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Las Filipinas: Neo-colonia invisible

Bill Fletcher, Jr
telesurtv.net
13 de agosto de 2015


| Foto: Reuters

Se puede decir en los Estados Unidos que los horrores históricos perpetrados contra el pueblo filipino fueron hechos en "nuestro nombre"

Hace algunos años publiqué un artículo de opinión en una revista estadounidense que tiene reputación de ser progresiva. El artículo giraba en torno a los abusos de los Derechos Humanos y la represión en Filipinas y se inspiraba en gran medida en un profundo informe realizado por el grupo de Derechos Humanos de Filipinas conocido como Karapatan. Para mi sorpresa la pieza fue rechazada por el editor. Tengo que confesar que me quedé un poco sorprendido por varios motivos, pero pregunté las razones del rechazo. Entre otras cosas él / ella dijo que el público de esta revista en particular no estaba muy interesado en el tema. Además de eso, el editor afirmó que usé demasiadas siglas.

Estaba sinceramente desconcertado sobre cómo responder a esto. ¿Cómo podía una revista progresista en los Estados Unidos no estar interesado en Filipinas?, me pregunté. Descarté la alegación sobre las siglas como una ridícula idea de último momento del editor, dado que cada sigla estaba definida. En realidad parecía que la preocupación del editor acerca de las siglas representaba una marginación objetiva de la importancia del movimiento democrático popular en las Filipinas, que tiene un montón de organizaciones.

Cuanto más pensaba en la respuesta a este artículo de opinión más me di cuenta de que refleja lo que yo llamaría "la ignorancia imperial." Con esto quiero decir que marginar la historia de las Filipinas por no ser de interés para los lectores de una revista progresiva, equivale a un fracaso para comprender la particular relación que ha existido entre los Estados Unidos y Filipinas desde hace más de cien años.

1898

La conexión de Estados Unidos con Filipinas se origina en el contexto de la Guerra Española-Americana cuando las fuerzas estadounidenses confiscaron las Filipinas a España, socavando de esa manera un casi exitoso movimiento de independencia filipino. Cuando el pueblo filipino se negó a adherirse a la dominación de Estados Unidos, los EE.UU. lanzaron una guerra racista de agresión en la que más de 1 millón de filipinos murieron en el transcurso de más de una década de lucha.

Una independencia nominal fue concedida a las Filipinas en 1946, pero no fue más que una neo-colonia y una base militar de Estados Unidos. Un movimiento de insurgencia, liderado por la izquierda, en la década de 1940 fue derrotado con la ayuda de los EE.UU., y ya en la década de 1960 el infame Ferdinand Marcos instituyó una dictadura más abierta que provocó una insurrección dirigida por el Partido Comunista de Filipinas y el Frente Democrático Nacional (que lo lideró).

Para muchas personas en los EE.UU. que no siguieron en absoluto la evolución de las Filipinas, la situación parecía llegar a un final feliz con la insurrección de 1986 de Poder Popular que derrocó a Marcos y devolvió a las Filipinas a un presunto régimen democrático. El problema era que el nuevo régimen, entonces dirigido por Corazón Aquino, aunque prometió mucho, no se refirió a ninguno de los retos fundamentales que llevaron a la insurrección, como los movimientos independistas del CPP / FDN en la isla de Mindanao. En cambio, con el transcurso de las décadas, la realidad neocolonial de Filipinas ha sido vista, por muchos de nosotros en los EE.UU., como una de democracia, cuando el verdadero contenido es cualquier cosa menos democrático.

No en nuestros noticieros

Me acordé de esto recientemente por una conferencia celebrada en Washington DC llamada el "Tribunal Popular Internacional de crímenes contra el pueblo filipino" http://internationalpeoplestribunal.org, este encuentro reunió y publicó el testimonio de varias personas de diversos movimientos sociales progresistas en Filipinas y que han sufrido abuso de los Derechos Humanos por parte, ya sea del gobierno de Filipinas y / o por empresas transnacionales. Los crímenes contra el pueblo son de diferente gama. Asesinatos, falsos encarcelamientos, desapariciones", acoso y muerte a manos de equipos paramilitares, y represión generalizada de los movimientos sociales progresistas. Sin embargo, nada de esto se publica en los medios de comunicación, e incluso instituciones progresistas en los EEUU prestan muy poca atención a estos asuntos.

