Denunciar a los mercaderes de la muerte
Activistas por la paz se enfrentan al Pentágono y a sus puestos de avanzada corporativos.
Voces del Mundo, 4 de enero de 2023
Kathy Kelly, The Progressive Magazine, 30 diciembre 2022
Traducido del inglés por Sinfo Fernández
Conmemoración del Día de los Santos Inocentes en el
Pentágono, 28 de diciembre de 2022. (Art Laffin, The Progressive)
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Días después de que un avión de guerra estadounidense bombardeara un hospital de
Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz (Afganistán), matando a cuarenta y dos
personas, veinticuatro de ellas pacientes, la presidenta internacional de MSF,
la Dra. Joanne Liu, caminó entre los escombros y se preparó para dar el pésame
a los familiares de los fallecidos. Un breve vídeo, grabado en octubre de 2015,
capta su tristeza casi inenarrable cuando habla de una familia que, el día
anterior al atentado, se había preparado para llevar a su hija a casa. Los
médicos habían ayudado a la niña a recuperarse, pero como la guerra hacía
estragos fuera del hospital, los administradores recomendaron que la familia
viniera al día siguiente. "Aquí está más segura", dijeron.
La niña fue una de las víctimas mortales de los ataques estadounidenses, que se
repitieron a intervalos de quince minutos, durante hora y media, a pesar de que
MSF ya había emitido súplicas desesperadas rogando a Estados Unidos y a las
fuerzas de la OTAN que dejaran de bombardear el hospital.
Las tristes observaciones del Dr. Liu parecían hacerse eco de las palabras del Papa Francisco lamentando
las aflicciones de la guerra. "Vivimos con este patrón diabólico de matarnos
unos a otros por el deseo de poder, el deseo de seguridad, el deseo de muchas
cosas. Pero pienso en las guerras ocultas, las que nadie ve, que están lejos de
nosotros", dijo. "La gente habla de paz. Las Naciones Unidas han hecho todo lo
posible, pero no lo han conseguido". Las incansables luchas de numerosos
líderes mundiales, como el Papa Francisco y la doctora Joanne Liu, para detener
los patrones de la guerra fueron abrazadas con vigor por Phil Berrigan, un
profeta de nuestro tiempo.
“Oponte a todas y cada una de las guerras”, instó. “Nunca ha habido una
guerra justa”. “¡No sintáis cansancio!” rogó a la gente, y añadió: “Me
encanta el proverbio budista: ‘No mataré, y evitaré que otros maten’”.
Phillip Berrigan sostiene un cartel antes de ser
detenido por carecer de permiso durante una protesta en la acera frente a la
Casa Blanca en Washington D.C. el 16 de octubre de 1984. (Foto de Mark
Reinstein vía ShutterStock).
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La gente que ha hecho suyo su mensaje sigue reuniéndose en el Pentágono, como
ocurrió el 28 de diciembre cuando los activistas conmemoraron la "Fiesta de los
Santos Inocentes". Los cristianos dedican tradicionalmente este día al recuerdo
de una época en la que el rey Herodes ordenó la matanza de niños menores de dos
años debido a la paranoica creencia de que uno de los niños recién nacidos en
la región crecería para desbancar a Herodes del poder y matarlo. Los activistas
reunidos en el Pentágono portaban pancartas en las que denunciaban la matanza
de inocentes en nuestro tiempo. Protestarán contra el presupuesto militar
obscenamente inflado que el Congreso estadounidense acaba de aprobar como parte
de la Ley de Asignaciones Consolidadas de 2023.
Como señaló recientemente
Norman Stockwell, de The Progressive: "El proyecto de ley contiene casi 1,7 billones de dólares de financiación para el año fiscal 2023, pero de ese
dinero, 858.000 millones están destinados a las fuerzas armadas ("gastos de
defensa") y otros 45.000 millones en "ayuda de emergencia a Ucrania y a
nuestros aliados de la OTAN". Esto significa que más de la mitad (900.000
millones de dólares de 1,7 billones) no se destinan a ‘programas discrecionales
no relacionados con la defensa’, e incluso esa parte menor incluye 118.700
millones para financiar la Administración de Veteranos, otro gasto relacionado
con el ejército".
Al agotar fondos que se necesitan desesperadamente para satisfacer las necesidades
humanas, el presupuesto de «defensa» de Estados Unidos no defiende a la gente
de las pandemias, el colapso ecológico y el deterioro de las infraestructuras.
En su lugar, continúa una inversión desquiciada en militarismo. La
profética intransigencia de Phil Berrigan, resistiendo a todas las guerras y a
la fabricación de armas, es ahora más necesaria que nunca.
