Historial de la política exterior de Joe Biden y pronósticos para su
presidencia — Jeremy Kuzmarov
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"Yo voté por la guerra contra Irak, y lo volvería a
votar" - Joe Biden, Agosto 2003 |
Rebelión – 16/01/2021
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
Introducción de los editores
Mientras las facciones de la élite política estadounidense se enfrentan a los últimos días de la
presidencia Trump, es inevitable sentir que aflora una sonrisa de ironía. Desde
la intromisión en los procesos electorales –ya sea mediante el soborno
legalizado (léase lobbying), la inhabilitación y el pucherazo en casa– hasta la
interferencia letal en el exterior, incluyendo operaciones violentas de cambio
de régimen, guerras y otros ataques abiertos y encubiertos en tierras
extranjeras, la élite estadounidense, la clase capitalista bajo los estandartes
Republicano y Demócrata participa regularmente en actividades similares y a
menudo más nefastas.
Mientras los soldados que combaten en primera línea suelen verse atormentados durante años por los
horrores que han presenciado en las interminables guerras dirigidas por el
gobierno de EEUU –por no mencionar a los cientos de miles que han sido
mutilados o perdieron la vida– la élite política estadounidense no se distingue
por sufrir trastorno de estrés postraumático, tal vez porque se siente
demasiado lejos del escenario bélico. Los acontecimientos del 6 de enero en
Washington (el asalto al Capitolio) han dejado a las facciones con el gusto de
su propia medicina.
A pesar de ello, el presidente electo Joe Biden no parece sentirse afligido por ninguna de las
decisiones que tomó en el pasado y, más bien, suele alardear de algunas que
causaron enormes sufrimientos. En esta serie exclusiva de artículos que repasan
las posturas de Biden en política exterior, su autor, Kuzmarov, se centra en
algunos de los esqueletos del armario político de Biden.
Cuando Biden se presentó por primera vez para el Senado, en 1972, se presentó como una paloma contraria
a la guerra de Vietnam y llegó a apoyar una proposición de ley para prohibir
todas las operaciones encubiertas. Sin embargo luego se dejó llevar por los
vientos políticos de la época y se transformó en un halcón neoconservador. Tras
evitar su reclutamiento por causas médicas, se burló de los manifestantes
contra la guerra de Vietnam de la Universidad de Syracusa y posteriormente
declaró al Comité de Inteligencia del Senado en 1976 que "no se hacía ilusiones
respecto a las intenciones soviéticas y su potencial mundial". Más
adelante, coincidió con el senador Daniel Patrick Moynihan en que "el
aislamiento era una plataforma ingenua y peligrosa sobre la que basar nuestra
política exterior o la comunidad de inteligencia que debe servir a dicha
política".
Estas declaraciones no sorprendieron a nadie si se considera que uno de los principales mentores
políticos de Biden fue W. Averell Harriman, el coordinador del Plan Marshall y
padre de la Guerra Fría1. En la década de los 80, Biden respaldó el
incremento de los fondos para la inteligencia y la contrainteligencia, después
de que Jimmy Carter hubiera intentado recortar el personal de la CIA un 33 por
ciento. Tras la invasión de Granada y el bombardeo de Libia ordenados por la
Administración Reagan, Biden declaró que “Reagan hizo lo correcto” y que
"no cabe duda de que Gadafi se merecía una respuesta contundente como
esta", respectivamente. En la década de los 90, Biden fue el principal
defensor de la guerra de los Balcanes, y en 2002 desempeñó un importante papel
para conseguir que el Senado apoyase la guerra preventiva en Irak. Según sus
propias palabras, él es liberal solo en lo relativo a los derechos y libertades
civiles, en otros asuntos afirma ser "en realidad bastante
conservador".2
Con esta serie de artículos, nuestro objetivo sacar a la luz algunas de las políticas de asuntos exteriores
corruptas, asesinas y fracasadas que Biden ha respaldado y que pueden darnos
una idea de lo que podemos esperar de su presidencia. En último término,
esperamos que sirvan de inspiración para que algunas personas decidan trabajar
por un cambio político desde la base.
