El extraño suicidio de Al-Libi, el "prisionero fantasma"
Alejandro Gutiérrez
MADRID, 19 de junio (apro).- El pasado 10 de mayo, el
periódico libio Oea dio a conocer el suicidio de Ali Mohamed
al-Fakheri, mejor conocido como el jeque Ibn al-Sheikh al-Libi, cuyo falso
testimonio, arrancado bajo tortura, sobre la supuesta vinculación de Al Qaeda
con Saddam Hussein, sirvió como uno de los pretextos a Estados Unidos para la
invasión a Irak de 2003.
Por separado, Human Right Watch (HRW) y la ong inglesa Reprieve exigieron al
gobierno libio de Muammar Gaddafi, una investigación "completa y transparente"
sobre la muerte de este hombre acusado de terrorismo y ser miembro de Al Qaeda.
El 27 de abril, 15 días antes de conocerse su suicidio, una delegación de HRW
lo visitó en su celda de la prisión Abu Salim, en Trípoli, donde cumplía cadena
perpetua. Los miembros de dicha delegación dijeron que lo vieron bien de salud,
lo que alimentó la sospecha sobre los motivos de su muerte.
En esa visita, el prisionero se negó a entrevistarse con los activistas de
derechos humanos y les reprochó: "¿Dónde estaban ustedes cuando yo era torturado
en las prisiones americanas?", según asienta el comunicado de HRW del 11 de
mayo.
"Prisionero fantasma"
En su discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU del 5 de febrero de
2003, el entonces secretario norteamericano de Estado, Colin Powell, aconsejó la
intervención en Irak y presionó con ir a esa guerra incluso sin el apoyo de
Naciones Unidas.
Powell daba por sentado que Estados Unidos tenía pruebas de que Saddam
Hussein poseía armas químicas y biológicas, y que un "veterano terrorista" había
contado "como Irak proporciona entrenamiento con esas armas a Al Qaeda". Ese
terrorista era el jeque al-Libi, de 46 años, recuerdan ambas ong`s en sus
comunicados.
Después se conocería que su aseveración era falsa y que era producto de las
constantes torturas a las que fue sometido cuando estuvo en manos de la CIA,
primero, y después de los servicios de inteligencia de Egipto.
Reprieve calificó a Al-Libi como un "prisionero fantasma" debido a que
estuvo en distintas prisiones secretas de la CIA en Afganistán, Jordania y
Polonia, antes de ser llevado a Guantánamo y, finalmente, a su país, Libia, "un
país célebre por sus abusos a los derechos humanos", afirma la organización
inglesa.
Añade que "fue enviado a Libia después de permanecer en Guantánamo para
ocultar su historia y evitar a Estados Unidos pasar por una situación
embarazosa". Y advierte: "Su caso es una de las muchas muertes sospechosas
causadas posiblemente por las horribles condiciones en las prisiones ilegales de
la CIA".
La ong londinense señala que este caso es "un buen indicador" de qué les
espera a muchos de los presos de Guantánamo si son regresados a sus países. Y
dice tener "buenas razones para creer que murió a causa de una tuberculosis no
tratada desarrollada durante los años bajo custodia estadunidense".
Andy Worthington, periodista y autor del libro Los expedientes de
Guantánamo. La historia de los 774 detenidos en la prisión estadunidense
ilegal, escribió que "la muerte de al-Libi debe provocar una
cuestionamiento incómodo para el exvicepresidente de Estados Unidos, Dick
Chenney", quien mantiene "con alarmante frecuencia" su argumento de que "el uso
de la tortura salvó a Estados Unidos de los ataques terroristas".
En su artículo Muerte en Libia, traición en Occidente (The
Guardian, 15 de mayo), señala además que la CIA y los servicios de
inteligencia egipcios le sacaron a al-Libi esa falsa confesión "que no fue
utilizada para proteger a Estados Unidos de ataques terroristas, sino para
justificar la invasión a Irak".
Worthington pregunta abiertamente si fue "suicidio o asesinato".
Natural de Ajdabiya, Libia, Ibn al Sheik al-Libi luchó en Afganistán contra
la URSS, en 1990, año en que fue reclutado por los talibanes en Arabia Saudí, su
lugar de residencia. Como jefe del Grupo Combatiente Islámico Libio, entre 1995
y 2000, tuvo bajo su cargo el campo de entrenamiento de Khaldan, donde fue
entrenado el franco-marroquí Zacarías Mussaoui, condenado en Estados Unidos a
cadena perpetua por los atentados del 11-S.
