La inocencia de Abu Zubaydah
Joseph Margulies
New York Review of Books
28 de septiembre de 2018
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 17 de octubre de 2018
John Moore/Getty Images
Un grupo de detenidos hincados para rezar en la prisión estadounidense de Guantánamo, Cuba
el 28 de octubre de 2009
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He defendido hombres y mujeres sentenciados a muerte casi todos los 30 años que llevo como abogado y comencé a representar a
la gente atrapada en los excesos de la “guerra contra el terror” al poco tiempo
de haber empezado. Por más de una década, he sido abogado de Zayn al-Abedin
Muhammad Hussein, conocido como Abu Zubaydah. Él fue la primera persona
encarcelada en un “sitio negro”, prisiones clandestinas operadas alrededor del
mundo por la CIA desde el 2002 hasta finales del 2006. Fue el primer prisionero
en experimentar la técnica “mejorada” de interrogación y la única persona
sujeta a todas las técnicas
de interrogación aprobadas por el Departamento de
Justicia y otras no aprobadas (como, por ejemplo, hidratación por el recto). El
infame memo de tortura fue escrito específicamente
para legalizar la tortura de Abu Zubaydah.
Al momento de su captura y los años siguientes, las autoridades gubernamentales se tomaron grandes molestias para justificar el
abuso al que sometieron a Abu Zubaydah. “El otro día”, anunció
el ex presidente George W. Bush en un evento de beneficencia del partido
Republicano en abril del 2002, “atrapamos a un tipo llamado Abu Zubaydah. Es
uno de los operativos de rango alto en planeación de muerte y destrucción contra
Estados Unidos. Ya no está planeando nada. Está donde pertenece”. Varios
oficiales de la administración describieron a Abu Zubaydah con coloridos
términos comparables.
Estos pronunciamientos, no fueron los que detonaron el escándalo de tortura. Para eso, podemos agradecer el “asesoramiento psicológico” escrito
por un oficial de la CIA enviado a John Yoo, el abogado del Departamento de
Justicia que fue el autor principal del memo de tortura. Este documento
describe a Abu Zubaydah como “el tercero o cuarto de
al-Qaeda” y “un teniente de Osama bin Laden” que estuvo involucrado en cada
operación terrorista importante de al-Qaeda que planeó los secuestros de los
aviones del 11 de septiembre. Él “manejaba una red de campos de entrenamiento
del grupo terrorista, dirigió la construcción de la célula de bin Laden en
Jordania y sirvió como coordinador de contactos externos o comunicaciones
foráneas”. También, supuestamente, estuvo involucrado en el constante
planeamiento terrorista en contra de los intereses de Estados Unidos. En buena
medida, supuestamente, escribió un manual de técnicas de resistencia para la
organización y era experto en interrogaciones convencionales. Eran estas
aserciones, las que le dieron a Yoo los “hechos” necesarios para legalizar lo
ilegal y racionalizar lo impensable.
Y así Abu Zubaydah fue torturado. Tan seguido como repetido, la letanía de esta tortura sigue siendo impactante.
Sus captores lo lanzaron contra paredes y lo metieron en cajas, lo suspendieron
de ganchos y lo forzaban en formas que ningún cuerpo humano puede ocupar. Lo
mantuvieron despierto siete días y noches consecutivos. Lo encerraron horas
completas en un cuarto helado. Lo dejaron en un charco de su propia orina. Le
amarraron manos, pies, brazos, tiernas, torso y cabeza a una tabla inclinada
con la cabeza a un nivel menor que los pies. Le cubrieron la cara y le echaron
agua en la nariz y garganta hasta que empezaba a respirar agua así que se
atragantaba y ahogaba mientras se le llenaban los pulmones. Sus torturadores lo
dejaron tensado a los amarres mientras se ahogaba, repetidamente hasta que,
cuando creían que iba a morir, lo levantaban lo suficiente para que vomitara
agua. Después bajaban la tabla nuevamente y repetían el proceso. Los
torturadores lo sometieron a este tratamiento por lo menos 83 veces
solo en agosto del 2002. En, por lo menos una ocasión, esperaron mucho y Abu
Zubaydah estuvo a punto de morir en la tabla.
*
Los “hechos” narrados anteriormente para justificar la tortura eran todos falsos. Abu Zubaydah no era teniente de Osama
Bin Laden. No tenía cargo alguno en al-Qaeda ni rango alto ni nada. No tomó
parte en ninguna operación del 11 de septiembre ni en alguna otra. No operaba
ninguna red de campos de al-Qaeda ni abrió una célula de la organización y no
manejó las comunicaciones externas. No escribió ningún manual ni para al-Qaeda
ni para nadie más y no tenía experiencia en resistir interrogaciones.
El gobierno ya no mantiene que estas aserciones sean verdad y ahora conceden que Abu Zubaydah nunca fue miembro de
al-Qaeda.
