Elogios a los cobardes morales y desprecio a los verdaderos héroes
Stephen Soldz 23/4/2009
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre]
Obama, Blair, Panetta y los informes sobre la tortura :: Protegeremos a
los hombres y mujeres de la CIA
Para mí, ha resultado más duro de lo esperado encontrar los textos completos
de las declaraciones del presidente Obama, de Dennis Blair, director del
servicio nacional de espionaje, y del director de la CIA, Leon Panetta,
realizadas el jueves una vez hechos públicos los informes del Office of Legal
Council. Gracias a Spencer Ackerman, los he localizado y colocado aquí.
Al leer estas declaraciones en su totalidad, resultan tan escalofriantes como
los propios informes. Si bien éstos describen el programa de torturas con
meticuloso y burocrático detalle- incluidos la temperatura del agua para
congelar a los presos, y la duración y número de asfixias simuladas por agua
permitidas diariamente-, las declaraciones de nuestro presidente y de dos de sus
funcionarios de mayor nivel alaban a quienes estuvieron dispuestos sacrificar su
moral y su decencia en la aplicación de este horrendo programa.
Hacer de los torturadores, héroes y agradecerles la comisión de horrores es
escupir a la cara de quienes sufrieron las consecuencias de ese programa de
torturas patrocinadas por el Estado, no sólo por la CIA, sino por miles de otros
funcionarios que lo pusieron en práctica en Guantánamo, Abu Ghraib, Bagram y
otros lugares de Iraq y Afganistán. Esas declaraciones meten el dedo en el ojo
de todos aquellos que defienden los derechos humanos y de las personas decentes
que durante años han luchado contra éste y otros programas semejantes de
maltratos autorizados por el Estado.
Y, quizás, más indignante aún, es el hecho de que absolver y conceder la
condición de héroes a quienes traicionaron su conciencia es un insulto a los
verdaderos héroes de este sórdido capítulo de nuestra historia: todos los
hombres y mujeres de nuestro ejército y de nuestro gobierno que se negaron a
hacerlo y protestaron y lucharon contra estas actuaciones horrendas autorizadas
por el Estado. A los investigadores que abandonaron carreras profesionales de
décadas de servicio, avergonzados por en qué se había convertido su profesión;
los Jags(1) que se enfrentaron al desarrollo de esta política y se
arriesgaron al desprecio al defender “a hez de la humanidad”; los fiscales que
denunciaron la ocultación de los maltratos en los muy politizados juicios de
Guantánamo, y aquellos funcionarios que, como Albert Mora(2), se tomaron muy en
serio su obligación de defender la Constitución, son los verdaderos héroes.
Ellos son quienes merecen el elogio de nuestros dirigentes y de nuestro
pueblo.
Podemos seguir discutiendo qué tipo de responsabilidad deberían afrontar los
guardias, los interrogadores, los médicos y psicólogos que aplicaron esas
políticas. Pero no son héroes. No son personas a las que agradecer nada. No son
personas que dieron lo mejor de sí mismos en las difíciles circunstancias tras
el 11-S. Como mucho, se les puede considerar tristes seres humanos que siguieron
las directrices de la autoridad cuando su país necesitaba que se negaran;
individuos sin brújula moral, ejemplos de lo que deberíamos enseñar a nuestros
hijos que no deberían hacer jamás. Ellos no son mejores, quizás incluso peores,
que los justamente denigrados policías militares de Abu Ghraib. Al margen del
coraje político que se necesita para publicar esos documentos, los líderes que
han efectuado esas declaraciones loando a los agentes torturadores de la CIA son
unos cobardes, temerosos de decir a la opinión pública lo ésta que precisa
escuchar. Ellos no representan el cambio que necesitamos sino la continuidad que
posibilita muy probablemente futuros abusos autorizados por el Estado.
Obama
A los hombres y mujeres de la CIA:
Quiero aprovechar esta oportunidad para agradeceros el trabajo que hacéis por
el país. Vuestro trabajo ha proporcionado información a todos los presidentes
desde la época del presidente Truman y ha protegido a nuestro pueblo. He venido
para ratificar mi confianza en vuestros servicio, un servicio que creo
firmemente es vital para la seguridad de nuestro país. Debido a las amenazas,
desafíos y oportunidades a las que se enfrenta Estados Unidos, la CIA es tan
indispensable hoy como lo ha sido siempre para la seguridad de nuestra nación.
Aunque la necesidad exige que el país no sepa vuestros nombres o el trabajo que
hacéis, todos nosotros disfrutamos de la libertad que habéis ayudado a
garantizar.
Quiero, asimismo, compartir con vosotros una decisión que he tomado ayer por
la noche. A última hora de hoy, el departamento de Justicia va a hacer públicos
algunos dictámenes del Office of Legal Counsel de los años 2002 al 2005.
