Arizona, Los Partidos del Té y la Ciudadanía
Blanca
Jueves, 5 de Agosto, 2010 Margaret Kimberley
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 20 de septiembre de
2010
Después de que todo se haya dicho y hecho, lo que quiere la mayoría del
llamado Partido del Té es la vuelta del País-del-Hombre-Blanco en América. Hay
algunos obstáculos en su camino, incluyendo La Constitución de los EEUU, pero
éso no es un obstáculo insuperable.
“Cada día los expertos y los políticos levantan sus feas cabezas para
decirnos que a los niños nacidos de personas undocumentadas no se les debería
dar la ciudadanía Americana.”
Los padres fundadores dejaron una cosa perfectamente clara cuando ratificaron
la Constitución en 1787. Los derechos completos de ciudadanía eran sólo
propiedad de los hombres blancos.
Por un periodo de cerca de 200 años, los movimientos populares garantizaron
que esos derechos se extendieran a todo el mundo sin importar la raza, o el
sexo, pero no deberá olvidarse el hecho de que esa lucha literalmente duró
varios siglos.
Es tentador reírse disimuladamente a la vista de los miembros actuales del
Partido del Té, llevando pantalones hasta las rodillas y sombreros de tres
puntas. Pero esos atuendos nos dicen algo importante. Evocan una era que todavía
se ve como una de las mejores épocas de la sociedad Americana, los días de la
esclavitud de una raza y la exterminación de otra. Este movimiento ha capturado
al Partido Republicano por sorpresa y ha dejado a algunos expertos y políticos
democráticos en un estado de miedo y/o asombro.
El reconocimiento de esa historia está siempre presente para muchos
Americanos blancos. No importa cuánto progreso se ha hecho, la adhesión a los
diablos de América de los primeros días, no está nunca lejos de la superficie.
Dicho claramente, hay demasiadas caras marrones para el gusto de la mayoría de
los blancos. Incluso el Presidente tiene una cara marrón. Su sóla presencia ha
constituido una conmoción en el sistema de la nación y de la mitología que dice
que sólo las personas blancas son realmente Americanas.
Por décadas, la presencia de extranjeros sin documentos en el país se ha
aceptado como un hecho en los Estados Unidos. Estimaciones de su presencia
llegan hasta 11 millones. Muy recientemente su presencia se ha considerado
positiva, una prueba del atractivo de América para el resto del mundo y una
bendición para las industrias dependientes en su mano de obra.
Bajo la apariencia de preocupación por la integridad de nuestras fronteras y
de las actividades ilegales, a esta presencia se le llama ahora una amenaza y un
peligro para la nación. Republicanos como el reciente candidato presidencial
John McCain, han cedido a la presión del Partido del Té y han pasado a defender
el derecho a la ciudadanía con campañas disparatadas de video para “construir la
maldita cerca” y prevenir la entrada en el país de Mexicanos dispuestos a
trabajar en el campo o limpiar mesas.
La garantía de ciudadanía desde 1868 ha sido la 14 Enmienda Constitucional
que garantiza la ciudadanía automática para cualquier persona nacida en los
Estados Unidos. Esta enmienda y sus garantías ahora están amenazadas.
Diariamente los expertos y políticos alzan sus feas cabezas para decir que los
niños nacidos de undocumentados no deberían recibir la ciudadanía Americana.
Los legisladores de Arizona, pioneros para legalizar la supremacía blanca,
han propuesto la negación de certificados de nacimientos para cualquier persona
que no pueda probar su residencia legal. Rebosantes, con la popularidad nacional
de la SB1070, que convierte a Arizona en el estado policial de “enséñame tus
papeles”, están ahora emborrachándose con la posibilidad de mantener a las
personas de piel oscura fuera de lo que esperan que sea un oasis blanco.
Todas estas propuestas son sólo un disfraz para una sóla proposición. Los
derechos de los ciudadanos deben de ampliarse sólo para los blancos, como lo
hacían en los días barbáricos de la edad dorada de los blancos. Todos, excepto
los más impenitentes racistas negarán esta intención. En su lugar escuchamos
historias lunáticas de decapitaciones en el desierto de Arizona, secuestros
inexistentes y maquinaciones de redes de turistas para fabricar los nuevos
grupos terroristas de bebés ciudadanos nacidos en América.
Los Afro-Americanos deberían ser los primeros en denunciar estas extrañas
estratagemas para deshacer las protecciones constitucionales. La Enmienda 14 se
hizo para proteger los derechos de las personas recientemente liberadas y para
derrocar la infame decisión de Dred Scott que negaba el mismo concepto de
ciudadanía negra.
“Queremos recuperar nuestro país” no es sólo una llamada de acción
anti-Obama. Es una llamada para revivir la idea que ahora, ya debería de estar
totalmente desacreditada, de que América debería ser sólo para los blancos, y de
que sólo éllos deberían decidir cómo dirigir el país. Podría ser un terrible
error ver estas propuestas de ciudadanía sólo como actos de intolerancia contra
los Latinos. Seguro que es éso, pero también es una manera de mantener a la
población no-blanca bajo control y para negarles cualquier derecho que una
persona blanca necesita respetar.
Los artículos de Margaret Kimberley's Freedom Rider aparecen semanalmente
en Black Agenda Report. Ms. Kimberley vive en New York
City, y se le puede contactar via e-Mail al
Margaret.Kimberley(at)BlackAgandaReport.com.
Fuente: Arizona, Tea Parties, and White Citizenship
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