Para muchas personas en los EE.UU., si hay algún pensamiento o preocupación por los filipinos, toma la forma de enfermeras. En concreto, al igual que otros países que han hecho su principal producto de exportación a su propia gente (por ejemplo, la historia de la relación de Irlanda con el mundo a raíz de la colonización británica), Filipinas entrena y exporta personal médico altamente calificado, especialmente enfermeras. Debido al empobrecimiento económico los filipinos migran alrededor del mundo en busca de una vida mejor. En el siglo XX, la cara filipina en los Estados Unidos era la de un trabajador agrícola y / o en una fábrica de conservas (principalmente en la costa oeste). Más recientemente, es la de un profesional médico. Y, como también es típico en los Estados Unidos, pocas personas se hacen la pregunta de por qué los filipinos dejan su país en tropel.

La política exterior de EE.UU.

La represión y las guerras en curso en Filipinas serían insostenibles si no fuera por la intervención directa de los Estados Unidos. Además de las diversas formas de asistencia económica a las administraciones corruptas y antidemocráticas, en el 2002 los EE.UU. complicaron los conflictos de Filipinas a través de su comportamiento post septiembre 11. Como los EE.UU. ha hecho en todo el mundo, cada conflicto es visto a través del lente de la llamada Guerra Contra el Terrorismo. En el caso de Filipinas, el conflicto entre el gobierno y el Frente Democrático Nacional de Filipinas fue bautizado por el entonces gobierno de Bush como guerra contra el terrorismo, en la que el Partido Comunista de Filipinas (y su brazo armado, el Ejército del Nuevo Pueblo) fueron reclasificados como "terroristas" en lugar de ser insurgentes domésticos. La resistencia Mora estaba relacionada, según los EE.UU., directamente a al-Qaida, a pesar de que la evidencia demostraba que sólo un grupo, Abu Sayyaf, podía tener vínculos con al-Qaida, aunque en realidad tenía vínculos con elementos del ejército filipino. Por lo tanto, en lugar de ayudar en un proceso de reconciliación pacífica y direccionar las quejas populares legítimas, los EE.UU., una vez más, inflamaron la situación.

Sumado a esto, por supuesto, hay que mencionar el conflicto territorial entre China y Filipinas, sobre una serie de islas, en el que los EE.UU. han decidido intervenir del lado filipino y, de nuevo, tratar esta situación como un posible conflicto militar. A través de sus acciones, junto con un retorno anticipado de las bases militares, las Filipinas se convierten, otra vez, en una plataforma de lanzamiento para las aventuras de los Estados Unidos en Asia Oriental.

Lo cual nos trae nuevamente al principio de esta historia...

He mencionado antes la "ignorancia imperial". Mi punto no era castigar a nadie por no saber acerca de las Filipinas. Más bien, en los EE.UU., la complicidad con la agresión sigue con frecuencia a la capacidad de ignorar por completo las situaciones en el extranjero y así defender la falta de conocimiento. En concreto, podemos sugerir una falta de conocimiento o interés sobre las Filipinas, debido precisamente a la naturaleza de la relación que ha existido con los EE.UU. desde 1898, una relación de dominación racial / imperial.

La respuesta que recibí de esta revista progresista a la columna de opinión sobre las Filipinas me recordó una historia que me contaron acerca de una joven alemana que, después de la Segunda Guerra Mundial, reclamó a sus ancianos cómo pudieron quedarse sentados viendo el Holocausto contra los judíos y no hacer nada. Ellos le respondieron que no tenían conocimiento de lo que los nazis estaban haciendo. "No sabíamos", afirmaron. La joven respondió: "Ustedes sabían todo lo que querían saber!"

Y por lo que se puede decir de muchas personas en los Estados Unidos cuando se trata de los horrores históricos perpetrados contra el pueblo filipino en "nuestro nombre." Hemos sabido todo lo que hemos querido saber.

La posdata a esto, por supuesto, dice así: Y queríamos saber tan poco para que pudiéramos escondernos detrás de nuestra ignorancia y reclamar el no ser cómplices en la supresión de la democracia en nuestra antigua colonia.

**Bill Fletcher, Jr. es el anfitrión de The African Global sobre teleSUR-Inglés. Es activista por la justicia racial, laboral y por la justicia global y escritor. Síguelo en Twitter, Facebook y en http://billfletcherjr.com/ 


 

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