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¿EL SARÍN DE QUIÉN?

Seymour Hersh
London Review of Books
15 de diciembre de 2013

Este otoño cuando Barack Obama trató de hacer responsable a Bashar al-Assad  por los ataques con armas químicas cerca de Damasco el 21 de agosto, no dijo toda la historia. En algunos casos, el omitió la inteligencia importante, y en otros presentó suposiciones como hechos. Lo más significativo es que él falló en reconocer algo que era conocido por la comunidad de inteligencia de EEUU: que el ejército sirio no es el único protagonista en la guerra civil del país con acceso al gas sarín, el agente nervioso que un estudio de la ONU concluyó había sido utilizado -sin evaluar la responsabilidad- en el ataque con cohetes. En los meses previos al ataque, las agencias de inteligencia de Estados Unidos produjeron una serie de informes altamente clasificados, que culminaron en una Orden de Operaciones formal -un documento de planificación que precede a una invasión terrestre- citando evidencia de que el al- Nusra Front, un grupo yihadista afiliado a Al -Qaida, había llegado a dominar la mecánica de la creación del gas sarín y era capaz de fabricarlo en cantidades. Cuando se produjo el ataque Al-Nusra debió haber sido un sospechoso, pero la administración seleccionó la inteligencia  para justificar un ataque contra Assad.

En su discurso televisado a nivel nacional sobre Siria el 10 de septiembre, Obama culpó con firmeza al gobierno de Assad por el ataque con gas nervioso en el vecindario de Ghouta controlado por los rebeldes, y dejó en claro que estaba dispuesto a respaldar sus advertencias públicas hechas con anterioridad de que, cualquier uso de armas químicas cruzaría una "línea roja": "El gobierno de Assad gaseo hasta la muerte a más de mil personas", dijo. “Sabemos que el régimen de Assad fue el responsable... Y es por eso que, después de una cuidadosa deliberación, decidí que es en interés de la seguridad nacional de los Estados Unidos responder a la utilización por el régimen de Assad de las armas químicas por medio de un ataque militar”. Obama iba a la guerra para respaldar una amenaza pública, pero lo hacía sin saber a ciencia cierta quién hizo qué en la madrugada del 21 de agosto.

Obama citó una lista de lo que parecía ser una prueba arduamente obtenida de la culpabilidad de Assad: "Sabemos que en los días previos al 21 de agosto, el personal de armas químicas de Assad se preparó para un ataque cerca de una zona donde mezclan el gas sarín. Distribuyeron máscaras de gas a sus tropas, luego dispararon cohetes desde una zona controlada por el régimen a 11 vecindarios que el régimen ha estado tratando de limpiar de las fuerzas de oposición”. La certeza de Obama se hizo eco en las declaraciones de Denis McDonough, su jefe de personal, quien le dijo al New York Times.: “Nadie con quien he hablado duda de la inteligencia" que conecta directamente a Assad y a su régimen con los ataques con gas sarín.

Pero en recientes entrevistas con oficiales de inteligencia y militares y consultores pasados y  presentes, me encontré con una intensa preocupación, y en ocasiones la ira, sobre lo que fue visto en varias ocasiones, como la manipulación deliberada de la inteligencia. Un oficial de inteligencia de alto nivel, en un correo electrónico enviado a un colega, llamó las aseveraciones de la administración sobre la responsabilidad de Assad un "ardid”. El ataque "no fue el resultado del actual régimen”, escribió. Un ex alto funcionario de inteligencia me dijo que la administración Obama había alterado la información disponible -en términos de momento y secuencia- para que el presidente y sus asesores hicieran parecer la inteligencia recuperada después del ataque, como si hubiera sido recogida y analizada en tiempo real, en el momento que el ataque estaba ocurriendo. La distorsión, dijo el oficial, le recordaba el incidente del Golfo de Tonkín en 1964, cuando el gobierno de Johnson invirtió la secuencia de las interceptaciones de la Agencia de Seguridad Nacional para justificar uno de los primeros bombardeos de Vietnam del Norte. El mismo funcionario dijo que había una inmensa frustración dentro de la burocracia militar y de inteligencia: "Los muchachos están lanzando sus manos al aire, diciendo: "¿Cómo podemos ayudar a este muchacho" -Obama- "cuando él y sus compinches en la Casa Blanca arman la inteligencia sobre la marcha?”

