El fascismo está en marcha, la crisis se agudiza, y la urgencia de
tomar acción
Sunsara Taylor
1° de febrero de 2017 | Periódico Revolución |
revcom.us
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Un elemento fundamental que tendría un impacto muy grande en este momento sería el que millones de personas
hicieran suya y difundieran la consigna: “¡NO! ¡En nombre de la
humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista!”. La
consigna abre los brazos ampliamente hacia la gente del mundo, expresa
correctamente lo que está en juego para el futuro y todas sus dimensiones y
plantea ante la gente claramente lo que hay que rechazar con ferocidad. Vayan a
RefuseFascism.org para conseguir afiches y calcomanías para llevar a las
protestas y programas, para colgar en las ventanas de tiendas y patios, y para
difundirlos de muchas otras maneras. |
¿Qué ES el fascismo?
El fascismo es cuando la clase
burguesa (capitalista-imperialista) ejerza una dictadura abierta, la que
gobierna por medio del uso del abierto terror y la violencia, pisotea
lo que se supone son derechos civiles y legales, utiliza el poder del estado y
moviliza a grupos organizados de golpeadores fanáticos para cometer atrocidades
contra las masas populares, particularmente contra los grupos de personas que
identifica como “enemigos”, “indeseables” o “peligros para la sociedad”.
Al mismo tiempo, si bien es probable que se movilice rápidamente para hacer
cumplir ciertas medidas represivas para consolidar su gobierno, lo que es
posible ver estudiando los ejemplos de la Alemania nazi y de la Italia bajo
Mussolini, también es probable que un régimen fascista implemente su programa
general por etapas y además, trabaje en varios momentos de asegurar a la
población o a ciertos sectores de la población de que evitarán los horrores,
siempre que aceptan calladamente y no protestan ni se resisten cuando
la situación siembre terror entre otros y los pone en la mira de la represión,
la deportación, la “conversión”, la prisión o la ejecución. |
El 27 de enero, Donald Trump promulgó una cruel prohibición de inmigrantes de
siete países de población mayormente musulmana, y una prohibición de refugiados
de todo tipo. De un plumazo, dictó la destrucción de la vida de miles de
personas, y mandó olas de terror y ansiedad a países y comunidades enteros. Esa
misma noche, miles de manifestantes acudieron a los aeropuertos de Estados
Unidos — coreando, formando clínicas judiciales de emergencia, bloqueando el
tránsito e interrumpiendo por completo las actividades de siempre. Estas
protestas han continuado en diferentes formas durante días, haciendo bloqueos en
ciudades grandes y pueblos a lo largo y ancho de Estados Unidos y otras partes
del mundo.
No obstante, el régimen de Trump y Pence prosigue a todo tren.
- Cuando los jueces federales de cuatro jurisdicciones rápidamente
bloquearon la implementación de aspectos de la orden de Trump, la Casa Blanca
se puso brava; según indican informes, algunos agentes de la Aduana y
Protección de la Frontera repetidamente recurrieron a la coacción y el engaño
para negarles la entrada a personas a las cuales las tenían que haber admitido
por ley.
- Cuando más de 100 miembros del Departamento del Estado expresaron su
profunda alarma por la orden de Trump, utilizando un medio de costumbre que
les alienta a ofrecer disentimiento sin represalias, el secretario de
prensa de la Casa Blanca Sean Spicer los amenazó de manera ominosa: “Alinéense
con el programa o… lárguense”. (Desde ese entonces, más de 1.000 han firmado
una carta de oposición a la orden de Trump).
- De ahí¸ el lunes 30 por la noche, la procuradora general en funciones
Sally Yates, la oficial del orden público más alta del país, anunció que el
Departamento de Justicia no defendería en los tribunales la prohibición
trumpista porque ella dudaba de su legalidad. El régimen de Trump y Pence
respondió rápida y vengativamente. Despidieron y fustigaron a la procuradora
general Yates, hasta la acusaron de traición. Noten bien: el papel de la
procuradora general no es de cumplir con los mandados del presidente
sino de aplicar las leyes y la Constitución de Estados Unidos.
