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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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De un veterano de la guerra de Vietnam:

Éramos asesinos de bebés de parte del imperialismo estadounidense

16 de marzo de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

Le escribo a revcom.us/Revolución porque este es el único lugar que siempre toma el lado del pueblo del mundo contra toda forma de opresión y por un mundo radicalmente diferente y mucho mejor. El motivo de esta carta es la ola actual de patriotismo que usa a los soldados y veteranos estadounidenses para justificar todo crimen y atrocidad imaginable que llevan a cabo las “tropas”, es decir, los militares de Estados Unidos.

Tengo mucha experiencia desde ambos lados de las batallas políticas. Comencé apoyando y defendiendo las guerras de Estados Unidos y después fui un soldado en Vietnam donde empecé a aprender la verdad sobre la sangrienta historia genocida de Estados Unidos.

En este momento, hay una gran campaña para recaudar millones de dólares en la campaña llamada Wounded Warrier [El Guerrero Herido] para la atención médica para los veteranos heridos de las guerras actuales de Estados Unidos en todo el mundo. En primer lugar, pongamos algo en claro: No son héroes sino asesinos, incluso asesinos de bebés. En ninguna parte en los medios de comunicación ni en la cultura estadounidense se ve a la gente que asesinamos, torturamos, matamos con aviones no tripulados y violamos ultrajando. No importa la gente del mundo en la marcha de Estados Unidos a través de la Tierra. No hay ningún honor en ser un soldado en el ejército estadounidense que ha invadido todos los rincones del mundo y casi todos los países del planeta. No hay ningún orgullo en torturar a las personas a través del mundo, invadir los hogares y golpear a los ocupantes en nombre de la “Guerra Contra el Terror”. Estados Unidos, en realidad, libra una “Guerra DE Terror” contra los pueblos del mundo. De hecho, se puede decir con certeza histórica que la masacre indiscriminada de decenas de millones de personas es “The American Way” [La manera estadounidense] y que, a excepción de la guerra de Secesión, nunca ha habido nada honorable en el servicio militar de Estados Unidos. Cómo les digo a los jóvenes cuando voy a las escuelas secundarias como parte de la Campaña No Somos Tus Soldados, ¡ustedes van a formar parte de un ejército cuyo propósito es matar a gente por todo el mundo con fines de lucro e imperio!

No hay duda de que cada vez que hay una intensificada campaña de patriotismo y de agitar la bandera, también hay una intensificación en las acciones militares que necesitan ser apoyadas por la gente irreflexiva y privilegiada, mientras que se supone que los demás retrocedamos y no digamos la verdad, mientras que se lleven a cabo atrocidades en nuestro nombre. En este momento, por toda África y el Medio Oriente equipos de operaciones especiales han realizado y están realizando centenares de operaciones militares secretas, secuestros, asesinatos de individuos y muchos otros asesinatos mientras que se promueve el mito de que “no hay fuerzas terrestres” en esos lugares. Estos son los “escuadrones de la muerte” estadounidenses que operan bajo el cuento de que esto es lo que se hace falta para “protegernos de los terroristas” aunque la verdad es que Estados Unidos es el mayor terrorista del planeta.


Aldeanos masacrados por tropas del ejército de Estados Unidos en My Lai en Vietnam, 16 de marzo, el 1968.


Soldados se niegan a regresar al combate, Valle AK, Vietnam, septiembre del 1969.

Lo que digo aquí no es mi opinión sino la historia y, sí, la ciencia, porque este no es un caso de la naturaleza humana, ni de la gente mala, ni siquiera de la naturaleza de estar en el ejército. No. He aprendido a través de lecciones amargas en Vietnam y de regreso aquí en el imperio estadounidense que vivimos en un sistema capitalista-imperialista que irá a cualquier extremo y cometerá cualquier crimen imaginable para defender y expandir este imperio de ganancias y explotación por todo el mundo. Desde las plantaciones bananeras en Guatemala a las fábricas miserables en Bangladesh al petróleo del Medio Oriente, Estados Unidos tiene más de 700 bases militares que rodean el mundo para defender a lo que los monstruos que dirigen este imperio llaman “nuestros intereses”. Para hacer eso, a los militares y los gobernantes les hacen falta los cuerpos y las mentes de los jóvenes, en su mayoría hombres pero también mujeres, para llevar a cabo los crímenes. Así que, ¿cómo lo hacen?

