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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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Declaración de Apoyo

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Ron Kovic y Marin Sheen

Jueves, 01 de mayo de 2008

Para Actos Antireclutamiento en Berkeley, California

De RON KOVIC, Veterano del Vietnam y autor de Nacido en 4 de Julio

Como antiguo Sargento del Cuerpo de Fusileros Navales de los Estados Unidos, y que el 20 de enero de 1968, durante mi segundo periodo de servicio en Vietnam recibí un tiro que me dejó paralítico de la cintura para abajo, envío mi completo apoyo y admiración a todos aquellos que están en este momento luchando para detener el reclutamiento militar en Berkeley. Desde las manifestaciones de protesta de finales de los sesenta no ha habido una causa más justa como ésta en que ahora están enfrascados. ¿Quiénes conocen mejor la profunda inmoralidad y falsedad de los reclutadores militares como nosotros que hace décadas entramos a esas mismas oficinas de reclutamiento con nuestros padres creyendo, en nuestros corazones, que se nos decía la verdad sólo para descubrir que habíamos sido engañados y terriblemente traicionados?

Muchos de nosotros pagamos ese engaño con nuestras vidas, años de sufrimiento y cuerpos y mentes que nunca volvieron a ser los mismos. Si solamente alguien nos lo hubiese advertido, si solamente alguien hubiese tenido el coraje de exponer la locura a la cual estábamos siendo llevados, si alguien nos hubiese protegido de los reclutadores cuyo único deseo era cumplir su cuota, enviarnos al campamento de entrenamiento y esconder de nosotros el secreto oscuro de la pesadilla que nos esperaba a todos.

Durante los últimos cinco años he visto con horror a otro Vietnam desarrollándose en Irak. Tantas similitudes, tantas cosas siendo dichas que me recuerdan esa guerra de 30 años atrás, y que me dejó paralítico y confinado a una silla de ruedas por el resto de mis días. Recusándose a aprender de las lecciones de Vietnam, nuestro gobierno sigue persiguiendo una política de engaño, distorsión, manipulación y negación, haciendo todo para esconder de los norteamericanos sus verdaderas intenciones y agenda en Irak.

A medida que nos aproximamos del quinto aniversario de esta Guerra trágica y sin sentido, no puedo dejar de pensar en los jóvenes que han sido heridos, cerca de 30 mil, que ocupan los hospitales Walter Reed y Bethesda, el Centro Médico del Ejército en Brooke, y los hospitales para veteranos en todo el país. Los parapléjicos, amputados, víctimas de quemaduras, los ciegos y mutilados, aturdidos y en estado de choque, con lesiones cerebrales y psicológicamente estresados, son una nueva generación entera de severamente incapacitados que ni siquiera habían nacido cuando yo llegué herido al Hospital de Veteranos del Bronx en Nueva York en 1968.

El Desorden por Estrés Postraumático (DEPT) que afectó a tantos de nosotros después del Vietnam, está recién empezando a aparecer en los soldados que regresaron recientemente de la actual guerra. Para algunos la agonía y el sufrimiento, las noches sin dormir, los ataques de ansiedad, y terribles ataques de insomnio, la alienación, la furia y la cólera cohabitarán con ellos durante décadas, o quien sabe para el resto de sus vidas. Permanecerán atrapados en una permanente pesadilla de esa guerra, el haber matado a otro hombre, un niño, o ver a un amigo morir… peleando contra un enemigo que no se sabe quien es, mientras alguien, un niño, una mujer, un viejo – cualquiera – te pueden matar a ti. Esos traumas regresan a casa junto con uno, algunas veces escondidos, por décadas agonizantes. Impactan profundamente nuestras vidas diarias, y las vidas de aquellos que están a nuestro lado.

