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"Enviar un mensaje", lo que están intentando hacer EE.UU. y Reino Unido

Los periodistas leales al Estado parecen creer en la obligación de someterse cortésmente a las tácticas intimidatorios de los funcionarios políticos.

Glenn Greenwald.
elmensajerodiario.com..ar

Traducción de Ana Vallorani
22 de agosto de 2013

El jefe de edición de The Guardian, Alan Rusbridger, la noche del lunes reveló la extraordinaria noticia de que las autoridades del Reino Unido, hace varias semanas, amenazaron a The Guardian con ejercer la censura previa si no se destruían todos los materiales proporcionados por Edward Snowden, y luego enviaron agentes al sótano de las oficinas del periódico para supervisar la destrucción física de los discos duros. Como Rusbridger explica este comportamiento fue tan vano como agresivo: ya que estamos en 2013, no en 1958, la destrucción de un conjunto de documentos de un periódico no los destruirá a todos, y debido a que The Guardian tiene múltiples personas en todo el mundo con copias, no han logrado nada más que mostrarse a sí mismos más incompetentemente opresivos.

Pero transmitir un mensaje de intimidación es exactamente lo que el Reino Unido y sus superiores del departamento de seguridad nacional de EE.UU. están tratando de lograr con prácticamente todo lo que están haciendo en esta materia. El lunes por la noche, Mark Hosenball, de Reuters, informó lo siguiente sobre la detención de 9 horas de mi pareja bajo una ley contra el terrorismo, todo ello con el conocimiento previo de la Casa Blanca:

“Un funcionario de seguridad de EE.UU. le dijo a Reuters que uno de los propósitos principales del gobierno británico con la detención e interrogatorio de Miranda era enviar un mensaje a los destinatarios de los materiales de Snowden, incluyendo a The Guardian, de que el gobierno británico hablaba en serio acerca de tratar de cerrar las fugas.“

Quiero hacer un punto importante de esto. El lunes, Reuters hizo lo mismo conmigo, al igual que el mes pasado, es decir, una vez más salvajemente distorsionó comentarios que hice en una entrevista - hablando en portugués, a las 5:00 de la mañana en el aeropuerto de Río de Janeiro, esperando a mi compañero para volver a casa después de ser finalmente liberados - para fabricar el titular sensacionalista de que estaba "amenazando" al gobierno del Reino Unido con un periodismo de "venganza". Eso no era ni remotamente lo que dije o hice, como expliqué ayer por la noche en una entrevista de la CNN.

Pero comprometerse a informar sobre las nefastas actividades de espionaje secreto de un gobierno grande - que es lo que hice - se denomina "periodismo", no "venganza". Como el titular de la columna de Andrea Peterson del Washington Post del lunes explicó: "No, Glenn Greenwald no ‘prometió venganza.’ Dijo que iba a hacer su trabajo." Además, agregó:

"El punto de Greenwald parece haber sido que él estaba decidido a no ser asustado por la intimidación. Greenwald y The Guardian ya han estado publicando documentos resaltando los programas de vigilancia en Gran Bretaña, y Greenwald ha declarado siempre su intención de continuar la publicación de documentos. Al hacerlo, Greenwald no está tomando 'venganza'. Sólo está haciendo su trabajo."

Pero aquí está el punto más importante: los gobiernos del Reino Unido y los EE.UU. van por todo el mundo amenazando a la gente todo el tiempo. Es su modus operandi. Ellos encarcelan a los denunciantes. Ellos tratan de criminalizar el periodismo. Amenazaron a The Guardian con censura previa y luego obligaron al diario a destruir físicamente los discos duros en un sótano. Detuvieron a mi pareja bajo una ley contra el terrorismo, lo amenazaron en varias ocasiones con arrestarlo, y lo obligaron a darles sus contraseñas a todo tipo de información personal invasiva - comportamiento que incluso uno de los autores de esta ley de terrorismo dice que es ilegal, que el Comité de Protección de Periodistas dijo ayer, es simplemente "el último ejemplo de un registro inquietante de hostigamiento oficial a The Guardian sobre la cobertura de los cables de Snowden", y que Human Rights Watch dice que fue "con la intención de intimidar a Greenwald y otros periodistas que informan sobre abusos de la vigilancia". Y eso es sólo el comportamiento reciente con respecto a presionar libertades: no dice nada de todas las invasiones, bombardeos, torturas y abusos en secreto de los que este dúo matón y vengativo es responsable en la última década.

Pero en cuanto alguien se niega a someterse dócilmente, o se levanta frente a ello, hordas de autoritarios - guiadas por los periodistas leales al Estado - inician de inmediato la objeción: ¿cómo se atreve a levantar la voz frente al imperio? ¿Cómo se atreve usted a no reverenciar educadamente a la reina y agradecer al gobierno del Reino Unido por lo que han hecho? Los gobiernos de los Estados Unidos y el Reino Unido tienen aparentemente derecho a perseguir e intentar acosar e intimidar a cualquiera, incluyendo a los periodistas - "para enviar un mensaje a los destinatarios de los materiales de Snowden, incluyendo a The Guardian", según dijo Reuters - pero nadie está autorizado a enviarles un mensaje en respuesta a ellos. Eso es una doble moral que nadie debería aceptar.

Si el objetivo del Reino Unido en la detención de mi pareja era - como ahora afirma - proteger al público contra el terrorismo mediante la adopción de los documentos que sospechaban que tenía (¿y por qué habrían de sospechar eso?), les hubiera tomado 9 minutos, no 9 horas. De la misma manera, el Reino Unido sabía muy bien que forzando a The Guardian a destruir sus discos duros no lograría nada en términos de detener la presentación de informes: como el diario les dijo, hay varias otras copias en todo el mundo. El único propósito de todo esto, evidentemente, es intimidar. Como dijo ACLU de Massachusetts:

“La verdadera venganza que estamos presenciando en este momento no viene de Glenn Greenwald, sino del Estado.”

Pero para los periodistas leales al Estado, protestar por el comportamiento matón y agresivo por parte del Estado está fuera de la cuestión. Es sólo cuando los retos agresivos vienen de aquellos que están trayendo transparencia y responsabilidad ante el Estado que se molestan y toman nota. Como Digby escribió anoche: "muchos periodistas de élite parecen unirse a la represión gubernamental de la prensa libre en vez de ser desafiantes y proteger sus propios derechos." Eso es porque creen en el periodismo servil, no en el periodismo adversarial. Yo sólo creo en el segundo.

Fuente: The Guardian, Reino Unido


 

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