EEUU: una diplomacia de muerte
Ángel Guerra Cabrera La
Jornada 9 de diciembre de 2010
La diplomacia de Estados Unidos ha actuado históricamente en pro del saqueo,
la guerra y la muerte de millones de seres humanos, antagónica al fomento de la
democracia, la amistad, la paz y la prosperidad de los pueblos, que proclama
como sus objetivos. Desde esta perspectiva, las revelaciones de
Wikileakas sobre el intercambio cablegráfico entre el Departamento de
Estado y las embajadas estadounidenses, al margen de otros intereses que podrían
influirlas, han proporcionado ya un panorama casi en tiempo real, y
considerablemente amplio, sobre las actitudes matonescas de los protagonistas de
la política exterior imperial en las últimas décadas y, sobre todo, en la
actualidad, que van de la mano con su pensamiento, emanado de la ignorancia y el
menosprecio por los otros, unidos al culto fanático por la omnipotencia del
mercado, la banalidad y el chisme de aldea que comparten con sus acólitos.
Cuando digo muerte me refiero, sí, a las guerras de rapiña desde que los
próceres de la república esclavista exterminaron a la mayoría de la población
indígena y anexionaron la mitad de México hasta actos de supremo terrorismo como
los artefactos nucleares lanzados sobre Hiroshima y Nagasaki; los millones de
vietnamitas muertos por los bombardeos o el asesinato de decenas de miles de
civiles en Irak, Afganistán y Pakistán, y últimamente los festinados conceptos
desarrollados sobre una supuesta guerra nuclear controlada tácticamente. Pero
también incluyo, dada su enorme importancia, a cientos de miles que mueren todos
los años por hambre, insalubridad o por efecto del cambio climático ocasionados
por el sistema capitalista. Por esta última causa mueren ya anualmente alrededor
de 300 mil personas, cifra que podría alcanzar en poco tiempo el millón de sólo
reducirse la emisión de gases de efecto invernadero a 3 por ciento, cómo
pretende Estados Unidos en la cumbre de Cancún, en lugar de entre 40 y 50 por
ciento propuesto por los países integrantes del G-77. La postura yanqui
equivaldría a un aumento en las temperaturas del planeta entre cuatro y cinco
grados, conducente a una situación sin retorno hacia la desaparición en corto
tiempo de nuestra especie.
No por relativamente conocidas es ocioso reiterar estas verdades puesto que
todavía no han tomado conciencia de ellas muchas personas en el mundo, víctimas
del inclemente e inmoral bombardeo de reflejos condicionados y prejuicios por la
gran mayoría de los medios de información, parte inseparable como son del
sistema de dominación y sus intereses más mezquinos. En esta lógica, son de suma
utilidad los cables diplomáticos filtrados por Wikileaks en relación a
los intentos de imposición por Estados Unidos de la ilegal y antidemocrática
Declaración de Copenhague basándose en sobornos, chantajes y amenazas, en
particular contra los países más pobres, como los pequeños estados insulares o
los africanos. La declaración fue cocinada por Obama y un grupito de
incondicionales al margen del reglamento y a espaldas de la mayoría de
delegaciones a la conferencia sobre cambio climático celebrada en la capital
danesa. Así fue denunciado en varias ocasiones por Fidel Castro, Evo Morales y
Hugo Chávez, sin que tuviera difusión por los pulpos mediáticos, que si acaso se
mofaron de la actitud apocalíptica e ideológica de los líderes de la Alba. Es
todo un poema la solicitud de datos personales sobre los diplomáticos de la ONU
y activistas de ONG firmada por la secretaria Clinton a petición de la CIA,
buscando puntos débiles por donde atacar a probables adversarios de la actitud
estadounidense sobre el clima. O esta persuasiva y delicada prenda soltada por
la subsecretaria de Estado María Otero a Meles Zenawi, canciller etíope y
representante de la Unión Africana en las negociaciones sobre cambio climático:
Firma el acuerdo (de Copenhague) o la discusión se acabó ahora. ¿Qué tal esta
otra?: Neutralizar, cooptar o marginar a los países que no ayudan como Venezuela
y Bolivia, tomada de un cable que relata la reunión de los representantes de
Estados Unidos y la Unión Europea ante las negociaciones. Más tarde, Washington
cortó a Bolivia y Ecuador la ayuda para combatir el cambio climático, citando su
oposición al acuerdo.
Y esto no es todo. Estados Unidos y sus aliados pretenden comerciar con la
tragedia climática convirtiendo en mercancía el agua, el aire y el carbono, y
salvarse de la crisis capitalista vendiendo bonos de estos bienes en el casino
global.
¡Justicia para Julian Assange!
http://www.jornada.unam.mx/2010/12/09/index.php?section=opinion&article=036a1mun
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