Matar a otro ser humano, sacarle la vida mandándolo a otro mundo con un simple disparo, es algo que nunca te abandona. Es como si parte tuya muriera al mismo tiempo. Si eliges seguir viviendo, puede haber una cura, o hasta esperanza y alegría nuevamente – pero esa cicatriz y memoria y pena permanecerán eternamente dentro de ti. ¿Por qué los reclutadores nunca mencionan este tipo de cosa? Ninguno de los panfletos que distribuyen dice algo a ese respecto.

Algunos de esos veteranos están apareciendo en refugios para sin techo en todo el país, mientras otros han empezado a hablar con coraje públicamente contra la estupidez y demencia de esta guerra y de los líderes que la empezaron. Durante la Convención Demócrata del 2004, algunos soldados de regreso formaron un grupo llamado Veteranos de Irak Contra la Guerra, de la misma manera que hicimos nosotros al marchar en Miami en agosto de 1972 como Veteranos de Vietnam Contra la Guerra. Otros han recusado ser enviados a Irak, se han ido al Canadá, y empezaron un movimiento de resistencia a esta guerra inmoral e ilegal.

Como muchos norteamericanos, yo los he visto en la TV, o en Hospitales para Veteranos, pero la gran mayoría están escondidos, como los ataúdes, cubiertos con la bandera, de nuestros muertos que regresan a casa en la oscuridad de la noche desde la Base Aérea de Dover, mientras esta administración continúa su política de censura, y control férreo de las imágenes que provengan de esta guerra, impidiendo que el público vea el costo humano causado por su política belicista.

Hace tiempo, muchos de nosotros nos hicimos una promesa, la de nunca permitir que lo que nos pasó en Vietnam ocurriese nuevamente. Teníamos una obligación, una responsabilidad, como ciudadanos, como norteamericanos, como seres humanos, de levantar nuestras voces en protesta. Nosotros jamás nos olvidamos de los hospitales, de los centros de cuidados intensivos, de los heridos a nuestro alrededor luchando por sus vidas, de aquellos años largos y dolorosos después que volvimos a casa, de aquellas noches de soledad.

Había vidas para salvar en ambos lados, jóvenes hombres y mujeres que serían desfigurados y mutilados, madres y padres que perderían a sus hijos e hijas, esposas y amantes que sufrirían por décadas si no hiciésemos todo lo posible para detener el momento de prosecución de esta insensatez.

Mario Savio dijo una vez que: “Hay momentos en que la operación de la máquina es tan odiosa, nos enferma el corazón de tal manera, que no puedes hacer parte de ella, ni siquiera pasivamente, y tienes que entonces poner tu cuerpo sobre los engranajes y las ruedas, sobre las palancas, sobre todos los aparatos, para hacer que pare. Y debes decirle a los que la manejan, a sus dueños, que a no ser que te liberen, la máquina será impedida de trabajar”.

Es hora de detener la máquina de guerra

Es hora de tomar parte en acciones osadas y audaces. Vidas preciosas están en riesgo, tanto norteamericanas como iraquíes, y los reclutadores militares deben ser confrontados a todo momento, en cada colegio, cada campus, cada oficina de reclutamiento, en cada esquina, cada pueblo y cada ciudad de los EEUU.Les debemos dejar bien claro que sus actos representan una amenaza a nuestras comunidades, nuestros hijos y todo lo que amamos.

Les debemos explicar que al condenar a nuestros jóvenes a la muerte, destinándolos a la mutilación permanente, y con daños psicológicos causados por una guerra sin sentido e inmoral es errado y no será tolerado por Berkeley y de hecho por ninguna ciudad o persona. El tiempo de sacrificar a nuestros jóvenes se ha acabado. Ya aguantamos lo suficiente y les incentivamos a que usen todos los medios a su alcance para manifestarse a través de la desobediencia civil no violenta para acabar con el reclutamiento militar en Berkeley y en todo nuestro país. Estoy al lado de Uds. en esta lucha importante y valiente, y confío en que vuestras acciones en los días por venir inspirarán a innúmeros otros a través del país para hacer lo mismo y terminar con esta guerra profundamente inmoral e ilegal.


 

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