Las sanciones contra Irán están causando ya gran
sufrimiento e inseguridad alimentaria en el pueblo iraní
Glenn Greenwald The Guardian 11 de octubre de 2012
Traducido del inglés para Rebelión
por Sinfo Fernández.
Esta semana The
Economist describe el creciente sufrimiento de 75 millones de ciudadanos
iraníes como consecuencia del régimen de sanciones que EEUU y sus aliados les
han impuesto. Quiero subrayar los párrafos siguientes:
“Hace seis años, cuando EEUU y Europa estaban poniendo en marcha el primer
paquete de medidas para presionar a Irán y que se olvidara de sus
ambiciones nucleares, la charla iba de sanciones “inteligentes”. Occidente, se
subrayaba, no tenía ningún problema con el pueblo iraní, solo con su régimen,
que parecía empeñarse en conseguir la bomba nuclear, o al menos en lograr la
capacidad de construir una. Sin embargo, como las sanciones cada vez son más
punitivas, en vista de la intransigencia de Irán, son los iraníes de a pie
los que están pagando el precio.
El 1 y 2 de octubre, el rial de Irán perdió más del 25% de su valor frente al
dólar. Desde finales del pasado año se ha depreciado en más del 80%, la mayor
parte de esa cantidad solo durante el anterior mes. A pesar de los subsidios que
tratan de ayudar a los pobres, los precios de productos como la leche, el pan,
el arroz, el yogurt y las verduras se han duplicado por lo menos desde comienzos
de año. El pollo se ha convertido en un bien tan escaso que cuando llegan
suministros se producen disturbios. El 3 de octubre, la policía de Teherán lanzó
gases lacrimógenos contra la gente que se manifestaba por el colapso del rial.
El principal bazar de la ciudad cerró debido a la imposibilidad de fijar precios
exactos…
Se cree que el desempleo es tres veces mayor que la cifra oficial del 12%, y
los salarios de millones de trabajadores no cualificados están por debajo del
umbral oficial de la pobreza (alrededor de 235€ al mes).”
En otras
informaciones
se ha hablado también del omnipresente desempleo, inflación, escasez de
medicinas e incluso enfrentamientos para conseguir alimentos.
Que las sanciones contra los países musulmanes causen gran sufrimiento humano
no es solo inevitable sino que es parte del plan. En 2006, el alto funcionario
israelí Dov Weisglass describía de modo infame el
objetivo del bloqueo de su nación contra Gaza con esta cándida admisión: “La
idea es poner a los palestinos a dieta, pero no hacer que se mueran de hambre”.
El representante demócrata Brad Sherman justificó las sanciones al régimen de
Irán de
esta forma: “Los críticos de las sanciones sostienen que estas medidas harán
daño al pueblo iraní. Con toda franqueza, eso es justo lo que
necesitamos”.
Y de forma mucho más miserable aún, la adorada ex Secretaria de Estado
demócrata Madeleine Albright –cuando Lesley Stahl, en el programa 60 Minutos le
preguntó por los informes que decían que 500.000 niños iraquíes habían muerto
como consecuencia de las sanciones contra ese país impuestas por EEUU- respondió estoicamente: “Creo
que fue una opción muy dura pero pensamos que el precio mereció la pena”. Tan
extremo fue el sufrimiento causado por las sanciones en Iraq que un ex
funcionario de la ONU, Denis Halliday, dimitió de su puesto en protesta y declaró
que a la política de sanciones se le podía aplicar la definición formal de
“genocidio”:
“Somos responsables ya de estar matando en Iraq a la gente, de destruir las
familias, de destruir a sus niños, de permitir que los ancianos mueran por falta
de las medicinas más elementales. Estamos permitiendo que mueran los niños que
aún no habían nacido cuando Saddam Hussein cometió el error de invadir
Kuwait.”