La prohibición de la entrada de musulmanes no es solamente cruel, inmoral e
ilegal — es FASCISTA. En su contenido y en la forma de ejecutarla, el régimen
fascista de Trump y Pence no solamente ha intensificado su xenofobia y
nacionalismo extremos, satanizando a los que considera “enemigos”, “indeseables”
o “peligros para la sociedad” y desatando un terror contra ellos. Además, ha
dado más pasos para triturar lo que hasta la fecha eran los supuestos derechos
civiles y legales y los “controles y contrapesos” que desde hace mucho se han
considerado elementos fundamentales de la sociedad estadounidense.
Mientras tanto, Kellyanne Conway intensificó la embestida del régimen contra
la prensa y la verdad, al exigir que despidieran a los periodistas que “dicen
pestes” acerca de Trump. Agregaron como miembro central del Consejo de Seguridad
Nacional al ideólogo fascista cristiano y supremacista blanco Steve Bannon. Todo
eso colmó una semana vertiginosa en la que Trump dio luz verde a unos oleoductos
devastadores para el medio ambiente, avanzó con el cruel muro fronterizo, regó
mentiras sobre hechos básicos y de ahí amenazó a las personas que cuestionaron
sus MENTIRAS, amordazó a dependencias gubernamentales, asaltó la ciencia en sí,
intensificó la guerra contra las mujeres y los derechos al aborto por todo el
mundo, continuó avanzando con su gabinete de fascistas cristianos y crímenes de
guerra, etc.
El régimen actual es fascista. Es ilegitimo. Hay que sacarlo del
poder.
Uno de los puntos muy fuertes de los auges de lucha contra la prohibición
trumpista de musulmanes, aparte del carácter inmediato de las acciones y la
profundidad de su ira y determinación, era el grado al cual conectaron este
asalto con otros elementos del programa de Trump y Pence. Las gorras rositas de
las Marchas de las Mujeres se veían salpicadas en todas las acciones. Cientos de
personas agarraron los afiches de RefuseFascism.org, “¡No! En hombre de la
humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista”. Muchos invocaron
las lecciones de la Alemania nazi, con letreros caseros que incluían: “Primero
vinieron por los musulmanes, y dijimos, ¡Esta vez no, cabrones!”. También se
prendió el hashtag #NoBanNoWall (#NoAlVetoNoAlMuro), el que conectó el
veto contra los musulmanes a la embestida contra los mexicanos y otros
latinos.
Hay que seguir y fortalecer todo lo anterior — pero también, hay que llevarlo
más allá. Es esencial oponer resistencia a todos los ataques que traen Trump y
Pence, pero eso en sí no basta. Hay que sacar del poder al régimen en su
conjunto. Eso es precisamente lo que hay que tener en la mira.
A menos que lo logremos y hasta que lo logremos, el régimen fascista de Trump
y Pence seguirá impulsando su programa fascista a todo tren, pisoteando las
objeciones de las masas populares, arrollando al que se les oponga desde las
estructuras gobernantes, hasta triturando los previamente limitados “controles y
contrapesos” e imponiendo a fregadazos un orden mundial radicalmente nuevo y una
forma fascista de gobernanza en Estados Unidos.
Es claro que hay millones y decenas de millones de personas a que es posible
movilizar para luchar en contra de lo anterior y a los cuales hay que dirigir a
salir de los confines de la política de costumbre (y la protesta de costumbre) a
fin de DESTITUIR de plano a esa horrorosa monstruosidad.
Eso, y sólo eso, es lo que puede evitar la catástrofe que se avecina para el
planeta y su gente.
Sunsara Taylor es una articulista de revcom.us
y una co-iniciadora de RefuseFascism.org. Síganla en
Twitter: @SunsaraTaylor
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