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El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

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Los asesinatos de ciudadanos estadounidenses sin el debido proceso son ya una realidad.


Cuando Obama puso el año pasado a Awlaki en la lista de “para ser asesinados”, El Mundo no Puede Espera publicó el desplegado Crimes are Crimes (“Los crímenes son crímenes”) en periódicos por todo el país.

Glenn Greenwald
01 de octubre de 2011

Traducido del inglés por
El Mundo No Puede Esperar
4 de octubre de 2011

Se informó en enero del año pasado que el gobierno de Obama había creado una lista de los ciudadanos estadounidenses que el presidente había ordenado asesinar sin el debido proceso, y uno de estos estadounidenses era Anwar al-Awlaki. No se hizo ningún esfuerzo por acusarlo de algún crimen (a pesar de un informe del pasado octubre en el que la administración Obama “consideraba” esa posibilidad). A pesar de la profunda duda entre los expertos yemeníes sobre si tenía algún tipo de papel operacional en Al Qaeda, no se presentó ni una prueba de su culpabilidad (en contraposición a las acusaciones del gobierno sin verificar).

Cuando el padre de Awlaki buscó una orden judicial impidiendo que Obama matase a su hijo, el Departamento de Justicia dijo, entre otras cosas, que esas decisiones eran secretos de estado y por lo tanto, más allá del escrutinio de los tribunales. Simplemente, el presidente ordenó que lo asesinaran: su juez, jurado y verdugo. Al confirmarse la inclusión de Awlaki en la lista del presidente Obama, The New York Times dijoque era extremadamente raro, si no inaudito, que un estadounidense fuera seleccionado para un asesinato selectivo”

Después de muchos esfuerzos sin resultado para asesinar a sus propios ciudadanos, los EE.UU. tuvieron éxito hoy (y sí que se trata de los EE.UU.). Casi seguro que pudieron encontrar y asesinar a Awlaki gracias a la ayuda de su íntimo amigo el presidente Saleh, que hizo una pausa en asesinar a sus propios ciudadanos para ayudar a EE.UU. a matar a los suyos. Los EE.UU. consiguieron transformar en un martir a alguien que, en el mejor de los casos, era una figura marginal, además de volver a mostrar su verdadera cara al mundo. La búsqueda del gobierno y los medios del “próximo Bin Laden” ha comenzado ya sin duda.

Lo más sorprendente de esto no es que el gobierno de EE.UU. haya aprovechado y ejercido exactamente lo que la Quinta Enmienda trata de impedir (“Ninguna persona puede ser privada de la vida sin el debido proceso de ley”), y lo hizo de una manera que casi seguro viola las protecciones básicas de la Primera Enmienda (asuntos que ahora jamás se decidirán en un juzgado). Lo más sorprendente es que sus ciudadanos no solo se abstengan de oponerse sino que aplaudan el nuevo poder del gobierno de EE.UU. para asesinar a sus propios ciudadanos, lejos del campo de batalla, literalmente sin seguir ni una pizca del debido proceso. Muchos celebrarán la fuerte y decisiva capacidad del Presidente Duro para erradicar la vida de Anwar al Awlaki, incluyendo a muchos de los que con superioridad moral condenaron como terriblemente bárbaros y groseros a aquellos miembros del público republicano que aclamaron al gobernador Perry por la ejecución de decenas de asesinos en serie y violadores: criminales a los que al menos se les permitió tener un juicio, hacer apelaciones y otros procedimientos del debido proceso antes de matarlos.

Desde una perspectiva autoritaria, este es el genio de la cultura política estadounidense. No solo encuentra la manera de destruir las más básicas libertades individuales diseñadas para salvaguardar a los ciudadanos de los consumados abusos de poder (tales como acabar con la vida de los ciudadanos sin el debido proceso). Es también capaz de conseguir que sus ciudadanos se levantan para aplaudir e incluso celebrar la destrucción de estas garantías.

* * * * *

En la columno que escribí el miércoles sobre las protestas en Wall Street, erróneamente puse un vínculo con un post sobre un artículo de Colin Moynihan en The New York Times como un ejemplo de un informe de prensa “condescendiente” sobre la protesta. No había nada de condescendiente o digno de crítica en el artículo de Moynihan; quería poner la referencia a este artículo del NYT de Ginia Bellafante. Mis disculpas para Maynihan, que se quejó acertadamente por correo electrónico del error.

Actualización: Lo que más me sorprende cada vez que escribo sobre este tema es recordar la tremenda indignación que muchísimos demócratas mostraron cuando Bush se arrogó el poder simplemente para detener o incluso espiar a ciudadanos estadounidenses sin el debido proceso. ¿Recuerdan todo eso? Sin embargo, ahora tenemos a Obama reclamando el poder, no para detener o espiar a los ciudadanos sin el debido proceso, sino para matarlos. Es increíble que los partidarios más incondicionales de la Casa Blanca celebran y aceptan sin críticas el mismo razonamiento usado por Bush/Cheney (¡Estamos en guerra!¡El presidente dijo que se trataba de un terrorista!) sin siquiera reconocer por un momento la profunda contradicción o las implicaciones muy perturbadoras de tener un presidente (aunque sea Barack Obama) investido con el poder de seleccionar a ciudadanos estadounidenses para ser asesinados sin el debido proceso.

Además, durante los años de Bush, los defensores de libertades civiles que intentaban convencer a los conservadores para oponerse a los excesos radicales de ese gobierno a menudo formulaban las preguntas así: ¿Estaría cómodo si Hillary Clinton tuviera el poder para espiar tus llamadas o encarcelarte sin revisión judicial o supervisión? Así que para vosotros los buenos progresistas que estáis justificando esto, os preguntaría: ¿Cómo os parecería el poder para asesinar a ciudadanos estadounidenses en manos de, digamos, Rick Perry o Michele Bachmann?

Estuve en Democracy Now esta mañana temprano hablando sobre el asesinato de Awlaki y los asesinatos presidenciales sin el debido proceso:

Este artículo apareció originalmente en Salon.com el 30 de septiembre de 2011.


 

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