En un excelente artículo de opinión en Al-Jazeera
de la pasada semana, Murtaza Hussain documentaba ampliamente la devastación
causada por las sanciones contra el régimen sobre 26 millones de iraquíes –esa
devastación que la Albright declaró que “merecía la pena”- y sostiene: “Está
volviendo a repetirse, y deliberadamente, esa tragedia, sólo que esta vez el
objetivo es la población de Irán”. Explicó:
“Intensificar las sanciones contra el país ha hecho que el rial de Irán se
desplome en caída libre hasta un 75% de su valor desde comienzos de año; y, algo
que resulta impresionante, casi en un 60% solo en la pasada semana.
Los iraníes de a pie, completamente ajenos a su gobierno, han visto como sus
vidas se paralizaban de repente y el colapso del sistema financiero ha vuelto
imposible cualquier forma coherente de comercio”. En las últimas semanas, el
precio de productos como el arroz y el aceite para cocinar se han disparado por
las nubes y productos que en otro tiempo eran habituales, como el pollo, se han
convertido en algo que está completamente fuera del alcance del ciudadano
medio.”
Ese es un hecho que debería perturbar profundamente a cualquier persona
decente. En 2001, el escritor Chuck Sudetic visitó Irak y escribió entonces en
Mother
Jones acerca de lo que vio: es decir, que el régimen de sanciones
impuesto por EEUU “había matado a más civiles que todas las bombas químicas,
biológicas o nucleares utilizadas en la historia de la humanidad”.
Sin embargo, como Hussain señala, la larga década de sufrimientos de los
iraquíes fue totalmente inútil cuando se consideró el ostensible objetivo de las
sanciones: “Las sanciones no consiguieron sacar del poder a Saddam y en muchos
sentidos ayudaron a fortalecer su control sobre el país al mantener a la
abrumadora mayoría de la población dedicada únicamente en sobrevivir”. Sin
embargo, algunas aisladas excepciones, la misma idea de que puede socavarse un
régimen debilitando de forma grave a una población que quizá en otra situación
pudiera oponerse a él –debilitándoles literalmente a nivel físico a través de
las privaciones de alimentos y medicinas-, no es solo intuitivamente absurdo y
moralmente grotesco sino también empíricamente refutable.
Como recientemente documentaron
Mohammad Sadeghi Esfahlani y Yamal Abdi en Foreign Policy, el régimen de
sanciones, aunque causa estragos entre los iraníes normales y corrientes, no
tiene prácticamente efecto alguno en sus dirigentes más que el de fortalecerles
en su control del poder:
“En lugar de especular desde lejos, deberíamos escuchar a los iraníes sobre
el terreno que están realmente luchando de forma directa por la democracia. Los
dirigentes del Movimiento Verde y los defensores iraníes de la democracia y los
derechos humanos se han opuesto rotundamente a las amplias sanciones y han
advertido de que la confrontación, aislamiento y extenso castigo económico solo
servirá para socavar la causa de la democracia y el imperio de la ley en Irán.
Un nuevo informe de la International Civil Society Action Network (ICAN)
documenta cómo las sanciones están destruyendo las fuentes del cambio social en
Irán. ‘La clase media urbana, que ha jugado históricamente un papel central a la
hora de impulsar el cambio y el progreso en Irán, es la principal víctima del
régimen de sanciones’, según el informe.
Como documentaba el informe con un relato de primera mano sobre el terreno,
las sanciones no están haciendo que la clase trabajadora se una al movimiento
por la democracia en Irán, están haciendo todo lo contrario: diezmar a la clase
media iraní, que ha estado en el núcleo del movimiento por la democracia al
intensificar sus luchas económicas. El mayor impedimento que afronta el
movimiento por la democracia iraní –como vimos cuando se produjeron las
protestas del Movimiento Verde en 2009- es que los iraníes de las clases
trabajadoras, que están dedicados a poder sobrevivir financieramente, son
incapaces de enrolarse en una lucha por las libertades políticas.”
