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El interrogatorio con ahogamiento de los detenidos era tan horrible, que hasta los agentes de la CIA lloraban al verlo


El psicólogo James Mitchell, izquierda, quien codiseñó el programa de “interrogatorio acentuado” de la CIA, es entrevistado en Washington, D.C., en 2016.
(Thomas Watkins / AFP/Getty Images)

James Mitchell, un arquitecto de las “técnicas de interrogación mejoradas” que los expertos en derechos humanos han condenado como tortura, dio testimonio sobre las tácticas en una audiencia previa al juicio en la Bahía de Guantánamo.

Terry Mcdermott
Los Angeles Times
Enero 24, 2020

BASE NAVAL DE LA BAHÍA DE GUANTÁNAMO, Cuba -
El arquitecto del programa de interrogatorio posterior al 11 de Septiembre de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) afirmó este miércoles que la técnica de simulación de ahogamiento que empleaba era tan espantosa que las personas, incluidos los funcionarios de la CIA, lloraban cuando la presenciaban.

James Mitchell testificó aquí, en una audiencia previa al juicio en el caso contra Khalid Shaikh Mohammed, el autor intelectual confeso de los ataques del 11 de Septiembre. Mohammed y otros cuatro individuos están acusados de casi 3.000 asesinatos.

Mitchell y otro psicólogo, John “Bruce” Jessen, diseñaron, supervisaron y participaron con frecuencia en lo que la CIA denominó técnicas acentuadas de interrogatorio. La táctica de ahogamiento simulado fue una de ellas.

Para emplear el método, un prisionero era atado a una tabla colocada en una camilla modificada, inclinada para que su cabeza estuviera cerca del suelo. Durante la presidencia de George W. Bush, el Departamento de Justicia aprobó y emitió pautas sobre cómo llevar adelante el método.

Mientras los guardias estabilizaban la camilla, Jessen vertía agua sobre un paño que Mitchell sostenía sobre la boca y la nariz del prisionero. El vertido de agua podría durar hasta 20 segundos, luego pausarse, luego otros 20 segundos, una nueva pausa, después 40 segundos. El sujeto sentía así que se estaba ahogando. Por lo general, la persona sufre espasmos, expulsa agua y mucosidad; a veces vomita, se retuerce y cae en la camilla como si tuviera una convulsión. La práctica está casi universalmente considerada como tortura.

Mitchell la usó en al menos tres hombres, incluido Mohammed. Esta semana, declaró que volvería a hacerlo si sintiera que tiene motivos para hacerlo, pero también reconoció que los resultados le repugnaban.

La primera persona sometida al método fue Abu Zubaydah, un funcionario de Al Qaeda y el primer detenido importante capturado después del 11 de Septiembre. El acusado fue sometido al procedimiento con agua 83 veces durante un puñado de sesiones, en agosto de 2002, según una investigación realizada por el Comité Selecto de Inteligencia del Senado.

Después de que Abu Zubaydah comenzó a cooperar con los interrogadores en una prisión secreta en Tailandia, en 2002, Mitchell y Jessen intentaron dejar de usar la modalidad. Oficiales en la sede de CIA en Virginia los acusaron entonces de haber perdido el valor. “Dijeron que éramos débiles; que habíamos perdido las agallas”, testificó Mitchell. Los oficiales de la CIA afirmaron que, si ocurriera otro ataque de Al Qaeda, Mitchell y Jessen “tendrían sangre de estadounidenses muertos en sus manos”.

Entonces Mitchell les respondió a los funcionarios que continuaría con la táctica sólo si ellos la presenciaban; que “trajeran sus botas de goma y nos visitaran”.

Y así lo hicieron. Se reunieron en la celda de Abu Zubaydah, que Mitchell describió como pequeña y con un olor almizclado y desagradable. Los psicólogos realizaron lo que Mitchell consideró una versión ajustada de la técnica. “No quiero usar la palabra ‘superficial’ para algo tan horrible, pero así fue”, dijo.


Khalid Shaikh Mohammed, el autor intelectual autoproclamado del 11 de Septiembre, fue sometido a la técnica de ahogamiento 183 veces.
(Associated Press)

Sin embargo, no les pareció nada superficial a los visitantes, muchos de los cuales comenzaron a llorar. “Su decisión después de presenciarlo fue que no necesitábamos hacer eso”, expresó.