Las quejas se centran en lo que Washington no tenía: ningún aviso previo de la supuesta fuente del ataque. La comunidad de inteligencia militar ha producido desde hace años un resumen matutino de inteligencia de alta confidencialidad, conocido como el Morning Report, para el Secretario de Defensa y el jefe del Estado Mayor Conjunto, una copia también va al asesor de seguridad nacional y el director de inteligencia nacional. El Informe de la Mañana no incluye ninguna información política o económica, sino que proporciona un resumen de importantes acontecimientos militares en todo el mundo, con toda la inteligencia disponible sobre ellos. Un consultor de inteligencia me dijo que en algún momento después del ataque el examinó los informes desde el 20 hasta el 23 de agosto. Durante dos días -20 y 21 de agosto- no hubo ninguna mención de Siria. El 22 de agosto el tema principal en el Informe de la Mañana se trataba Egipto; un artículo posterior discutía un cambio interno en la estructura de mando de uno de los grupos rebeldes en Siria. Nada se observó sobre el uso de gas nervioso en Damasco ese día. No fue sino hasta el 23 de agosto que el uso de sarín se convirtió en un tema dominante, a pesar de que cientos de fotografías y vídeos de la masacre se difundieron viralmente en cuestión de horas en YouTube, Facebook y otros sitios de las redes sociales. En este punto, la administración no sabía más de lo que sabía el público.

Obama abandonó Washington temprano el 21 de agosto para una agitada gira de conferencias de dos días en Nueva York y Pennsylvania, según la oficina de prensa de Casa Blanca, él fue informado más tarde ese día sobre el ataque, y del creciente furor público y de los medios. La falta de inteligencia interna inmediata se hizo evidente el 22 de agosto cuando Jen Psaki, una portavoz del Departamento de Estado, dijo a los periodistas: "Nosotros no podemos determinar de manera concluyente el uso [armas químicas]. Pero estamos concentrados todos los minutos de todos los días, desde que estos acontecimientos sucedieron... en hacer todo lo que está a nuestro alcance para concretar los hechos". Para el 27 de agosto el tono de la administración se había endurecido, cuando Jay Carney, secretario de prensa de Obama, dijo a la prensa -sin proporcionar ninguna información específica- que cualquier sugerencia de que el gobierno sirio no era responsable "son tan absurdas como las sugerencias de que el ataque mismo no ocurrió”.

La ausencia de alarma inmediata dentro de la comunidad de inteligencia estadounidense demuestra que no había información de inteligencia sobre las intenciones de Siria en los días antes del ataque. Y hay por lo menos dos maneras por las que los EEUU podría haber sabido de ellas por adelantado: ambas fueron mencionadas en uno de los documentos  de alta confidencialidad de inteligencia estadounidenses  que se han hecho públicos en los últimos meses por Edward Snowden, el ex contratista de la NSA.

El 29 de agosto, el Washington Post publicó extractos del presupuesto anual para todos los programas nacionales de inteligencia, agencia por agencia, proporcionados por Snowden. En consulta con el gobierno de Obama, el periódico decidió publicar sólo una pequeña porción del documento de 178 páginas, que cuenta con una clasificación superior a la de alta confidencialidad (top secret), pero se resumió y se publicó una sección dedicada a las áreas problemáticas. Una de las áreas problema era la brecha en la cobertura dirigida a la orientación de la oficina de Assad. El documento dice que las instalaciones de escucha electrónica en todo el mundo de la NSA habían sido "capaces de controlar las comunicaciones cifradas entre los funcionarios militares de alto rango en el comienzo de la guerra civil en ese país”. Pero fue “una vulnerabilidad que las fuerzas del presidente Bashar al- Assad, aparentemente más tarde detectaron”. En otras palabras, la NSA ya no tenía acceso a las conversaciones de la dirección militar de alto rango en Siria, que habría incluido las comunicaciones cruciales de Assad, como las órdenes para un ataque con gas nervioso. (En sus declaraciones públicas desde el 21 de agosto, el gobierno de Obama nunca ha pretendido tener información específica conectando al mismo Assad con el ataque.)