Es tan horroroso el sufrimiento acarreado por ese régimen de sanciones que
algunos están empezando a sostener que sería más humano matar a los iraníes con
un ataque aéreo. Ese fue el argumento avanzado hacia varios días por el
editor-administrador de la revista Foreign Policy, Blake Hounshell, quien
reflexionaba
que estaba “empezando a preguntarse si ataques aéreos limitados contra Irán
podrían realmente ser un curso de acción moralmente más sensato”. Estaba
contemplando la posibilidad de ataques aéreos, explicó
después, porque quizá mereciera la pena “un par de miles de muertos” para
evitar que “se destruyeran los medios de vida de 75 millones de personas”.
Parte del anuncio de Hounshell es simplemente la forma en que las elites de
la política exterior estadounidense de forma casual exigen acciones que
saben perfectamente que van a acabar con la vida de cifras enormes de seres
humanos inocentes: puede que sea el momento de causar “un par de miles de
muertos”, sugería con un bostezo casi audible. Y parte de eso es lo que la
presidenta emérita del Council on Foreign Relaciones, Leslie Gelb, describía candorosamente
como “la disposición e incentivos” entre los profesionales de política exterior
de EEUU de “apoyar guerras que conserven credibilidad profesional y política”.
Es decir, por definición, apoyar una acción militar es lo que los influyentes
comentaristas de la política exterior estadounidense hacen reflexivamente para
medrar en sus propias carreras y llegar a ser importantes.
Pero parte de las declaraciones de Hounshell reflejan la dificultad para
reconocer que el régimen de sanciones provoca una miseria humana tan intensa y
extendida –en el pervertido mundo de Washington en el que los ataques aéreos y
las sanciones son solo dos de las opciones cognoscibles- que extinguir las vidas
de “un par de miles” de inocentes iraníes pueda realmente ser una opción más
humanitaria cuando se sopesan los actuales sufrimientos de 75 millones de
personas a causa del régimen de sanciones. Eso es lo que están consiguiendo las
devastadoras sanciones.
Lo más extraordinario de todo esto es que el extremado sufrimiento humano
causado por las sanciones impulsadas por EEUU apenas aparece recogido en el
discurso político dominante en ese país. Una razón de que los estadounidenses se
quedaran tan desconcertados tras el ataque del 11-S (¿Por qué nos odian
tanto?) es la misma razón por la que continúan sorprendiéndose tanto de las
protestas antiestadounidenses en el mundo musulmán (¿Por qué están tan
enfadados?): es decir, que la mayoría de los estadounidenses no tienen ni
idea, literalmente, porque nunca nadie se lo dice, de que la imposición por su
gobierno de sanciones contra Iraq causó la muerte de cientos de miles de niños
y, de forma muy parecida, no tienen ni idea de que el sufrimiento de los
ciudadanos iraníes normales y corrientes es cada vez más intenso y grave.
Los pueblos del mundo musulmán (que son incesantemente descritos como
víctimas de la propaganda) son bien conscientes de la devastación humana que las
sanciones estadounidenses han causado, mientras que a los estadounidenses (que
piensan que se benefician de una prensa libre y dinámica) se les oculta en gran
medida todos esos hechos. Esa forma de pensar es, en parte, lo que explica los
puntos de vista irreconciliables entre los pueblos de esas dos partes del
mundo.
Como siempre, no vayan a pensar que el Partido Demócrata pone alguna objeción
a todo esto. Hasta el punto que si tocan
el tema del régimen de sanciones es, como de costumbre, para festejarlo:
como prueba de la “agresividad” de Barack Obama y su lealtad a los intereses
israelíes. Eso fue también así durante los años de Clinton, cuando muy pocos
miembros del Partido Demócrata no se molestaron siquiera (y menos aún se
opusieron) en reconocer la devastación letal causada en los civiles iraquíes,
incluso ahora muy pocos consideran la noción de que las sanciones son
estratégicamente desatinadas y moralmente indefendibles, y cuando discuten algún
aspecto alaban a Obama por tomar medidas drásticas contra la economía iraní.