☠
La historia olvidada de cómo Joe Biden contribuyó a reforzar la guerra contra las drogas en Colombia
Al presidente electo Joe Biden no tiene fama de reservado o modesto. A lo largo de toda su carrera política ha difundido
información o se ha jactado de cosas que en realidad deberían haberle avergonzado.
Un buen ejemplo de ello es el Plan Colombia, un programa antidrogas presupuestado en 1.300 millones de
dólares iniciado por la Administración Clinton en 1999, del cual alardeó Biden
hace un año, cuando afirmó que él fue "el tipo que lo elaboró [siendo
presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado]"3.
Cinco años más tarde, Biden aseguró en una columna de opinión del New York Times que el Plan Colombia
estaba contribuyendo a "transformar Colombia en un reino de
seguridad, gobernanza y derechos humanos" y "evitando
que se convirtiera en un Estado fallido"4 (un tema que volvió
a tratar en octubre de 2020 en el diario colombiano El Tiempo. Pero el análisis de Biden
no coincide con la realidad de la mayoría de los colombianos.
Desde que el Plan Colombia se puso en marcha hasta el presente, el ejército colombiano, financiado y
envalentonado por Estados Unidos, ha asesinado a miles de civiles alegando que
muchos de ellos eran guerrilleros, lo que se conoce como el escándalo de
los "falsos positivos".
Durante ese mismo periodo, más de siete millones de colombianos se han desplazado huyendo de la
guerra. "Este coste humano no entraba en los cálculos políticos de
Joe Biden", afirma John Lindsay-Poland, autor de un influyente libro
sobre el Plan Colombia 5.
El Plan Colombia aprovechó anteriores programas antinarcóticos de Estados Unidos, fuertemente
militarizados. Estos programas se diseñaron no solo para combatir a los
narcotraficantes sino también para asistir al gobierno colombiano en su
prolongada lucha contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las
FARC, un grupo guerrillero de izquierdas. Stan Goff, antiguo oficial de las
Fuerza Especiales en Colombia declaró que:
"Se nos decía, y al público estadounidense también, caso de decirle algo, que se trataba de un
entrenamiento antinarcóticos. El entrenamiento que yo dirigía era cualquier
cosa menos eso. Se parecía mucho más a la aplicación actualizada de la doctrina
contrainsurgente estilo Vietnam. Se nos advertía que eso es lo que deberíamos
hacer, y se nos aconsejaba que, si alguien preguntaba, dijéramos que era una
formación antinarcóticos"6.
Cuando la Oficina de Administración y Presupuesto propuso extraer 100 millones del Plan Colombia
para dedicarlos al tratamiento de toxicómanos estadounidenses, el zar de la
droga del presidente Bill Clinton, el general retirado Barry McCaffrey, se
aseguró de que la propuesta fuera rechazada.
En su lugar, se consideró apropiado destinar 400 millones de dólares para la compra de 30
helicópteros Black Hawk, fabricados por United Technologies de Connecticut
[ahora parte de& Raytheon Co.] y 144 millones de dólares al entrenamiento y
equipamiento de dos nuevos batallones antinarcóticos.
El Plan incluía también el entrenamiento de 75.000 soldados colombianos en academias militares de EEUU.
Además, se les proporcionó bombas dirigidas por láser con utilización de
inteligencia en tiempo real para localizar, bombardear y matar a dirigentes de
las FARC acusados de narcotráfico 7.
Biden, la Guerra contra las Drogas y el Plan Colombia
Biden desempeñó un papel esencial en la aprobación del Plan Colombia por el Senado, para lo cual invocó
la antigua aunque retorcida doctrina imperialista de EE.UU.: "por
el bien de nuestros hijos y del hemisferio entero… ofreceremos a Colombia una
oportunidad de luchar para evitar convertirse en un narcoestado" 8
El respaldo de Biden a la Guerra contra las Drogas se remonta a su primera campaña por el Senado en 1972,
cuando comprobó que podía agradar a las masas con un lenguaje duro. En un
mitin, Biden proclamó que "cuando damos con el traficante, debemos
ser con él más rigurosos que con cualquier otro elemento de la delincuencia.