El informe del Washington Post también proporciona la primera indicación de un sistema de sensores secretos dentro de Siria, diseñado para proporcionar una advertencia temprana de cualquier cambio en el estado del arsenal de armas químicas por parte del régimen. Los sensores son supervisados ​​por la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO, por sus siglas en inglés), la agencia que controla todos los satélites de inteligencia estadounidenses en órbita. De acuerdo con el resumen del Post, la NRO también tiene asignado “extraer datos de los sensores colocados sobre el terreno" dentro de Siria. El ex funcionario de inteligencia, quien tenía un conocimiento directo del programa, me dijo que los sensores de la NRO se han implantado cerca de todos los sitios de guerra química conocidos en Siria. Están diseñados para proporcionar un monitoreo constante del movimiento de ojivas químicas almacenadas por los militares. Pero mucho más importante, en términos de alerta temprana, es la capacidad de los sensores para alertar a la inteligencia de EEUU e Israel, cuando las ojivas están siendo cargadas con gas sarín. (Como país vecino, Israel siempre ha estado alerta de los cambios en el arsenal químico sirio, y colabora estrechamente con la inteligencia estadounidense en alertas tempranas.) Una ojiva química, una vez cargada con gas sarín, tiene una vida útil de unos pocos días o menos -el agente nervioso comienza a erosionar el cohete casi de inmediato: es un asesino en masa -que se usa- o -se pierde-. "El ejército sirio no tiene tres días para prepararse para un ataque químico", me dijo el ex funcionario de inteligencia. "Hemos creado el sistema de sensores para una reacción inmediata, como una alarma aérea o una alarma de incendio. No se puede tener un aviso durante tres días, porque todos los involucrados estarían muertos. O es ahora o eres historia. No puedes pasar tres días preparándote para disparar gas nervioso”. Los sensores no detectaron ningún movimiento en los meses y los días anteriores al 21 de agosto, dijo el ex funcionario. Por supuesto, es posible que el sarín se haya suministrado al ejército sirio por otros medios, pero la falta de advertencia significa que Washington fue incapaz de monitorear los eventos en Ghouta Oriental en el momento que estaban ocurriendo.

Los sensores habían funcionado en el pasado, y el liderazgo sirio lo sabía demasiado bien. En diciembre pasado, el sistema de sensores recogió muestras de lo que parecía ser la producción de sarín en un depósito de armas químicas. No estaba inmediatamente claro si el ejército sirio simulaba la producción de sarín como parte de un ejercicio (todos los militares constantemente llevan a cabo este tipo de ejercicios) o en realidad estaban preparando un ataque. En ese momento, Obama advirtió públicamente a Siria que el uso de sarín era "totalmente inaceptable", un mensaje similar también fue transmitido por la vía diplomática. El evento más tarde se determinó ser parte de una serie de ejercicios, según el ex funcionario de inteligencia: "Si lo que los sensores detectaron en diciembre pasado fue tan importante que el presidente tuvo que llamar y decir: “Ya basta", ¿por qué  el presidente no emitió la misma advertencia tres días antes del ataque con gas en agosto?

La NSA si pudiera vigilaría, por supuesto, la oficina de Assad durante todo el día, dijo el ex funcionario. Otras comunicaciones -de varias unidades del ejército en combate a lo largo de Siria- serían mucho menos importantes, y no analizadas en tiempo real. “Hay, literalmente, miles de frecuencias de radio tácticas utilizadas por las unidades de campo en Siria para las comunicaciones rutinarias mundanas”, dijo, “y que tomaría un gran número de técnicos criptológos de la NSA en escuchar  -y la utilidad sería nada de nada”, pero la “charla” se almacena habitualmente en los ordenadores. Una vez que se entendió la magnitud de los acontecimientos del 21 de agosto, la NSA montó un esfuerzo integral para buscar cualquier vínculo con el ataque, buscando a través del archivo completo de las comunicaciones almacenadas. Se seleccionaría una o dos palabras claves y se emplearía un filtro para encontrar las conversaciones relevantes. "Lo qué pasó aquí es que los flojos de la inteligencia de la NSA comenzaron con un evento -el uso de sarín- y llegaron a encontrar la charla que pudiera relacionarse", dijo el ex funcionario. “Esto no conduce a una evaluación de alta fiabilidad, a menos que se empiece con toda la seguridad de que Bashar Assad lo ordenó, y entonces empezar a buscar algo que respalde esa creencia”. El proceso de selección fue similar al proceso utilizado para justificar la guerra de Irak.

La Casa Blanca necesitó nueve días para armar su caso contra el gobierno sirio. El 30 de agosto se invitó a un selecto grupo de periodistas de Washington (al menos un reportero a menudo crítico, Jonathan Landay, el corresponsal de seguridad nacional para McClatchy Newspapers, no fue invitado), y les entregó un documento cuidadosamente etiquetado como una "evaluación del gobierno”, en lugar que como una evaluación de la comunidad de inteligencia. El documento expuso lo que era esencialmente un argumento político para reforzar la argumentación del gobierno contra el gobierno de Assad. Fue, sin embargo, más específico de lo que Obama sería más tarde en su discurso el 10 de septiembre: la inteligencia estadounidense, afirmaba, sabía que Siria había comenzado la “preparación de municiones químicas" tres días antes del ataque. En un agresivo discurso más tarde ese mismo día, John Kerry proporcionó más detalles. Dijo que  el “personal de armas químicas” de Siria “estaba en el terreno, en la zona, haciendo los preparativos” antes del 18 de agosto. “Sabemos que a los elementos del régimen sirio se les dijo que se prepararan para el ataque, se pusieran las máscaras de gas y tomaran las precauciones asociadas con las armas químicas”. La evaluación del gobierno y los comentarios de Kerry hacían parecer como si el gobierno había estado siguiendo la pista del  ataque con gas sarín en el momento en que estaba sucediendo. Es esta versión falsa pero no impugnada de los hechos, la que fue ampliamente difundida en ese momento.

