Un inmigrante modelo padece la deportación
Hombre de bien, empresario, dueño de cuatro restaurantes y con una comunidad
que lo apoya, lucha por regresar con su familia a EEUU
- Pilar Marrero/ pilar.marrero@laopinion.com |
- 2009-11-13
- | La Opinión
Claudia Gómez, esposa del empresario deportado Carlos Ramírez, en su casa de
Huntington Beach, junto a sus hijos Carlos, de 9 años, y Kayla, de 3, quien
sostiene una fotografía de su papá. (FOTO: Ciro Cesar/La
Opinión) |
Tocaron la puerta de su casa en Huntington Beach el 20 de febrero del año
pasado. Eran por lo menos seis agentes que parecían de policía y después
resultaron ser de la Oficina de Control de Inmigración y Aduanas (ICE). Claudia
y su esposo Carlos Ramírez dormían, igual que sus dos hijos pequeños.
"Hacían muchísimo ruido, cuando abrimos dijeron que buscaban a un fugitivo
que se estaba escondiendo entre las casas. Por supuesto los dejamos entrar y una
mujer comenzó a gritarme que si teníamos drogas y que si yo era legal", dijo
Claudia, quien nació en Estados Unidos.
A su esposo le pidieron que saliera.
"Afuera ya me dijeron que me buscaban a mí", cuenta Carlos telefónicamente,
desde Guanajuato, México, donde ahora vive. "Me pusieron las esposas y me
llevaron. Esa misma tarde estaba yo deportado en Tijuana".
Atrás quedaron su esposa y sus dos hijos, un niño que entonces tenía 8 años y
una niña de 2. Carlos y Claudia se conocen desde que él tenia 16 años y ella
19.
Carlos fue arrestado por un equipo especial del Programa Nacional de Arrestos
de Fugitivos (NFOP), instituido en 2003 para encontrar y deportar a más de 600
mil extranjeros con órdenes de deportación pendientes que se encuentran aún en
el país.
El NFOP es uno de los programas favoritos del Congreso, que le ha aumentado
los fondos en más de 1300% desde entonces, aunque aún no es suficiente para
atacar al número de deportables que no hicieron caso a sus órdenes de salir del
país. Por eso han dicho que se enfocan primero en los fugitivos peligrosos.
No obstante, la mayoría de los arrestados en seis años del programa son como
Carlos: personas sin antecedentes penales que estaban indocumentados en el país
o perdieron sus casos de inmigración o cayeron en manos de un notario que les
presentó un caso falso de asilo, como fue el de Carlos.
Lo especial de este hombre, sin embargo, es lo que había logrado cuando lo
deportaron: llegó a los 14 años de edad, y para cuando fue deportado, a los 36
años, ya tenía cuatro restaurantes, tres en Huntington Beach y uno en
Westminster, una esposa, Claudia, dos hijos y dos hipotecas.
Los restaurantes, dos Molcajete Grill y dos Fiesta Grill, tienen excelentes
comentarios en varios sitios de internet y son populares en su comunidad por
buena atención y auténtica comida mexicana.
"A mí siempre me ha gustado superarme. Desde que comencé a trabajar fui
ahorrando, y en el 94 hubo oportunidad de agarrar el primer negocio, en 98
agarré el segundo y así fuimos yendo hasta que tenía los cuatro", dice
Carlos.
La comunidad que lo conocía se ha volcado a apoyarlo y muchos han escrito
cartas en su favor para que las autoridades migratorias reconsideren y le
otorguen un permiso especial de entrada y un waiver o anulación de su
deportación, su única vía de inmigración legal. <>Claudia Espinoza,
dueña de una escuela de entrenamiento de artes marciales a la que Carlos y
Claudia llevaban a su hijo de 9 años, escribió una carta a su favor para ser
presentada ante las autoridades migratorias. Igualmente lo hicieron otras
personas de la comunidad y clientes de sus restaurantes.
"Carlos nos ha apoyado muchísimo en la escuela. Ha donado comida para
nuestros eventos. Sin la participación de padres como él no podríamos salir
adelante. Es un hombre dedicado y trabajador y el ejemplo que es para su familia
es algo que siempre los maestros y los padres tratamos de crear para nuestros
hijos. Realmente es un baluarte de nuestra comunidad", escribió Espinoza.
Gail McIntosh, una empresaria local y clienta de Ramírez, también se unió a
la campaña a favor de él. "Carlos ha demostrado su deseo de perseguir el sueño
americano con trabajo y dedicación. Lo he visto trabajar largas horas para
preparar la comida y siempre atiende a los vecinos con buen ánimo. Él es la
primera persona a la que recomendamos cuando alguien nuevo se muda al
vecindario".
Desde su deportación, Carlos se ha volcado a trabajar en la finca de sus
padres en Guanajuato, levantando con sus propias manos una casa nueva para
ellos. "Así se me pasa el tiempo en algo productivo", señala. "Pero mi deseo es
regresar y estar con mi familia, con mis hijos y mi esposa. Ahorita le pido a
Dios que todo se arregle"
En diciembre, Carlos tiene una cita en Ciudad Juárez para pedir su perdón y
permiso de entrada. Charles Medina, su abogado, comenta que Carlos intentará
demostrar no solamente que es un miembro valioso de su comunidad, sino que su
separación está creando serios problemas para su esposa y sus hijos.
"Tengo esperanza de poder lograr su reingreso, pero todo depende del agente
que les toque", dice Medina.
Su esposa Claudia lleva el peso de lo que quedó atrás. Y está sintiendo que
le fallan las fuerzas. Se mantiene entera durante buena parte de la entrevista,
y al final comienza a quebrarse, a llorar.
"Ha sido muy duro. Un cambio enorme. Tenemos una última oportunidad con esta
cita que viene. Yo he tratado de ser fuerte y de no pensar en mí y en los
problemas. Pero si no logramos que le perdonen su deportación y aceptan mi
petición de tarjeta verde, le voy a tener que pedir que se regrese como sea",
dijo.
Claudia, quien tuvo una niñez dura, sufre de serios problemas nerviosos a
causa de la deportación de su esposo, quien se ocupaba de manejar los negocios.
"Lo tomo día a día, no hago planes para nada. Quien más me duele es mi hijo, que
desde que deportaron a su papá ha cambiado mucho. Ya no quiere saber nada de
México ni de hablar español. Es como si quisiera borrar esa parte de su vida. No
entiende lo que pasó y por qué su papá se fue. Está muy dolido".
Carlos espera ansioso su cita en Ciudad Juárez. "Tengo fe en Dios que sí me
va a ayudar. Yo tengo un récord limpio, en Estados Unidos nunca tuve problemas.
Siempre participé en organizaciones como la lucha contra el cáncer, la leucamia,
la UNICEF. En cosas de mi comunidad. Espero que eso me ayude".
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