Informe de Amnistía documenta la terrible situación de docenas de familias del sur del Yemen
Sólo Dios sabe…
Kathy Kelly
CounterPunch
4 de agosto de 2018
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Activistas de Witness Against Torture se manifiestan frente a la embajada de
los Emiratos Árabes Unidos en Washington el 9 de enero de 2018 (Foto: Witness
Against Torture)
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“Si tan sólo nos confirmaran que mi hermano está vivo, si nos permitieran verlo,
eso es todo lo que queremos. Pero nadie nos confirma nada. Mi madre vive una
agonía cada día. No saben lo que es vivir con esta angustia.”
En julio de 2018, un informe de Amnistía Internacional titulado “God Only Knows If He’s Alive”, documentaba la terrible
situación de docenas de familias del sur del Yemen cuyos seres queridos han
sido torturados, asesinados o hechos desaparecer por las fuerzas de seguridad
yemeníes que rinden cuentas ante los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Los EAU
forman parte de la coalición liderada por los saudíes que, con el apoyo vital
de EE.UU., ha estado bombardeando y asediando a un país, Yemen, asolado
brutalmente por el hambre y la enfermedad desde hace tres años. Puede decirse
con desolación que EE.UU. es culpable de esas desapariciones y torturas.
Un testimonio tras otro se hace eco de los sentimientos de una mujer cuyo marido
permanece incomunicado desde hace más de dos años. “¿No deberían someterle a
juicio”, preguntaba. “¿Para qué están los tribunales? No pueden hacerlos
desaparecer de este modo, no sólo no podemos visitarlos, ni siquiera sabemos si
están vivos o muertos”.
El informe describe las farsas burocráticas que tienen que soportar las familias
que andan mendigando información sobre el paradero de sus seres queridos a
fiscales y funcionarios de prisiones del Yemen, pero esas solicitudes se topan
rutinariamente con el silencio o la intimidación.
Las familias están apelando ante un gobierno yemení, no electo, en el exilio, cuyo
presidente, Abdrabuh Mansur Hadi (era el único candidato presentado cuando se
le “eligió” para presidente en 2012), reside habitualmente en Riad, Arabia
Saudí. Los EAU han apoyado hasta ahora las reclamaciones de Hadi para gobernar
el Yemen. Sin embargo, el fiscal general del gobierno de Hadi, así como otros
funcionarios, declararon a Amnistía Internacional que el gobierno yemení no
tiene control alguno sobre las operaciones que, “encabezadas por los EAU, son
llevadas a cabo por las fuerzas yemeníes a las que apoyan”.
Según pasan los meses y los años y las familias de personas desaparecidas siguen sin
tener noticias sobre sus seres queridos, algunas intentan ponerse en contacto
de forma extraoficial con los guardias de la prisión o antiguos detenidos que
hayan sido liberados de diversos centros de detención. Y lo que escuchan
repetidamente son las historias de torturas a los detenidos y los rumores sobre
presos que murieron mientras estaban bajo custodia.
El informe de Amnistía implica a las fuerzas locales yemeníes apoyadas por los
EAU, así como al ejército de este país, en los crímenes de torturas y malos
tratos a los detenidos. De los siete detenidos anteriores o actuales
entrevistados por Amnistía, cinco dijeron que habían sido sometidos a esos
abusos. “Todos ellos, los siete, fueron testigos de las torturas a otros
detenidos”, añade el informe, “incluido uno que declaró haber visto cómo se
llevaban en una bolsa para cadáveres a un detenido que estaba en una celda
próxima tras haber sido repetidamente torturado”.
En junio de 2017, Human Rights Watch y Associated
Press denunciaron una red de prisiones clandestinas manejadas por los EAU
en Yemen. Sus informes describían las horribles torturas que se infligían a los
presos y señalaban que altos mandos del ejército estadounidense tenían
conocimiento de las denuncias de torturas. Sin embargo, un año después, ni el
gobierno yemení, ni los EAU, ni el aliado más poderoso de los EAU en la guerra
contra el Yemen, EE.UU., han llevado a cabo investigación alguna sobre tales acusaciones.
“Cuando menos, resulta impactante”, señala el informe de Amnistía, “que un año después
de que se denunciara la red de prisiones secretas operada por los EAU y las
fuerzas yemeníes que apoya, esas instalaciones continúen funcionando y que no
se haya emprendido ninguna investigación seria sobre unas violaciones documentadas
de forma verosímil, incluida la tortura sistemática estando bajo custodia”. El
informe de Amnistía exige a EE.UU. que “facilite una investigación
independiente, que incluya al Congreso estadounidense, acerca de la cooperación
militar o de inteligencia de EE.UU. con las fuerzas yemeníes y emiratíes
implicadas en actividades de detención en Yemen”. Pide además que se investigue
cualquier implicación del personal militar o de inteligencia en los abusos
relacionados con esas detenciones en Yemen.
Hasta la fecha, EE.UU. continúa vendiendo armamento a los EAU y a su socio en la
coalición, Arabia Saudí, a pesar de haberse producido varios debates en el
Congreso y del cada vez más estrecho margen de votos que exigen el fin total o
parcial de la venta de armamento estadounidense a la luz de las terribles
prácticas que se están perpetrando en la guerra del Yemen.