Una reacción imprevista llegó en forma de quejas de liderazgo del Ejército Sirio Libre y otros, acerca de la falta de advertencia. “Es increíble que no hicieron nada para advertir a la gente o tratar de detener al régimen antes del crimen”, le dijo a Foreing Pollicy, Razan Zaitouneh, miembro de la oposición, que vivía en una de las ciudades afectadas por el gas sarín. El Daily Mail fue más contundente: "Informes de inteligencia dicen que los funcionarios estadounidenses sabían sobre el ataque con gas nervioso en Siria tres días antes de que matara a más de 1,400 personas –incluyendo a más de 400 niños . "(El número de muertes atribuibles al ataque varió ampliamente, desde por lo menos 1429, como lo afirmó inicialmente la administración Obama, a cifras mucho más bajas. Un grupo de derechos humanos sirio informó de 502 muertes; Médicos sin Fronteras los situaron en 355, y un reporte francés enumera 281 muertes conocidas. La sorprendentemente precisa suma de EEUU, se informó más tarde por el Wall Street Journal, se había basado no en un recuento de cadáveres reales, sino en una extrapolación de los analistas de la CIA, que escanearon más de un centenar de vídeos de YouTube de Ghouta Oriental en un sistema informático y buscaron imágenes de los muertos. En otras palabras, era poco más que una conjetura.)

Cinco días más tarde, un portavoz de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional respondió a las quejas. Una declaración a la Associated Press dijo que la inteligencia detrás de las anteriores afirmaciones de la administración no se conocía en el momento del ataque, pero se recuperó sólo después: "Seamos claros, los Estados Unidos no observó, en tiempo real, cuando este horrible ataque se llevó a cabo. La comunidad de inteligencia fue capaz de reunir y analizar la información después de los hechos y determinar qué elementos del régimen de Assad de hecho habían tomado medidas para prepararse antes de usar armas químicas". Pero dado que la prensa estadounidense había conseguido su historia, la retracción recibió escasa atención. El 31 de agosto, el Washington Post, basándose en la evaluación del gobierno, había informado vívidamente en su primera plana que la inteligencia estadounidense fue capaz de grabar “cada paso” del ataque del ejército sirio en tiempo real, “desde los intensos preparativos para el lanzamiento de los cohetes a las evaluaciones posteriores a la acción por parte de funcionarios sirios”. No publicó la corrección de la AP, y la Casa Blanca mantuvo el control de la narrativa.

Así que, cuando el 10 de septiembre Obama dijo que su gobierno sabía que el personal de armas químicas de Assad había preparado el ataque con antelación, el estaba basando la declaración no en una interceptación de lo que estaba pasando, sino en comunicaciones analizadas días después del 21 de agosto. El ex funcionario de inteligencia explicó que la búsqueda de la charla relevante condujo al ejercicio detectado el diciembre anterior, en el que, como Obama dijo más tarde al público, el ejército sirio movilizó personal de armas químicas y máscaras de gas fueron distribuidas a sus tropas. La evaluación del gobierno de la Casa Blanca y el discurso de Obama no fueron descripciones de los acontecimientos concretos que condujeron al ataque el 21 de agosto, sino el relato de la secuencia que los militares sirios habrían seguido para cualquier ataque químico. “Ellos armaron una historia de fondo, dijo el ex funcionario, "y hay un montón de piezas diferentes y partes. El patrón que utilizaron fue el patrón que se remonta a diciembre”. Es posible, desde luego, que Obama no estaba al tanto de que esta narrativa se obtuvo de un análisis del protocolo del ejército sirio para llevar a cabo un ataque con gas, en lugar de evidencias directas. De cualquier forma él había llegado a un juicio apresurado.