Indignado por la imprudente matanza de personas inocentes en guerras que van desde
Vietnam a Afganistán, Phil Berrigan insistió en que los fabricantes de armas
que se benefician de guerras interminables deben rendir cuentas por su actividad
criminal. Las corporaciones armamentísticas roban a la gente, en todo el mundo,
la capacidad de satisfacer las necesidades humanas básicas…
El presupuesto del Pentágono, espantosamente codicioso, representa una toma de
poder corporativa del Congreso de Estados Unidos. A medida que las arcas de los
fabricantes de armas se hinchan, estos contratistas militares contratan
legiones de grupos de presión muy bien pagados encargados de persuadir a los
funcionarios electos para que destinen aún más fondos a empresas como Lockheed
Martin, Boeing, Raytheon United y General Atomics. Según los militaristas, hay
que agotar los arsenales de armas para justificar más fabricación de armamento.
La complicidad de los medios de comunicación es necesaria, y se puede comprar,
para asustar a los contribuyentes estadounidenses a fin de que sigan
financiando lo que podría convertirse en una aniquilación mundial.
Phil Berrigan, que a lo largo de su vida pasó de soldado a erudito y a profético
activista antinuclear, relacionó astutamente la opresión racial a la que se
opuso como activista de los derechos civiles con la creciente opresión causada
por el militarismo. Comparó la injusticia racial con una terrible hidra que
inventa un nuevo rostro para cada zona del mundo. A lo largo de su vida, Phil
Berrigan se identificó con las personas amenazadas por los nuevos rostros de
guerra de la hidra. Abundando en este tema en un libro titulado No More Strangers (No más extraños), publicado en 1965, escribió que la decisión desapasionada de la
gente de Estados Unidos de practicar la discriminación racial hacía "no solo
fácil sino lógico ampliar nuestras opresiones en forma de amenazas nucleares
internacionales".
¿Cómo podemos impedir en Estados Unidos las matanzas que se producen, en nuestro
nombre, en múltiples guerras, exacerbadas por armas fabricadas en Estados
Unidos? ¿Cómo podemos resistir el creciente potencial, el agudo azote de un
intercambio nuclear mientras las partes beligerantes siguen lanzando amenazas
nucleares en Ucrania y Rusia?
Un paso que podemos dar implica esfuerzos tanto políticos como humanitarios para
responsabilizar a las corporaciones que se benefician del presupuesto militar
estadounidense. Inspirándose en la firmeza de Phil Berrigan, activistas de todo
el mundo están planificando el Tribunal de Crímenes de Guerra de los Mercaderes
de la Muerte, que se celebrará del 10 al 13 de noviembre de 2023. El Tribunal pretende
reunir pruebas sobre los crímenes contra la humanidad cometidos por quienes
desarrollan, almacenan, venden y utilizan armas para cometer crímenes contra la humanidad.
Se busca el testimonio de personas que han soportado el peso de las guerras
modernas, los supervivientes de las guerras en Afganistán, Iraq, Yemen, Gaza y
Somalia, por nombrar solo algunos de los lugares donde las armas
estadounidenses han aterrorizado a personas que no querían hacernos daño.
"Os hacemos a vosotros, corporaciones obsesionadas con la especulación bélica,
responsables; ¡responsables!", declara el reverendo Dr. Cornel West en el sitio web del Tribunal.
El 10 de noviembre de 2022, los organizadores del Tribunal de Crímenes de Guerra de
los Mercaderes de la Muerte y sus partidarios entregaron una "citación" a los directores y oficinas corporativas de los fabricantes de armas
Lockheed Martin, Boeing, Raytheon United y General Atomics. La citación, que
expirará el 10 de febrero de 2023, les obliga a proporcionar al Tribunal todos
los documentos que revelen su complicidad en ayudar e instigar al gobierno de
Estados Unidos a cometer crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad,
sobornos y robos.
Las personas amenazadas por los nuevos rostros de guerra de la hidra a menudo no
tienen dónde huir, dónde esconderse. Miles y miles de las víctimas son niños.
Conscientes de los niños mutilados, traumatizados, desplazados, huérfanos y asesinados por
todas las guerras que hoy hacen estragos, debemos responsabilizarnos también
nosotros mismos. El reto de Phil Berrigan debe convertirse en el nuestro:
"¡Nos vemos en el Pentágono!" O en sus puestos de avanzada corporativos.
La humanidad no puede vivir literalmente en complicidad con los patrones que
llevan a bombardear hospitales y masacrar niños.
Kathy Kelly es una activista por la paz y escritora
estadounidense; fue un@ de los miembros fundadores de Voices in the Wilderness
y, hasta el cierre de la campaña en 2020, coordinadora de Voices for Creative
Nonviolence. Como parte del trabajo de los
equipos de paz en varios países, ha viajado a Iraq veintiséis veces,
permaneciendo en zonas de combate durante los primeros días de las dos guerras
entre Estados Unidos e Iraq.
De 2009 a 2019, su activismo y sus escritos se centraron
en Afganistán (donde trabajó estrechamente con los Jóvenes
Voluntarios Afganos por la Paz), Yemen y Gaza, junto con protestas
nacionales contra la política estadounidense de aviones no tripulados. Ha sido
detenida más de sesenta veces en su país y en el extranjero. Puede contactarse
con ella. En Kathy@vcnv.org
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