EU ha separado a más de 3,700 niños. Parte 1
El gobierno de EU ha provocado intencionalmente miles de casos de
menores sin acompañante, hundiéndolos en el ya de por sí abrumador sistema de
la burocracia federal
Ryan Devereaux
The Intercept
23 de junio de 2018
El programa de la administración de Donald Trump de separar sistemáticamente a los
niños migrantes de sus padres crece a pasos agigantados, confirmaron algunos
funcionarios del gobierno de Estados Unidos el martes 18 de junio. Bajo la
doctrina “tolerancia cero” del procurador general Jeff Sessions, las
autoridades de Estados Unidos recibieron la orden de procesar legalmente a
todos los individuos arrestados por cruzar ilegalmente las fronteras, sin
excepción alguna, incluyendo a las personas que buscan asilo y a los padres que
llegan con niños pequeños.
Las consecuencias son ya históricas y catastróficas pues el gobierno de Estados
Unidos provoca intencionalmente miles de casos de menores sin acompañante,
separando sus casos de los de sus padres y los está hundiendo, solos, en el ya
de por sí abrumador sistema de la burocracia federal.
En una llamada telefónica con reporteros, algunos funcionarios de alto rango de las
agencias responsables de estas acciones, señalaron que ya son miles las
familias que han sido afectadas por estas medidas. Agregaron que no existe una
guía uniforme en la frontera para establecer reglas sobre cómo los oficiales de
migración deben manejar los casos que atañen a poblaciones sensibles como los
de personas que tienen bebés o niños pequeños. Lo que se hace es que los jefes
de la Patrulla Fronteriza de las diferentes estaciones manejen los casos a “discreción”.
Estos funcionarios explican que estas acciones tienen como finalidad la “disuasión”.
Brian Hastings, el jefe interino de operaciones para el cumplimiento de la ley de la
Patrulla Fronteriza, indicó a algunos reporteros que del 5 de mayo de 2018 al 9
de junio de 2018, un total de 2,235 familias, que suman 4,548 personas, fueron
arrestadas en la frontera sur. “El total de niños que se quedaron bajo cuidado
de la agencia a causa de esta iniciativa”, señaló, fue de 2,342, mientras que
el total de adultos que fueron acusados durante este período fue de 2,206.
“Todas las consideraciones y políticas humanitarias se están aplicando. El jefe de
campo actúa a discreción en cada uno de los nueve sectores de la frontera del
suroeste para que se proceda adecuadamente en los casos sensibles, entre los
que se incluye a los adultos que viajan con niños pequeños”, sostuvo Hastings. “Los
comandantes pueden hacer determinar sus casos a discreción”.
Cuando se le preguntó si eso significa que no hay un criterio establecido o una guía
para actuar en los casos de separación de niños de sus padres, Hastings contestó:
“Correcto”. Explicó que “los comandantes (…) generalmente” consideran que los
niños menores de 5 años son de “tierna edad”. Hastings no pudo dar cifras sobre
el número de menores de 5 años que su agencia haya separado de sus padres.
Steve Wagner, secretario asistente interino de la Administración de Salud y Servicios
Humanos para Niños y Familias, que supervisa la Oficina para la Reubicación de
Refugiados (ORR, por sus siglas en inglés), que a su vez es responsable de los
niños que el gobierno toma bajo custodia, mencionó que su agencia espera que el
programa impida que los padres entren al país sin autorización. “Esperamos que
las nuevas políticas tengan un efecto disuasivo”, dijo. “Realmente esperamos
que los padres dejen de traer a sus hijos en este viaje tan peligroso y que no
entren ilegalmente al país, así es que estamos preparados para aumentar nuestra
capacidad cuanto se requiera. Esperamos que esto no sea necesario en el futuro”.
Wagner no tiene cifras sobre el número de familias que se hayan reunido después del
proceso de enjuiciamiento bajo el nuevo programa de la administración. Poco
después de la llamada, McClatchy, citando algunos datos federales, reportó que “la
administración Trump probablemente ha perdido la pista de casi 6,000 niños
migrantes que viajan solos, miles de casos más de los que se reportó a los
legisladores el mes pasado”. La semana pasada, el gobierno aseguró que había
separado a 1,995 niños de sus padres de abril hasta mayo. Este martes 19, la
Patrulla Fronteriza dio a conocer una cifra algo mayor: 2,342, de mayo a junio.
A principios de mes, The Intercept reportó que al menos 1,358 niños habían sido
separados de sus padres desde octubre de 2017 hasta mediados de mayo.
Aunque no hay cifras exactas, debido a las diferentes fechas que se han manejado en
diferentes medios, se puede hablar de que el número de niños migrantes que la
administración Trump ha separado de sus padres es de más de 3,700… y sigue creciendo.
El jefe adjunto de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) que supervisa a la
Patrulla Fronteriza dijo al testificar frente a legisladores, que él calcula
que el gobierno seguirá separando alrededor de 650 familias cada dos semanas en
un futuro próximo.
