Bradley Manning: Historia sobre las libertades
perdidas en EEUU
Glenn Greenwald The Guardian 4 de diciembre de 2012
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo
Fernández
EEUU no hace nada para castigar a los culpables de los crímenes de guerra ni
del fraude de Wall Street, sin embargo sí que se dedica a demonizar a quien los
denuncia.
Durante los últimos dos años y medio, todo el tiempo que ha pas ado en una
prisión militar, muchas cosas se han dicho sobre Bradley Manning, pero a él no le hemos oído decir nada. Eso
cambió el pasado jueves, cuando el soldado del ejército estadounidense de 23
años de edad, acusado de filtrar documentos secretos a Wikileaks, testificó
acerca de las condiciones de su detención en su ante la corte marcial que le
está procesando.
Hace algún tiempo que pudimos saber de las opresivas medidas, que bordean la
tortura, a las que se ha visto sometido, incluido el prolongado confinamiento en
solitario y la desnude z forzosa. Una investigación formal de las Naciones
Unidas denunció esas condiciones al considerarlas “crueles e inhumanas”. El
portavoz del Departamento de Estado del Presidente Obama, el coronel retirado de
la fuerza aérea PJ Crowley, dimitió después de condenar públicamente el maltrato
aplicado a Manning. Un psicólogo que trabaja en las prisiones testificó esta
semana que las condiciones en que se había mantenido a Manning eran peores que
las de quienes se encontraban en el corredor de la muerte o en la Bahía de
Guantánamo.
Todavía sentíamos, al escuchar la descripción que de todos esos abusos hacía
con sus propias palabras el acusado de filtrar información, cómo nos trasladaba
visceralmente su horror. Al informar sobre la vista, Ed Pilkington, de The
Guardian , citaba a Manning: “Cuando necesitaba papel higiénico, tenía que ponerme firmes y
gritar: ‘¡El detenido Manning solicita papel higiénico!’”. Y: “Se me
autorizaban 20 minutos de sol, encadenado, cada 24 horas”. Al principio de su
detención, recordaba Manning: “Me dí totalmente por vencido. Pensé que iba a
morir en esa jaula para animales de ocho pies por ocho”.[*]
El trato represivo aplicado a Bradley Man ning es una de las desgracias del
primer mandato de Obama, y pone de relieve muchas de las dinámicas que han
moldeado su presidencia. El presidente no solo defendió el trato aplicado a
Manning sino que también, como comandante en jefe de los jueces de las cortes
marciales, decretó indebidamente la culpa de Manning cuando en una entrevista
afirmó “que había quebrantado la ley”.
Y lo que es peor, Manning está acusado no solo de revelar información
confidencial sino también de la ofensa capital de “ayudar al enemigo”, por lo
cual puede imponérsele pena de muerte (los fiscales militares están solicitando
“solo” cadena perpetua). La radical teoría del gobierno es que, aunque Manning
no hubiera tenido ese propósito, la información pudo haber ayudado a al-Qaida,
una teoría que equipara básicamente cualquier divulgación de información
clasificada –por un denunciante o por un periódico- con la traición.
Sea lo que sea lo que uno piense de los supuestos actos de Manning, parece
ser el clásico denunciante. Podía haber vendido la información a cambio de sumas
sustanciales a algún gobierno extranjero o grupo terrorista. En cambio, arriesgó
a sabiendas aparentemente su libertad para mostrar tal información al mundo
porque, según alegó cuando pensaba que hablaba en privado, quería desencadenar
“discusiones, debates y reformas a nivel mundial”.
Comparen este agresivo procesamiento hacia Manning con los vigorosos
esfuerzos de la administración de Obama para proteger los crímenes de guerra de
la era Bush y el fraude masivo de Wall Street de cualquier forma de
responsabilidad jurídica. Ni uno solo de los autores de esos verdaderos crímenes
se ha enfrentado a tribunal alguno bajo Obama, una comparación que refleja las
prioridades y valores de la justicia en EEUU.
Luego tenemos el comportamiento de los partidarios de Obama. Desde que se me
informó por
vez primera acerca de las condiciones de la detención de Manning en
diciembre de 2010, muchos de ellos no solo han jaleado ese abuso sino que han
ridiculizado grotescamente las preocupaciones que provoca. Joy-Ann Reid, una
antigua ayudante de prensa de Obama y ahora colaboradora en la red progresista
MSNBC , se mofaba de forma sádica en respuesta al informe: “¿Bradley Manning no
tiene almohada?????” De esa forma, se hacía eco de una de las páginas de
Internet más extremistas de la derecha, RedState , que de forma similar se
burlaba del informe: “Devolvedle a Bradley Manning su almohada y su
frazada”.
Como siempre, los periodistas del establishment estadounidense le han
facilitado al gobierno cada paso del camino. A pesar de pretender aparecer como
vigilantes-custodios, nada provoca más su animosidad que alguien que desafía
realmente las acciones del gobierno.
Como ejemplo de esta mentalidad tenemos una entrevista de la CNN del jueves
pasado por la noche con el fundador de WikiLeaks Julian Assange dirigida por
Erin Burnett. Se centraron en los documentos recientemente publicados que
revelan los esfuerzos secretos de funcionarios estadounidenses ejerciendo
presiones sobre instituciones financieras para que bloquearan la financiación de
WikiLeaks una vez que el grupo publicó los documentos clasificados supuestamente
filtrados por Manning, una forma de castigo extra-legal que debiera preocupar a
todo el mundo, especialmente a los periodistas.
Pero la anfitriona de la CNN no tenía interés alguno en los peligrosos actos
de su propio gobierno. En cambio, trató repetidamente de conseguir que Assange
condenara las políticas de prensa de Ecuador, un país diminuto
que –a diferencia de EEUU- no ejerce influencias más allá de sus fronteras. Para
los expertos de la prensa vigilante estadounidense, Assange y Manning son los
enemigos a despreciar porque hicieron el trabajo que la prensa corporativa
estadounidense se niega a hacer: es decir, llevar transparencia a los actos
infames del gobierno de EEUU y de sus aliados por todo el planeta.
Bradley Manning le ha otorgado al mundo múltiples beneficios vitales. Pero
mientras su consejo de guerra llega finalmente a su conclusión, que
probablemente será la imposición de una larga sentencia de cárcel, parece que su
mayor regalo es esta ventana abierta al alma política de los Estados Unidos.
N. de la T.:
[*] Alrededor de 2,5 m. por 2,5 m.
Glenn Greenwald es un ex abogado constitucionalista estadounidense,
columnista, bloguero y escritor. Greenwald trabajó como abogado especializado en
derechos civiles y constitucionales antes de convertirse en un colaborador de Salon.com, donde
se centró en el análisis de temas políticos y jurídicos. Ha colaborado también
con otros periódicos y revistas de información política como The New York Times,
Los Angeles Times, The Guardian, The American Conservative, The National
Interest e In These Times. En agosto de 2012, dejó Salon para colaborar con The
Guardian.
Fuente:
http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2012/nov/30/bradley-manning-liberty-lost-america
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