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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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OPINIÓN

11/9: Mi dolor y mi viaje desde entonces

Elizabeth Miller
NEW YORK DAILY NEWS | 11 de septiembre de 2020

Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 21 de septiembre de 2020

We remember. We rise again.

Recordamos. Nos volvemos a levantar. (MARK LENNIHAN/AP)

Las experiencias de vida, incluyendo las tragedias, nos hacen lo que somos.

El 11 de septiembre del 2001 perdió a mi padre Douglas Miller, un bombero de la Ciudad de Nueva York. Yo tenía seis años en ese momento. No podía entender, en ese momento, ni en los momentos posteriores, cómo las dinámicas de mi familia cambiarían para siempre.

En mi casa había un flujo estable de visitantes. Siempre reunidos alrededor del televisor, enfocados en el indicador rojo del sistema de consejo de amenaza recordándonos que la amenaza de terrorismo estaba en lo más alto. En los siguientes días y semanas, muy poco se sintió real.

Nos dijeron que ir a terapia podría ser una buena idea, pero a esa edad, no sé cuánto habría logrado. Durante una sesión, mis hermanos y yo dibujamos una imagen grande de Osama bin Laden con arañas encima de él. Hasta el día de hoy, no logro descifrar el sentido de eso. ¿Era acaso nuestra propia forma de venganza? ¿Se supone que teníamos que entender algo de eso?

En la inmediata secuela y en los años subsecuentes, algunos escogieron una demostrar odio y prejuicios erróneos contra la comunidad musulmana. Mientras crecía y me hacía más capaz de entender estos eventos, escogí no recurrir al odio. Escogí buscar respuestas. ¿Por qué sucedió esto? ¿Cómo seguimos adelante, perdonando?

Me sumergí en el estudio del terrorismo y, mientras continuaba con mis estudios, me di cuenta que había más que descubrir. Tomé ventaja de las oportunidades para aprender acerca del Medio Oriente. Estudié árabe y me metí a cursos culturales. Aprendí a aceptar, entender y amar otra cultura, lenguaje y región; una que estaba estereotipada por las acciones de unos pocos.

Me fui a estudiar a Marruecos y, aunque estaba rodeada por una nueva cultura y nueva gente, me di cuenta que la cultura y la gente ya no eran más “buenos” o “malos” que los demás. ¿Quién evalúa qué culturas y qué personas son buenas y malas? ¿Quién decide qué es lo que hace a una persona tan diferente que no merecen el mismo trato en nuestro sistema de justicia?

En la escuela comencé a examinar los abusos de derechos humanos del mundo post 11/9, específicamente tortura y encarcelamiento. Aunque sabía de la existencia de los detenidos en Guantánamo, no podía comprender que tales abusos fueran en un sentido derivados de algo que me había impactado profundamente. Me sentía culpable. Me sentía cómplice.

Mi padre había sido asesinado y yo sentía que, en las secuelas de su muerte y la muerte de los otros 3,000, había tanta gente hablando por nosotros, sin consultarnos y yo estaba enojadísima por todas las injusticias.

Nunca creí que responder con violencia a la violencia era lo correcto. Mientras aprendí más acerca de los abusos en Guantánamo y los sitios clandestinos, sentí que necesitaba levantar la voz.

Así fue como conocí a Mohamedou Ould Salahi, quien había sido erróneamente encarcelado, torturado y deshumanizado en Guantánamo, como muchos otros en el centro de detención. El trato que le dieron, sin importar si los detenidos son culpables o inocentes, es cruel e injusto.

Salahi es un hombre inocente que fue finalmente liberado de la bahía de Guantánamo y conocerlo ha traído tanta luz en mi vida.

Cuando solo nos enfocamos en las diferencias entre grupos culturales y religiosos, comenzamos a llamarlos “otros”. En este caso, los musulmanes o gente de países mayormente musulmanes, se convirtieron en los “otros” malos, y es así como se permiten los abusos de derechos humanos y deshumanización ocurran.

Todavía hay hombres en el centro de detención de la bahía de Guantánamo detenidos sin juicio o esperando uno. Todos los individuos deberían de tener acceso a un sistema de justicia justo y equitativo.

Aunque no todos comparten mis pensamientos, existen muchas oportunidades para aprender hacia dónde podemos apuntar para entender y aceptar diferencias.

Yo comparto mi historia personal no para presumir acerca de mi evolución, sino porque, después de haber perdido a mi padre por culpa del terrorismo, aprendí mucho. Espero que otros también puedan hacerlo.

Miller es miembro de Peaceful Tomorrows.


 

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