La prensa haría lo mismo. El informe de la ONU del 16 de septiembre confirmando el uso de sarín fue cuidadoso en señalar que el acceso de sus investigadores a los sitios del ataque, que se produjo cinco días después de la gasificación, había sido controlado por las fuerzas rebeldes. “Al igual que con otros sitios, "advierte el informe", los lugares han sido muy transitados por otras personas antes de la llegada de la misión... Durante el tiempo de estancia en estos lugares, llegaron individuos acarreando otras municiones sospechosas, indicando que tal evidencia potencial estaba siendo movida y posiblemente manipulada. “Sin embargo, el New York Times aprovechó el informe, al igual que lo hicieron funcionarios estadounidenses y británicos, y afirmó que proporcionaba evidencia crucial que respaldaba las afirmaciones de la administración. Un anexo del informe de la ONU reprodujo fotografías de YouTube de algunas municiones recuperadas, incluyendo un cohete cuyas características sugieren, “coinciden” con los detalles de un cohete de artillería calibre 330mm. El New York Times escribió que la existencia de los cohetes esencialmente demostró que el gobierno sirio fue el responsable del ataque  “porque las armas en cuestión no habían sido previamente documentadas o reportadas  estar en posesión de la insurgencia.

Theodore Postol, profesor de tecnología y seguridad nacional en el MIT, revisó las fotos de la ONU con un grupo de sus colegas y llegó a la conclusión de que el cohete de gran calibre  era una munición improvisada que fue muy probablemente fabricado localmente. Me dijo que era "algo que se podía producir en un taller mecánico de modesta capacidad”. El cohete en las fotos, agregó, no coincide con las especificaciones de un cohete similar, pero más pequeño, que se sabe está en el arsenal sirio. El New York Times, de nuevo basándose en los datos del informe de la ONU, también analizó la trayectoria de vuelo de dos de los cohetes usados que se creía tenían sarín, y llegó a la conclusión de que el ángulo de descenso “apunta directamente” al disparo desde una base del ejército sirio a más de nueve kilómetros de la zona de aterrizaje. Postol, quien se ha desempeñado como asesor científico para el jefe de las operaciones navales en el Pentágono, dijo que las afirmaciones efectuadas en el Times y en otros partes "no se basaron en observaciones reales”. Él llegó a la conclusión de que los análisis de la trayectoria de vuelo en particular, fueron, como él mismo dijo en un correo electrónico, "totalmente ridículos”, ya que un estudio minucioso del rango de los cohetes improvisados demostró que era "improbable" que fuera de más de dos kilómetros de alcance. Postol y un colega, Richard M. Lloyd, publicaron un análisis dos semanas después  del 21 de agosto en el que correctamente estimaron que los cohetes implicados llevaban una carga de gas sarín mucho mayor que lo estimado previamente. El Times informó detalladamente sobre ese análisis, describiendo a  Postol y Lloyd como "reconocidos expertos en armas”. El estudio posterior de la pareja acerca de las rutas y el rango de vuelo de los cohetes, que contradecían reportes anteriores del Times, fue enviado por correo electrónico al periódico la semana pasada; hasta aquí no se ha reportado nada.

La tergiversación de la Casa Blanca de lo que sabía sobre el ataque, y cuando, fue igualada por su disposición a ignorar la inteligencia que podría socavar la narrativa. Esa información se refería a al-Nusra, el grupo rebelde islamista designado por los EEUU y la ONU como una organización terrorista. Al-Nusra es conocido por haber llevado a cabo decenas de atentados suicidas contra los cristianos y otras sectas musulmanas no sunitas dentro de Siria, y por haber atacado a su aliado nominal en la guerra civil, el Ejército Libre Sirio (ELS). Su objetivo declarado es derrocar al régimen de Assad y establecer la ley sharia. (El 25 de septiembre al-Nusra se unió a varios otros grupos rebeldes islamistas para repudiar al ELS y a otra facción secular, la Coalición Nacional de Siria.)

La avalancha de interés estadounidense en al-Nusra y el gas sarín surgió de una serie de ataques con armas químicas en pequeña escala, en marzo y abril; en ese momento, el gobierno sirio y los rebeldes cada uno insistieron que el otro era el responsable. La ONU finalmente llegó a la conclusión de que cuatro ataques químicos se habían llevado a cabo, pero no asignó responsabilidades. Un funcionario de la Casa Blanca le dijo a la prensa a finales de abril que la comunidad de inteligencia había evaluado "con distintos grados de confiabilidad" que el gobierno sirio era responsable de los ataques. Assad había cruzado la “línea roja” de Obama. La evaluación de abril hizo los titulares, pero algunas advertencias importantes se perdieron en el camino. El funcionario no identificado que condujo la sesión  informativa reconoció que las evaluaciones de la comunidad de inteligencia "no son suficientes por sí mismas”. “Queremos”, dijo, investigar más allá de esas evaluaciones de inteligencia para recabar los hechos para que podamos establecer un conjunto de información creíble y corroborada que luego puede guiar  nuestra toma de decisiones”. En otras palabras, la Casa Blanca no tenía evidencia directa de la participación del ejército sirio o del gobierno, un hecho que fue sólo ocasionalmente señalado en la cobertura de la prensa. Las duras palabras de Obama surtieron buen efecto con el público y el Congreso, que ven a Assad como un asesino despiadado.