Por su parte, el jefe de la Patrulla Fronteriza en el sector más ocupado del país está
presionando a sus agentes para que aumenten los arrestos y las acusaciones
todavía más, y declaró al Washington Post este fin de semana que la agencia
todavía no ha alcanzado el 100% que le pide la administración, pero que están
trabajando para lograrlo.
Para alcanzar ese objetivo, será necesario acabar con la creciente oposición política
y pública a los que se enfrentan las acciones de la administración. Pero,
aunque mañana mismo se diera fin a la tolerancia cero, ya miles de familias han
sido separadas y la pregunta sigue siendo la misma: ¿Se ha implementado algún
mecanismo para asegurar que esos padres recuperen a sus hijos?
Para los abogados y activistas, la respuesta hasta el momento es: no. En una serie
de entrevistas que se realizaron la semana pasada, los defensores federales públicos
y los abogados que trabajan dentro del sistema de la detención de migrantes y
en las garitas en Arizona, así como los prestadores de cuidados para los niños
migrantes en el país, y algunos funcionarios de inmigración de Estados Unidos,
coincidieron unánimemente al criticar el sistema, o la falta de él, para reunir
a los niños migrantes con sus padres.
Dona Abbott es directora de servicios para refugiados de Bethany Christian Services,
una importante organización que ayuda a colocar a niños bajo el cuidado de la
Oficina de Reubicación de Refugiados (ORR) en hogares provisionales. Basada en su experiencia de más
de 40 años tratando con niños en casos de violencia o de la persecución,
mencionó que no existe un sistema para reunificar a las familias que se pueda
criticar o alabar. Señala que lo que existe es una lista interminable de
preguntas que la gente que lidia con las consecuencias de la separación de las
familias ha tenido que responder sola: ¿Cómo lograr que los niños cuyos padres
fueron deportados se reúnan de nuevo? ¿Podemos reunirlos antes de que los
deporten? ¿Qué quiere el padre? ¿Qué considera el padre que es mejor para el niño?
“Tan sólo encontrar al padre ya es un reto”, explica Abbott.
NO HAY LUGAR EN EL SISTEMA
En ocasiones las agencias que realizan los arrestos entregan a los niños a la ORR
con información para identificarlos, dice Abbott, pero a veces no. De nuevo,
explica, no hay un sistema. “Hay muchas familias y muchos niños afectados,
muchos”, dice. Además, a ninguna de las agencias que tratan con menores no acompañados, y que la
administración está haciendo que aumenten cada vez más cada semana, se les
consultó o se les advirtió de la “tolerancia cero” que iba a adoptar el
gobierno federal a partir de principios de abril.
“No tuvimos la oportunidad de hacer preguntas y de hablar de cómo trabajaría el
sistema”, dice Abbott. “Normalmente hay que hacerlo”.
En la actualidad, la solución del gobierno para los padres a los que se les quitaron
los hijos es una línea de ayuda 1-800. Esto también representa un problema,
dice Abbott, porque los padres en detención normalmente no tienen acceso a teléfonos.
“Nos estamos dando cuenta de que lo que tenemos que hacer es llamar a los
centros de detención”, explica. Por ejemplo, Abbott cuenta el caso de una niña
de 8 años al cuidado de Bethany Christian.
“La separaron de su mamá hace una semana y lo que hacemos es hablar a todos los
centros de detención”, explica. “¿Tienen a alguien con este nombre?” preguntan.
“Al número 1-800 no se ha llamado porque la madre no ha tenido permiso para
hacer la llamada y no estamos seguros de en dónde pueda estar”, dice Abbott.
Para los niños pequeños, resulta crítico saber en dónde están sus padres, dice Abbott.
“Cuando tienes 8 años, una semana es mucho tiempo”, dice. “¿No sabes si mi mamá está
bien?” El asunto de las separaciones inducidas por el estado, que involucra a
hombres uniformados y con pistola, agrega, puede ser más terrible para los niños
de áreas de Centroamérica y México en donde la línea entre crimen organizado y
fuerzas de seguridad no existe, y el propósito del viaje al norte era
precisamente para escapar de esos escenarios.
Abbott cita el caso de un niño de 10 años que cuenta la historia de ver a su padre
esposado antes de que los separaran. “Ese momento resulta aterrador para
alguien que proviene de un país en donde se ha reportado una y otra vez que la
policía es corrupta”, explica Abbott.
El problema de este niño en especial está relacionado con otra difícil situación que surgió
en casos recientes, agrega Abbott: los agentes en el campo, específicamente los
agentes de la Patrulla Fronteriza, que deciden quién puede pedir asilo y quién
no. “Al parecer la Patrulla Fronteriza tiene mucha independencia y autonomía en
sus decisiones”, dice Abbott.
“En el caso de este pequeño de diez años, al parecer no pasó nada más que los agentes
no consideraron que fuera un caso de asilo y lo deportaron inmediatamente, pero
no reportaron a su hijo, no se aseguraron de que se fueran juntos. Así es que
ahora estamos tratando de reunirlos. Y el niño es indígena, lo que aumenta los problemas”.