Lo hacen de muchas formas, y en especial mediante el racismo, la mentira, la manipulación y el miedo, los que forman una parte normal de la cultura y la educación en Estados Unidos. Refuerzan esto con un lavado de cerebro brutal y cruel a los jóvenes soldados, lo que llaman “el entrenamiento básico”, para inculcarles la obediencia ciega a las órdenes, una preocupación únicamente por las vidas estadounidenses, y una mentalidad de “disparar primero y matar a todos” en los cerebros jóvenes. Entonces, cuando estos soldados vuelven a casa, los usan de nuevo, y especialmente a los heridos, estos asesinos por el imperio, para fomentar la pena y la compasión por los mismos y así justificar aún más asesinato y tortura. El mensaje que resalta es que las únicas vidas que importan son las vidas estadounidenses.

Sé que algunas personas dicen que estos soldados también son víctimas de este sistema imperialista. Mi respuesta es que estos soldados y los veteranos tienen una opción: pueden cruzar hacia el lado del pueblo del mundo y decir la verdad sobre lo que vieron e hicieron, o por el resto de la vida enfrentar la condenación del mundo como los asesinos de bebés y verdugos que son.

Es cierto que la generación nacida después del 9/11 no tiene ninguna memoria de los disturbios de la década de 1960 y el hecho de que decenas de millones de personas llegaron a oponerse a la guerra en Vietnam y al imperio estadounidense de muchas formas, lo que incluyo una oposición masiva contra la guerra dentro del mismo ejército de Estados Unidos. Para esta misma generación, lo que sucedió en Vietnam hace 50 años es la historia antigua al igual que para mí como niño escuchar a los veteranos de la Segunda Guerra Mundial contar sus historias. Después de los ataques del 9/11 al World Trade Center (el asesinato de 3.000 personas inocentes por un grupo de terroristas en nombre del fundamentalismo islámico), Estados Unidos los utilizó para realizar y justificar las invasiones de Irak y Afganistán, miles de asesinatos con aviones no tripulados en muchos países de Asia, África y el Medio Oriente, y la tortura y asesinato por el ejército y la CIA en prisiones y “sitios negros”. Esta es la realidad del mundo en que vivimos hoy y las lecciones del pasado deben servir concretamente para ayudar a acabar con toda esta locura. No más “historias de guerra” estúpidas e insensatas.

El proceso en que llegué a estar en Vietnam es ilustrativo porque los soldados jóvenes de hoy y los veteranos pueden ver similitudes en cómo los han manipulado y les han mentido. Cuando yo estaba en la escuela, las únicas ideas que aprendía sobre las guerras de Estados Unidos eran de la necesidad y la maravilla y la gloria de esas guerras. Por la televisión aprendí a aplaudir a los vaqueros cuando mataban a multitudes de personas indígenas, y las películas de guerra estadounidenses presentaban a los estadounidenses como justos y justificados en defender nuestro estilo de vida. Vean la película, Purple Heart [El Corazón Púrpura es una condecoración por ser herido en combate], y la representación racista de los japoneses. En el 8º grado de la escuela gané un premio “American Legión Americanism” [un premio por patriotismo dado por una reaccionaria organización de veteranos] por un ensayo que escribí sobre el patriotismo. En la secundaria mis profesores de historia, el Sr. Gavigan y el Sr. Murphy, tenían los mapas que mostraban el comunismo como un mal que se expandía por toda Asia, especialmente Vietnam. Incluso trabajé para Barry Goldwater [candidato derechista] después de la secundaria cuando se postuló para presidente en 1964. Fui a la Ciudad de Nueva York en la primavera de 1966 durante la primera manifestación contra la guerra — para manifestar a favor de la guerra. Me uní al grupo universitario derechista Jóvenes Estadounidenses por la Libertad.