Debemos actuar sin piedad". 9
Una vez elegido, Biden exigió una mayor presión sobre Turquía y el sudeste asiático para detener el
cultivo de adormidera y el uso de satélites espías para localizar los
cargamentos de heroína.10
Fruto de una educación de clase media en los 40 y los 50, Biden siempre se mostró hostil hacia el
movimiento contracultural, que recurría a la marihuana y otras drogas que
alteran la conciencia como un modo de rebelión contra la sociedad.
Biden ha admitido que "en la época en que el movimiento [de los 60] estaba en su apogeo,
yo estaba casado, estudiaba Derecho y vestía chaquetas deportivas. Lo que veis
es un tipo de clase media… No me gustan los chalecos antibalas ni las camisas
de colores". 11
En los 80, Biden se embarcó en la Guerra contra las Drogas con el mismo celo que su máximo exponente,
Ronald Reagan. Como presidente del Comité Judicial del Senado, contribuyó a la
aprobación de dos leyes que establecían la sentencia mínima obligatoria para
los delitos relacionados con las drogas y otra más que ampliaba las penas por
producción y tráfico de marihuana, que proporcionaban a los agentes federales
un poder casi ilimitado para incautar bienes a ciudadanos particulares 12.
Posteriormente, Biden fue coautor de dos leyes antidrogas en 1986 y 1988 que imponían sentencias más
estrictas para el crack de cocaína en relación con la cocaína en polvo e
impulsó las penas de prisión para los toxicómanos 13.
Uno de los anuncios de la campaña de Biden de aquella época consideraba a los narcotraficantes
"asesinos potenciales" a los que había que perseguir "como
perseguimos a los asesinos"14. El comercio de drogas, según él,
constituía una amenaza para la seguridad internacional “tan grande como
cualquier cosa que estén fabricando los soviéticos”, por lo que debería
tratarse como un "problema de defensa nacional" que requería
soluciones militares 15
Esta posición explica el apoyo posterior de Biden al Plan Colombia.
En abril de 2000 Biden viajó a Colombia y se reunió con el presidente Andrés Pastrana y el embajador
de EE.UU. en Colombia, Curtis W. Kamman, a la vez que asistía a operaciones
militares en el sur de aquel país. Luego preparó un informe para el Comité de
Asuntos Exteriores del Senado en el que urgía al Congreso a "aprobar
lo antes posible la solicitud de fondos suplementarios del presidente
Clinton" basada en que Colombia era "el origen de
muchas de las drogas que envenenan a nuestro pueblo"16
Este lenguaje recordaba la retórica exagerada que caracterizó a Harry J. Anslinger, director de la Oficina
Federal de Narcóticos desde 1929 a 1962, que impulsó el aumento de la Guerra de
EEUU contra las Drogas.
El informe de Biden especificaba que "la crisis de seguridad en Colombia justificaba
que EEUU adoptara las medidas adecuadas" y que "las
guerrillas tenían una fuerte presencia en el sur de Colombia y un papel
significativo en la protección de las operaciones de narcotráfico" que
Estados Unidos debía detener. 17
Consecuencias del Plan Colombia
En la práctica, el Plan Colombia hizo poco para mitigar la corrupción relacionada con las drogas o
detener el narcotráfico, como Biden había asegurado que haría. Un informe de
diciembre de 2020 publicado por el representante Demócrata por Nueva York Eliot
Engel, presidente saliente del Comité de Asuntos Exteriores, especificaba que
el Plan Colombia fue "un fracaso en la lucha antidroga, pero un éxito
en la contrainsurgencia", 18
Esta última afirmación es discutible si consideramos las atrocidades contra los derechos humanos perpetradas
por las fuerzas policiales y militares fortalecidas por la asistencia
estadounidense. En todo caso, el informe Engel saca a la luz el hecho
previamente oscurecido de que el objetivo central del Plan Colombia era
combatir a las FARC.