En lugar de instalar un sistema que reuniera a los niños con sus padres, la administración
ha tomado una nueva medida que podría disminuir esta probabilidad. A principios
de mes, McClatchy reportó que la ORR tenía un nuevo acuerdo con el Departamento
de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) en el que la agencia
compartiría huellas digitales y realizaría revisiones de migración de los
cuidadores potenciales que quisieran tomar en custodia a los niños.
“No sólo es el padre”, explica Abbott. “La nueva regla es que todos en la casa, todos
los adultos de la casa, tienen que proporcionar sus huellas digitales, y esas
huellas, todas esas huellas digitales tienen que entregarse al DHS para que se
realice una investigación criminal. Eso quiere decir, probablemente, detención y deportación”.
Según McClatchy, hasta ahora “el porcentaje de menores no acompañados que son
reclamados por sus padres cayó de 60% de hace cuatro años a 41% en 2017, cuando
aumentaron estas ofensivas”. Abbott piensa que van a seguir sucediendo cosas
similares todo el tiempo.
“No puedo concebir que no aumenten las dificultades para los patrocinadores si no
se sienten seguros para venir a reclamar a alguien de su familia”, agrega.
ACUSACIONES FALSAS DE SEPARACIONES
En una conferencia de prensa telefónica la semana pasada, algunos funcionarios de
asuntos públicos de agencias de la administración Trump responsables de separar
a los niños migrantes de sus padres, defendieron sus acciones señalando que no
tienen otra opción y argumentando, falsamente, que la ley ordena esas
separaciones. Exigiendo que no los nombraran, en su intento por “corregir la
información”, los voceros culparon a los medios de reportar irresponsablemente.
En especial declaran que el gobierno federal no está separando a los niños de sus
padres y niegan que las agencias de gobierno mientan para separar a los niños
de sus padres para no regresarlos nunca. Abbott dice que ambos argumentos son falsos.
En primer lugar, dice, el gobierno definitivamente ha separado a los bebés de sus
padres. “En la actualidad la edad promedio de los niños que cuidamos es de 7,
pero tenemos niños de 8 meses y hasta de 17 años”, dice. En segundo lugar,
Bethany Christian cuidó a una niña de 6 años, que al igual que su madre, habló
de que utilizaron el pretexto de un baño para separarla de su madre.
“Le dijeron a su madre: ‘Vamos a bañarla’, y se la llevaron y nunca la regresaron.
La pusieron en un hogar provisional. Estoy segura de que algún funcionario de
migración pensaba que con eso se aliviaba el trauma de la separación, los
llantos y los gritos, pero no puedo imaginar lo que esa mamá pensaba”, dice Abbott.
“Tal vez lo que quiere decir el gobierno es que “No vamos a condonar sistemáticamente”,
dice Abbott, pero el hecho permanece: “Lo hemos oído directamente de una madre
y de su hija”.
La implementación caótica de “tolerancia cero” está provocando todo tipo de
experiencias parecidas a ésta, señala Abbott, y el público apenas escucha una
fracción. Cuenta otra anécdota de un niño que llegó a Bethany Christian con un
cinturón en las manos.
“Con sus manos agarraba un cinturón de adulto enrollado”, explicaba Abbott. “Nosotros
sólo nos preguntábamos, ‘¿De qué se trata esto?’ Cuando logramos quitarle el
cinturón de las manos, lo desenrollamos y en él venía escrito el nombre y el número
de teléfono de su padre”.
Para Abbott, la presencia del número mandaba un claro mensaje. “El papá en un último
momento de desesperación”, se dijo: ¿Qué puedo mandar con mi hijo para que le
indique a alguien en dónde encontrarme?”
“Así es que lo escribe en el cinturón”, dice. “Tenemos tantos niños con historias
parecidas de separación que todo indica que hay algo de caos. Más que algo, es
realmente caótico”. Abbott no es la única a la que le preocupan estos asuntos.
Dos fuentes que The Intercept entrevistó en torno al programa de separación de
familias del gobierno (incluyendo a un abogado que ha representado a niños en
custodia de la ORR y un funcionario de alto nivel de la DHS que trabaja en
asuntos de inmigración) hablaron de manera anónima pues no están autorizados a
dar declaraciones a la prensa. Ellos también se refirieron a la ausencia de un
sistema efectivo para reunir a los padres con sus hijos.
El abogado, refutando las declaraciones de la administración, sostuvo que el
gobierno de hecho separa a los padres de sus hijos, incluso cuando esas familias
se presentan en puertos de entrada legítimos. “Sí estamos viendo eso”, dijeron
las fuentes a The Intercept.
Asimismo, añadieron, la aseveración del gobierno—ofrecida en una conferencia telefónica
con un grupo de reporteros la semana pasada—de que no está separando pequeños
de sus padres, simplemente no es cierta. “Están errados”, nos dijeron. “Sí
hemos visto bebés”.
Traducido por Graciela González
Fuente: http://www.ejecentral.com.mx/eu-ha-separado-mas-de-3700-ninos/
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