Los “suicidios” de Guantánamo: un sargento del
campo Delta da el chivatazo. Parte 1:
Scott Horton Harpers.org 18
de enero de 2010
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar
Parte 1
1. “Guerra asimétrica”
Al tomar posesión de su cargo el año pasado, el presidente Barack Obama
prometió “restaurar las normas del debido proceso y los valores fundamentales de
la Constitución que han hecho grande a este país”. Con ese fin, el presidente
dictó una orden ejecutiva declarando que el campo de prisioneros
anticonstitucional en la base naval de Guantánamo “debe ser cerrado tan pronto
como sea posible, y no más tarde de un año desde la fecha de esta orden”. Obama
ha fallado a la hora de cumplir su promesa. Algunos prisioneros han sido
acusados por crímenes, otros liberados, pero la fecha de cierre del campo parece
retrasarse de forma continua. Además, han surgido nuevas evidencias que pueden
enredar a la joven administración de Obama con crímenes cometidos durante la
presidencia de George W. Bush, pruebas que sugieren que la actual administración
ha fallado al no investigar seriamente un encubrimiento (puede incluso que haya
continuado) de los posibles homicidios de tres prisioneros en Guantánamo en
2006.
En la noche del 9 de junio de ese año, tres prisioneros en Guantánamo
murieron repentina y violentamente. Salah Ahmed Al-Salami, de Yemen, tenía 37
años. Mani Shaman Al-Utaybi, de Arabia Saudí, 30 años. Yasser Talal Al-Zahrani,
también de Arabia Saudí, 22 años y había estado encarcelado en Guantánamo desde
que fue capturado a la edad de 17 años. Ninguna de estas personas había sido
acusada por ningún crimen, aunque los tres habían estado involucrados en huelgas
de hambre para protestar por las condiciones de su encarcelamiento. Estaban
encerrados en un bloque de celdas conocido como Alpha Block, reservado
para prisioneros especialmente problemáticos o de gran valor.
Cuando las noticias de las muertes se conocieron al día siguiente, el campo
confinó a todos sus prisioneros en las celdas. Las autoridades ordenaron a casi
todos los informadores de Guantánamo que abandonaran la base y a aquellos en
camino a ella, a volverse. El comandante de Guantánamo, el contralmirante Harry
Harris, denominó en aquel momento a las muertes como “suicidios”. En un
movimiento inusual también utilizó el comunicado para atacar a los hombres
muertos. “Creo que no fue un acto de desesperación”, dijo, “sino un acto de
guerra asimétrica ejecutado contra nosotros”. Los reporteros aceptaron la
versión oficial e incluso los abogados defensores parecían creer que los
prisioneros se habían matado a sí mismos. Sólo sus familias en Arabia Saudí y
Yemen rechazaron esta idea.
Dos años más tarde, el Servicio de Investigación Criminal de la Marina de los
EE.UU. (NCIS por sus siglas en inglés), que tiene en primer lugar la
jurisdicción para investigar dentro de la base naval, publicó un informe
apoyando la versión originalmente avanzada por Harris, ahora Vicealmirante en
Jefe de la Sexta Flota. El Pentágono declinó hacer público el informe del NCIS y
solo cuando fue presionado con peticiones del Acta de Libertad de Información
reveló ciertas partes del informe, unas 1.700 páginas de documentos toscamente
redactados hasta ser prácticamente incomprensibles. Los documentos del NCIS
fueron cuidadosamente estudiados y descifrados por estudiantes y profesorado de
la escuela de Derecho de la Universidad Seton Hall en New Jersey, y sus
resultados, publicados en noviembre de 2009, dejaron claro porque el Pentágono
no había querido hacer públicas sus conclusiones. La historia oficial de las
muertes de los prisioneros estaba llena de incomprensibles contradicciones, y la
pieza central del informe, una reconstrucción de los hechos, era simplemente
imposible de creer.
De acuerdo con los documentos del NCIS, cada prisionero había formado una
soga con sábanas rasgadas y camisetas y las habían atado a lo alto del muro de
2’5 metros de malla de acero de la celda. Cada prisionero fue capaz, de alguna
forma, de atar sus propias manos y, al menos en un caso, sus propios pies, y
luego introducir más trapos dentro de su propia garganta. Se supone que debemos
creernos que cada prisionero, incluso asfixiándose con esos trapos, escaló hasta
su lavabo, metió la cabeza en la soga, la apretó y saltó desde el lavabo para
quedar colgado hasta que se asfixió. El informe del NCIS también propone que los
tres prisioneros, que estaban en celdas no adjuntas, llevaron a cabo cada una de
estas acciones de forma casi simultánea.