Mitchell ha sido un defensor vigoroso del programa de tortura. Su descripción de sí mismo como alguien que intentó limitar el uso del programa es confusa, especialmente porque lo empleó con dos hombres más, incluido Mohammed, quien fue sometido 183 veces. Mitchell lo consideraba un paso más dentro de un proceso; pero instó a dejar de aplicarlo con Abu Zubaydah porque había cumplido su propósito. El prisionero estaba cooperando, dijo, y podía dejar de hacerlo si se reanudaba.

Sus objeciones a tácticas severas específicas no se limitaban al uso en Tailandia. Más tarde intentó poner un alto a lo que él consideraba técnicas de interrogación deshonestas en otro centro de detención clandestino en Afganistán, manifestó. Se enfrentó a un interrogador allí y luego lo denunció a la sede de la CIA. “En mi opinión, hay dos tipos de personas en el mundo”, expuso Mitchell. “Quienes piden permiso y quienes piden perdón. Este era el tipo de persona que pide perdón”. El hombre fue retirado del sitio poco después.

Durante dos días de testimonio, Mitchell repitió varias veces que sus técnicas de interrogatorio produjeron información de inteligencia para enjuiciar. Algunas de esas afirmaciones son contradichas por otras investigaciones. Por ejemplo, él afirmó que el interrogatorio de Abu Zubaydah ayudó a la CIA a localizar a Ramzi Binalshibh, uno de los compañeros acusados de Mohammed. Se alega que Binalshibh fue el principal subordinado de Mohammed en la coordinación del 11 de Septiembre.

Binalshibh fue capturado en Karachi, Pakistán, en 2002 después de que él y Mohammed concedieron una entrevista al reportero de Al Jazeera Yosri Fouda, quien reveló su ubicación a sus jefes. Uno de ellos transmitió la información al director de la CIA en ese momento, George Tenet. La CIA y los funcionarios de seguridad paquistaníes utilizaron los datos y otros consejos sobre el terreno para identificar varios apartamentos posibles. Los atacaron ese septiembre. Mohammed se había ido, pero Bin Shibh fue capturado después de un tiroteo de una hora.

En otra de las casas saqueadas encontraron a dos de los hijos pequeños de Mohammed; el padre había huido justo antes de la redada. Un oficial de inteligencia paquistaní comparó la escena con una película del oeste, en la que llega el sheriff justo después de que el forajido se ha escapado, dejando las cenizas de su fogata aún calientes.

Defensores de los derechos humanos denunciaron repetidamente el programa de tortura como ineficaz y brutal. Para Joseph Margulies, profesor de derecho en la Universidad de Cornell, quien supo representar a Abu Zubaydah, los métodos brutales ayudaron a adormecer a Estados Unidos ante las malas acciones. “James Mitchell y Bruce Jessen concibieron, diseñaron y ejecutaron el primer programa de tortura oficialmente reconocido en la historia de EE.UU”, afirmó el catedrático mediante un correo electrónico. “Una cosa es que no se disculpen para nada; eso sería un comentario sobre ellos. Pero algo totalmente diferente es que gran parte del país sea absolutamente indiferente; eso es un comentario sobre nosotros. Cuando algo dañino no recibe condena pública, no es ‘malo’ en absoluto. Peor aún, eso invita no sólo a su repetición, sino a la ampliación. Ayer torturamos a hombres en jaulas porque pensamos que habían hecho algo mal; hoy torturamos a niños en la frontera sabiendo que no han hecho nada incorrecto”.

El docente agregó: “No hay que dejarse seducir por la ligereza lingüística y preguntarse si esto realmente es una tortura. Me niego a participar en ese juego. En cambio, animo a la gente a que se cuestione lo siguiente: ¿Retrocedería con horror si viera que eso mismo se le hace a un perro? Si viera a un perro atado a una tabla y expuesto a un ahogo, una y otra vez, ¿lo haría estremecer? ¿Se alejaría y exigiría que se detenga la maniobra? Si es así, entonces esto es una tortura, y deberíamos llamarlo como tal”.

La audiencia fue interrumpida varias veces, el miércoles, cuando los oficiales de seguridad de la corte temían que cierta información clasificada fuera o estuviera a punto de ser revelada. En esos casos, se encendía una luz roja intermitente -llamada aquí la luz de hockey-, una acción que también corta la transmisión de audio a la galería, donde se sientan los periodistas y visitantes. En al menos un caso, información que se consideró clasificada -por ejemplo, el nombre de un oficial de la CIA- se puede descubrir con una simple búsqueda en Google. Además, el nombre había sido mencionado abiertamente en una audiencia pública el día anterior.

En casos como estos, los observadores veteranos de la corte se encogen de hombros y dicen: “Es Guantánamo”.

Mitchell volverá al estrado el jueves.

McDermott es corresponsal especial.

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