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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.




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EN PRIMERA PERSONA

Mi familia fue aniquilada el día de mi boda en Yemen y EEUU tiene parte de la culpa

Yemeníes inspeccionan un sitio de ataques aéreos contra dos casas, en Saná, Yemen, en una fotografía de archivo.

Yemeníes inspeccionan un sitio de ataques aéreos contra dos casas, en Saná, Yemen, en una fotografía de archivo. Yahya Arhab / EFE

Ayman Mohamed Saleh Al Sanaban
The Guardian/elDiario.es
7 de abril de 2023
Actualizado el 08/04/2023

Mi boda debería haber estado repleta de las emociones maravillosas que suelen acompañar este tipo de celebración: ilusión, inquietud, alegría, ansiedad y amor. En cambio, estuvo marcada por el terror, la devastación y la pérdida.

La noche del 5 de octubre de 2015 tuvo un comienzo maravilloso: mis dos hermanos y yo nos íbamos a casar con nuestras novias, tres mujeres que crecieron en pueblos cercanos. Nosotros, nuestras familias y nuestros invitados nos reunimos en la casa de mi tío, especialmente decorada para los festejos: se habían levantado carpas enormes y la brisa esparcía olores deliciosos. Las novias llegaron en una caravana de 30 coches tocando el claxon, con música a todo volumen y vítores para anunciar su entrada, y se reunieron con sus familiares en el interior de una de las casas.

Sin previo aviso, los sonidos alegres de la celebración se vieron interrumpidos primero por el ensordecedor estruendo de los aviones, después por la trayectoria de un misil en el aire y finalmente por un ruido estremecedor. El cielo se tiñó de rojo. Cerré los ojos. El mundo se detuvo.

Cuando abrí los ojos, me encontré con una escena de terror inimaginable. Había cuerpos mutilados por todo el patio. Un misil alcanzó la casa donde nuestras futuras esposas se habían juntado con sus familiares, muchos de ellos niños. Los que aún podían mantenerse en pie empezaron a buscar frenéticamente entre los escombros a sus seres queridos, a pesar del riesgo de que se produjera un nuevo ataque. Se oían voces desgarradas, de los que estaban atrapados, de los que agonizaban y de los que intentaban desesperadamente salvar un resquicio de esperanza buscando entre los escombros.

¿Les sorprendería saber que Estados Unidos es en parte culpable de semejantes atrocidades? ¿Y que, si Joe Biden hubiera cumplido una de sus promesas electorales, quizá no habría atrocidades como esta en el futuro?

Ese día murieron 49 personas, la mitad niños. Entre ellas estaban algunas de las personas que más quería en este mundo: mi novia, Jamila; mis padres, Mohammad y Fayiza; y dos de mis hermanos, Jamal y Eid. Al menos 75 personas más resultaron gravemente heridas. Todos los que sobrevivieron llevarán las cicatrices mentales de este día durante el resto de sus vidas. Desde entonces no he podido volver al lugar. No quiero recordar lo que ocurrió aquel día.

Biden debe cumplir su promesa

Este ataque es solo uno de los miles de bombardeos indiscriminados llevados a cabo contra la población de Yemen por Emiratos Árabes Unidos y la coalición liderada por Arabia Saudí desde septiembre de 2015 con el pretexto de detener a los rebeldes hutíes. En realidad, estos ataques apuntan regularmente a civiles inocentes y las infraestructuras de las que dependen nuestras comunidades. Han acabado con la vida de 250.000 yemeníes y han devastado nuestro país.

Lo que le está ocurriendo a Yemen se considera, por lo general, la mayor crisis humanitaria del mundo. Ni una sola muerte habría sido posible sin la complicidad de Estados Unidos y sus mayores contratistas de defensa, Lockheed Martin, Raytheon y General Dynamics.

El entonces candidato presidencial Biden prometió en 2019 que “pondría fin a la venta [de armas] a los saudíes'' y que ”tendrían que rendir cuentas“. En uno de sus primeros discursos como presidente, dijo al Departamento de Estado que acabaría con el apoyo de Estados Unidos a la guerra contra mi país. Fue un giro sustancial respecto a sus predecesores, Donald Trump y Barack Obama, y trajo esperanza a los yemeníes aquí y en todo el mundo, así como a los observadores internacionales y a las organizaciones y activistas en defensa de los derechos humanos.

Por fin, parecía, alguien pondría freno al flujo constante de armamento de última generación a la coalición saudí y a las atrocidades aparentemente interminables como la que destruyó a mi familia. Pero en los dos años transcurridos desde aquel discurso, la voluntad de Biden, antaño sólida, parece haber flaqueado. Cuando los miembros del Congreso de EEUU impulsaron medidas para detener o limitar el suministro de armas a la coalición, Biden intervino y el proyecto de ley nunca llegó a votarse. En su lugar, ha defendido una frágil tregua con Arabia Saudí bajo la cual los yemeníes no sienten ni un ápice de protección.

Estados Unidos ha estado sorprendentemente ausente de los esfuerzos por poner fin al conflicto. Los recientes acontecimientos en torno al acuerdo entre Arabia Saudí e Irán para restablecer los lazos diplomáticos demuestran que no es imposible poner fin a la guerra. No obstante, es el Gobierno estadounidense el que debe decidir si quiere desempeñar un papel significativo y activo para poner fin a estos crímenes de guerra, en lugar de dejar que prevalezca un afán lucrativo.

Presidente Biden: puede que yo no le pueda votar, pero sus acciones me afectan. Como demuestra su último presupuesto, su incapacidad para impedir que las armas estadounidenses lleguen a manos de las potencias mundiales que han destrozado mi vida, mi familia y mi hogar me afecta. El pueblo de Yemen confía en su liderazgo para poner fin a este derramamiento de sangre. Debe cumplir su promesa.

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Ayman Mohamed Saleh Al Sanabani es un ciudadano yemení y parte demandante en una causa contra Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, el Departamento de Estado de Estados Unidos, el Departamento de Defensa de Estados Unidos, Raytheon, Lockheed Martin y General Dynamics por vulneraciones de derechos humanos en Yemen.

Traducido por Emma Reverter.


 

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