte, la acusación de colaborar con el enemigo,
la cual podría derivar en una condena a cadena perpetua. En tal escenario, es
prácticamente seguro que el juicio que hoy se inicia derive en una condena en
contra del marine de 25 años y que, con independencia del éxito o fracaso de la
estrategia de defensa jurídica referida, se consume un nuevo atropello y una
incongruencia mayúscula por la justicia estadounidense.
En efecto, incluso concediendo que Manning violó algunos códigos militares
que juró cumplir y defender, la acusación en su contra por haber colaborado con
el enemigo es un despropósito y un ejemplo de manipulación propagandística e
ideológica de la justicia, habida cuenta de que la información sustraída del
Departamento de Defensa por Manning no fue entregada a alguna organización o
Estado enemigo de Washington, sino a la organización encabezada por Julian
Assange; por lo demás, tales revelaciones no son una amenaza para la seguridad
de ese país, sino, en todo caso, para la perpetuación de las prácticas
criminales e inhumanas cometidas por esa superpotencia en los territorios iraquí
y afgano.
Tanto más improcedente resulta la afirmación de que las filtraciones de
Manning representaron un riesgo para la vida de estadounidenses, cuando la
evidencia histórica demuestra que dicho riesgo está relacionado no con la
defensa del derecho a la información y al interés general, sino con las
prácticas opuestas: la opacidad, el ocultamiento y la distorsión de la verdad.
Cabe traer a cuento, en ese sentido, las circunstancias que antecedieron a la
incursión militar estadounidense en Irak, una aventura bélica que se construyó
sobre la base de varias mentiras –la posesión de armas químicas por el régimen
de Saddam Hussein y el apoyo del régimen de Bagdad a la organización Al Qaeda–,
que carecieron en su momento de contrapesos oficiales que desmintieran tal
afirmación, y que se saldó con la muerte de 4 mil 500 soldados estadounidenses,
de cientos de miles de civiles iraquíes y de una devastación material sin
precedente, cuya estela de barbarie persiste.
La posibilidad de que Manning sea condenado por difundir información sobre
diversas atrocidades cometidas por Washington contrasta con la impunidad de que
gozan los autores materiales e intelectuales de actos de barbarie como el
perpetrado el 12 de julio de 2007 en Bagdad por la tripulación de un helicóptero
Apache contra el reportero Namir Noor-Eldeen, de la agencia Reuters, y 10
personas más; las múltiples torturas en la prisión de Abu Ghraib y en otras
cárceles controladas por el Pentágono; la eliminación de sospechosos en puestos
de control; el ocultamiento de miles de muertes y el asesinato de civiles a
manos de tropas invasoras, y otras prácticas criminales, cuyos autores
posiblemente han sido condecorados como héroes de guerra.
La persecución emprendida por el gobierno estadounidense contra quienes han
tenido el valor de hacer públicos la barbarie y los abusos cometidos al amparo
del poder planetario resulta particularmente grotesca, si se toma en cuenta que
la principal amenaza a la paz mundial y a la seguridad de los estadounidenses
dentro y fuera de su territorio no son las filtraciones realizadas por Mannning
ni la información difundida por WikiLeaks, sino el espíritu bélico y la
arrogancia imperial de Washington. En suma, el juicio contra Manning es un
síntoma más de la descomposición moral, política y jurídica en que se encuentra
la superpotencia.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2013/06/03/edito
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