Desde marzo de 2015, una coalición de nueve países dirigida por Arabia Saudí y los
EAU, que dependen de la crucial ayuda logística estadounidense, ha estado
bombardeando Yemen a la vez que bloqueaban su principal puerto, a pesar de que
el país es uno de los más pobres del mundo. Al atacar los transportes, las
centrales eléctricas, las infraestructuras de alcantarillado y saneamiento, las
escuelas, las mezquitas, las bodas y funerales, el despiadado bombardeo ha
provocado hambre, desplazamiento y la propagación de enfermedades, entre ellas
el cólera.
En el mismo día en que se publicaba el informe de Amnistía, el rey Salman de Arabia
Saudí indultaba a “todos los militares que habían participado
en la Operación Restaurar la Esperanza de sus respectivas sanciones militares y
disciplinarias en relación con ciertas normas y disciplinas”. Parece probable
que el informe de Amnistía precipitara este decreto real.
Junto con los tres países de la desértica región del Sahel en el norte de África,
Yemen está sufriendo la peor hambruna de los setenta ños de historia de las
Naciones Unidas. En los últimos tres años de ataques aéreos y navales, el
puerto clave yemení de Hodeidah ha permanecido parcial o totalmente cerrado a
pesar la necesidad vital del país de recibir suministros de socorro. Y mientras
los yemeníes sufren el caos y desesperación característicos de la guerra, los
saudíes y los emiratíes se refieren a la guerra como “Operación Restaurar la Esperanza”.
Muchos miles de yemeníes, sometidos a impenitentes bombardeos y amenazas de muerte por
inanición, se han visto obligados a huir de sus hogares. Muchos han buscado
refugio fuera de Yemen. Por ejemplo, cerca de 500 yemeníes han viajado casi 800
kms. hasta llegar a un puerto exento de visado en la isla de Jeju, en Corea del
Sur. El 21 de julio, durante una llamada telefónica internacional, organizada por unos jóvenes
amigos en Afganistán, pudo escucharse cómo Kaia, residente en la isla de Jeju,
describía la “Escuela de la Esperanza”, explicando cómo ella y otros jóvenes
están intentando facilitar la acogida de los yemeníes que viven ahora en su
pueblo de Gangjeong. Los jóvenes se han comprometido ya a resistir
pacíficamente frente a la destrucción de su costa y ecosiste ma llevada a cabo
por el ejército surcoreano y el estadounidense.
En estos momentos, ya hay puesta en marcha una escuela informal para que los residentes
yemeníes y surcoreanos puedan aprender unos de otros. Suelen reunirse en
pequeños grupos para conversar traduciendo del árabe al inglés y de este al
coreano. Muchos surcoreanos pueden recordar, de sus propias historias
familiares, que siete millones de coreanos huyeron de la ocupación japonesa de
su tierra. Sus antepasados coreanos dependían de la hospitalidad de personas en
otras tierras. El obispo católico de la diócesis de Jeju, monseñor Kang Woo-il, hizo un llamamiento a los coreanos para
que acogieran a los refugiados yemeníes, calificando el hecho de cerrar la
puerta a refugiados y migrantes de crimen contra la moral humana .
El relato de Kaia sobre la escuela recién organizada describe un esfuerzo que
implica verdaderamente restaurar la esperanza. La cínica designación de Arabia
Saudí y los Emiratos Árabes Unidos tildando la guerra en Yemen como “Operación
Restaurar la Esperanza” crea una cortina horrible de humo que distrae de la
necesidad crucial de investigar los crímenes de guerra perpetrados hoy en Yemen.
Los ciudadanos estadounidenses son responsables del apoyo prestado por su gobierno
en estos crímenes.
Los yemeníes no nos han hecho daño alguno y no han cometido ningún delito contra
nosotros. Los votos del Congreso han estado muy cerca, con el apoyo de los dos
partidos , de poner fin a la participación y apoyo de EE.UU. en la guerra de la
coalición encabezada por Arabia Saudí y los EAU contra el Yemen. Terminar con
las ventas de armas a los EAU y la monarquía saudí, con el apoyo de ambos lados
de la Cámara , será una señal para los EAU y Arabia Saudí de que EE.UU. no va a
colaborar más con sus esfuerzos para prolongar la guerra y el asedio en Yemen.
De acuerdo con la iniciativa y la energía demostradas por los jóvenes surcoreanos,
l os estadounidenses pueden y deben organizar campañas para educar a sus
comunidades, instituciones educativas y medios de comunicación sobre la difícil
situación de las personas en Yemen. Conscientes de la pesadilla a la que se
enfrentan los yemeníes cuyos maridos, hermanos, padres e hijos están
desaparecidos o detenidos por turbios elementos militares, nuestros ciudadanos
pueden trabajar para poner en marcha cada una de las recomendaciones que
aparecen en el devastador informe de Amnistía.
Kathy Kelly (Kathy@vcnv.org) es
la coordinadora de Voices for Creative Nonviolence (www.vcnv.org) y
trabaja estrechamente con Afghan Youth Peace Volunteers. Es autora del libro “Other
Lands Have Dreams”, publicado por CounterPunch/Aka Press.
Fuente: https://www.counterpunch.org/2018/07/30/god-only-knows/
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