EE.UU. admite que Israel marcha hacia un régimen de apartheid permanente, después de darle 38.000 millones de dólares
Glenn Greenwald
The Intercept
14 de octubre de 2016
Traducido para Rebelión por Silvia Arana
En 2010 Ehud Barak, entonces ministro de Defensa israelí, advirtió que
Israel devendría un régimen de “apartheid” si no se llegaba a un acuerdo de paz
con los palestinos, y que estos tuvieran su propia nación soberana y plenos
derechos políticos. “Si en este territorio al oeste del río Jordán hubiera una
sola nación, no podría ser judía si quisiera ser democrática". Dijo Barak:
“Si el bloque de millones de palestinos no pudiera votar, entonces habría un
régimen de apartheid”.
Observadores honestos, situados en ambos lados del conflicto, han
reconocido desde hace mucho tiempo que la solución de los dos Estados es
prácticamente inviable. Otra manera de decir que el estatus de Israel como
régimen de apartheid permanente es inevitable. En efecto, las agencias de
Inteligencia de EE.UU. ya hace 45 años advirtieron que la ocupación israelí
sería permanente si no terminaba de inmediato.
Hay pruebas rotundas de que eso es justamente lo que ha sucedido. Durante
muchos años no hubo ningún progreso en la solución de dos Estados. La
composición de la población judía de Israel -más beligerante y de derecha que
las generaciones anteriores- ha alejado cada vez más al país de ese
objetivo. Hay ministros clave en el gobierno de Israel, como es el caso del extremista
ministro de Justicia, que están abierta y explícitamente opuestos a la solución
de los dos Estados. El primer ministro Benjamin Netanyahu ha dejado en claro
que se opone a este acuerdo. En suma, el objetivo de Israel es continuar
gobernando una Palestina ocupada, negándoles indefinidamente a los palestinos
su derecho a la autonomía, las libertades políticas y el derecho al voto.
A pesar de esta agresión y opresión, o quizás a causa de ellas, el gobierno
de Obama ha protegido continuamente a Israel con una lealtad inquebrantable y
le ha obsequiado generosamente armas y dinero. Este premio a la conducta
israelí tuvo su punto más alto con el anuncio, hace tres semanas [13 de
septiembre de 2016], de la firma del “tratado de entendimiento”, que incrementó
significativamente la cantidad de dinero que EE.UU. le da a Israel por año, a
pesar de que Israel ya era de lejos el país que más dinero recibe de EE.UU.
Según este acuerdo, EE.UU. le dará a Israel 38.000 millones de dólares a lo
largo de 10 años, un nuevo récord en la ayuda internacional de EE.UU., aunque
los ciudadanos israelíes gocen de todo tipo de beneficios estatales que los
estadounidenses (cuyo dinero es entregado a Israel) no tienen porque les dicen
que son demasiado costosos -incluyendo acceso sin costo a la salud que
mejoraría la expectativa de vida y disminuiría la mortalidad infantil.
Justo después del anuncio del acuerdo que le daría 38.000 millones de
dólares, el gobierno de Israel aprobó un nuevo asentamiento en Cisjordania,
donde existe una marcada oposición a las políticas de EEUU., al consenso
internacional y la continuidad de la ocupación. Según The New York Times: “el nuevo
asentamiento ha sido diseñado como una cadena de complejos habitacionales que
corta a Cisjordania en secciones. El objetivo es alojar a colonos de un
asentamiento ilegal cercano, Amona, que debe ser demolido por orden de una
corte israelí”. El nuevo asentamiento se extiende hacia el extremo oeste, más
cercano a Jordania que a Israel.
En respuesta a ese anuncio, el Departamento de Estado de EE.UU. dijo, en
términos inusualmente duros para con Israel: “Condenamos enérgicamente la
reciente decisión del gobierno de Israel de avanzar en un plan que crearía un
nuevo asentamiento en el interior de Cisjordania”. Sugirió que Netanyahu mintió
públicamente, haciendo notar que “la aprobación contradice los comunicados
públicos previos del gobierno israelí que afirmaban que no tenían la intención
de crear nuevos asentamientos”. El Departamento de Estado invocó el paquete de
ayuda económica de EE.UU.: “Es profundamente preocupante, en la víspera de la
firma de un acuerdo de asistencia militar sin precedentes entre EE.UU. e
Israel, diseñado para fortalecer la seguridad militar israelí, que Israel tome
una decisión tan contraria a su seguridad en el largo plazo y a una resolución
pacífica con los palestinos”.
