El
negacionismo del fascismo es tan peligroso —y no científico— que el
negacionismo de la crisis climática: Primera parte
30 de abril de 2020 | revcom.us
Donald Trump no se “está auto-destruyendo”. Tampoco
el movimiento fascista que él dirige, y que actualmente domina los poderes
ejecutivo y judicial del gobierno, tiene la intención de abandonar, dejar que
se le deslice de las manos o conceder suavemente las riendas del poder.
Tienen la intención de ir más lejos, de aprovechar la
crisis en torno al coronavirus como medio para tomar la ofensiva y consolidar
más su control.
Las últimas dos semanas han incluido:
- Trump movilizaba a sus seguidores para hacer manifestaciones en frente de los
capitolios de los estados y palacios municipales por todo Estados Unidos
en contra de las medidas para controlar la propagación del coronavirus.
Las manifestaciones incluyeron a menudo a babosos ruidosos que blandían
armas automáticas y banderas de la Confederación (algo que, a estas
alturas, ninguna figura política tradicional o de “izquierda” exige
siquiera que Trump denuncie). “Hay que mirar todas las vidas, no sólo las
vidas de la Covid”, dijo un asistente a la protesta de Wisconsin — un
juego de palabras racializado y cifrado sobre “La Vida de los Negros
Importa” con un subtexto de que se estaba “haciendo sufrir” a los
suburbios y las zonas rurales por los negros y los latinos de las ciudades
núcleo más golpeadas.
- Una prohibición sin precedentes de la inmigración durante 60 días. Los altos
funcionarios de la administración Stephen Miller y Kenneth Cuccinelli
aseguraron a los activistas fascistas que esto era solo un “primer paso”
para “cerrar la llave de la nueva mano de obra inmigrante”, así como otros
ataques nuevos y continuos contra los inmigrantes, incluida la negación de cualquier ayuda a los estudiantes de
DACA.
- Una acelerada ofensiva xenófoba de “Hacer que Estados Unidos vuelva a tener
grandeza” contra China por presuntamente haber causado o propagado el
virus... ahora se hace eco en los esfuerzos del candidato demócrata Biden
para superar a Trump por ser “más duro con China”.
- El líder de la mayoría fascista Mitch McConnell en el Senado dijo que la
ayuda federal era un “paquete de rescate para los estados azules”,
implicando fuertemente que los estados que tendían a votar por los
demócratas no eran dignos de recibir ayuda y no eran “verdaderos
estadounidenses”.
- El “consejo” tarado —y extremadamente peligroso— de Trump de considerar la
posibilidad de inyectarse detergente doméstico y lejía en las venas,
seguido de su petulante berrinche de que estaban tergiversando sus
palabras (lo que no era cierto) y “amenazas” de suspender las reuniones
informativas diarias (algo que hizo durante dos días, luego las reanudó).
La locura de Trump es real y además de hecho le sirve en semejantes situaciones: para
sus seguidores agraviados es motivo de gloria el narcisismo de Trump, así
como sus afirmaciones de estar a la par de “sus” científicos (o en
realidad de estar dándoles órdenes), y luego la forma en que algunos de
ellos así siguen la línea, negándose a criticarlo o mansamente intentando
cambiar de tema.
- Esta semana hasta salió una advertencia por parte de Joe Biden, hecha en
privado a donantes, de que Trump “va a tratar de echar atrás las
elecciones de alguna manera, de inventar alguna razón por la que no se
pueden celebrar”.
Lejos de “fundirse” o en otro sentido
retroceder, esto es el fascismo a la ofensiva.
No se trata de un “proto” fascismo,
“neo” fascismo o “medio” fascismo... sino EL FASCISMO sin tapujos
Este es un fascismo lunático, violento y
fanático, que ha estado en construcción por más de 40 años. Este fascismo trata
a las demás fuerzas políticas como ilegítimas. Al analizar las ramificaciones
de la ascensión al poder de Trump and Pence mediante las elecciones de 2016,
Bob Avakian (BA) ha dicho:
Hay una línea directa que conecta
la Confederación esclavista de los años 1860 con los fascistas de hoy, y una
conexión directa entre su supremacía blanca, su franco odio y repudio tanto a
la gente LGBT como también a las mujeres, su repudio abierto a la ciencia y al
método científico, su cruda xenofobia tipo “Estados Unidos Ante Todo”, y su
proclamada “superioridad de la civilización occidental”, y su belicoso uso del
poderío militar, incluso con sus declaraciones y abiertas amenazas de que están
dispuestos a usar armas nucleares para destruir países.
Otra terrible verdad que tenemos
que enfrentar — es que en el contexto de las profundas y agudas contradicciones
que se están dando o que están volviendo a darse de formas que están
desgarrando el propio tejido social de Estados Unidos y ensanchando las grietas
en sus cimientos, al mismo tiempo que el imperio estadounidense se enfrenta con
desafíos serios a nivel internacional, el fascismo es una de las posibles
formas de resolver todo esto bajo los
términos de este sistema y su clase dominante, aunque todo esto sea un
horror para la humanidad.
Pese a que la Constitución sí
instituye la separación entre iglesia y estado, y los fascistas cristianos
erran o de plano mienten cuando insisten en que los documentos fundacionales de
Estados Unidos lo establecen como una “nación cristiana” — la realidad es que
el cristianismo siempre ha sido la religión de estado no oficial de Estados
Unidos, y la identidad de Estados Unidos en toda su historia ha sido la de una
“nación cristiana blanca”, basada en la supremacía masculina y la supremacía
blanca, e impulsada por un “destino manifiesto” de dominar no solo el
continente norteamericano, sino todo el mundo. Todo esto se ha cuestionado y ha
sido el centro de una intensa lucha desde los 60, y de maneras importantes
desde la Guerra Civil. Aunque acontecimientos internacionales, como la
desaparición de la Unión Soviética, le han dado un mayor ímpetu a la
globalización de la economía capitalista mundial, esta globalización muy
aumentada ha impulsado cambios que han agudizado las contradicciones en Estados
Unidos y en el mundo, en particular con una emergente China capitalista que le planta cara al
dominio económico mundial estadounidense, a la vez que esta globalización
aumentada, en condiciones de la dominación del imperialismo occidental, ha
provocado caos en países en todo el tercer mundo, como en Medio Oriente (y
otros lugares donde el islam es la religión dominante), echando más leña a un
virulento fundamentalismo islámico que le ha declarado la guerra a un
“Occidente decadente”, a los “infieles” y otros orientados hacia Occidente y
que facilitan su dominación imperial. [De: ¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE! En
nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista, Un
mundo mejor posible, Un discurso de Bob Avakian]
Negándose a enfrentar la verdad
Sin embargo, a casi tres años desde que se pronunciara ese discurso —y mucho después de que la marcha de los
acontecimientos ha demostrado más la veracidad de ese discurso—, la gente se
niega a enfrentar la realidad de esto. Este “negacionismo del fascismo” es tan
no científico —y puede resultar tan peligroso— como el negacionismo de la
crisis climática. Y en los días por venir, vamos a examinar y desmenuzar
algunos ejemplos actuales de esto.
Manténgase atento.
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