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Hablamos con una guatemalteca escondida en una iglesia de EEUU para evitar que la deporten

Meredith Hoffman
VICE News En Español
11 de febrero de 2016

Hilda Ramírez y su hijo de nueve años se han mudado a una iglesia de Texas esta semana. Su plan, de momento, es seguir confinados allí indefinidamente. Si abandonan el recinto, los agentes de inmigración de Estados Unidos podrían deportarles de manera fulminante. Pese a todo, Ramírez se siente agradecida; y hasta "feliz" — aquí pueden, por fin, descansar.

"Aquí en el refugio me siento más tranquila porque sé que no me van a deportar, que no van a entrar", susurra Ramírez, una mujer pequeña y delicada. Habla castellano bajo el altar de la iglesia presbiteriana de Saint Andrew, en Austin. "Vengo de vivir en un sitio donde no podía dormir. Me despertaba en mitad de la noche convencida de que acababa de llegar un coche, que venía para sacarnos de aquí".

Ramírez salió a la búsqueda desesperada de un refugio, después de que las autoridades estadounidenses desplegaran una operación para interceptar y deportar a 121 madres y niños centroamericanos hace un mes. Ramírez, que había estado viviendo en un refugio bajo techo en Austin escuchó las redadas y sintió el pánico — ella, al igual que la mayoría de las mujeres interceptadas, había pedido asilo en Estados Unidos, pero perdió el caso ante los tribunales.

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"Salí en busca del refugio después de comprobar que las redadas se estaban llevando a gente que vino aquí en 2014, igual que yo", explica Ramírez, una indígena guatemalteca, que huyó de la oleada de ataques y de discriminación en que su país estaba envuelto en el verano de 2014. La policía de aduanas y migración de Estados Unidos la detuvo junto a su hijo en el centro residencial Karnes, al sur de Texas, donde pasaron 11 meses confinados. Allí Ramírez se encontró con que le anudaron un localizador al tobillo para tener controlados sus movimientos en todo momento. Acto seguido se falló que tenía que ser deportada.

"Tenía mucho miedo de que me enviaran de nuevo a casa", cuenta Ramírez con los ojos anegados de lágrimas. "Me vine a Estados Unidos porque la violencia en mi país se había vuelto insoportable, ya no podía más. Nunca me imaginé que estaría detenida durante 11 meses, ni que me pondrían un localizador en el tobillo. Es muy triste. Me han tratado como a una delincuente… Le estoy muy agradecida a esta iglesia por habernos dado cobijo".

La iglesia de Saint Andrew forma parte de una cadena de iglesias nacionales que se han ofrecido a alojar a migrantes. La iniciativa arrancó después que la Policía de Aduanas y Inmigración (ICE en sus siglas inglesas) desplegara las controvertidas redadas en enero. La política de migración de Estados Unidos estipula que sus agentes no podrán entrar en lugares de adoración religiosa, excepto cuando exista un riesgo para la integridad de los individuos que se encuentran en su interior. De tal forma, las congregaciones pueden bloquear de manera efectiva las deportaciones, a fuerza de ofrecer refugio.


Reverendos y miembros de la iglesia de Saint Andrew se reunieron este martes para mostrar su apoyo a Hilda Ramírez.. (Imagen por Meredith Hoffman).

"La idea de formar una red es que cada iglesia o sinagoga disponga de una habitación que permita el asilo", explica Jim Rigby, pastor en la iglesia de Saint Andrew, una iglesia que, según cuenta, es la primera en acoger públicamente a una madre con su hijo. Pese a todo, Rigby relata que en su red ya hay más de 300 congregaciones que se han ofrecido a ayudar.

Los líderes religiosos han prometido refugio por su firme oposición a las últimas estrategias de interceptación y deportación fulminante orquestadas por las Fuerzas de Aduanas y Migración contra las familias centroamericanas. Las ICE, que desplegaron sus campañas para poner fin al flujo de mujeres y niños llegados de Guatemala, Honduras y El Salvador en cifras de auténtico record, reivindican que todas las personas a las que están persiguiendo han agotado sus recursos legales para quedarse en suelo estadounidense.