Así que, mientras que la mayor parte de los jóvenes en este país están entrenados en el patriotismo ciego y les mantienen ignorantes de la historia y la naturaleza del sistema en que vivimos, yo me integré a la política a una edad temprana, y yo creía que conocía la historia de Estados Unidos y por qué valía la pena defender. Me uní a la Fuerza Aérea de Estados Unidos y llegué a ser guardia de las armas nucleares en Estados Unidos en pequeñas bases en la Costa Este. Pero me dije a mi mismo que no podía vivir en este momento y no seguir el llamado de mi generación e ir a Vietnam. Llegué justo a tiempo para la ofensiva del Tet de 1968, una operación militar por los revolucionarios vietnamitas contra todas las principales bases de Estados Unidos en Vietnam. Después de que cuatro de mis compañeros y amigos murieron en ese ataque, toda mi visión del mundo se vino al suelo porque me di cuenta de que nada de lo que me habían enseñado o creído acerca de la naturaleza de las razones de Estados Unidos para estar en Vietnam era verdad. No sabía nada sobre los vietnamitas, ni la cultura, ni la historia. Nos referíamos a ellos con todo tipo de términos racistas y de ninguna manera les considerábamos seres humanos. Durante los próximos 11 meses llegué a oponerme a la guerra, a ver la humanidad del pueblo vietnamita y comencé a oponerme a esta mentira de que los estadounidenses son las mejores personas en el mundo. Le debo una enorme deuda de gratitud a Davis y Johnson, dos de los muchos chicos negros en mi unidad que se negaron a saludar la bandera estadounidense (cuando se presentó una película en nuestra base) y discutieron conmigo sobre la guerra y la historia de la gente negra, y hablaron de regresar a Estados Unidos para hacer la revolución.


Veteranos de Vietnam marchando en contra de la guerra, Washington, DC, 24 de abril de 1971. Foto: Leena Krohn via Wikimedia Commons

Después de Vietnam, me uní a los Veteranos de Vietnam Contra la Guerra y me convertí en uno de sus líderes nacionales. Y fue aquí, junto con otros veteranos y el creciente movimiento de soldados estadounidenses en todo el mundo, donde todos aprendimos no sólo a oponernos a la guerra sino que oponer resistencia activamente. Me enteré de la verdad sobre la historia de Estados Unidos, y no sólo Vietnam sino lo que Estados Unidos siempre ha representado. Aprendí de la Expedición de Sullivan en el verano de 1779 en que el general George Washington (sí, ese mismo, el dueño de esclavos) ordenó un ataque genocida contra más de 40 aldeas de los indígenas iroqueses, destruyendo a la gente, los edificios y los cultivos. Esto llegó a ser la práctica habitual de los militares de Estados Unidos durante los siguientes 300 años de guerras contra los pueblos indígenas del oeste de Estados Unidos, en la guerra hispano-estadounidense en las Islas Filipinas en 1898, en el uso de insecticidas y agentes químicos y biológicos en la guerra de Corea de 1950 a 1953, y en la invasión estadounidense de Vietnam y todos sus horrores. Investíguese muchos de estos crímenes en revcom.us, y también puede encontrar en el Internet varias listas que documentan las centenas de invasiones militares, ocupaciones, “acciones de unidades pequeñas,” bombardeos aéreos y marinos, casi 300 años de acciones militares alrededor del mundo.

Los veteranos y soldados que conocí y organicé estudiaban la historia de Estados Unidos, la historia de la esclavitud, los linchamientos y la opresión del pueblo negro, hablaban de este estilo de vida imperialista: asesinar a la gente por las ganancias y el imperio. Y conocí a muchos que hablaban abiertamente de por qué parecía que la revolución es necesaria para acabar con todo este horror que le infligíamos a la gente del mundo. Marchamos 70 millas a través de pequeños pueblos de Nueva Jersey en una misión simulada de ubicar y eliminar para representarle gráficamente a la gente común de Estados Unidos que lo que hacíamos en Vietnam constituía masacres y tortura. Luego, llevamos a 125 veteranos de combate a Detroit en 1971 para la Investigación del Soldado del Invierno, tres días de testimonios de veteranos acerca de la violación en masa de mujeres vietnamitas, el asesinato en masa, la destrucción de aldeas y cultivos, el napalm, el envenenamiento químico de la tierra y la gente, y sí, el asesinato deliberado de niños por parte de los soldados. Si bien hay muchos ejemplos poderosos e importantes de resistencia y oposición por parte de soldados y veteranos a las guerras imperialistas, esta fue la primera vez en la historia que se organizaron a sí mismos con dos objetivos: decir la verdad sobre lo que habían visto y hecho, y de ahí hacerle un llamado al pueblo estadounidense que pusiera fin a los crímenes.


