41 corazones que siguen latiendo en Guantánamo
Kathy Kelly
CounterPunch
18 de enero de 2018
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Pintura de Muhammad Ansi que integra la
exhibición Arte de Guantánamo, donde se exponen obras realizadas por ocho
prisioneros en esta cárcel (cuatro de los cuales siguen detenidos). La
exhibición se realiza en John Jay College of Criminal Justice de la ciudad de
Nueva York, EE.UU. |
El 11 de enero pasado se cumplió el décimosexto año en que la prisión de
Guantánamo mantiene encarcelados exclusivamente a hombres musulmanes, habiendo
sometido a muchos de ellos a torturas y detenciones arbitrarias.
Convocadas por Witness Against Torture> (WAT),
alrededor de treinta personas se reunieron en Washington D.C. para ayunar a lo
largo de una semana con el propósito de intentar que se cerrara Guantánamo y se
aboliera para siempre la tortura. Hace seis días, Matt Daloisio llegó desde la
ciudad de Nueva York en una furgoneta cuidadosamente cargada de carteles y
pancartas elaboradas a lo largo de doce años, además de sacos de dormir, ropa
de invierno y otros artículos esenciales para esa semana.
Matt pasó una hora organizando el equipamiento en la amplia sala de la iglesia que nos iba a albergar. “Lo ha
dejado todo preparado”, dijo uno de los miembros de WAT.
Después, Matt estuvo reflexionando respecto a que muchos de los presos cuyos rostros y nombres aparecen en
nuestras pancartas han sido ya liberados. En 2007, había 430 prisioneros en
Guantánamo. Hoy, aún quedan allí 41 hombres. Shaker Aamer ha podido reunirse
por fin con el hijo que no pudo conocer cuando se encontraba preso en esa
infame prisión. Mohamed Ould Slahi, autor de Diario de Guantánamo, ha sido
finalmente liberado. Estas alentadoras realidades no disminuyen en lo más
mínimo la urgencia que sentimos al luchar por la liberación de los 41 hombres
que siguen encerrados en Guantánamo.
Ni uno solo siquiera de esos 41 prisioneros fue capturado por el ejército estadounidense en el campo de
batalla. Las milicias afganas y el ejército pakistaní recibieron cuantiosas
recompensas en dinero contante y sonante por vender a los estadounidenses el
86% de los prisioneros. Imaginen la “luz verde” ofrecida a otros países para
que practicaran la compra y venta de seres humanos.
Aisha Manar,
que trabaja para la London Campaign to Close Guantanamo, señala que “las
prácticas de violación de derechos seguidas en Guantánamo son ahora un modelo
para las políticas de detención y encarcelación en EE. UU. y en otros Estados”.
Esta escalofriante realidad se refleja en los informes de Associated
Press, que revelan que los Emiratos Árabes Unidos dirigen una red de
prisiones secretas en Yemen del Sur en las que los prisioneros son sometidos a
torturas extremas. Entre ellas se incluye la práctica de sujetar al preso
alrededor de un artefacto giratorio denominado “la parrilla”, exponiéndole al
fuego para que se vaya asando.
“Casi 2.000 hombres han desaparecido en esas prisiones clandestinas”, informa AP,
“una cifra tan alta que ha provocado protestas casi semanales entre las
familias que intentan saber algo sobre sus hijos, hermanos y padres desaparecidos”.
Uno de los centros principales de detención se halla en el aeropuerto Riyan, en la ciudad meridional yemení de
Mukalla. Antiguos detenidos, que hablaron a condición de mantener el anonimato,
explicaron que “les habían apiñado en contenedores manchados de heces, donde
les tuvieron durante semanas con los ojos tapados y que les habían golpeado,
atado a la ‘parrilla’ y atacado sexualmente”.
Un miembro de la fuerza de seguridad yemení creada por los Emiratos Árabes Unidos, dijo a AP que
las fuerzas estadounidenses estaban en muchas ocasiones a tan sólo pocas yardas de distancia.
“Sería difícil creer que EE. UU. no sabía o no podía saber que había un riesgo real de torturas”, declaró Lynn
Maalouf, directora de investigación para Oriente Medio de Amnistía Internacional.
El 9 de enero pasado, integrantes de WAT intentaron entregar una carta al embajador de
los Emiratos Árabes Unidos, Yusuf Al Otaiba, para que respondiera sobre esas
informaciones. Los guardias de seguridad de la embajada nos sacaron fotos pero
dijeron no podían aceptar nuestra carta.
Dos días después nos unimos a otros
grupos numerosos para llevar a cabo un gran mitin, nos vestimos con monos
naranjas y capuchas negras, llevamos pancartas en las que aparecía el número
“41” y desplegamos dos muy grandes, las más importantes. En una se
decía: “Se necesitaría un genio* para cerrar Guantánamo”. Y en la
otra: “Seguimos aquí porque vosotros seguís allí”.
Cuarenta y un corazones siguen latiendo en las celdas de la prisión de Guantánamo. Una cifra
insoportable.
* Probablemente una ironía tomando en cuenta que recientemente Trump se definió como "un genio" (nota de
Rebelión).
Kathy Kelly (Kathy@vcnv.org) es
la coordinadora de Voices for Creative Nonviolence (www.vcnv.org>) y ha trabajado
estrechamente con Afghan Youth
Peace Volunteers. Es autora del libro “Other Lands Have
Dreams”, publicado por CounterPunch/Aka Press.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2018/01/15/41-hearts-beating-in-guantanamo/
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