No he tomado esta decisión a la ligera. Como puede que conozcáis, su publicación
forma parte de un proceso penal en marcha. He luchado por el principio de que
Estados Unidos debe mantener actividades secretas y guardar información
clasificada por razones de seguridad del país y lo seguiré haciendo en el
futuro. Pero la publicación de esos informes ha sido necesaria por nuestro
compromiso con el imperio de la ley.
La mayoría de la información contenida en los dictámenes es de dominio
público, y el gobierno anterior reconoció partes del programa- y algunas de sus
actividades- asociadas a él. Mi juicio personal sobre este tema es un asunto
privado. He prohibido el uso de esas técnicas de interrogatorio y rechazo el
falso dilema entre nuestra seguridad y nuestros ideales.
Al hacer públicos esos informes, los hombres y mujeres de la CIA tienen mi
garantía y la del Fiscal General de que protegeremos a todos los que actuaron y
confiaron razonablemente en las instrucciones del departamento de Justicia sobre
la legalidad de sus actuaciones. El Fiscal General me ha garantizado que esas
personas no serán procesadas y que el gobierno las apoyará.
Los hombres y mujeres de nuestros servicios de espionaje sirven con coraje en
la primera línea de un mundo peligroso. Sus éxitos son silenciados y sus nombres
desconocidos, pero gracias a sus sacrificios, todo ciudadano estadounidense se
siente seguro. Y ellos deben estar seguros por completo de que mientras
defiendan al país yo los defenderé a ellos. Protegeremos su identidad de la
misma forma que ellos con su vigilancia protegen nuestra seguridad. Este es un
momento para la reflexión, no para la revancha. Hemos pasado un capítulo negro y
doloroso de nuestra historia. Pero al mismo tiempo ha sido un tiempo de grandes
desafíos y de una preocupante desunión, y nada vamos a ganar gastando nuestro
tiempo y nuestra energía buscando culpabilidades del pasado. La grandeza
nacional que ustedes con tanto coraje y competencia mantienen forma parte de la
capacidad de Estados Unidos para seguir su trayectoria de acuerdo con nuestros
valores esenciales, y para seguir adelante con confianza.
Uno de los valores estadounidenses esenciales es que somos una nación que
respeta la ley, y la CIA protege y mantiene ese principio día a día en
circunstancias extraordinariamente difíciles. Mi gobierno siempre actuará de
acuerdo con la ley, y con un compromiso firme con nuestros ideales. Por esa
razón, hemos publicado esos dictámenes y es por lo que hemos dado pasos para
asegurar que las acciones descritas en ellos nunca vuelvan a repetirse.
Gracias por sus servicios, y que Dios bendiga el trabajo que hacen.
Barack Obama
Blair
El departamento de Justicia hace público hoy cuatro dictámenes del Office
Legal Counsel en lo que se consideraban legales ciertas técnicas duras de
interrogatorio, utilizadas por la CIA contra terroristas sospechosos de
pertenecer a al-Qaeda. Los dictámenes describen con gran detalle las técnicas
utilizadas al interrogar a presos considerados de gran valor estratégico,
sospechosos de estar implicados en planificar actividades terroristas contra
Estados Unidos y sus aliados.
Como jefe de los servicios de Espionaje, estoy intentando analizar esos temas
en perspectiva. No podemos deshacer lo hecho en el pasado; debemos comprenderlos
y usar este conocimiento mientras miramos hacia el futuro.
Es importante recordar el contexto de aquellos sucesos pasados. Todos
nosotros recordamos el horror del 11-S. Durante meses después no comprendimos
claramente quién era el enemigo con el que teníamos que vérnoslas, y nuestros
esfuerzos en su totalidad se centraron en prevenir otros atentados que pudieran
matar a más estadounidenses. Fue durante esos meses cuando la CIA luchaba para
obtener información crucial de los dirigentes de al-Qaeda capturados, y pidió
autorización para utilizar métodos de interrogatorio más duros. Los informes del
OLC dejan claro que funcionarios jurídicos de alto nivel decidieron que los
métodos más duros eran legales.
Esos métodos, leídos en un brillante, soleado y seguro día de abril de 2009,
parecen inquietantes y muy gráficos. Como el presidente ha puesto de manifiesto,
y tal como tanto el director de la CIA como yo mismo hemos declarado, no haremos
uso de esas técnicas en el futuro. Pero defenderemos totalmente a quienes
confiaron en esos dictámenes y en esas directrices.
Como joven oficial de marina en los años de la guerra de Vietnam, sufrí el
desprecio público hacia quienes servíamos en las fuerzas armadas durante aquella
impopular guerra. Debatir y poner en cuestión la conveniencia y las políticas
relacionadas con las guerras y sus métodos de combate es importante y legítimo;
pero la condena hacia quienes sirven honorablemente en el marco de unas
directrices legales, no lo es. Recuerdo bien el dolor de aquellos de nosotros
que servíamos a nuestro país incluso cuando las políticas que estábamos llevando
a cabo fueran impopulares o pudieran ser cuestionadas a posteriori.