Dos meses más tarde, un comunicado de la Casa Blanca anunció un cambio en la evaluación de la culpabilidad de Siria y declaró que la comunidad de inteligencia tenía ahora "alto grado de confianza" que el gobierno de Assad era responsable de por lo menos 150 muertes por ataques con gas sarín. Se generaron más titulares y se le dijo a la prensa que Obama, en respuesta a la nueva información de inteligencia, había ordenado un incremento de la ayuda no letal a la oposición siria. Pero una vez más hubo advertencias significativas. La nueva inteligencia incluyó en su informe que las autoridades sirias habían planeado y ejecutado los ataques. No se proporcionaron detalles, ni los que proporcionaron los informes fueron identificados. La declaración de la Casa Blanca dijo que el análisis de laboratorio había confirmado el uso de gas sarín, pero también que un hallazgo positivo del agente nervioso “no nos dice cómo o dónde los individuos fueron expuestos o quienes fueron los responsable de la diseminación”. La Casa Blanca adicionalmente declaró: “No tenemos ninguna información corroborada confiable que indique que la oposición en Siria ha adquirido o utilizado armas químicas.” La declaración contradijo la evidencia que en ese momento estaba fluyendo a las agencias de inteligencia de Estados Unidos.

Ya para finales de mayo, el consultor de inteligencia me dijo, la CIA había informado a la administración de Obama sobre al-Nusra y su trabajo con el gas sarín, y había enviado reportes alarmantes de que otro grupo fundamentalista sunita activo en Siria, al-Qaeda en Irak (AQI ), también entendía la ciencia de la producción de gas sarín. En ese momento, al-Nusra estaba operando en las zonas cercanas a Damasco, incluyendo Ghouta Oriental. Un documento de inteligencia emitido a mediados de verano se ocupó extensamente con Ziyaad Tariq Ahmed, un experto en armas químicas anteriormente al servicio de los militares iraquíes, quien se decía que se había trasladado a Siria y que estaba operando en Ghouta Oriental. El asesor me dijo que Tariq había sido identificado "como un chico al-Nusra con un historial de fabricar gas mostaza en Irak y alguien que está implicado en la fabricación y uso de sarín”. Es considerado como un blanco de alto perfil por el ejército estadounidense.

El 20 de junio un cable de alta confidencialidad de cuatro páginas resumiendo lo que se había aprendido acerca de las capacidades con gases nerviosos de al-Nusra fue transmitido a David R. Shedd, director adjunto de la Agencia de Inteligencia de Defensa. “Sobre lo que Shedd fue informado era extenso y exhaustivo", dijo el consultor. -No fue un manojo de "nosotros creemos". "Él me dijo que el cable no hizo ninguna valoración de si los rebeldes o el ejército sirio habían iniciado los ataques en marzo y abril, pero sí confirmó los informes anteriores de que al-Nusra tenía la capacidad de adquirir y utilizar el gas sarín. Una muestra del sarín que había sido utilizada también se recuperó -con la ayuda de un agente israelí-, pero, según el consultor, ningún informe más  acerca de la muestra se presentó en el tráfico de cables.

Independientemente de estas evaluaciones, los Jefes de Estado Mayor Conjunto, en el supuesto de que las tropas estadounidenses podrían ser ordenadas entrar a Siria para apoderarse del arsenal de agentes químicos del gobierno, pidió un análisis de todas las fuentes de la amenaza potencial. “La Orden de  Operaciones (Op Order) proporciona la base de la ejecución de una misión militar, si así lo ordena", explicó el antiguo funcionario de inteligencia. “Esto incluye la posible necesidad del envío de soldados estadounidenses a una instalación química siria para defenderla contra una incautación de los rebeldes. Si los rebeldes yihadistas iban a invadir el lugar, el supuesto es que Assad no nos iba a atacar porque estábamos protegiendo los químicos de ser incautados por los rebeldes. Todas las Ordenes Op de inteligencia contienen un componente de amenaza. Tuvimos técnicos analistas de la Agencia Central de Inteligencia, la Agencia de Inteligencia de Defensa, la gente de armas, y personal de I & W [ indicaciones y advertencias ] que trabajaban en el problema ... Ellos llegaron a la conclusión de que las fuerzas rebeldes eran capaces de atacar una fuerza americana con sarín porque eran capaces de producir el gas letal. El examen se basó en las señales y la inteligencia humana, así como en la intención manifestada y la capacidad técnica de los rebeldes”.