“Durante toda una semana de la primavera de 1971, acampamos en el National Mall, la gran plaza frente al Congreso de Estados Unidos, y lo nombramos [Operación] Dewey Canyon III,  ‘una invasión del país del Congreso’”.
Arriba, veteranos devolviendo sus medallas, tirándolas sobre los escalones del Capitolio como parte de las protestas de Dewey Canyon III.

Antes de [las audiencias del] Soldado de Invierno, creí que comprendía el alcance de lo que habíamos hecho en Vietnam, pero después de tres días de audiencias quedé devastado por lo profundo que fue la traición de nuestra juventud, nuestras ambiciones y nuestras mentes, que realmente no fuimos nada más que asesinos y carne de cañón para el imperio. Después del Soldado de Invierno, sabíamos que teníamos que hacer algo que pondría a los veteranos de Vietnam en la primera plana de los periódicos, algo dramático que enviaría un mensaje a todo el mundo, que siendo asesinos de niños, estábamos empezando a entender quiénes y qué eran realmente responsables. Durante toda una semana de la primavera de 1971, acampamos en el National Mall, la gran plaza frente al Congreso de Estados Unidos, y lo nombramos [Operación] Dewey Canyon III,  “una invasión del país del Congreso”. Después de una semana entera de manifestar por todas partes, de hacer representaciones de teatro de guerrilla de cómo tratamos y asesinamos al pueblo vietnamita, en el último día, entre 800 y 1.000 veteranos se alinearon frente al capitolio para subir los escalones del capitolio y devolver sus medallas al Congreso y otros gobernantes de Estados Unidos. Algunos de los comentarios de los veteranos, al arrojar sus medallas al otro lado de una cerca marcada “basura”: un veterano negro dijo, “Este es mi oposición a las políticas de este país contra los pueblos no blancos del mundo”; “Mi nombre es Peter. Tengo una medalla del corazón púrpura aquí y espero recibir otra en la lucha contra estos hijos de puta”; “No queremos volver a pelear, pero si tenemos que hacerlo será para tomar estos escalones”.

Luego, en el verano de 1971, VVAW (Veteranos de Vietnam Contra la Guerra) me seleccionó para representar a la organización en una delegación de paz que viajó a Hanói, la capital de Vietnam del Norte, “el enemigo”. Como el primer veterano de Vietnam que visitó a Vietnam del Norte en una misión de paz, junto con otros dos activistas de Women Strike for Peace [Mujeres en Huelga por la Paz] y la War Resisters League [Liga de Resistentes a la Guerra], no tuve que pensarlo dos veces antes decidir. Pasamos ocho días en Hanói, viajamos al puerto de Hai Phong y fuimos testigos de la vida de un pueblo cuya historia y cultura están imbuidas con el espíritu de resistirse a invasores extranjeros. Durante ese viaje pasé completamente “al otro lado” y me convertí en un defensor de la victoria de los vietnamitas contra Estados Unidos.

Lo digo hoy porque aunque ahora no hay ninguna nación o grupo equivalente que pueda ser apoyado contra los crímenes de Estados Unidos, toda personas, y especialmente soldados y veteranos de estas guerras, pueden y deben alzar la voz por el pueblo del mundo y en contra de los crímenes de Estados Unidos. Esto significa NO apoyar a las tropas, porque las tropas están asesinando a las personas. Odio de verdad el lema “Apoyar a las tropas, no la guerra” porque afirma que lo importante en estas guerras son las vidas estadounidenses, y la humanidad de la gente que asesinamos es de importancia secundaria o inexistente.

Por último, a los que sólo pueden ver el poder del imperio para manipular y controlar a la población y hacerla ciegas agitadores de banderas o una oposición dócil, quiero decirles lo importante que es decir la verdad, pedir a otros que hagan lo mismo y luchar por el interés de toda la humanidad. Después de todo, fui testigo de algo que muchas personas hoy en día ni pueden imaginarse: Vi a un gran segmento de los anteriores asesinos de mí era, asesinos incluso de niños, ponerse de pie contra el imperio y al lado de la humanidad.


 

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