Al-Zahrani, de acuerdo con los documentos, fue descubierto primero a las
12:39 A.M. y llevado por varios guardias del Alpha Block a la clínica del
campo de detención. No encontraron a ningún médico ni sus números de teléfono,
así que el personal de la clínica llamó al 911. Durante este tiempo otros
guardias descubrieron a Al-Utaybi. Otros guardias diferentes descubrieron a
Al-Salami unos minutos más tarde. Aunque el rigor mortis estaba ya
presente, lo que indicaba que los hombres llevaban muertos al menos dos horas,
el informe del NCIS indica que un oficial médico, del que no se menciona su
nombre, intentó resucitar a uno de ellos y, que en un intento de abrir con
fuerza su mandíbula, le rompió los dientes.
El hecho de que al menos dos de los prisioneros tuvieran también máscaras de
tela en sus caras, puestas presumiblemente para evitar la expulsión de los
trapos de sus bocas, quedó sin mención por el NCIS, así como el hecho de que el
procedimiento de operación habitual en el Campo Delta requiere de los guardias
en servicio después de medianoche “llevar a cabo un reconocimiento visual” de
todas las celdas y detenidos cada 10 minutos. El informe indica que los
prisioneros habían colgado sábanas o mantas para esconder sus actividades y
habían colocado más sábanas y almohadas en sus camas para que parecieran
personas durmiendo, pero no explican como fueron capaces de obtener tanta tela
más allá de lote de pertenencias estrictamente controlado que les corresponde, o
porqué los guardias de la marina admitieron un incumplimiento de las reglas tan
obvio e inmediatamente perceptible. El informe tampoco explica como los
cadáveres consiguieron permanecer colgados durante más de dos horas o porqué los
guardias de servicio, habiendo fallado tan claramente en sus obligaciones por la
razón que sea, nunca fueron expedientados.
Un informe independiente, resultado de una “investigación informal” iniciada
por el almirante Harris, descubrió que esa noche se violaron los procedimientos
de operación habituales, pero concluye que las acciones disciplinarias no
estaban justificadas por el “ambiente de permisividad general” del bloque de
celdas y las numerosas “concesiones” que habían sido hechas para el confort de
los prisioneros, “concesiones” que habrían provocado una “confusión general en
los guardias y en el personal del JDG sobre muchas de las reglas aplicadas en el
tratamiento de los detenidos.” De acuerdo con Harris, incluso habiendo seguido
los procedimientos de actuación, “es posible que, de todas formas, los detenidos
hubieran cometido con éxito suicidio”.
Esta es la historia oficial, adoptada por el NCIS y la comandancia de
Guantánamo y reiterada por el Departamento de Justicia en los informes
oficiales, por el Departamento de Defensa en las sesiones de información y
comunicados de prensa y por el Departamento de Estado. Ahora, cuatro miembros de
la unidad de Inteligencia Militar asignados a guardar el Campo Delta, incluido
un suboficial del ejército condecorado que estaba de servicio como sargento de
guardia la noche del 9 de junio, han hecho una declaración totalmente diferente
de la del informe del NCIS, un informe para el que nunca fueron
entrevistados.
Los cuatro soldados dicen que su oficial al mando les ordenó no hacer
declaraciones y los cuatro han dado pruebas de que las autoridades iniciaron un
encubrimiento a las pocas horas de las muertes de los prisioneros. El sargento
del ejército Joseph Hickman y los hombres bajo su supervisión han dado a conocer
pruebas en varias entrevistas con Harper’s Magazine que claramente
sugieren que los tres prisioneros que murieron el 9 de junio habían sido
transportados antes de su muerte a otro lugar. Las declaraciones de los guardias
también revelan la existencia de un centro de detención clandestino en
Guantánamo del que no se tenía noticia con anterioridad donde ocurrieron
supuestamente las muertes, o al menos los acontecimientos que llevaron
directamente a las muertes.
Fotografía de satélite de Terraserver. |
Parte 2: Campamento No
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