Sin embargo, días después de las redadas, el gobierno garantizó la estancia de algunas familias que iban a ser deportadas, y admitió que algunas de ellas podrían ser contempladas y elegidas para quedarse en suelo estadounidense si piden asilo. Esta semana las fuerzas del ICE liberaron a ocho de esas familias, que esperan audiencia para exponer sus casos ante un tribunal.

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"Lo que han conseguido estas redadas es aterrorizar a las comunidades de migrantes. Especialmente porque han sido orquestadas contra la gente más vulnerable", explica la abogada de migración Laura Lichter, que representa a algunas de las familias perseguidas. "El discurso del ICE es que los migrantes han agotado sus opciones legales, y que se tienen que ir. Al gobierno le ha llevado cinco semanas reconocer que existen jurisdicciones donde poder recurrir…. De manera que las familias necesitan ser liberadas".

Los defensores de la migración y un grupo cada vez más numeroso de pastores, sostienen que las personas atrapadas son refugiados que han huido de la opresión, la violencia criminal y las violaciones en sus países de origen.

"Un refugio no es una habitación sofisticada. Aquí no hay cortinas de terciopelo ni ventanas con vidrieras. Un refugio es un lugar donde el amor de Dios es una realidad viva", ha proclamado Rigby en su iglesia. "Nuestra fe exige que tratemos a los refugiados como a nuestros vecinos. Nuestra fe exige que abramos nuestras puertas mientras los demás están cerrando las suyas".

La violencia de la que escapan estos individuos, ha subrayado Rigby, es consecuencia de la sangrienta y devastadora intervención de Estados Unidos en Guatemala, Nicaragua y El Salvador. En Guatemala, la CIA ayudó a derrocar el gobierno democrático que funcionaba en el país, y puso a un dictador en su lugar. Eso fue en los años 50, "una decisión que hundió al país en una espiral de violencia y opresión política que duró muchas décadas", ha advertido.

"¿Acaso es posible que escuchemos hoy la historia de Hilda, la historia de la violencia en su país y no asumamos la responsabilidad que nos corresponde como país que produjo la violencia de la que ella huye ahora? Rigby desafió a los periodistas y a todos los congregados durante una rueda de prensa que se celebró el martes. "Es aberrante que nos resistamos a acoger a migrantes que llegan de países que hemos destruido nosotros".

Un portavoz del ICE se abstuvo de responder a las preguntas de VICE News en relación al caso Ramírez.

El asentamiento de los refugios en la red de iglesias — que es especialmente fuerte en Austin y Los Angeles— supone dar una nueva vuelta de tuerca a una iniciativa anterior que fue bautizada como Refugio2014, y cuyo objetivo también consistió en ofrecer techo a migrantes que se enfrentaban a la deportación. La iniciativa sigue los pasos del enorme Movimiento Refugio de los años 80, que fue desplegado para proteger, sobre todo, a aquellos migrantes llegados de Centroamérica. La intención no era otra que proteger a los migrantes mientras luchan por que sus casos sean reabiertos y que los tribunales les permitan quedarse en Estados Unidos.

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El año pasado, otra iglesia de Austin acogió a una mujer guatemalteca durante meses, hasta que el ICE le garantizó un aplazamiento de su deportación. La congregación, a la que se conoce como Primera Iglesia Unitaria y Universalista, ha sido el modelo que ahora se ha propuesto seguir Saint Andrew.

"Nos encomendamos a esta misión sin saber al dónde nos estamos metiendo", cuenta la reverenda Meg Barnhouse, pastora de la Primera Iglesia Unitaria y Universalista. "Ahora estamos orgullosos de haber formado esta coalición de iglesias. Defendemos lo que defendemos, porque no hacerlo sería inadmisible".

Hilda Ramírez está contenta y esperanzada. Hace unos meses, Sulma Franco, se convirtió en una de las mujeres que ha conseguido el permiso para quedarse en Estados Unidos después de haber sigo acogida en un refugio.

"Sulma me dijo que la única manera de detener una deportación es entrar en un refugio. Yo me dije: "no puedo vivir con ese miedo, necesito ir a la iglesia", cuenta Ramírez. "Ahora solo espero que cancelen mi deportación y que le permitan a mi hijo tener un buen futuro aquí".

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