Fue detenido en la frontera afgano-pakistaní, el 11 de noviembre de 2001, al
inicio de la invasión de los aliados en Afganistán. La CIA lo mantuvo preso en
Kandahar, donde fue sometido a torturas. Reprieve asegura que inicialmente fue
torturado a bordo de un "barco prisión" de Estados Unidos.
Después de su arresto en Pakistán a finales de 2001, al-Libi fue enviado por
la CIA a Egipto, a principios de 2002, bajo el procedimiento de "rendición". De
acuerdo con "reportes desclasificados de la CIA y reportes del Senado de Estados
Unidos, el libio fue torturado en Egipto para dar información falsa sobre las
ligas entre Irak y Al Qaeda, que Colin Powell, entonces secretario de Estado,
usó en su discurso ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre las
razones que aconsejaban intervenir contra el régimen de Sadam Hussein", dice HRW
en el comunicado del 11 de mayo.
"Los interrogadores egipcios le pidieron información sobre la conexión entre
Al Qaeda con Irak, tema sobre el que les dijo que él no conocía nada y sobre el
que le costó contar una historia", según dicho informe de la CIA desclasificado
y que fue escrito cuando éste libio fue interrogado posteriormente, en
Guantánamo, cita HRW.
Pero como esa respuesta no dejó satisfechos a los policías egipcios, lo
introdujeron en "una pequeña caja" durante 17 horas, después de lo cual le
advirtieron que tenía una última "oportunidad" de "decir la verdad". Nuevamente
negó conocer la respuesta que esperaban sus interrogadores, prosigue el
comunicado.
Por eso fue sometido en el suelo y nuevamente lo "golpearon durante 15
minutos". Después, el detenido "confesó" que "Irak había entrenado a operadores
de Al Qaeda en el manejo de armas químicas y biológicas".
Un reporte del comité de inteligencia del Senado de Estados Unidos reconoció
que el jefe libio "mintió para evitar a tortura".
Human Right Watch demandó que la investigación del régimen libio incluya
"todo lo que ellos conozcan acerca del tratamiento que al-Libi recibió en manos
de las autoridades estadunidenses y egipcias".
"La muerte de Ibn al-Sheikh al-Libi significa que el mundo nunca escuchó la
cantidad de brutales torturas que experimentó", dijo Sarah Leah Whitson,
directora del Medio Este y Norte de África de HRW. "Ahora Libia y Estados Unidos
deben revelar la historia completa, incluyendo el impacto en su salud
mental".
En su visita de abril, esta ong entrevistó en la misma cárcel a otros cuatro
prisioneros detenidos y torturados por la CIA en los centros de detención
secretos en Afganistán o bien torturados en Pakistán y Tailandia bajo la
supervisión de la agencia estadunidense, antes de ser entregados a Libia bajo el
procedimiento de "rendición". Uno de ellos es Mohamed Ahmad Mohamed Al
Shoroeiya.
Andy Worthington alude en su artículo del matutino inglés a estos prisioneros
entrevistados por HRW, para cuestionar la "acogedora relación" que Estados
Unidos mantiene con el coronel Gaddafi en "la guerra contra el terrorismo".
Gaddafi, convertido en una especie de paria del mundo por su apoyo al
terrorismo hasta el inicio de este siglo, se convirtió en 2003 en un aliado de
Estados Unidos y Europa contra Al Qaeda y otras organizaciones yihaidistas. En
septiembre de 2008 recibió a la exsecretaria de Estado estadunidense, Condolezza
Rice. Y en diciembre de 2007, el líder libio fue recibido por los gobiernos de
Francia y España, en un viaje en el que hizo adquisiciones de armamento militar
y cerró contratos con empresas españolas para el desarrollo de infraestructuras
en su país.
Worthington afirma que, en 2007, Norman Benotman, un oponente de Gaddafi que
se encuentra exiliado, explicó al Washington Post que dos de los
hombres con los que se entrevistó HRW habían sido detenidos por la CIA en
Tailandia y Hong Kong, pero eso había sido sólo "brevemente antes" de ser
entregados a Trípoli, pese a haber comprobado que no tenían nada que ver con Al
Qaeda.
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