Hay evidencia de que durante el verano algunos miembros del Estado Mayor Conjunto estaban preocupados por la posibilidad de una invasión terrestre sobre Siria, así como por el deseo profesado de Obama por dar a las facciones rebeldes apoyo no letal. En julio, el general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto, proporcionó una sombría evaluación, diciéndole al Comité de Servicios Armados del Senado, en un testimonio público de que se necesitarían "miles de fuerzas de operaciones especiales y otras fuerzas terrestres para incautar el ampliamente disperso arsenal de armas químicas de Siria, junto con “cientos de aviones, barcos, submarinos y otros agentes”. Estimaciones del Pentágono ponían el número de tropas en setenta mil, en parte porque las fuerzas estadounidenses también tendrían que vigilar la flota de cohetes de Siria: el acceso a grandes volúmenes de productos químicos que crean el sarín y sin los medios para despacharlos sería de poco valor para una fuerza rebelde. En una carta al senador Carl Levin, Dempsey advirtió que la decisión de apoderarse del arsenal sirio podría tener consecuencias no deseadas : "Hemos aprendido de los últimos diez años, sin embargo, que no es suficiente simplemente alterar el equilibrio de poder militar sin la cuidadosa consideración de lo que es necesario a fin de preservar un Estado que funcione ... Si las instituciones del régimen colapsan en ausencia de una oposición viable, podríamos involuntariamente empoderar extremistas o dar rienda suelta a las armas químicas que buscamos controlar".

La CIA se negó a hacer comentarios para este artículo. Los portavoces de la DIA y la Oficina del Director de Inteligencia Nacional dijeron que no estaban al tanto del informe de Shedd y, cuando se les proporcionaron marcas específicas del cable para el documento, dijeron que no podían encontrarlo. Shawn Turner, director de asuntos públicos de la ODNI, dijo que ninguna agencia de inteligencia estadounidense, incluida la DIA, "han evaluado que el Frente al-Nusra ha logrado desarrollar una capacidad técnica para la fabricación de sarín.

Funcionarios de asuntos públicos de la administración no están tan preocupados por el potencial militar de al-Nusra como lo ha estado Shedd  en sus declaraciones públicas. A finales de julio, en el Foro Anual de Seguridad de Aspen en Colorado, el hizo un recuento alarmante de la fortaleza de al-Nusra. “He contado no menos de 1,200 grupos dispares en la oposición", dijo Shedd, según una grabación de su presentación. Y dentro de la oposición, el Frente al-Nusra es... más eficaz y está ganando fuerza. Esto, dijo, "es de gran preocupación para nosotros. Estoy muy preocupado de que si no se controla, los elementos más radicales" -también citó al-Qaida en Irak- “tomaran el control”. La guerra civil, prosiguió, "sólo empeorará con el tiempo... la violencia por venir es aún insondable “. Shedd no hizo mención de las armas químicas en su discurso, pero no le fue permitido hacerlo: los informes que su oficina recibió eran altamente clasificados.

Una serie de despachos secretos de Siria durante el verano informaban que miembros del ESL se quejaban ante los agentes de inteligencia estadounidenses, sobre los repetidos ataques contra sus fuerzas de parte de los combatientes de al-Nusra y de al-Qaida. Los informes, según los consultores de inteligencia que los leen, presentaban pruebas de que el ESL está "más preocupado por los locos de lo que está de Assad. El ESL está compuesto en gran parte por desertores del ejército sirio. El gobierno de Obama, comprometido con el fin del régimen de Assad y su continuo apoyo a los rebeldes, ha buscado en sus declaraciones públicas desde el ataque, restar importancia a la influencia de las facciones salafistas y wahabíes. A principios de septiembre, John Kerry asombró en una audiencia en el Congreso con una afirmación repentina de que al-Nusra y otros grupos islamistas eran protagonistas menores en la oposición siria. Más tarde se retractó de lo afirmado.