Las FARC fueron catalogadas de narcoguerrilla a principios de los años 80, aunque no estaban directamente
implicadas en la fabricación o el tráfico de cocaína, sino que se limitaban a
cobrar impuestos sobre los beneficios de la coca producida en sus dominios. De
hecho, los principales cárteles del narcotráfico estaban en su mayoría aliados
con el gobierno y contra las FARC, cuya ideología deploraban ya que las
FARC defendían la redistribución de la tierra 19
Los oficiales del ejército colombiano trabajaban codo con codo con Carlos Castaño, jefe paramilitar
colombiano e informante de la CIA. Castaño afirmaba que el 70 por ciento de los
ingresos de su grupo (denominado Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, una
facción de facto del ejército colombiano que realizó del 70 al 80 por ciento de
los asesinatos a civiles) provenía de las drogas.
Castaño estaba próximo al poderoso cártel de narcotraficantes Henao-Montoya y fue imputado por el
Departamento de Justicia de EE.UU. en septiembre de 2002 acusado de traficar
más de 17 toneladas de cocaína. 20
Las AUC han sido incluidas en la lista de organizaciones terroristas del Departamento de Estado por su
papel en el asesinato en agosto de 1999 del presentador y activista colombiano
Jaime Garzón, quien defendía la paz con las guerrillas izquierdistas. 21 Las
AUC también participaron en el asesinato de docenas de sindicalistas a
instancias de los ricos terratenientes y los directivos de las corporaciones
estadounidenses, como Drummond Co. de Alabama, que contribuyeron a
transformar Colombia en el cuarto mayor exportador mundial de carbón.
El informe de Biden al Senado reconocía el problema de los paramilitares pero hacía hincapié en que el
clima de derechos humanos solo mejoraría si se ampliaba el Plan Colombia. Biden
era especialmente partidario de ayudar a la policía nacional colombiana, que en
2004 estuvo implicada en una de las mayores denuncias de narcotráfico de la
historia cuando un coronel de la misma, Danilo López, fue acusado de actuar
como sicario del cártel de la droga del Valle Norte. 22
En los diez años posteriores a la salida de la presidencia de Bill Clinton, el gobierno de EEUU
dedicó 10.000 millones de dólares a la lucha contra la droga mediante el Plan
Colombia, que Biden continuó apoyando como vicepresidente. A pesar de ello, en
2016 Colombia seguía siendo "el líder mundial en producción de coca". 23
El senador Demócrata por Minnesota Paul Wellstone propuso en 1999 una alternativa al Plan Colombia que
habría retirado 225 millones de dólares de ayuda militar para dedicarlos a
programas nacionales de tratamiento de toxicómanos. Sostenía que "llevamos
años y años haciendo lo mismo y dedicar más soldados y más armas a la lucha
contra la droga no servirá para derrotar a la fuente de los narcóticos
ilegales".
Biden se alzó inmediatamente en la defensa del presidente Clinton en el Senado, afirmando que
el Congreso "causaría un torbellino" si el Plan Colombia
"no conseguía contraatacar a los narcotraficantes", y que el
presidente colombiano Andrés Pastrana era "la mejor apuesta". 24
Sin embargo, el principal semanario colombiano, Semana, denunció a Pastrana por "ceder ante las
presiones y consentir el oportunismo y la hipocresía de los oficiales de
EEUU" así como por aceptar la &"asistencia"
estadounidense, que no era sino una "receta para la destrucción,
la guerra indefinida y el endeudamiento". 25
Su sucesor, Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) figuraba en un informe de la Agencia de
Inteligencia para la Defensa como colaborador del cártel de Medellín y se
encuentra en arresto domiciliario mientras el Tribunal Supremo del país
investiga, entre otros delitos, su papel en la creación de los escuadrones de
la muerte paramilitares junto con su hermano Santiago.
