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El objetivo de EE.UU. de controlar la energía de Eurasia

Larry Jones
22 de diciembre de 2009

A pesar de discurso de guerra del presidente Obama en West Point y el discurso "de paz" en Oslo, la verdad evidente es que los EE.UU. no están comprometidos en Afganistán por las razones de honor que trató de vendernos. Además del impulso general para aumentar la hegemonía de EE.UU. en el sur de Asia, hay una necesidad subyacente y exigente de controlar la energía de toda Eurasia.

Uno de los aspectos más importantes de lo que se ha dado en llamar el nuevo gran juego es la competición por el control de oleoductos y gasoductos de la zona rica en petróleo del Mar Caspio. El plan que los EE.UU. y Gran Bretaña están tratando de llevar a cabo tendría como objetivo que un oleoducto pasara por Afganistán, y de hecho atravesaría la provincia de Helmand, que pasa a ser el lugar donde las nuevas tropas se concentrarán bajo el nuevo plan de Obama.

Han sido y son numerosos los conductos construidos y previstos para ser construidos para transportar el petróleo y el gas desde el Mar Caspio, cada uno de los cuales tiene una profunda importancia geopolítica (por no hablar medioambiental). En la actualidad Europa depende principalmente de una vía que pasa por Rusia desde la zona de Turkmenistán en el Mar Caspio, dando a los rusos una gran influencia política en la región.

Los EE.UU. y sus aliados quieren traer el petróleo desde esa zona sin la participación de Rusia o de Irán. Pensaron que habían ganado la jugada para transportar una buena parte de ese petróleo y gas a través de una tubería construida en 2006, que pasaba de Bakú, la capital de Azerbaiyán, a Tiblisi, la capital de Georgia y a Ceyhan en la costa mediterránea de Turquía. Es conocido como el oleoducto BTC. Sin embargo, cuando Georgia, prácticamente un estado cliente de EE.UU., y Rusia fueron a la guerra en agosto de 2008 los misiles rusos tomaron como objetivo el oleoducto. Así que el plan no funcionó muy bien.

La tubería Tapi y los Talibanes

Si los EE.UU. quieren traer gas y petróleo desde el Mar Caspio sin la participación de Rusia o Irán, tendrán que controlar los oleoductos que pasan por Afganistán. Este proyecto ya está en ciernes. Se llama TAPI, por Turkmenistán, Afganistán, Pakistán y la India.

TAPI comenzará en Turkmenistán y continuara hacia el sur a través de Afganistán y Pakistán hasta la India y el Mar Arábigo para una descarga internacional. El problema principal es llevar esto a cabo sin la injerencia militar de los talibanes. Es por eso que la provincia de Helmand debe ser liberada de las fuerzas que una vez fueron los amigos de EE.UU. y a las que ahora se les llama terroristas, cuya destrucción dice Obama es la razón de esta guerra. En su discurso de West Point anunció sus planes de enviar 30.000 soldados más a Afganistán, Obama se refiere a los talibanes como "un movimiento brutal, represivo y radical".

En la era de la presidencia de Clinton, para comenzar los planes de construcción de un gasoducto que evitase a Rusia e Irán, los talibanes fueron agasajados por la administración y por la compañía energética Estadounidense Unocal. Entonces la compañía con sede en California entro en contacto con el presidente de Turkmenistán, seguido por los talibanes. Así, como el escritor del Asia Times Pepe Escobar expuso, Unocal "lanzó una táctica clásica de Nuevo Gran juego que aún no ha terminado y sin la cual no se puede entender la guerra en Afganistán que ha heredado Obama". Y, podríamos añadir, ha hecho muy suya. Más tarde, British Petroleum y Amoco se fusionaron y se involucraron en el proyecto, contando con el ex asesor de seguridad nacional Zbigniew Brzezinski como consultor.

Negociaciones con los talibanes tuvieron lugar nuevamente en 2001 bajo la presidencia de George W. Bush, pero finalmente se rompieron, de acuerdo con Escobar, debido a las demandas de los talibanes sobre las tasas de tránsito. Después los EE.UU. decidieron derrocar a los talibanes y el 11 de Septiembre sólo aceleró esta decisión. Posteriormente, una vez más como informa Escobar, un "ex trabajador de la CIA y representante de Unocal, que había entretenido a miembros Talibanes en barbacoas en Houston, fue pronto forzado en Afganistán como nuevo líder del país." Su nombre era Hamid Karzai. (Ver http://www.tomdispatch.com/post/175071)

Los talibanes reconocieron el gobierno provisional de Karzai, lo que no es sorprendente ya que el mismo Karzai había sido un talibán en un tiempo. Su presidencia fue confirmada en las elecciones de 2004, que según muchos observadores tuvo un conteo de votos absolutamente fraudulento. Ahora Karzai ha vuelto a ser "elegido" presidente, a pesar de que su gobierno está plagado de corrupción y el líder de la oposición, Abdullah Abdullah, renunció bajo la creencia de que los resultados de la elección no serían honestos. Karzai, el ex aliado de los talibanes, seguirá siendo el títere de EE.UU. en Afganistán - al menos de momento -, mientras pretenda eliminar a los talibanes del territorio por el que el gasoducto TAPI está programado pasar. Los cuatro países involucrados firmaron un acuerdo para llevar a cabo el negocio de tuberías en abril del año pasado.

La masiva base aérea en ciernes

El propio Afganistán puede tener depósitos inexplorados y ocultos de minerales e incluso de gas y petróleo, dando a los EE.UU. una razón más para mantener el control de la zona. Sin embargo, el gasoducto es la clave. La instalación militar "Camp Leatherneck" de unas 200 hectáreas se construye a un paso frenético en lo que los afganos llaman el "desierto de la muerte". La construcción de esta base no es una tarea fácil para los EE.UU., dada la falta de carreteras y aeropuertos en esta área, pero el Pentágono se vio con la necesidad tan pronto como Obama dejó claro que se aumentaría significativamente el número de tropas en la zona con el plan de fuerza frente a los talibanes.

El campamento incluirá un enorme campo de aviación que con el tiempo alojará 55 helicópteros y otras aeronaves. Será el mayor proyecto de este tipo en el mundo en un entorno de combate.

Se espera que la construcción del gasoducto TAPI comience el próximo año y se concluya en el 2014 a un coste de por lo menos 7,6 mil millones dólares. El Banco de Desarrollo Asiático está financiando el proyecto, lo que garantizará la influencia indebida y el control de su mayor donante, los Estados Unidos.

Escépticos de todo este desarrollo y de los gastos militares y de la expansión tienen miedo de que todo esto garantice que los EE.UU., como otros imperios en el pasado, se verá envuelto en una guerra que va a durar años y terminará en un desastre y con la pérdida de muchas más vidas. El proyecto del oleoducto es frágil en el mejor de los casos, y las posibilidades de construirlo, y mucho menos mantenerlo y defenderlo, son objeto de acalorados debates en círculos de la clase dominante.

Pero de lo que realmente deberíamos estar preocupados es por las vidas de las personas de cualquiera de las naciones involucradas. La actividad militar necesaria solo para proteger el oleoducto, junto con las continuas batallas contra los talibanes que, en cambio, a menudo matan a civiles, auguran graves peligros. Tenemos que recordar que la vida de cualquier madre afgana o joven pakistaní es tan preciosa y valiosa como la de cualquier estadounidense.

La afirmación de Obama de que el aumento es necesario para prevenir un posible ataque a los EE.UU. es una mentira digna de un verdadero imperialista.


 

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