EE.UU. rechazó a miles de solicitantes de asilo haitianos y detuvo a cientos más en
los años 90
A. Naomi Paik
The Conversation
28 de junio de 2018
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Refugiados haitianos en la base naval de Guantánamo, Cuba, el 7 de septiembre de 1994. AP Photo/Doug Mills
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Las políticas de inmigración de "tolerancia
cero" del presidente Donald Trump, en las que se persigue penalmente a
las personas que cruzan la frontera sin documentos, no representan la primera
vez que Estados Unidos detiene indefinidamente a niños y familias inmigrantes.
A principios de la década de 1990, los presidentes George H.W. Bush y Bill Clinton autorizaron la
detención indefinida de refugiados haitianos en la base naval de Guantánamo,
que Estados Unidos mantiene en el sureste de Cuba. Como detallo en mi libro
"Rightlessness",
los haitianos huían de la violencia generalizada resultante del golpe de Estado
de 1991 contra el presidente Jean Bertrand Aristide. El líder golpista Raoul
Cedras y las fuerzas militares y paramilitares llevaron a cabo un reino de
terror contra la población civil, utilizando tácticas como desapariciones,
torturas, violaciones y masacres.
Cuando Estados Unidos detuvo indefinidamente a refugiados haitianos, sentó un precedente.
Solicitud de asilo
Durante el reinado del terror de Cedras, decenas de miles de refugiados partieron de las costas de
Haití en embarcaciones rumbo a cualquier lugar, en busca de seguridad. En lugar
de permitirles llegar a las costas estadounidenses, el presidente Bush envió
buques guardacostas a aguas internacionales para interceptarlos y
transportarlos a un campo improvisado en Guantánamo. En el primer año del
golpe, Estados Unidos interceptó a 37.000 haitianos que huían de su hogar.
Durante su estancia en la base, Estados Unidos permitió a los haitianos solicitar asilo político.
Aunque la base había servido como plataforma de lanzamiento para intervenciones militares a
principios del siglo XX y como símbolo del dominio estadounidense en el Caribe,
en la década de 1960 se había convertido en "un anacronismo, con un uso
estratégico mínimo", señala la historiadora Jana
Lipman. La base estaba geográficamente aislada de Estados Unidos y
legalmente fuera de la jurisdicción de
Cuba, lo que permitió su nuevo uso para la detención indefinida.
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Refugiados haitianos alineados en catres en el hangar McCalla de la base naval de Guantánamo el 5 de
diciembre de 1991. AP Foto/Chris O'Meara
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En su punto álgido, el campamento albergó a más de 12.000 haitianos, que pasaron lo más rápidamente
posible por el proceso de revisión de asilo. Allí, el Servicio de Inmigración y
Naturalización realizaba entrevistas de asilo para evaluar si eran refugiados
"de buena fe" que temían legítimamente regresar a Haití. El INS
denegó el asilo a la gran mayoría, considerándolos "migrantes
económicos" que abandonaron su país únicamente en busca de oportunidades
económicas. Estados Unidos los devolvió a Haití, utilizando
la fuerza para expulsar a cualquiera que se resistiera.
En julio de 1992, casi 300 refugiados permanecían en el campo.
El INS había determinado que estos 300 eran refugiados "de buena fe" a los que debía
concederse asilo. El proceso de asilo incluía exámenes médicos. Los exámenes
revelaron que la mayoría de los 300 haitianos, aunque no todos, eran
seropositivos. Surgió un dilema para el gobierno estadounidense.
Obligarlos a regresar a Haití habría violado tanto la Ley
de Refugiados de 1980 como la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951,
cuyo principio básico es que los refugiados no deben ser devueltos a
condiciones peligrosas.
Al mismo tiempo, una prohibición
contra el VIH, aprobada por abrumadora mayoría en el Congreso en 1987,
prohibía la entrada de cualquier persona extranjera seropositiva en territorio
estadounidense. Esta prohibición de viajar reflejaba la ignorancia y el miedo
generalizados al VIH durante las décadas de 1980 y 1990. Una encuesta
realizada en 1985 mostraba que el 50% de los estadounidenses apoyaba poner
en cuarentena a cualquier persona infectada por el virus.
Atrapados entre las leyes sobre refugiados y la prohibición del VIH, los refugiados haitianos quedaron
atrapados en el campo de cuarentena de Guantánamo junto a sus familiares,
incluidos niños.
Campo de prisioneros del VIH
Varios miembros del INS y del personal militar dijeron a algunos
refugiados que "podrían estar en Guantánamo de 10 a 20 años o hasta que se
encuentre una cura para el SIDA".