Esa fue la conclusión del Comité Selecto del Senado en Inteligencia (Senate Select Committee on Intelligence),
que supervisó el más meticuloso estudio sobre el escándalo de tortura hasta la
fecha, eventualmente publicando un resumen de 500 páginas de descubrimientos. Los
redactores revisaron más de seis millones de registros contemporáneos de la CIA
y otras fuentes y concluyeron que no había fundamentos para estas acusaciones. La
CIA también admitió el error y ahora afirma que Abu Zubaydah no era parte de al-Qaeda.
Esta también es la conclusión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, quienes
quitaron su nombre de la lista de sanciones del Estado Islámico y al-Qaeda.,
por recomendación del ombudsman de la ONU, quien similarmente concluyó que Abu
Zubaydah no era miembro de al-Qaeda. Y hace años, el Departamento de Justicia
retiró las alegaciones de que Abu Zubaydah estaba conectado con los ataques del
11 de septiembre o que tenía algún rol en el terrorismo de al-Qaeda.
Cuando hago énfasis en esto, mucha gente pregunta si estoy afirmando que Abu Zubaydah es “inocente”. Aquí, ellos
se refieren a inocencia tipo Hollywood: el momento erróneo, el lugar erróneo, que
ha adquirido fama en la vida americana. ¿Mantengo la inocencia de Abu Zubaydah?
Esta preocupación con la inocencia de mi cliente me recuerda a las conversaciones que se tienen normalmente acerca
de la pena capital. La pregunta que se le ocurre a mucha gente cuando
reflexionan acerca de la pena de muerte es si él (casi siempre es un “él”) “lo
hizo”. Otras preguntas, acerca de los límites del poder del Estado, lo justo de
la pena y la legalidad de los procesos, simplemente no se hacen. No importan
siempre y cuando el acusado haya cometido la ofensa. El simple hecho de la
culpabilidad precede la duda constitucional.
Hemos traído esta orientación al nuevo mundo que designamos como “post 11/9”, y que ahora aceptamos como normal.
Porque las demonizaciones del islam radical han sido recibidas sin críticas por
un sector importante de la población y entre la mayoría de nuestros oficiales
electos, hay un acuerdo (aunque no universal) de que el gobierno federal le
puede hacer cosas a los seguidores del islam radical que nunca le haría a otro
criminal convencional, incluso uno al que el gobierno buscar ejecutar, como con
un terrorista doméstico que voló un edificio federal en Oklahoma.
Aunque mucha gente ha aceptado que el gobierno pueda “mejorar” la interrogación de una persona, algo que antes hubieran
llamado tortura, y que lo pueden tener en una isla remota sin juicio o sin un
proceso legal significativo por el resto de sus días. La única pregunta
importante es si la persona cae en la categoría del olvido. Si sí, entonces no
es “inocente” y su destino especial no solo no está justificado, es benéfico,
sin importar las consecuencias constitucionales. Pero si no pertenece a esa
categoría, puede ser considerado “inocente” y salvarse de eso.
La tragedia de la plática de inocencia, sea el castigo capital o el mundo post 11/9, alienta una fantasía
infantil de que vivimos entre santos y demonios y combina esta locura
suponiendo que el reto de nuestros tiempos es meramente separar esas dos
categorías de la manera más exacta posible. Estando satisfechos nosotros mismos
de haberlo hecho, damos al Estado la autoridad para imponer casi cualquier
castigo sobre aquellos que caigan en el lado de la línea incorrecto. La
obsesión con la inocencia alienta a la representación de un ser humano en un
personaje de Marvel.
*
La respuesta corta a la pregunta “¿es Abu Zubaydah inocencia hollywoodense?” es que no importa. Por lo menos, no debería
de. No debería de importar en el sentido legal, porque si la ley fuera humana,
no autorizaría al gobierno encarcelar a alguien por el resto de sus vidas a
menos que haya alguna responsabilidad específica por el evento que dispare
nuestra entrada en esta guerra sin fin. Y no debería de importar en el sentido
moral porque, sin importar lo que haya hecho, sin importar si es “inocente”, no
deberíamos autorizar que el gobierno lo trate de una manera que no toleraríamos
que se tratara a un animal o dejarlo encerrado incomunicado, en una celda chica
sin ventana, sin cargos o sin proceso significativo, hasta que muera, olvidado
por un mundo que, hace mucho, siguió adelante.
Pero no vivimos en un mundo que tiene que. Vivimos en un mundo que sí y la mayoría de la gente que pregunta si Abu
Zubaydah es inocente no está satisfecha con lo que consideran una no respuesta.
Para ellos, la respuesta es no.
Un segmento de Abu Zubaydah de una
entrevista en vídeo que dio poco antes de su captura en el 2002.