En un ensayo publicado en la primavera-verano de 2000 por Covert Action Magazine, el periodista Mark Cook
observaba que la política estadounidense para Colombia en los años 90 estuvo
dirigida por un notable número de veteranos de la guerra sucia en El Salvador
en los años 80. Entre ellos se incluye al subsecretario para Asuntos Políticos
del Departamento de Estado Thomas Pickering, que había justificado las matanzas
de civiles cuando era embajador en El Salvador en 1984, y el subsecretario de
Estado adjunto Peter Romero, quien creía que la “solución de El Salvador” podía
servir como modelo para Colombia 26.
La "solución de El Salvador" implicaba actividades paramilitares y de escuadrones de la
muerte, así como terrorismo con la autorización del Estado 27. Biden conocía
todo esto, pues había respaldado el envío de fondos a los escuadrones de la
muerte y su entrenamiento en los años 80. A pesar de que habitualmente se
oponía a la política exterior de Reagan en Centroamérica, Biden declaró "era
necesario enviar equipamiento militar estadounidenses a la región (América
Central)". 28
Aparte de El Salvador, a comienzos del siglo XXI Colombia también recordaba a Vietnam, con la presencia
de asesores militares, puestos de escucha de alta tecnología, defoliación
aérea, lanchas fluviales y ataques con helicóptero en las áreas rurales 29.
Guerra química ☠
Uno de los aspectos menos conocidos y más dañinos del Plan Colombia fue el programa de defoliación aérea, que expulsó a los campesinos de
las zonas controladas por las FARC y abrió camino para megaproyectos en
beneficio de las corporaciones multinacionales.
Estas fumigaciones empleaban
glifosato, el principio activo del herbicida Roundup, fabricado por
Monsanto, una de las compañías que producían el Agente Naranja
utilizado en la guerra de Vietnam, en concentraciones 100 veces superiores
a las permitidas en Estados Unidos. Aunque el Departamento de Estado sostenía
que no era más tóxico "que la sal común, la aspirina o la cafeína",
un estudio de 2015 de la Organización Mundial de la Salud descubrió que el
glifosato es "causa probable de cáncer".30
Gonzalo de Francisco, asesor de seguridad nacional colombiano, comparaba el programa de fumigación
con la quimioterapia, que a veces "termina matando al paciente". 31
Según Elsa Niva, agrónoma colombiana de la Red de Acción contra los
Plaguicidas, en solo dos meses, la fumigación con plaguicidas causó trastornos
gástricos o dermatológicos a 4.289 colombianos y mató a 178.377 criaturas,
incluyendo reses, caballos, cerdos, perros, patos, gallinas y peces.32
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Bebé con sarpullido en la piel causado por la fumigación en
Aponte, Colombia, noviembre de 2000 (Fuente: tni.org)
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Un número desconocido de campesinos murieron por deshidratación, fiebre y otros males, y miles fueron
desplazados, algo que ya se sabía de antemano que ocurriría cuando el primer
paquete del Plan Colombia apoyado por Biden incluía 15 millones de dólares para
"el reasentamiento de emergencia y el programa de empleo para personas
desplazadas por la Ofensiva del programa del sur de Colombia".33
Cuando el periodista Hugh O’Shaughnessy visitó la comunidad indígena Cofan de Santa Rosa de Guamuez
observó que sus plantaciones de piña estaban atrofiadas y resecas a causa de la
fumigación química y que las bananeras habían quedado reducidas a palos
ennegrecidos. Los niños tenían bajo peso y sufrían de problemas respiratorios y
dolor estomacal.34
Un agente de salud local de Putumayo, donde habían llegado miles de campesinos desplazados, recordaba que
la pulverización "volvía todo amarillo, no dejaba una sola hoja verde
en los árboles. Había muchos animales muertos, monos muertos, aves muertas, y
estanques de acuicultura con miles de peces muertos flotando".35
Un grupo de agricultores
interpuso una demanda judicial colectiva en la que alegaban que DynCorp de
Falls Church, Virginia –una compañía conectada con la CIA que ganó un contrato
de cinco años por valor de 170 millones de dólares para llevar a cabo las
fumigaciones– provocó graves problemas de salud (fiebre alta, vómitos,
diarreas, problemas dermatológicos) y la destrucción de los cultivos
comestibles y el ganado de unos 10.000 residentes en la región limítrofe con
Ecuador. Además, la toxicidad del fumigante causó la muerte de cuatro niños de
corta edad, todo ello, evidentemente, hechos que Biden había ignorado 36
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Campesinos protestando por las fumigaciones en la frontera entre
Colombia y Ecuador
(Fuente: ejatlas.org)
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Piratas beneficiados
Los principales beneficiados del Plan Colombia fueron los grandes contratistas
de defensa, que aportaron a Joe Biden más de 436.000 dólares más
que a Trump durante la campaña electoral de 202037. En la época en que se aprobó
dicho plan, un asesor del Congreso afirmó que "todos los piratas,
todos los bandidos, todos los que quieren hacer dinero aprovechándose de la
guerra, están en Colombia".38
Entre estos piratas están Monsanto, Bell y Sikorsky (fabricante
de los helicópteros Black Hawk) y el gigante de la energía Enron (vinculado
con la CIA), propietario de Centragas, un sistema de distribución
de gas natural de 574 kilómetros en el norte de Colombia.