Ni siquiera los refugiados más enfermos podían entrar en EE.UU. para recibir tratamiento. La clínica del
campo, que contaba con dos médicos y cinco enfermeras, sólo podía administrar
atención sanitaria básica. No obstante, el portavoz del INS, Duane
Austin, señaló el 12 de diciembre de 1992: "No tenemos ninguna
política que permita a las personas con SIDA entrar en Estados Unidos para
recibir tratamiento. ... Van a morir de todos modos, ¿no?".
El Departamento de Defensa afirmó que dirigía Guantánamo como una "misión humanitaria", pero los
refugiados estaban sometidos a condiciones
deplorables. Dormían en barracones rudimentarios con bolsas de basura
pegadas sobre las ventanas. Comían alimentos incomestibles, a veces en mal
estado, incluso infestados de gusanos. La atención médica era, en el mejor de
los casos, ineficaz y, en el peor, abusiva, con tratamientos médicos realizados
sin consentimiento informado.
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Protesta ante el Tribunal Federal de Brooklyn contra el encierro continuado de refugiados haitianos
infectados por el SIDA en Guantánamo, 8 de marzo de 1993. AP Photo/Andrew Savulich
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El Dr. Douglas Shenson, representante de la organización humanitaria Médicos del Mundo, tuvo acceso al
campo en febrero de 1993. Tras su visita, escribió:
"Francamente, considero que las condiciones allí son una vergüenza".
En aquel momento, muchos refugiados esperaban que el candidato presidencial Bill Clinton, si salía
elegido, ordenara su liberación. Aunque condenó el campo durante la campaña, lo
mantuvo
una vez elegido.
Los refugiados impugnaron públicamente su confinamiento y exigieron su liberación de Guantánamo.
Organizaron protestas pacíficas, en las que marcharon por el recinto del campo,
pero fueron recibido por la policía militar armada con tanques y fusiles.
Finalmente, coordinaron una huelga de hambre por su libertad que duró semanas.
Tortura de la detención indefinida
Bajo el estrés de un encarcelamiento sin final a la vista, algunos refugiados cayeron en la
desesperación. Los casos más graves se autolesionaron a propósito o intentaron suicidarse.
Los niños también soportaron las condiciones del campo que casi quebraron a los adultos. Más de 25
niños sobrevivieron al campo de prisioneros del VIH. Cientos
más pasaron por Guantánamo, sólo para ser repatriados a Haití.
Una carta
escrita por una de los líderes entre los refugiados arroja luz sobre lo que
ocurre bajo detención indefinida. Se despidió de los dos hijos que había dejado
en Haití, diciéndoles: "No queda nada de mí. ... Ya no tienes madre. Date
cuenta de que no tienes una mala madre, sólo que la vida me arrebató".
Su carta fue recibida por un juez que presidía un caso presentado por organizaciones de derechos humanos
que exigían la liberación de los refugiados. En junio de 1993, el juez Sterling
Johnson se puso del lado de los refugiados, afirmando que la supuesta
"misión humanitaria" de Guantánamo no era "más
que un campo de prisioneros para el VIH."
Johnson ordenó al gobierno que liberara a los refugiados en cualquier lugar menos en Haití, dando por fin
a los refugiados una razón para suspender su huelga de hambre. Sin embargo,
tras su decisión, el Departamento de Justicia negoció un acuerdo con los
abogados de los refugiados.’
El gobierno no presentaría un recurso de apelación, lo que permitiría trasladar a los refugiados de
Guantánamo a EE.UU. Sin embargo, despojaría a la decisión de Johnson de todo
precedente legal, lo que daría margen legal para, en el futuro, encarcelar a
"combatientes enemigos" en detención indefinida una vez más en
Guantánamo. En 2001, el fiscal general adjunto John
Yoo citó este precedente anulado en un "memorando sobre la
tortura" para justificar Guantánamo como lugar de detención indefinida.
Aunque el campo de prisioneros del VIH cerró, miles de personas siguieron huyendo de Haití. En
1994, el ejército estadounidense reabrió
un campo de refugiados haitianos bajo el nombre de Operación Sea Signal,
que con el tiempo también acogería a migrantes cubanos.
La historia de Guantánamo demuestra que, una vez que Estados Unidos establece la infraestructura de
campos de prisioneros para familias, puede persistir como campo de prisioneros
para cualquiera. Las personas que han soportado la detención indefinida la han
descrito como una forma de tortura, una tortura que Estados Unidos se propone
infligir ahora a miles de familias migrantes.
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