En el servicio de Espionaje, nosotros no deberíamos ser sometidos a semejante
dolor. Centremos el debate en la ley y en nuestra seguridad nacional. Estemos
agradecidos de tener unos funcionarios que tratan de hacer el difícil trabajo de
proteger a nuestro país con la garantía explícita de que sus actuaciones son
necesarias y legales.
Con toda seguridad va a haber un mayor interés de la opinión pública por las
actuaciones de las agencias de espionaje en el pasado. Lo que debemos dejar
completamente claro al pueblo estadounidense es que lo que nos caracteriza es
actuar legalmente, de forma transparente en la medida de lo posible, y con
métodos de los que podrían enorgullecerse si les contáramos la historia
completa.
Panetta
Esta tarde, el departamento de Justicia va a hacer públicos una serie de
dictámenes que su Office of Legal Counsel dio a la CIA entre 2002 y 2005.
La CIA se guió por ellos para su programa de detenciones e interrogatorios, que
finalizó el pasado mes de enero. Durante la vigencia de esas iniciativas, la CIA
repetidamente solicitó y repetidamente recibió garantías escritas provenientes
del ministerio de Justicia de que sus prácticas estaban totalmente de acuerdo
con las leyes y las obligaciones legales de Estados Unidos. Todas aquellas
operaciones fueron aprobadas por el presidente y los principales miembros del
Consejo Nacional de Seguridad, y fueron presentados a los dirigentes del
Congreso.
Al revelarse esta información, es importante comprender el contexto en el que
se produjeron esas operaciones. Tras el 11-S, el presidente recurrió a la CIA-
como por lo general han hecho los presidentes a lo largo de nuestra historia- y
encargó a nuestros funcionarios la más vital de las tareas: desmantelar la red
terrorista que golpeó a nuestro país y prevenir futuros atentados, y la CIA
respondió como era su obligación.
Aunque este gobierno ha puesto en marcha nuevas políticas que la CIA está
aplicando, el hecho cierto es que la actuación de la CIA en las detenciones e
interrogatorios fue autorizada y aprobada por nuestro gobierno. Por esa razón,
tal como he seguido dejando claro, me opongo rotundamente a castigar o
investigar a quienes siguieron las directrices del departamento de Justicia.
El presidente y el fiscal general han puesto ya de manifiesto que no habrá
investigaciones ni procesamientos del personal de la CIA que actuó en el marco
del sistema legal. Además, el departamento proporcionará asistencia jurídica al
personal de la CIA sujeto a investigaciones relacionadas con aquellas
operaciones.
No se trata de un punto final en estos temas. Vendrán más peticiones – de la
opinión pública, del Congreso y de los tribunales- y es seguro que se publicarán
otras informaciones. Nosotros no podemos controlar el debate sobre el pasado.
Pero podemos y debemos centramos en nuestra misión de hoy y del futuro. El
presidente y el resto de nuestros ciudadanos cuentan con todos nosotros para
ayudar a agobiar, destruir y desmantelar a al-Qaeda, y a conocer los planes de
nuestros demás enemigos. Tenemos una obligación con este país y con los demás
para hacer todo lo que esté en nuestra mano para proteger a Estados Unidos.
Esta es una organización excepcional de hombres y mujeres de gran talento,
dedicados a nuestra seguridad nacional. Es una extraordinariamente competente
organización que defiende en silencio a nuestro país, respeta sus leyes y
mantiene sus valores. Por esta razón, me siento orgulloso de estar a vuestro
lado como vuestro director. Y por ello, este presidente- y los presidentes
futuros- seguirán pidiéndonos que asumamos misiones duras que sólo podemos
llevar a cabo nosotros. Esta es una oportunidad para que la CIA inicie un nuevo
y formidable capítulo en nuestra historia de servicios a nuestra nación.
Debéis estar completamente seguros de que mientras defendáis a nuestro país,
yo os defenderé a vosotros.
Leon. E. Panetta
Stephen Soldz, es psicoanalista, psicólogo, investigador sobre salud
pública y profesor de la Boston Graduate School of Psychoanalist. Mantiene la
web Psychoanalysts for Peace and Justice y el blog Psyche, Science,
and Society. Fundador de la Coalition for an Ethical Psychology, una de las
organizaciones que lideran la lucha para cambiar la política de colaboración en
interrogatorios con maltratos de la American Psychological Association. Forma
parte del Comité de Dirección de Psychologists for Social Responsibility [PsySR].
Counterpunch, 20 de abril de 2009
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