Otro de los piratas fue la compañía Occidental Petroleum, con sede en Los Ángeles, que posee
participaciones de control del yacimiento petrolero de Caño Limón y del
gasoducto que discurre hasta Coveñas desde la frontera venezolana.
Resulta que el vicepresidente Al Gore, que también apoyó el Plan Colombia, poseía
acciones familiares por más de 500.000 dólares en la
compañía petrolera Occidental, que contribuyó con al menos 250.000 dólares en
la campaña Clinton-Gore39. El fundador de la compañía, Armand Hammer,
ha sido uno de los mayores benefactores de la carrera política de Al Gore y de
la de su padre, el senador Al Gore Sr.40
Durante la campaña presidencial de 2020, Occidental donó 12.765 dólares al candidato Biden,
puede que en parte para premiar su apoyo al Plan Colombia.41
En junio de 2001, se escuchó en un tribunal colombiano que una empresa de seguridad estadounidense
que trabajaba para Occidental Petroleum había desempeñado un
papel fatídico en un desastroso ataque contra las FARC, cuando "dirigió
los cañones de un helicóptero hacia un grupo de civiles por error, matando a 18
personas".42
Este es un magnífico ejemplo del nexo entre las grandes corporaciones, el ejército colombiano, la
intervención de EEUU y los abusos a derechos humanos –que se intensificaron
bajo una política que el nuevo presidente supuestamente "liberal" se
enorgullece de haber contribuido a elaborar.
Qué podemos esperar del presidente Biden
Si el pasado puede servir de indicación, Biden probablemente continuará la guerra de EEUU contra las
drogas y el extenso programa de asistencia a Colombia, que alcanzó los 448
millones de dólares en 2020, la cifra más alta en nueve años.
Durante la campaña, Biden catalogó a Colombia como la "piedra angular" de la política
estadounidense en América Latina. Eso a pesar de la deriva derechista de
Colombia bajo el presidente Iván Duque (2018 al presente),
un protegido de Álvaro Uribe, que ha tomado medidas para debilitar
el acuerdo de paz de 2016 con las FARC.
Según grupos de derechos humanos, durante los tres primeros trimestres de 2020 se produjeron 68 masacres
por parte del ejército colombiano, la mayoría de ellas contra antiguos
comandantes de las FARC y líderes regionales afrocolombianos.
La importancia estratégica de Colombia se ve acentuada por la presencia de siete bases estadounidenses y
la crisis política en la vecina Venezuela, donde Biden ha reconocido el régimen
del renegado derechista Juan Guaidó y ha calificado a su presidente Maduro
como "un dictador puro y duro".
Este lenguaje pone en evidencia que Biden continuará con las operaciones de cambio de régimen basadas
en una fuerte relación bilateral con Colombia, a pesar de su terrible historial
de derechos humanos.
Notas:
Fuente: https://covertactionmagazine.com/2021/01/11/exclusive-series-bidens-foreign-policy-historyand-what-it-portends-for-his-presidency/
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