En resumen, la misma mentalidad que lleva a los demócratas a apoyar
los ataques con aviones no tripulados, es lo que lleva a mantener ese apoyo
a las sanciones: apoyan tácita e irreflexivamente la asunción de que EEUU va a
acabar inevitablemente agrediendo y matando musulmanes, y después se dan a sí
mismos palmaditas
en la espalda por apoyar que se mate a los menos posibles (apoyo los
aviones no tripulados porque son mejores que las invasiones a escala total;
apoyo las sanciones porque son mejores que los ataques aéreos). Al parecer
son incapaces de concebir una tercera alternativa: que EEUU podría o debería
abstenerse de matar a gente inocente sobre todo en países musulmanes.
El apoyo de los demócratas a las sanciones contra Irán comparte algún otro
atributo con la mentalidad a favor de los aviones no tripulados. No importa
cuántas veces se documente que esos aviones no hacen que disminuya la amenaza
del terrorismo sino todo lo contrario –generando odio hacia los estadounidenses
que provoca más terrorismo-, pero los defensores de los aviones no tripulados
insisten: tenemos que hacer esto para detener a los terroristas.
De forma idéntica, no importa cuántas veces se documentara que las sanciones
contra Iraq realmente sirvieron para fortalecer el régimen de Saddam al matar de
hambre literalmente a la oposición y al hacerles más dependientes del apoyo de
ese régimen, los defensores de las sanciones insisten: tenemos que imponer
sanciones que hagan daño a los iraníes normales para derrocar al régimen de
Irán. Es exactamente como mostrar un estudio de un paciente de cáncer de
pulmón para demostrar que fumar causa cáncer de pulmón, y después cruzarse de
brazos mientras insisten en que van a aumentar la ingesta de cigarrillos para
combatir ese cáncer.
Incluso si fuera verdad que las sanciones producen menos daños a los civiles
que un ataque total sobre Irán, eso no debería justificar las sanciones. Pero,
como prueba de que el sufrimiento humano causado por las sanciones en Irán no
deja de crecer, incluso la premisa de esa afirmación, con todo lo irrelevante
que es, parece cada vez menos convincente.
Terrorismo con aviones no tripulados
El político
más popular de Pakistán, Imran Khan, se
unió ayer con 32 valientes estadounidenses en una marcha hacia Waziristan
contra los aviones no tripulados, en la cual Khan dijo: “La guerra contra el
terror se ha convertido en una guerra de terror”. Khan hizo también votos de que
si saliera elegido Primer Ministro, echaría abajo los aviones no tripulados de
EEUU que invadieran el espacio aéreo de Pakistán. Para comprender por qué la
campaña estadounidense con aviones no tripulados puede denominarse de forma muy
apropiada campaña de terror, véase el excelente
análisis de Digby.
Nota de actualización:
Se me ocurre una pregunta más: Si el “terrorismo” obliga a usar la violencia
contra los civiles para inducir el cambio político de su gobierno, ¿cómo se
denomina cuando se impone a una población civil un intenso sufrimiento económico
para inducir el cambio político de su gobierno? ¿Pueden distinguirse a nivel
moral esas dos tácticas?
Glenn Greenwald es un ex abogado constitucionalista estadounidense,
columnista, bloguero y escritor. Greenwald trabajó como abogado especializado en
derechos civiles y constitucionales antes de convertirse en un colaborador
de Salon.com, donde se centró en el análisis de
temas políticos y jurídicos. Ha colaborado también con otros periódicos y
revistas de información política como The New York Times, Los Angeles Times, The
Guardian, The American Conservative, The National Interest e In These Times. En
agosto de 2012, dejó Salon para colaborar con The Guardian.
Fuente original: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2012/oct/07/iran-santions-suffering
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