Mucho de esto, aunque ahora con una retórica más clara, ha sido la norma:
EE.UU. -según la modalidad Obama- lanza comunicados hermosos, diciendo lo que
la gente quiere oír, proclamando un enojo con los asentamientos israelíes
mientras continuamente concreta acciones que protegen y hacen posible las
mismas políticas que Obama aparentemente critica. Pero esta denuncia del
Departamento de Estado fue notable por su reconocimiento explícito y severo
-largamente postergado- de que Israel está clara e irreversiblemente
comprometido a dominar a los palestinos a perpetuidad, ejerciendo un régimen de
apartheid sobre el cual había advertido Ehud Barak:
“Los israelíes deben decidir entre expandir los asentamientos y preservar
la posibilidad de una solución pacífica de los dos Estados. Desde el último
informe trimestral se hizo un llamado a ambas partes para avanzar hacia esa
solución, pero desafortunadamente estamos viendo lo contrario. Este nuevo
asentamiento es otro paso hacia la consolidación del modelo de un solo Estado,
que es la ocupación perpetua. Esto es fundamentalmente incoherente con el
futuro de Israel como nación democrática. Las recientes decisiones no solo
generarán la condena de la comunidad internacional, el alejamiento de muchos de
los socios de Israel, sino que además ponen en tela de juicio el verdadero
compromiso de Israel para negociar un acuerdo de paz.”
Entonces Israel, según su más leal benefactor, se está moviendo inexorablemente
hacia ”la consolidación del modelo de un solo Estado, que es la ocupación
perpetua”. Es antidemocrático, es el equivalente del apartheid. Y el principal
protector y promotor de este régimen de apartheid es Estados Unidos, al igual
que con el régimen de apartheid de Sudáfrica en los ochenta.
Peor aún, Hillary Clinton, quien probablemente será la próxima presidente
de EE.UU., ha prometido no solo continuar sino incrementar la ayuda a Israel, y
a Netanyahu en particular. En efecto, la única crítica de Hillary Clinton fue
que la política de EE.UU. no haya sido lo suficientemente incondicional hacia
Israel. Su oponente, Donald Trump, al principio hizo algunas críticas, pero
poco después adoptó la línea oficialista. La ausencia absoluta de disidencia
política sobre este tema en el círculo político de EE.UU. se ve reflejada en el
hecho que la única oposición al paquete de 38.000 millones de dólares vino
desde un grupo de senadores -que haciéndose eco del reclamo de Netanyahu-
estaban enojados de que no hubiera una mayor generosidad con Israel, a costa de
los ciudadanos estadounidenses. En resumen, el apoyo incondicional al apartheid
de Israel es prácticamente el consenso inquebrantable entre las élites
políticas de EE.UU.
Lo peor de todo es que la ortodoxia política de Estados Unidos no solo ha
financiado, alimentado y protegido el régimen de apartheid, sino que además
intenta ilegitimar toda forma de resistencia a este. Como lo hizo antes con el
Congreso Nacional Africano y Nelson Mandela, hoy EE.UU. denuncia como
“terroristas” a todos los grupos e individuos que usan la fuerza contra el
ejército de ocupación israelí. También ha denigrado los programas pacíficos
contra la ocupación, como el movimiento por el boicot, las sanciones y el
retiro de inversiones, catalogándolos como intolerantes y anti-semitas (una
postura defendida por Clinton con especial vehemencia). Y el movimiento por el
boicot ha sido blanco de ataque en todo Occidente, donde se lo censura e
incluso se lo tilda de ilegal. Según la ortodoxia política de EE.UU., el único
curso de acción aceptable para los palestinos y los que respaldan su derecho a
la independencia es la sumisión total.
A pesar de que el consenso occidental continúa venerando a los más
incondicionales adalides del régimen sudafricano del apartheid -Ronald Reagan,
Margaret Thatcher, Simón Peres- al menos ahora considera al apartheid en aquel
país como una desgracia histórica. La historia debería considerar exactamente
de la misma manera a los que promueven la marcha de Israel hacia un apartheid
permanente. Y los más agresivos y constantes promotores de este apartheid se
hallan en el estrato más alto de la clase política de Estados Unidos.
Fuente del artículo en inglés: https://theintercept.com/2016/10/06/u-s-admits-israel-is-building-permanent-apartheid-regime-weeks-after-giving-it-38-billion//p>
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