Enfermos piden auxilio en el Golfo de México
Dahr Jamail IPS 14 de enero de 2011
Cherri Foytlin, cofundadora de Gulf Change, en una
manifestación realizada en octubre de 2010 en Baton Rouge,
Louisiana. Crédito: Erika Blumenfeld |
NUEVA ORLEANS, Estados Unidos - Los habitantes del Golfo de México
reclaman al gobierno estadounidense atención médica y apoyo ante las
enfermedades que causó el derrame de combustible de la multinacional British
Petroleum (BP).
El hidrocarburo comenzó a diseminarse el 20 de abril, cuando la plataforma de
exploración Deepwater Horizon, que BP arrendaba a la firma suiza Transocean,
sufrió una explosión y, dos días después, se hundió. Sólo en julio pudo
detenerse el derrame.
En una reunión patrocinada esta semana por la comisión nacional que investiga
el derrame, habitantes del lugar y líderes comunitarios expresaron sus serias
preocupaciones por la crisis sanitaria que generó el desastre.
"Hoy les voy a hablar sobre mi vida", dijo Cherri Foytlin a los dos
integrantes de la comisión presentes en la reunión del día 12.
"Mis niveles de etilbenceno son 2,5 veces los del percentil 95, y hay muchas
posibilidades de que no pueda conocer a mis nietos… Lo que les pido ahora que
hagan, de ser posible, es enmendar (su informe). Porque tenemos que recibir
atención a la salud", agregó.
El etilbenceno es una forma de benceno que se hace presente en el organismo
cuando comienza a descomponerse. También está presente en el crudo de BP.
"He visto a niños pequeños con lesiones en todos sus cuerpos", dijo Foytlin,
cofundadora de Gulf Change, una organización comunitaria con sede en Grand Isle,
en el sudoriental estado de Louisiana.
"Estamos muy, muy enfermos. Y los muertos están muertos. Así que en realidad
no importa si los medios de comunicación vuelven, o si el presidente (Barack
Obama) nos escucha, o si los trabajadores petroleros y los pescadores y quienes
se dedican a la captura de cangrejos logran alimentar a sus bebés y tal vez
tienen una buena Navidad el año próximo…", manifestó.
Frances Beinecke, integrante de la comisión y presidenta del Consejo de
Defensa de los Recursos Nacionales, dijo que transmitiría sus preocupaciones a
la Casa Blanca.
La comisión, designada por Obama, divulgó su informe final esta semana, luego
de una investigación de seis meses sobre el peor desastre petrolero en la
historia de la nación.
El reporte recomendó una enorme puesta a punto de las fallidas prácticas de
seguridad de la industria petrolera en el Golfo, así como la creación de una
nueva agencia independiente para controlar las actividades de perforación.
Sin embargo, la mayoría de las 250 personas que estuvieron presentes en la
reunión se centraron en la crisis sanitaria que estalló luego del desastre de
abril de 2010, dejando a los trabajadores de BP dedicados a su limpieza y
también a los habitantes de la zona del Golfo padeciendo enfermedades que
atribuyen al combustible y a los dispersantes tóxicos utilizados para sumirlos
en las profundidades.
El médico Rodney Soto, de Santa Rosa Beach, en el sudoriental estado de
Florida, viene analizando y tratando a pacientes con altos niveles en sangre de
productos químicos relacionados con el petróleo.
Comúnmente, a estas sustancias se las llama "compuestos orgánicos volátiles".
Aquellos antropogénicos derivados del desastre de BP son tóxicos y tienen
efectos crónicos negativos sobre la salud.
Soto se ha desconcertado al hallar niveles tan altos de productos tóxicos en
cada uno de los pacientes a los que está analizando.
"Regularmente encuentro entre cinco y siete compuestos orgánicos volátiles en
mis pacientes", dijo Soto a IPS.
"Entre estos pacientes hay personas que no están directamente involucradas en
la limpieza del petróleo, así como residentes que no viven directamente sobre la
costa. Esto está claramente relacionado con el desastre petrolero", agregó.
No obstante, organismos gubernamentales como la Agencia de Protección
Ambiental, la Administración de Drogas y Alimentos y la Oficina Nacional de
Administración Oceánica y Atmosférica, junto con el propio Obama, han declarado
que las aguas y playas del Golfo están abiertas al público, por considerarlas
seguras, igual que los productos marinos que allí se pescan.
Los residentes del lugar que estuvieron presentes en la reunión se aseguraron
de que los dos integrantes de la comisión estuvieran al tanto de la crisis
sanitaria que enfrentan.
Tom Costanza, de Catholic Charities, en el área de Nueva Orleans, declaró que
la región está en medio de una crisis de servicios sociales y enfrenta un
proceso de reclamos que está plagado de problemas.
"La gente me llama llorando y agonizando. Necesitan atención médica y apoyo
para atravesar esto", dijo.
Ada McMahon trabaja para el Bridge the Gulf Project, un sitio web de
periodismo ciudadano que publica artículos sobre las comunidades de la costa del
Golfo y abordan temas de justicia y sustentabilidad.
"Los temas de salud no resueltos son el mayor problema, junto con el hecho de
que los residentes se convirtieron en activistas que van a las reuniones de la
comisión o acuden ante (el administrador del fondo para el manejo del derrame de
BP, Kenneth) Feinberg para contarles sus problemas de salud", dijo a IPS.
"Quienes pueden pagar los 300 dólares de los análisis de sangre han hallado
una alarmante proporción de productos químicos en sus cuerpos, y están haciendo
lo que pueden para manifestar sus preocupaciones", agregó.
"Pero sienten que no pueden esperar a que el Congreso (legislativo) u Obama
aborden esto, porque necesitan médicos y apoyo ya", enfatizó.
LaTosha Brown, director del Fondo de la Costa del Golfo para la Renovación
Comunitaria y la Salud Ecológica, que trabaja con 250 organizaciones locales,
también sostuvo que "la preocupación clave expresada por la comunidad en
respuesta al informe es la abrumadora necesidad de acceso a servicios de
salud".
A Stephen Bradberry, director ejecutivo del no gubernamental Alliance
Institute, le preocupa que la Gulf Coast Claims Facility, que se dedica a
atender reclamos en la zona afectada, no esté aceptando los que tienen que ver
con temas de salud, lo que deja a los enfermos sin poder trabajar y sin ningún
ingreso con que pagar sus facturas médicas.
"Hay moretones y lesiones en la piel (…). Ayer supe de cinco personas que
fallecieron en Grand Isle y que no tenían problemas de salud antes de esto. No
obstante, no se habló de controlar a estas comunidades", dijo a IPS.
"Necesitamos un grupo de trabajo separado que pueda centrarse únicamente en
analizar, controlar y estudiar los problemas de salud a largo plazo causados por
la exposición al crudo y a los dispersantes. Y esto tiene que ocurrir ahora",
opinó.
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