Después del 21 de agosto, la administración en sus sesiones informativas, públicas y privadas, desestimó la inteligencia disponible sobre el potencial acceso de al-Nusra al gas sarín y continuo afirmando que solo el gobierno de Assad estaba en posesión de armas químicas. Este fue el mensaje transmitido en las diferentes sesiones secretas que los miembros del Congreso recibieron en los días después del ataque, cuando Obama estaba buscando apoyo para su planeada ofensiva de misiles contra instalaciones militares sirias. Un legislador con más de dos décadas de experiencia en asuntos militares me dijo que él salió de uno de esas sesiones informativas convencido de que "sólo el gobierno de Assad estaba en posesión del gas sarín y los rebeldes no". Del mismo modo, tras la publicación del informe de la ONU el 16 de septiembre, confirmando que el gas sarín fue utilizado el 21 de agosto, Samantha Power, la embajadora de EE.UU. ante la ONU, dijo en una conferencia de prensa: " Es muy importante tener en cuenta que sólo el régimen [Assad] posee sarín, y no tenemos ninguna evidencia de que la oposición cuenta con sarín.

No se sabe si la información altamente clasificada sobre al-Nusra fue puesta a disposición de la oficina de Power, pero su comentario es un reflejo de la actitud que se extendió a través de la administración. "La suposición inmediata fue que Assad lo había hecho", me dijo el ex funcionario de inteligencia. "El nuevo director de la CIA, [John] Brennan, llegó a esa conclusión... conduce hacia  la Casa Blanca y dice: " ¡“Miren a lo que tengo!" Todo fue verbal, ellos sólo ondearon la camisa ensangrentada. Había una enorme cantidad de presión política para llevar a Obama a la mesa, para ayudar a los rebeldes, y existía la ilusión de que esto [atar a Assad al ataque con sarín] forzaría la mano de Obama: "Este es el telegrama Zimmermann de la rebelión siria y ahora Obama puede reaccionar”. El optimismo a ultranza por el ala de Samantha Power dentro de la administración. Desafortunadamente, algunos miembros del Estado Mayor Conjunto, que fueron alertados de que Obama iba a atacar no estaban tan seguros que era una buena cosa.

El ataque con misiles de los EEUU sobre Siria nunca obtuvo el apoyo del público y Obama  dio un giro rápido hacia la ONU y a la propuesta de Rusia para el desmantelamiento del complejo de armas químicas de Siria. Cualquier posibilidad de una acción militar se evitó definitivamente el 26 de septiembre, cuando el gobierno se unió a Rusia en la aprobación de un proyecto de resolución de la ONU pidiendo al gobierno de Assad deshacerse de su arsenal químico. El retroceso de Obama trajo alivio a muchos oficiales militares de alto rango. (Un asesor de alto nivel de operaciones especiales me dijo que el mal concebido ataque estadounidense con misiles sobre aeródromos militares sirios y emplazamientos de misiles, como en un principio estaba previsto por la Casa Blanca, habría sido “como proporcionar apoyo aéreo a favor de al-Nusra”.)

La distorsión por parte de administración de los hechos que rodearon el ataque con gas sarín plantea una pregunta inevitable: ¿tenemos toda la historia de la voluntad de Obama de alejarse de su amenaza de bombardear Siria por cruzar la “línea roja”? Él había afirmado tener un caso firme pero de repente estuvo de acuerdo en llevar el asunto ante el Congreso, y más tarde a aceptar la oferta de Assad de renunciar a sus armas químicas. Parece posible que en algún momento se enfrentó directamente con información contradictoria: evidencia lo suficientemente convincente como para persuadirlo a cancelar su plan de ataque, y tomar las críticas que seguramente vendrían de los republicanos.

La resolución de la ONU, adoptada el 27 de septiembre por el Consejo de Seguridad indirectamente se ocupa con la idea de que las fuerzas rebeldes como al-Nusra también estarían obligados a desarmarse: "ninguna de las partes en Siria debe emplear, desarrollar, producir, adquirir, almacenar, conservar o transferir armas [químicas]. “La resolución también pide la inmediata notificación al Consejo de Seguridad en el caso de que cualquier “actor no-estatal” adquiera armas químicas. Ningún grupo fue citado por su nombre. Mientras que el régimen sirio continúa el proceso de eliminación de su arsenal químico, la ironía es que, después de que el arsenal de agentes precursores de Assad sea destruido, al-Nusra y sus aliados islamistas podrían terminar como la única facción dentro de Siria con el acceso a los ingredientes que pueden crear gas sarín, un arma estratégica que sería como ningún otra en la zona de guerra. Puede que haya más que negociar.

Traducido del inglés por Marvin Najarro

Publicado por LaQnadlSol


 

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