Guantánamo y el arte de la resistencia
Erin L. Thompson, Molly Crabapple y Mansoor Adayfi, que estuvo detenido sin cargos en la prisión militar durante casi 15
años, nos cuentan cómo el arte es un salvavidas para las personas allí
encarceladas.
Hyperallergic,
3 de diciembre de 2024
Mansoor Adayfi sostiene una obra de Sabri al-Qurashi (foto cortesía de Erin L.
Thompson) sobre una foto del atardecer en Guantánamo (foto de Wikimedia
Commons; edición de Isabella Segalovich/Hyperallergic).
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El pasado mes de agosto, el periodista Moustafa Bayoumi publicó
la noticia de que se había desclasificado la primera foto de un detenido en
un centro clandestino de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). En ella se
ve a un demacrado Ammar al-Baluchi, encadenado y desnudo en una habitación de
un blanco crudo. Sometido a años de tortura, según el protocolo de la CIA, la
foto del detenido pakistaní pretendía "documentar su estado físico en el
momento del traslado". En un reciente artículo de opinión
en Hyperallergic, Bayoumi reflexionaba sobre la oscura historia del uso de
"fotografías de atrocidades" similares por parte de diversos
regímenes, un género de recuerdos que crean para sí mismos y que relatan la
violencia, pero la ocultan a la vista del público.
Mientras que esta fotografía personifica la deshumanización, otra imagen muestra una
perspectiva diferente. A través de un vórtice de líneas y puntos de colores,
al-Baluchi ilustró lo que vio durante un episodio de vértigo, provocado por una
lesión cerebral traumática causada por esta tortura.
Ammar al-Baluchi, "Vértigo en Guantánamo" (2026) (imagen cortesía de Erin
L. Thompson)
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Al no estar ya en el punto de mira de los medios de comunicación, es demasiado fácil
para muchos olvidar que decenas de personas siguen encarceladas en Guantánamo.
El campo de detención ha encarcelado a cientos de detenidos de todo el mundo
desde su apertura a principios de la década de 2000 tras el 11-S, y al-Baluchi
forma parte de la inmensa minoría de los que han sido acusados de delitos
relacionados con aquellos sucesos. Aunque más
de la mitad de los hombres que siguen recluidos allí fueron autorizados a
salir hace años, aún no han sido puestos en libertad, y es posible que nunca lo
sean.
Hace más de una década, un grupo de estos hombres empezó a crear arte. Al principio,
utilizaban el poco material que encontraban, como jabón rayado en las paredes o
tenedores de plástico raspados en vasos de poliestireno, incluso dibujaban con
té en polvo sobre papel higiénico. Si se descubría a estos artistas
encubiertos, se les castigaba. Pero a partir de 2010, tras
las reformas de la era Obama, por fin se permitió a los detenidos asistir a
clases de arte. Lo que ocurrió fue un breve florecimiento de las artes en uno
de los lugares menos propicios, y en condiciones inhumanas.
Izquierda: Erin L. Thompson (foto cortesía de Erin L. Thompson); derecha: Molly Crabapple
(foto de Marina Galperina, cortesía de Molly Crabapple).
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En este episodio, hablamos con Erin L. Thompson, colaboradora de Hyperallergic,
es profesora de crimen artístico en el John Jay College y comisaria de Oda
al mar, una innovadora exposición de obras de arte de detenidos que debutó
en 2018. Recientemente regresó de un viaje de una semana a la prisión militar
caribeña con el fin de ver los juicios del 11-S que acabaron retrasándose.
Thompson habló con el redactor jefe Hrag Vartanian sobre la estricta vigilancia
no sólo del arte en conflicto, sino también de cómo las autoridades mantienen
un férreo control sobre las fotografías tomadas por los medios de comunicación.
La escritora y artista Molly Crabapple, en cambio, encontró una solución. Se unió
a nosotros para hablar de su viaje de 2013 al centro de detención, cuando se le
concedió acceso para dibujar esta prisión surrealista y sus habitantes, tanto
los hombres encarcelados como los médicos, guardias y otros actores que
mantienen la máquina en funcionamiento. Su trabajo nos muestra cómo el dibujo
puede iluminar verdades que las fotografías censuradas no pueden.
Dibujo de Molly Crabapple, "Guantánamo Sketchbooks" (2013) (cortesía de
Molly Crabapple).
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Por último, hablamos con el escritor Mansoor Adayfi, confinado en Guantánamo durante
casi 15 años. Como la inmensa mayoría de los allí encarcelados, nunca fue
acusado de ningún delito. Adayfi nos contó de primera mano las huelgas de
hambre, los cambios en las tácticas de tortura y confinamiento que se
produjeron con cada administración presidencial, los lazos que se crearon entre
los hombres de la prisión y el florecimiento del arte a través de la pintura,
el canto, la danza y la escritura entre los detenidos. Explica cómo ese arte se
convirtió en un salvavidas para su supervivencia. Es autor de Letters
from Guantánamo y Don’t
Forget Us Here: Lost and Found at Guantanamo, trabaja como activista con CAGE por el objetivo del
cierre definitivo de Guantánamo.
Izquierda: portada de Don't Forget Us Here, de Mansoor Adayfi (2021); derecha: Mansoor
Adayfi (foto cortesía de Mansoor Adayfi)
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En 2022, ocho detenidos y ex detenidos escribieron
una carta instando al presidente Biden a poner fin a una política
de la era Trump que prohibía que sus obras salieran de Guantánamo. Varios
hombres, cuya liberación se autorizó justo ese año, dijeron que preferirían que
su arte fuera liberado antes que ellos mismos. Adayfi nos dijo que si le dieran
a elegir, diría lo mismo.
"El arte no es sólo arte. Se convierte en una parte de ti. Pones ahí tu sangre, tu
sudor, tus recuerdos, tu tiempo. Ese arte te ayudó a encontrarte a ti mismo. A
mantener tu cordura, tu humanidad", explicó.
Rabbani Ahmed, "Untitled
(Binoculars Pointing at the Moon)" (2016) (imagen cortesía de Erin L. Thompson)
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"Arte de Guantánamo, lo considera uno de los nuestros, como un ser vivo. Pasó por el
mismo proceso: el maltrato, los abusos, la tortura, la muerte, incluso. Como
nosotros, como nosotros, los prisioneros. Es el mismo proceso. Ha pasado por
todo lo que hemos pasado nosotros".
Aunque el gobierno de Biden levantó
la prohibición de que las obras de arte salieran de Guantánamo, no ha
cumplido la promesa de cerrar la prisión antes de que Donald Trump vuelva al
poder en enero. Su administración podría dar paso a una expansión de campos de
detención similares, junto con una nueva era de censura y opresión en muchas
formas. Pero mientras continúen estas injusticias bajo cualquier régimen,
historias como la de Adayfi es fundamental a las que aferrarse y de las que aprender.
Moath al-Alwi, "GIANT" (2015) (imagen cortesía de Erin L. Thompson)
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Incluso si un detenido consigue ser liberado de Guantánamo, sigue enfrentándose a
importantes retos. Puedes hacer una donación aquí
al Fondo de Supervivientes de Guantánamo, cuyo objetivo es proporcionar
atención médica, alojamiento y educación a los liberados.
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