La tortura y la conciencia estadounidense
Historias desde el lado oscuro
Paul Craig Roberts CounterPunch 1 de junio de 2009
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
La tortura es una violación de los Estados Unidos y del derecho
internacional. En efecto, el presidente George W. Bush y el vicepresidente
Cheney, sobre la base de memorandos legalmente deficientes, dieron su visto
bueno para que los interrogadores violaran Estados Unidos y el derecho
internacional.
La nueva administración Obama no muestra mucha inclinación a mantener el
imperio de la ley persiguiendo a todos aquellos que abusaron de sus puestos y
destrozaron el derecho.
Cheney proclama, de forma absurda, que la tortura era necesaria para salvar a
las ciudades estadounidenses de las armas nucleares en manos de los terroristas.
Muchos estadounidenses se han tragado el argumento de que la tortura está
moralmente justificada para obligar a los terroristas a que revelen donde hay
bombas nucleares haciendo tic-tac a punto de explotar.
Sin embargo, no había bombas nucleares escondidas haciendo tic-tac. Se
utilizaron hipotéticos escenarios, con otros propósitos, para justificar la
tortura.
Ahora sabemos que la razón por la que el régimen de Bush torturó a sus
cautivos fue para obligarles a prestar falsos testimonios que vincularan a Irak
y Saddam Husein con al Qaida y el 11/S. Sin esas “pruebas”, la invasión
estadounidense de Iraq, bajo los parámetros de Nuremberg, no era más que un
crimen de guerra.
Así pues, la tortura fue un segundo crimen del régimen de Bush que se usó
para producir una coartada para la ilegal y no provocada invasión estadounidense
de Irak.
El congresista estadounidense Ron Paul (republicano por Texas) entiende bien
el peligro que representa para los estadounidenses el permitir que el gobierno
viole la ley. En “Torturando el Imperio de la Ley”, explicaba que el uso que el
gobierno estadounidense hacía de la tortura para conseguir excusas para
perpetrar acciones ilegales es la fuerza más conturbadora que hay hoy en día en
marcha. “El hecho de que nuestro gobierno se comprometa en una conducta perversa
bajo los auspicios del pueblo estadounidense representa la mayor de las amenazas
para ese mismo pueblo y no puede permitirse que siga activada”.
Uno podría pensar que la tolerancia del pueblo estadounidense frente a la
tortura refleja el derrumbamiento de la fe cristiana del país. Por desgracia,
una encuesta reciente publicada por el Pew Forum revela que la mayoría de
los evangélicos cristianos blancos y los católicos blancos disculpan la tortura.
En contraste con la minoría que la aprueba entre los que raras veces o nunca
asisten a servicios eclesiásticos.
Es un hecho conocido que la tortura no produce información fidedigna. El
único objetivo de la tortura es provocar confesiones falsas. El hecho de que una
mayoría de los cristianos estadounidenses apruebe la tortura posibilitó los
esfuerzos del régimen de Bush para legalizarla.
George Hunsinger, profesor del Seminario Teológico de Princeton, se ha
adentrado en el vacío cristiano con un libro poderoso: “Torture is a Moral
Issue” [La tortura es una cuestión moral]. Es una colección de ensayos de
gentes morales y reflexivas, incluyendo un general y un almirante
estadounidenses, el libro demuestra el peligro de la tortura para el alma
humana, para las libertades civiles y para la moral y seguridad de los
soldados.
Aprobar la tortura, escribe Hunsinger: “marca un hito en la desintegración de
la democracia estadounidense”. En su aportación, Hunsinger destroza los
escenarios hipotéticamente construidos utilizados para crear un caso moral para
la tortura. Señala que en el mundo real esos casos no existen. Una vez que se
normaliza la tortura, pasa a utilizarse a pesar de la ausencia del hipotético
escenario.
Hunsinger indica que las “pruebas” conseguidas mediante la tortura pueden
tener consecuencias catastróficas. Cuando el ex Secretario de Estado Colin
Powell argumentó el ataque contra Iraq en las Naciones Unidas, aseguró a los
países del mundo que sus pruebas se apoyaban en “hechos y conclusiones basadas
en inteligencia sólida”. En la actualidad, Powell y su jefe de gabinete, el
Coronel Lawrence Wilkerson, se avergüenzan de que las “pruebas” del discurso de
Powell ante las Naciones Unidas hayan resultado ser nada más que las falsas
confesiones forzadas de Al-Libi, que fue torturado sin misericordia en Egipto
para conseguir una justificación para la ilegal invasión de Irak por Bush.
Algunos estadounidenses, incapaces de enfrentarse a la criminalidad e
inhumanidad de su propio gobierno, mantienen que el gobierno no ha torturado a
nadie, porque el ahogamiento simulado y otras “técnicas de interrogatorio
reforzadas” no son tortura. Eso es realmente como agarrarse a un clavo ardiendo.
Como Ron Paul señala, teniendo en cuenta sólo el precedente estadounidense, el
ahogamiento simulado está considerado como tortura desde 1945, cuando los EEUU
colgaron a los oficiales militares japoneses por someter a ahogamiento simulado
a los estadounidenses que habían capturado.
Si el régimen de Obama no responsabiliza al régimen de Bush por violar a los
EEUU y por violar el derecho internacional, entonces el régimen de Obama es
cómplice de los crímenes del régimen de Bush. Si el pueblo estadounidense
permite que Obama mire hacia otro lado y siga adelante, el pueblo estadounidense
es también cómplice de esos crímenes.
Hunsinger, Paul y otros están intentando salvar nuestras almas, nuestra
humanidad, nuestras libertades civiles y el imperio de la ley. Obama puede decir
que prohíbe la tortura, pero si no persigue a los responsables de las torturas
perpetradas, no puede hacer que se cumpla su orden. Si se despide del ejército a
los ejecutores y se les reinserta de nuevo en la sociedad, algunos encontrarán
empleo como oficiales de policía y oficiales y guardias de prisiones y la
práctica se extenderá. El lado oscuro seguirá apoderándose de Estados
Unidos.
Paul Craig Roberts fue Subsecretario del Tesoro durante la
administración Reagan. Es coautor de “The Tyranny of the Good Intentions”. Puede
contactarse con él en: PaulCraigRoberts@yahoo.com
Enlace con texto original:
http://www.counterpunch.org/roberts05282009.html
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