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Abu Zubaydah se describe como mujahid,
que quiere decir que simplemente está comprometido en jihad (que literalmente significa “lucha”). Como muchos otros, ha
creído por mucho tiempo que tiene una obligación religiosa para defender otros
musulmanes que han sido atacados, incluso si el ataque viene de una entidad tan
poderosa como un gobierno. Ha creído esto por años y es por eso que se dedicó a
defender musulmanes en Afganistán durante la guerra contra los comunistas. Y
fue una pieza de metralla soviética que se quedó en el cerebro de Abu Zubaydah en 1992 cuando peleó
junto a sus hermanos musulmanes en contra del gobierno marioneta instalado por los
soviéticos.
En ese entonces, Ronald Reagan llamó a los mujahideen “valientes
soldados de libertad”. Dijo que apoyábamos el mujahideen
y continuaría a hacerlo mientras fuera necesario, porque “su
causa es nuestra causa”: la libertad. Reagan se aseguró de que
recibieran fondos de la CIA y los líderes americanos pensaban que hombres como Abu Zubaydah eran
héroes de la resistencia antisoviética.
Después de que colapsara el gobierno comunista en Afganistán, las fracciones del país arrastraron el país a una
guerra civil. Como la mayoría de los mujahideen, Abu Zubaydah no
tenía interés alguno en un conflicto entre musulmán y musulmán. Pero había
otros lugares del mundo en donde los musulmanes se encontraban bajo ataque,
como Bosnia. Debido a sus heridas, Zubaydah ya no servía como soldado,
simplemente le faltaba capacidad física y mental así que se convirtió en un
tipo de mujahid agente de viajes. Coordinaba viajes para otros
musulmanes a Paquistán y de Paquistán a algún campo de entrenamiento en la
frontera con Afganistán, conocida como Khalden.
Contrario a lo que los Estados Unidos creía cuando sus agentes torturaron a Abu Zubaydah, el gobierno ahora está
de acuerdo de que Khalden
no es un campo de al-Qaeda. Bajo la influencia de bin Laden, al-Qaeda
considera a todos los americanos como objetivos legítimos, incluyendo civiles
inocentes. Pero Abu Zubaydah, como la mayoría de mujahideen, rechazan ese punto de vista extremista. Él
creía y cree ahora, que los ataques a no combatientes, americanos o no, están
explícitamente prohibidos en el Corán (también por esto cree, como la mayoría
de los mujahideen de su era, que las acciones de ISIS son una enorme
violación de la ley del islam). Aunque Abu Zubaydah conoció a bin Laden,
los dos tenían puntos de vista irreconciliables del islam. La antipatía
ideológica entre bin Laden y el liderato de Khalden era ampliamente conocido
entre los mujahideen de Afganistán y Pakistán. Era precisamente por esa antipatía que bin Laden obligó
a los talibanes a cerrar Khalden en el 2000.
Khalden entrenó musulmanes hombres a luchar en defensa de otros musulmanes. Los hombres que pasaron por el campo,
como la gente en todos lados, eran agentes libres que podían usar su
entrenamiento como quisieran hacerlo. Como la mayoría de los mujahideen,
los aprendices de Khalden iban a lugares como Bosnia a defender a los musulmanes bajo ataque. Algunos quedaron bajo el
hechizo de bin Laden y se mudaron a campos de al-Qaeda. Algunos de estos
hombres serían reclutados por al-Qaeda para tomar acción en contra de los
Estados Unidos. Pero los líderes de Khalden se oponían a la campaña de
al-Qaeda. De hecho, el hombre descrito por los Estados Unidos como el ex
comandante de Khalden, Noor Uthman Muhammed, arrestado al mismo tiempo que Abu
Zubaydah y que entrenó a cientos de hombres en el campo, fue liberado de
Guantánamo hace casi cinco años.
Abu Zubaydah no es el inocente estilo Hollywood. Ayudó a facilitar el movimiento de grupos de hombres
musulmanes a un campo que los entrenaba para combate armado. Algunos de estos
hombres fueron posteriormente reclutados por al-Qaeda. Si el gobierno cree que
esto suma una acusación legal, mi socio y yo los veremos en corte. Hemos
exigido que debería de ser acusado o liberado. El gobierno nunca ha acusado a
Abu Zubaydah ni en corte civil ni en la corte militar, supuestamente porque se
entiende que no ha cometido crimen alguno.
En lugar de eso, Estados Unidos está contento de que sea olvidado, que esté fuera de nuestra vista y nuestra mente.
Y por esto, el gobierno se fía en que la gente continúe imaginándolo como un
monstruo. Porque si es un monstruo, el gobierno está en lo correcto al
torturarlo. Si es un monstruo, no es solo legal sino bueno que permanezca
encerrado indefinidamente. Si es un monstruo, podemos hacer con él lo que queramos.
No existen los monstruos. Solo nosotros.
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